lunes, 25 de agosto de 2014

Devociones: "Levantar obreros".

Sin duda lograríamos resultados más eficaces si pasáramos menos tiempo hablándole a la congregación de su responsabilidad, y más tiempo rogando al Señor que movilice a su pueblo: Mateo 9:35--11:1.

       Una de las tentaciones con las cuales debe luchar el líder, al ver las necesidades abrumadoras a su alrededor, es creer que podrá solo resolver las dificultades de todo el mundo. Aunque parezca innecesario mencionar esto, la gran cantidad de siervos que he visto intentando llevar toda la carga solos revela cuán fácil es caer en esta trampa.
    Observe, por un instante, a Jesús, conmovido por la desprotegida condición de las multitudes a su alrededor: "entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies". La manera que obró en esta situación nos da claras pistas acerca de una de las tareas más importantes que tiene un líder, que es la de movilizar a otros para la gran tarea de servir a los necesitados corazones y transforma las vidas de Dios.
   En primer lugar, notamos que Jesús dirigió la mirada de los discípulos hacia la misma realidad que él veía a su alrededor: No los manipuló, ni hizo que se sintieran culpables. Más bien buscó la forma de que ellos pudieran ver también la necesidad del pueblo, para ser conmovidos en su ser interior por la acción del Espíritu Santo. La única motivación sana para servir a los demás es que  Dios conmueva nuestro corazón frente a la necesidad que existe en ellos. No obstante, frecuentemente me he encontrado con personas sirviendo en la Iglesia movidos por la culpa. Invariablemente acaban frustrados o amargados, porque la motivación por la cual sirven es la de resolver una situación de conflicto personal.
    En segundo lugar notamos que Cristo señaló a sus discípulos una realidad del ministerio: que los obreros son pocos. Siempre he considerado que nuestros esfuerzos por movilizar la Iglesia toda son un tanto necios. hacemos bien en no desperdiciar energías intentando reunir una multitud de obreros para la cosecha. No he conocido, hasta el momento, pastor que haya tenido éxito en esta consigna. La verdad es que los obreros siempre van a ser mucho menos que la tarea a realizarse.
    El principio más importante del pasaje, sin embargo, es la solución que Cristo dio para esta situación: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies". Es aquí donde muchos de nosotros fallamos como líderes. Creemos que es nuestra tarea movilizar a las personas y recurrimos a todo tipo de "artimañas" para reclutar personas. Si bien tenemos una parte de la responsabilidad en la movilización de nuevos líderes, nuestra tarea más importante es la de apelar al Señor de la mies para que él levante los obreros. No podemos enfatizar suficiente esta verdad: el que toca los corazones y transforma las vidas es Dios. Sin duda lograríamos resultados más eficaces si pasáramos menos tiempo hablándole a la congregación de su responsabilidad, y más tiempo rogando al Señor que movilice a su pueblo. Esta es nuestra primera y más importante responsabilidad y no podemos darnos el lujo de descuidarla.

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