domingo, 30 de noviembre de 2014

Devociones: "La gran lucha".

No busquemos las recompensas efímeras, animémonos a echar mano de lo que Dios nos ofrece: (Mateo 6:1-18).

        En los siguientes devocionales estaremos concentrados en el aspecto vertical de nuestra vida espíritual. Le confieso que no me gusta ese término, porque pareciera que en realidad existen dos dimensiones en la vida espíritual. Es por causa de nuestras propias limitaciones, sin embargo, que debemos echar mano de estas explicaciones pues la verdad es que la vida en Dios es una sola y no puede ser dividida en compartimientos.
     De todos modos, queremos concentrarnos en la "práctica de la piedad", para usar el término que utilizó Pablo; es decir, la vida de las disciplinas espírituales tales como el ayuno, la oración y la ofrenda. Lo invito a que lea con detenimiento el pasaje de esta semana. Nos concentraremos hoy en la frase que lo introduce: "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos".
   Nos encontramos aquí frente a uno de los peligros más fuertemente atrincherados en el corazón del hombre, el deseo de ganarse la aprobación de los que están a su alrededor. Tal peligro no existiría si viviéramos en un mundo perfecto. Mas el pecado nos ha llevado a enredarnos en relaciones que se cultivan con base en el mérito, El amor, lejos de ser incondicional, se da a cambio del reconocimiento de ciertos logros o atributos en la persona que la recibe. El resultado es que la vida se convierte en una incansable búsqueda del afecto de los demás, pues las reglas cambian de persona a persona y encontramos que nunca podemos alcanzar la medida necesaria para sentirnos satisfechos.
     Cristo pone fin a esta triste existencia cuando se acerca con la propuesta de satisfacer nuestros deseos más profundos de ser amados. Le ofrece agua a los que están sedientos y cansados de las interminables desilusiones que nos entrega la vida. No obstante, solamente logran verdadera paz aquellos que entran en la más íntima relación con el Dios de gracia. Los que pertenecen en las periferias, atemorizados y dubitativos, se sentirán aun más desdichados, pues la religión les proveerá de otro medio más para tratar de ganarse aquello que nunca tuvieron.
    Jesús quería que entendiésemos que cualquier práctica que tiene como objetivo agradar, impresionar o conmover a las personas a nuestro alrededor automáticamente nos robará del premio que Dios tiene para sus hijos. Deseo que tome nota de esto: existe un premio para los que buscan, tal como lo afirma( Hebreos 11:6): "porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan". Cristo quería desanimarnos de buscar recompensas efímeras cuando se nos ofrecía algo mucho mejor. Es decir, menciona el premio porque sabe la clase de personas que somos. No debemos avergonzarnos de querer el premio que nos ofrece, porque él mismo nos ha animado a que lo busquemos. A medida que avancemos en el estudio notará que una y otra vez nos motiva aludiendo a este premio. Animémonos, por tanto, a echar mano de lo que él nos ofrece.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Devociones: "El Dios que se revela".

El conocimiento que tenemos de Dios es un regalo de lo alto y cada revelación debe ser atesorada: (Mateo 16:13-28).

     Luego de escuchar la declaración de Pedro ante la pregunta de su identidad, Jesús exclamó: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos".
    No cabe duda de que este momento posee profundo significado espiritual, aunque seguramente Pedro no percibía por completo la dimensión de sus palabras. No obstante, la respuesta de Cristo revela que el Señor consideraba que el conocimiento que el humilde pescador de Galilea poseía acerca de Su identidad constituía la base sobre la cual se construye una sólida experiencia espiritual. Por esto, Jesús no dudó en señalar que era un hombre bienaventurado. La palabra "bienaventurado" como se señaló en las reflexiones sobre el Sermón del Monte, indica un estado mucho más pleno que la felicidad. Es la condición resultante del favor especial de Dios sobre la vida, la consecuencia de un acto de gracia que le ha dado a una persona acceso a tesoros que no podría alcanzar por iniciativa propia. Decir que alguien es bienaventurado no solamente implica que la bondad de lo alto ha sido derramada sobre su vida, sino que se anticipa a las consecuencias futuras de esa bendición. Este aspecto es el que el Mesías resalta especialmente, pues en la declaración que sigue a esta confesión describe las consecuencias que tendrá esta revelación sobre la vida de Pedro. El segundo elemento que resalta Jesús de la declaración de Pedro es la naturaleza  de su origen. Cristo inmediatamente aclara que él no ha arribado a esta conclusión como consecuencia de una cuidadosa dedución de los hechos, ni por un elaborado proceso de lógica. Esta clase de información, señala el Hijo de Dios, solamente puede ser obtenida mediante un acto de revelación del Padre. Si el Señor no escoge dar a conocer su identidad, las personas no podrían acceder a ella, aun cuando fueran poseedoras de las condiciones más privilegiadas para lograrlo. Reparar en esta verdad es fundamental para nosotros, porque muchas veces vivimos bajo la convicción de que si ponemos suficiente empeño y disciplina en el estudio de la Palabra, conseguiremos acceder a los conceptos más misteriosos de la persona de Dios. no cabe duda de que hemos sido llamados a estudiar con diligencia las Escrituras, a escudriñar con cuidado sus verdades. No obstante, cuando el conocimiento de Dios es el resultado exclusivo del ejercicio de nuestras facultades intelectuales, producirá en nosotros una acumulación de datos que no afectan ni enriquecen nuestra relación con él. El estudio es importante, pero debe siempre ir acompañado de un corazón humilde que espera atentamente las revelaciones que vienen de lo alto. La revelación que recibió Pedro se relaciona primordialmente con la esfera espiritual de su vida y por eso las consecuencias esta en su relación con Dios son tan dramáticas. Este conocimiento es un regalo de lo alto y cada revelación debe ser atesorada como un milagro del Dios que escoge mostrarse a seres tan pequeños como nosotros.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Devociones: "Evidencias del Reino".

Las palabras de Jesús claramente revelan que llevaba adelante su ministerio en el poder del Espíritu: (Mateo 12:22-37).

       Cristo ha echado por tierra la acusación de los fariseos, demostrando, sencillamente, cuán poca lógica tiene el argumento de ellos. A esta primera respuesta le añade una segunda observación: "Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios, pues ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Entonces podrá saquear su casa".
      Las palabras de Jesús claramente revelan que llevaba adelante su ministerio en el poder del Espíritu. Las sanidades, liberaciones y transformaciones no eran el resultado de alguna metodología ministerial desarrollada por él mismo. En el evangelio de Juan Jesús testifica una y otra vez de esta realidad. Habló de "las obras que el Padre me dio para que cumpliera" (Juan 5:36), declarando que las "obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí" 
(Juan 10:25). Lanzó, también, un desafío a todos los que estaban con él: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed  alas obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y yo en el Padre" (Juan 10:37-38). Es muy sano para todos los que estamos en el ministerio recordar que cualquier avance que podamos lograr es pura y exclusivamente por el accionar de la gracia de Dios. No exisate nada en nosotros mismos que nos permita producir una profunda transformación en los que están a nuestro alrededor. Al igual que el Salmista, debemos siempre reconocer que "Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia" (Salmo 127:1).
     Jesús asoció el mover de Dios con la llegada del reino, apelando a un argumento similar al que utilizó con los enviados de Juan el Bautista, cuando este se encontraba preso. Cristo había proclamado, al iniciar su ministerio, que había sido ungido precisamente para realizar la clase de obra que ellos acababan de ver: la sanidad de un ciego que también era mudo.
     Este mismo principio es el que anuncia Pablo en la primera carta de Corintios: "el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder"
 (1 Corintios 4:20). Por esta razón el apóstol construyó su ministerio sobre parámetros muy diferentes as los que predominan en la Iglesia de hoy. Declara: "ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder" (1 Corintios 2:4). Nuestra misión, como Iglesia, consiste en mucho más que hablar de las cosas de Dios. La evidencia incontrovertible de la presencia del reino es que las vidas de las personas están siendo dramáticamente afectadas por una intervención divina. Esta transformación solamente es posible cuando se haya "atado al hombre fuerte", lo que nos da una clara indicación de que debemos combatir al verdadero enemigo si es que vamos a avanzar en los proyectos de Dios. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

Devociones: "El Verbo se hace carne".

Al hacerse como uno de nosotros, logra cerrar la brecha que nos separa de él y consigue presentar una vida nueva.  (Juan 1:1-14).

      El verso 14 describe la más grande empresa misionera de todos los tiempos. Lea el texto varias veces y pida al Espíritu que le permita percibir algo de las dimensiones que posee. "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". Al meditar sobre este versículo se apodera de mí una profunda sensación de ineptitud. El texto resume, en una sola frase, la  más misteriosa transformación jamás vista en la historia del universo. El Verbo, que le dio existencia a la vida misma, se despoja, se despoja de su eternidad para vestirse de la frágil y transitoria condición que implica ser humano, en efecto, Dios en sandalias.
    Solamente cuando consideramos cuán renuentes somos a salir de nuestros pequeños mundos, a fin de mostrar siquiera un fugaz interés en la vida de otros, podemos comenzar a entender la enormidad de esta empresa misionera que sacudirá los mismos cimientos del universo. De hecho, "aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
     Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, ahciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8). su trayectoria es completamente contraria a las ambiciones de grandeza que alimentan los hombres. El Señor paulatinamente reducirá el espacio que ocupa hasta quedar "·autolimitado" en la figura de un humilde esclavo.
     ¿Qué es lo que motivó al Señor a imponer tan drástica limitación divina? una inexplicable pasión por asegurar una relación con nosotros. El Verbo que elige habitar en la carne emprende el camino de muerte que librará al hombre de las consecuencias eternas de su propia rebeldía contra el Creador. Representa mucho más que la satisfacción de un requisito legal. Siendo rico, sin embargo por amor a nosotros se hizo pobre, para que nosotros por medio de su pobreza llegáramos  a ser ricos ( 2 Corintios 8:9). Su ejemplo muestra el único camino por el cual podrán ser aliviadas las aflicciones, los sufrimientos y las desdichas de aquellos que andan en tinieblas. La redención de una persona siempre implica la presencia de otra dispuesta a sacrificarse por ella. Quizás esta es la razón por la que la Iglesia logra tan poco impacto en este tiempo. Todos queremos que otros sean salvos, siempre y cuando no signifique un sacrificio para nosotros.
     La decisión de tomar forma de hombre encierra, también, un acto de asombrosa misericordia por parte de nuestro creador. La fragilidad de nuestra condición humana no nos permite comprender ni soportar aún las más restringidas manifestaciones de lo Alto. Al hacerse como uno de nosotros, logra cerrar la brecha que nos separa de él y consigue presentar la Vida de un formato que los hombres pueden fácilmente reconocer. Aún así, es tan profunda la atrofia espíritual que ha impuesto el pecado que muchos no lograron tampoco percibir la presencia de Cristo entre ellos.
    A pesar de esto, el paso de Jesús por la Tierra nos ofrece el más nítido retrato del Dios que "extiende los cielos como una cortina y lops despliga como una tienda para morar (Isaías 40:42).     

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Devociones: "El peso de la influencia".

Ya que el carácter del líder determina el carácter de sus seguidores. debemos asumir el compromiso de que nuestra vida sea en santidad:  (Proverbios 29:12).

         El principio que anuncia este proverbio es sencillo, pero un líder debe recordarlo en todo momento. El pueblo termina siendo igual que el líder. Cuando el que gobierna es corrupto, los que lo rodean se volverán corruptos. Cuando el que gobierna es justo y recto, los de su alrededor acabarán convirtiéndose en justos y rectos. ¿Por qué ocurre esto?. Porque  las personas que están cerca de un líder se contagian  de la vida y las convicciones que este tiene. Esta transferencia de "estilo de vida" es tan intangible que nos damos cuenta de ella solamente cuando vemos los mismos comportamientos en los seguidores del líder. Un autor ha definido la influencia como "el poder que afecta a personas, elementos o eventos y que opera sin el ejercicio deliberado de esfuerzo por parte de alguien.
     Esta realidad es una de las claves para entender cómo podemos aprovechar el impacto que produce la influencia sobre los demás. No ejercemos control directo sobre este proceso, pero sí podemos contribuir para que nuestra influencia sea positiva. El secreto de la influencia descansa sobre el carácter del líder, es decír, lo que el líder es determina la calidad de la influencia que tendrá sobre sus seguidores.
       Es bueno que entendamos que este principio se manifiesta en todos los ámbitos donde haya una persona que ejerce la responsabilidad de dirigir a otros. Puede darse en un grupo tan pequeño como una familia o en una entidad gigantesca como una empresa multinacional, donde se hable de la experiencia de una "cultura corporativa". En todos los casos el resultado es el mismo: la clase de persona que está al frente determina la clase de equipo que se tendrá.
      La Iglesia no escapa a esta ley. La congregación refleja el tipo de pastor que tiene. Por esta razón siempre insisto que son mayormente vanos los intentos de cambiar directamente a la congregación. Cuando se produce un cambio en el pastor, la congregación comienza a cambiar por si sola. Si el pastor es una persona amante de la oración, no tendrá que pasarse la vida exhortando a la congregación a que cultiven una vida de oración. Ellos mismos se irán contagiando del mismo espíritu que él tiene.
       Del mismo modo podemos afirmar que lo inverso también es verdad. Cuando un pastor es corrupto, también lo será su equipo de colaboradores. No hace falta que se conozca la corrupción del pastor, pues los demás  se contagiarán solos. En una congregación que yo conocí, el pastor titular vivió en una relación de adulterio durante décadas. Nadie sabía de este asunto, pero una y otra vez surgían escándalos sexuales entre los ancianos y diáconos. Parecía que la congregación tenía un particular problema con este asunto, y de hecho era así. La falta moral del pastor había corrompido indefectiblemente al equipo de colaboradores.
Para pensar:
   Como líderes, entonces, pesa sobre nosotros el vivir vidas de santidad y compromiso. Este es el mejor regalo que le podemos hacer a nuestra gente. Podemos ejercer sobre ellos una influencia superior a la de los mejores programas de formación del mundo.   

martes, 25 de noviembre de 2014

Devociones: "De la abundancia del corazón".

Así como nuestras obras exponen la clase de persona que somos, también las palabras revelan el estado de nuestro corazón: (Mateo 12:22-37).

      Luego de introducir la analogía del fruto que identifica la especie del árbol, el Señor avanza un poco más, aplicando el mismo principio a las palabras que salen de nuestra boca. "Generación de víboras" exclama. "¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" (Mateo 12:34-35).
      Del mismo modo que las obras nos proveen de valiosa información acerca de la clase de persona que somos, así también las palabras revelan el estado de nuestro corazón. Donde abunda la queja, la crítica, la ingratitud y la amargura, podemos estar seguros que existe un corazón que no ha sido transformado por la gracia de Dios. Para los que hemos sido llamados a la tarea de formar a otros es bueno que aprendamos a prestar atención al contenido de lo que otros dicen. No debemos concentrarnos tanto en los temas de los cuales hablan, sino intentan percibir la actitud con la cual dicen las cosas. Es posible que lo que comparten sea acertado y verdadero, pero la manera en que lo hacen delata la existencia de un corazón que está contaminado por el espíritu impuro de la carne.
    El Señor nos llama, como líderes, a estar atentos a esta realidad porque nuestra tarea, al igual que la del apóstol Pablo, es la de "presentar a toda persona perfecta en Cristo" (Colosenses 1:28). Él mismo nos exhorta, en la carta a los Efesios, a que tengamos cuidado para que "ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracias a los oyentes" (Colosenses 4:29). La clave de esta exhortación es que nuestras palabras deben impartir gracia a los que nos escuchan. Esto no hace referencia al contenido en sí de nuestras palabras, sino del espíritu que transmiten nuestras palabras. Las personas que nos oyen deben sentir que han sido bendecidos por lo que han escuchado.
    Hemos observado cómo Cristo señalaba que ningún árbol malo puede producir fruto, sino que cada árbol produce el fruto que determina su esencia. Del mismo modo, en el texto de hoy, Jesús afirma que una persona con un corazón  malo no puede pronunciar palabras buenas, ni la persona con un corazón bueno puede pronunciar palabras malas. Una vez más, queda claramente revelado que la vida fluye de nuestro ser interior.
      Es allí donde debe concentrarse nuestra mirada, donde debemos buscar la acción transformadora de Dios. No obstante, en demasiadas oportunidades nuestra atención está puesta en las circunstancias externas de la vida. Buscamos que Dios intervenga en los lugares y asuntos que tienen poca revelancia para la vida espíritual. Nuestro mayor problema, sin embargo, es nuestro propio corazón. No en vano el autor de Proverbios exhorta "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque  de él mana la vida" 
(Proverbios 4:23). El pasaje termina con una muy sería revelación: nuestras palabras no son "simplemente" palabras. ¿Qué significa que seremos juzgados por cada una de ellas?.
  

lunes, 24 de noviembre de 2014

Devociones: "Condición fundamental".

Debemos apresurarnos a llevar toda ofensa al Señor, antes de que su veneno comience a actuar en nosotros: (Mateo 6:1-18).

      Hemos estrado examinando las enseñanzas de Cristo sobre el tema de la oración. Miramos, en forma muy breve, la oración conocida como el Padre nuestro. Ni bien terminó está oración Jesús añadió una aclaración: "por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". Estas palabras contienen una solemne advertencia para todos los que deseamos caminar en la luz.
    En otro momento de su ministerio Cristo contraría la historia de dos hombres
con deudas. A uno de ellos se le perdonaría la suma total de su deuda, una cifra millonaria que no podría haber pagado ni siquiera con diez vidas de trabajo. Mas este hombre, saliendo de la presencia del que lo había perdonado, se encontró con un consiervo y no quiso perdonarle una deuda insignificante.
     En la historia el rey, que es figura de Dios, llamó enfurecido al primer hombre y , con una dura reprensión, lo envió a la cárcel. Para los que no habían entendido la moraleja de la historia Jesús declaró: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (Mateo 18:35). Es a este mismo principio que Jesús alude en la enseñanza que estamos examinando hoy. Para los que son parte del reino y han gustado de la incomparable misericordia de Dios, tan generosa  que no pueda ser explicada ni entendida, es inadmisible que no extiendan aunque sea una pequeña muestra de esa comprensión a los que les ofenden. Las ofensas de otros hacía nuestra persona son tan insignificantes como fue la cifra del segundo deudor en comparación con el primero. En ningún lugar de las Escrituras se enseña que el perdón al prójimo es una condición para recibir el perdón de Dios. Mas vivir extendiendo el perdón sí es una condición absolutamente fundamental para que el hijo de Dios siga experimentando a diario el perdón. Nada seca tan rápido el fluir de la gracia como un corazón lleno de amargura por las cosas que otros nos han hecho.
     Es por esta razón que debemos apresurarnos a llevar toda ofensa al Señor, antes de que su veneno comience a actuar en nosotros. Cuando hemos sido heridos, defraudados o agredidos, se toma urgente llevar nuestro dolor a nuestro Pastor, para que él restaure la paz y el gozo de ser partes de su familia. La demora en hacerlo alimenta un torbellino de ideas que se vuelcan en indignados comentarios que enredan a otros en nuestra amargura. No en vano el apóstol Pablo exhortaba "no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo" (Efesios 4:26-27). Bien sabía que los asuntos no tratados por el Espiritu de Dios rápidamente se convierten en alimento para el enemigo de nuestras almas.
     "Señor, no nos dejes en paz cuando no hemos perdonado a otros. No permitas que nuestro corazón se endurezca. Envía a nuestras vidas una tristeza santa que nos conduzca a tu presencia, para que traigas a luz los asuntos pendientes en nuestro corazón. Enséñame a ser generoso en el perdón. Amén.   

domingo, 23 de noviembre de 2014

Devociones: "Reposo".

La realidad espíritual del ser humano determina el grado de reposo que disfruta:
(Hebreos 4:3).

     A diferencia de la generación  que pereció en el desierto, los receptores de la epístola a los Hebreos aún conservan la promesa de entrar en el reposo del Señor. Esta invitación pertenece abierta a todos aquellos que se animan a creer la propuesta que Dios trae a sus vidas. Para gozar de sus beneficios deben sumarle el ingrediente indispensable que identificamos en la última reflexión: fe.
     La fe es la disposición de declarar confiable el Mensaje de Dios aún cuando las circunstancias nos provean abundantes evidencias que parezcan contradecir esta convicción. Fe es el coraje de mantener firme la certeza de un camino, cuando estamos rodeados de alternativas que resultan por demás atractivas a la hora de decidir hacia dónde vamos a avanzar.
      El autor ha escogido utilizar un término para describir ese Mensaje: Buenas nuevas. Aunque normalmente lo asociamos con el Nuevo Testamento, el mensaje que viene del cielo siempre ha significado buenas noticias. Por medio del profeta Isaías el Señor ordenaba: "Súbete a un alto monte, Oh Sion, portadora de buenas nuevas. Levanta con fuerza tu voz. Oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas, levántala, no temas. Dile a las ciudades de Judá: "Aquí está su Dios" (Isaías 40:9). Aún cuando el Señor pueda dirigirnos palabras severas, de corrección, siempre encierran la posibilidad de alivio, restauración, iluminación, sanidad, purificación y plenitud. En este sentido, la palabra que escuchó la generación que pereció en el desierto fue tan buena como la que hemos vuelto a escuchar por boca del Hijo de Dios.
      Es por esto que el apóstol Santiago nos anima a recibir con mansedumbre la Palabra. Si nos resistimos a ese primer impulso de argumentar, la Palabra puede comenzar a realizar esa preciosa obra de transformación en nuestro interior. Y esa obra indefectiblemente nos conduce hacía ese lugar de quietud que resulta de estar en paz con nuestro Creador y nuestros semejantes.
      En el caso de los Israelitas, este lugar de reposo estaba relacionado también con un lugar geográfico. Canaán. No obstante,. el reposo tiene mucho más que ver con una realidad espiritual que con circunstancias favorables. Es posible, en medio de las peores tormentas y las más intensas luchas, experimentar este reposo espíritual, el mismo al que hace alusión David en su inmortal Salmo 23. La Palabra abre el camino para que el Señor pastoree nuestros corazones. El fruto de ese pastoreo es acabar en lugares de delicados pastos, junto a aguas de reposo.
      Jesús se hace participe de esa obra pastoral en todos los que viven bajo el agobio de intentar llevar por sí mismos, insoportables cargas. Si se acercan a él, para compartir con él el motivo de su cansancio, encontrarán que en la intimidad de la comunión comienzan a disfrutar de este mismo reposo, dulce y renovador.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Devociones: "Poderoso estímulo".

La naturaleza confiable del que promete nos infunde confianza ante las dificultades que afrontamos: (Hebreos 6:18).

       En la  reflexión que compartí sobre la persona de Abraham (ver promesas futuras), preguntaba cuál era el sentido de divulgar una promesa cuyo cumplimiento se encuentra en el futuro lejano, si nada puede hacer la persona para acelerar ese proceso.
    El autor ahora nos provee de una respuesta concreta. Las  "dos realidades inmutables  en las cuales  es imposible que Dios mienta" nos ofrecen un poderoso estímulo. La palabra poderoso, en el griego, es el término ischuros. Se refierer a una fortaleza interior, una actitud de firmeza que permite afrontar agresiones o derribar obstáculos. La confianza inamovible en la Palabra de Dios, entonces, produce una transformación en el presente, como se ha señalado, que nos permite afrontar la vida con otra actitud enteramente distinta a la de la persona que vive sin esperanza. De hecho, la NVI emplea la frase "poderoso estimulo" dando a entender que esa  esperanza nos impulsa, como lo haría un motor, a movernos con una seguridad y convicción que sencillamente no poseen los que están abrumados y desconcertados por las circunstancias que viven.
     Este estimulo no está a disposición de cualquiera. Es para aquellos que han buscado refugio en el Señor. La palabra que emplea el autor es el mismo que la Septuaginta utiliza para traducir el concepto de Deuteronomio 4:42. Moisés daba instruccines acerca de la opción que tenía alguien que mataba, sin querer, a su prójimo. Podía huir a ciertas ciudades que habían sido destinadas como lugares de refugio. Mientras permanecía en esa ciudad la ley impedía que los que buscaban vengarse por la muerte del prójimo echar mano de él.
       Del mismo modo, el autor de Hebreos espera de aquellos que están en aflicción que huyan al Señor y se refieren en su persona. En ese lugar podrán echar mano de las promesas inmutables de Dios, las cuales le volverán a infundir ánimo, valentía y esperanza en medio de la tormenta que enfrentan.
     Volvemos en el texto de hoy, a encontrarnos con la palabra "aferrarnos" (krateo). La idea es que debemos amarrar las promesas, sujetarlas, atarlas, arrestarlas. Todas estas palabras indican que la confianza en las promesas es huidiza, asustadiza; que fácilmente tiembla ante la primera. El esfuerzo que debemos realizar nosotros es el de aferrarnos fuerte a esa confianza, de manera que no perdamos el efecto transformador que produce la Palabra en nuestro interior.
     La mejor manera que conozco de lograr esto, frente  alas circunstancias ameanzantes e intimidantes, es declarar, en voz audible, la confiabilidad de las promesas y de Aquel que promete. En ocasiones debemos hablar, con nuestra alma, y decirle: "¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. Él es mi Salvador y mi Dios".
(Salmo 42:11). 

Devociones: "Participación".

La identificación de Jesús con el ser humano es una parte esencial de su misión: (Hebreos 2:14).

         El fallecido David Wilkerson relató un incidente que ocurrió en los primeros días de su ministerio entre las pandillas de Nueva York. Con mucha dificultad, por las penurias económicas en las que vivía, había logrado comprarse un par de zapatos nuevos. Pocos días después, mientras caminaba por la calle, se acercó a un indigente para compartirle las buenas nuevas. El hombre, de aspecto penoso, miró los zapatos nuevos que calzaba David y exclamó. "Es muy fácil hablar del amor de Dios cuando uno anda con zapatos nuevos" En un gesto de verdadero sacrificio, David se sacó los zapatos y se los obsequió, y volvió a su casa descalzo. Su sacrificio había sembrado la semilla para la primera conversión en ese lugar.
      El autor de Hebreos explica que era necesario que Jesús participara de la misma experiencia que participan aquellos que vino a socorrer. Era imprescindible porque uno de los principios fundamentales de la ayuda es hacerse uno con los que sufren. Gran parte de los esfuerzos de aproximarse  a otra persona con la intención de asistirla acaban en el fracaso porque aquella que se acerca desconoce la verdadera naturaleza del problema que intenta resolver.
     El autor Henri Nouwen ilustra este error con la situación de una persona que ha caído en un hoyo. La profundidad de este torna imposible que encuentre la forma de salir por si misma. La respuesta de la mayoría  sería acercarse y arrojarle una soga para tirar de ella y traerla a la superficie, en el caso de Cristo, sin embargo, él escogió un camino que nos asombra. Se introduce en el hoyo y llega hasta donde está la víctima, para gestar una solución desde el lugar en el que se encuentra la persona en necesidad.
       Esta aproximación la salva del facilismo que lleva a que tantos proyectos de ayuda naufraguen. Lo que aún más importante es que la víctima sienta, antes de que alguien le ofrezca una solución, que se ha cercado la brecha de incomprensión que la separaba de los demás. La empatía es el primero obsequio, sin valor, que podemos ofrecerle a aquellos que pasan por un momento difícil.
     El primer paso de Jesús, entonces, hacia una solución para el mal que nos aqueja, como humanos, es participar de nuestra misma experiencia. Su participación ofrece un elocuente testimonio del nivel de compromiso que se dispuso a asumir para salvarnos.    

viernes, 21 de noviembre de 2014

Devocionario: "Perfeccionado".

La perfección de Jesús está relacionada a su capacidad de llevar adelante la misión encomendada: (Hebreos 2:10).

       El concepto de la perfección se emplea con frecuencia en el Nuevo  Testamento. Santiago, por ejemplo, señala que uno de los propósitos de las pruebas es que lleguemos a ser perfectos, sin que nos falte nada (Santiago 1:4). El apóstol Pablo declara que su meta es llegar a "presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jesús" (Colosenses 1:28). Del mismo modo señala que la función de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros que han sido dados a la Iglesia es "perfeccionar" a los santos para la obra del ministerio
(Efesios 4:12).
      La perfección de la cual hacen mención, sin embargo, no guarda relación con el concepto que hoy en día manejamos. Para nosotros la perfección describe un estado en el que algo o alguien no posea ningún defecto. En las Escrituras, sin embargo, la palabra perfección se refiere a que una persona o proyecto se alinea completamente con la voluntad de Dios. Es decir, está cumpliendo "a la perfección" el propósito para el que fue creado.
      Al afirmar el autor de Hebreos que Cristo fue perfeccionado no tiene en mente que existieran fallas en Jesús que debían erradicarse de su persona. Más bien significa que, encontrándose en la condición de humano, fue pro completo preparado para la misión que se le había encomendado, que era entregar su vida para redimir a la humanidad perdida.
     La herramienta que con más frecuencia emplea el Señor para lograr la perfección es el sufrimiento. Cumple en nosotros la misma función que el fuego en la purificación de un metal. El calor calienta de tal manera el mineral que comienza a separarse el metal de la roca que lo envuelve. Cuando el proceso se completa se logrará extraer del recipiente el metal puro, sin ningún resto de la roca que antiguamente la contenía.
      La imagen más dramática de este proceso de sufrimiento en la vida de Jesús la encontramos en su paso por Getsemaní. Experimenta, en su humanidad, la misma lucha que nosotros sentimos: hacer o no hacer la voluntad de Dios. Una intensa batalla se libra en los recesos más recónditos de su persona y , eventualmente, emerge en paz. Ha decidido rendirse por completo a la voluntad del Padre.
      Es en esta condición de obediencia absoluta que se encuentra en el estado óptimo para ser un instrumento útil en las manos del Padre. No existen en él vestigios de resistencia a ser dirigido y va, con completa docilidad, por el camino que el Padre ha escogido para él.
     Nosotros, como colaboradores en la obra que él lleva adelante, podemos esperar un proceso similar en nuestra vida. Por medio de una diversidad de pruebas Dios irá quitando de nosotros toda impureza hasta que alcancemos esa bendita condición en la que nuestro único deseo sea hacer lo que a él le agrada.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Devociones: "Llamado a la fidelidad".

 Nuestra observación de la persona de Jesús debe concentrarse en un aspecto en particular: (Hebreos 3:1-2).

       Existen muchos aspectos en la persona de Jesús que son dignos de nuestro cuidadoso escudriño. El autor de Hebreos, sin embargo, resalta una cualidad por encima de los demás: su fidelidad. Declara que Jesús "fue fiel al que Lo designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios".
    Resulta interesante que se compare al Mesías con Moisés. Moisés era la figura más reverenciada entre el pueblo judío, el hombre a quien se le confió la entrega de los diez mandamientos que constituyen el fundamento de la fe. No es, sin embargo, un hombre sin debilidades ni fallas de personalidad. De hecho, su fastidio con el pueblo de Dios en Meriba le costó la entrada a la tierra prometida. Los momentos de desanimo y frustración en Moisés están insertados en el relato del sinuoso recorrido del pueblo por el desierto. La imagen que nos presenta la Escrituras es de una persona que fue usada a pesar de sus yerros.
      La sentencia del autor de Hebreos, no obstante, es que fue un hombre fiel. Es decir, a pesar de sus dudas, sus frustraciones y sus luchas, se esmeró por cumplir con fidelidad la tarea que se le había encomendado: sacar al pueblo de Egipto y encaminarla hacía la tierra prometida.
    Un hombre fiel es uno en el que se puede depender para que haga lo que se le pide. No examine a esta persona de que, por el camino, se enfrente a una diversidad de pruebas que lo inviten a desistir de lo propuesto. La fidelidad indica que logró sobreponerse a todas las dificultades que se le cruzaron para cumplir, con éxito, la consigna recibida.
     El autor de Hebreos desea demostrar que la fidelidad del Mesías es aún mayor a la de Moisés (argumento que desarrolla en los versos 3 al 5). La impecable conducta de Jesús durante los años que transitó por la tierra lo convierten en la figura más atractiva para examinar. Al igual que Moisés se vio expuesto a una gran diversidad de pruebas, todas las cuales le invitaron a abandonar la misión que se le había encomendado. Lo que lo distingue es que no vemos en él las debilidades y fallas que obserevamos en Moisés, lo que le da un elemento de excelencia a su fidelidad.
     LÑos medios por los que cultivó esta fidelidad deben ser el objeto de nuestro análisis. Se nos invita a que lo observemos de cerca para descubrir los secretos que aseguraron el éxito de su cometido. En esos secretos descubriremos las claves para ser nosotros también fieles en nuestro llamado. Al igual que Moisés y el Mesías, también tendremos que hacerle frente a diversos obstáculos. La presencia de las mismas no le resta importancia a nuestra estatura espíritual. La marca de nuestra grandeza dependerá, más bien, en la capacidad de transitar con fidelidad el camino por delante, a pesar de las dificultades.

Devociones: "Maravillosa creatividad".

El mensaje de Dios puede llegar a su pueblo por los más sorprendentes e inesperados caminos: (Hebreos 1:1).

       El autor de Hebreos señala que el Señor empleó "diversas maneras" para dar a conocer su Palabra. La frase revela que vistió su insistencia en darse a conocer con una maravillosa creatividad que le permitió llegar a sus mensajeros por medio de muchos caminos diferentes.
       En ocasiones, como en el caso del joven Samuel, habló por medio de sueños. Otras veces, tal como ocurrió con Ezequiel, se mostró por medio de visiones. Con Moisés decidió utilizar una zarza que ardía sin consumirse. En una ocasión, para comunicar su mensaje a Jeremías. lo envió a observar el paciente trabajo de un alfarero. Al rey Belsasar le habló por medio de un dedo que escribía sobre las paredes del palacio. En la vida del obtuso Balaam se vio obligado a servirse de un burro. Frente al desánimo de Elías descartó la violencia del viento y el terremoto, y escogió un silbo apacible. En la multitud de caminos recorridos observamos la inagotable creatividad de Dios, que selecciona siempre el vehículo más pertinente para transmitir su mensaje. No hallamos indicios d eque prefiera un método por encima de otro, lo que vuelve aún más explicable la dependencia casi exclusiva que hemos desarrollado hoy en el sermón como único medio de comunicación.
      El relato de la historia de las iniciativas de Dios tampoco indica que él decidió hablarle a líderes que poseían solamente ciertas cualidades. Lejos de la afición que demostramos nosotros por construir el prototipo "ideal" de líder, el Señor nos desconcierta cuando intentamos encontrar el elemento común entre la multitud de sus mensajeros. Muchos de ellos no se ajustan a la imagen de líder que solemos enseñar. Fiel al principio enunciado por el apóstol Pablo, "Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos"
( 1 Corintios 1:27).
      Dentro de esta asombrosa variedad de mensajeros nos encontramos con la paciente confianza de Abraham, el impetuoso carácter de Moisés, la sencilla convicción de Rahab. la valiente mansedumbre de David, el lamento desanimado de Jeremías, y hasta el abierto desprecio de Jonás. Las limitaciones del mensajero no constituyen un obstáculo para el mensaje. Más bien nos llenan de asombro al comprobar que convierte a tan frágiles instrumentos en socios de sus más osados emprendimientos.
     Este cuadro debe animarnos a creer que no existen  impedimentos para que Dios se comunique con nosotros. Avanzar hacía la madurez implica abrirse, una y otra vez, a las sorprendentes manifestaciones del Señor. Es dejarlo a él en libertad para que escojas los instrumentos. los tiempos y los caminos que mejor se adecuan a sus propósitos. Implica no cerrarse a nada, aun cuando en nuestra experiencia o tradición nunca lo hayamos observado actuar de esa manera.
       ¡Su genial creatividad no tiene fin!
   

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Devociones: "Incredulidad al acecho".

Nuestras interpretaciones erradas de la realidad siembran la desconfianza en el corazón: (Hebreos 3:12).

     Advertido por error que cometieron los israelitas en el desierto, el autor de Hebreos se ha propuesto exhortar a sus lectores a una postura de fe. Por el camino señala el peligro de desviarnos de la Palabra que Dios nos ha compartido. A medida que continua escribiendo, profundiza el tema. Su deseo es ayudarnos a entender precisamente que es lo que produce este desvío. Es producto de un endurecimiento del corazón frente a la Palabra de Dios.
      Hoy da un paso más en el análisis que está realizando. Señala que el endurecimiento del corazón tiene sus orígenes en la incredulidad. La incredulidad indefinidamente nos acaba apartando del Dios vivo, pues siempre se manifiesta en acciones concretas. Por esto, podemos afirmar que no es una postura intelectual, sino una forma de mirar la vida.
       El autor de Hebreos cree que la tentación del pueblo en Meriba nos ofrece un buen ejemplo de observar como se desarrolla la incredulidad, Israel arribó  aun lugar donde no había agua. Se sentían agobiados por la insaciable sed y el abrazador calor del desierto. Frente a la sensación de que estaban atrapados, permitieron que las circunstancias definieran su interpretación de lo que ocurria: Moisés los había traído hasta este lugar para matarlos. El resultado de esta interpretación ( completamente fallida, por cierto) se tradujo en una acción: reproche, recriminación y reclamo hacía el líder.
       Cada vez que nos enfrentamos a circunstancias adversas corremos el mismo peligro. Si intentamos explicar lo que está pasando con la mirada puesta en nuestro entorno, inevitablemente arribaremos a interpretaciones erradas. Nuestra mirada, aún en la mejor de las situaciones, es siempre imperfecta e incompleta. Cuando eliminamos el margen de error de nuestra interpretación también nos cerramos a cualquier opinión que contradiga nuestra conclusión. Esta postura, en el mundo espiritual, se llama incredulidad.
    Imaginemos un desenlace completamente diferente para esta historia. Los Israelitas optan por aferrarse a algo más seguro que su imperfecta interpretación de las circunstancias. La Palabra de Dios. Es decir, frente a la "catástrofe" de Meriba se calman y levantan los ojos al cielo. Se declaran el uno al otro que el Señor, que ha dado amplias demostraciones de su compromiso con ellos, es también fiel para resolver esta situación. El resultado es que Dios tiene lugar para desplegar su gloria.
     En lugar de esto, optaron por cuestionar la confiabilidad de Dios y apoyarse en su propia visión de la situación. El camino del pecado ya estaba sellado.
      Todos los días nos enfrentamos a infinidad de escenarios similares, los cuales contienen desafíos grandes y pequeños. Cada uno nos presentará con la oportunidad de declarar nuestra confianza en el Señor (y , por ende, en su Palabra), aún cuando parezcan existir otras alternativas más atractivas. Cuando escogemos mantener los ojos fijos en él, nuestra confianza crecerá y los problemas cobrarán su correcta dimensión.
     Veremos a Dios como grande y los problemas como sencillas oportunidades para comprobar su fidelidad.
     

Devociones: "Hasta la división del alma y el espiritu".

La palabra posee la capacidad de meterse en los rincones más escondidos de nuestro ser: (Hebreos 4:12-13).

       La espada de dos filos, la Palabra, es especialmente punzante. Penetra, nos dice el autor de Hebreos, hasta la división del alma y del espíritu. Resulta obvio que esto no se refiere a un lugar especifico en el cuerpo humano, sino a ese espacio interior que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. La Palabra trabaja en el plazo de lo eterno.
      La razón por la que utiliza una analogía tan oblicua para referirse al poder de la Palabra es porque el engaño con el que está contaminado nuestro corazón no nos permite entender claramente dónde radica el origen de muchas de nuestras acciones y pensamientos. Vivimos en un permanente estado de confusión. Nadie nos provee una descripción más acertada de este estado, como el apóstol Pablo: "Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí " (Romanos 7:15-20).
     Quien ha experimentado la frustrante contradicción que produce este estado, lucha con el desánimo. Parece  estar batallando contra algo que es más fuerte que uno mismo. La Palabra, sin embargo, no está sujeta a los subterfugios, los engaños y las artimañas de la carne. La Palabra entra profundamente y saca a la luz la maraña de mentiras y medias verdades que han gobernado nuestro comportamiento en diferentes circunstancias.    
   Mediante la Palabra accedemos a la posibilidad de volver al estado en el que fuimos creados. Podemos estar desnudos en su presencia, sin tener de qué avergonzarnos, porque la Palabra no solamente expone lo oculto que nos ata, sino que trae sanidad y restauración a la vida de todos los que hemos sido afectados por la mentira sembrada en nuestro corazón.
       Para que la Palabra pueda realizar esta acción en nosotros, debemos dar por sentado que existen aspectos de nuestro ser que deben ser descubiertos, mentiras que deben ser desenmascaradas, actitudes que deben ser confrontadas. Al prestar atención a lo que el Señor nos dice, entonces, debemos estar también dispuestos a revelaciones que nos puedan sorprender y desorientar. Cuando experimentamos esa confrontación podemos regocijarnos en la seguridad de que la Palabra está produciendo su efecto en nuestro espíritu.
     

lunes, 17 de noviembre de 2014

Devocioners:"Excluidos".

El volver, una y otra vez por el mismo camino, puede tener consecuencias trágicas para nuestras vidas: (Hebreos 3:10-11).

        El desviarse ocasionalmente del camino es una experiencia común  atodos los cristianos. Tal como lo describe Pablo en la Carta a los Romanos, muchas veces acabamos haciendo lo que no queremos hacer, y lo que queríamos hacer no lo hacemos. Es el precio de la interminable lucha entre el espíritu, que desea, y la carne, que es débil.
     El pueblo que transitó por el desierto, sin embargo, convirtió la experiencia ocasional en un estilo de vida. "Siempre se desvían en su corazón" Existe en ello una obstinación por desatender las instrucciones del Señor que resulta exasperante. Al ser reiterativo el pecado se vuelve mucho más difícil encontrar para él un justificativo. Existe aquí una notable carencia a la hora de reflexionar sobre el camino recorrido y aprender de los errores cometidos.
      El Señor confiesa haber arribado el fastidio con esa generación. No pretendo identificar el momento en que la misericordia y la paciencia del Señor se convierten en disgusto. No obstante, resulta conveniente tener presente la trágica historia de Saúl. En un momento su obstinada rebeldía provocó en Dios una decisión radical: "El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del Señor lo atormentaba" (1 Samuel 16:14). Sencillamente no es bueno postergar el tiempo de corrección.
       El Salmo 81 revela el camino que Dios suele recorrer con aquellos hijos que no quieren que los corrija. Los entrega a la dureza d esu propio corazón y los deja andar en sus propias intrigas.
      Solamente aquellos que entienden la verdadera naturaleza torcida del corazón humano saben cuángrave es esta decisión. Es como sí, ante los caprichos de un niño, lo dejáramos comer un frasco entero de mermelada, o que metiera los dedos en la toma eléctrica. El hecho es que precisamente por ser niño no sabe lo que le conviene. Por esa misma razón necesita padres  que lo guíen. El problema es que la mayoría de los niños desconocen el nivel de su propia ignorancia y por eso insisten en hacer las cosas a su manera.
       En el caso de los israelitas el Señor juró que no entrarían en su reposo. Esta disciplina se refiere a un padecimiento mucho más desolador que quedar excluidos de la abundancia que Dios la había reservado a Israel en la tierra prometida. Esta falta de reposo se refiere a la insatisfacción que resulta de convivir con el vacío y la angustia que trae la falta de comunión con el Creador. Es convertir en la permanente sensación de miedo e incomodidad que experimentaron Adán y Eva inmediatamente después de comer del fruto prohibido. Es quedar librado a la propia sabiduría de uno mismo, con la que solamente los verdaderamente necios se creen capaces de salir adelante solos.
       Si el precio para disfrutar del bendito reposo que resulta de estar en paz con Dios es una experiencia de corrección, somos más que afortunados. Abramos nuestros corazones a la tierna disciplina de nuestro buen Padre celestial.
   

domingo, 16 de noviembre de 2014

Dewvociones: "Enanos espírituales".

No es la voluntad de Dios que yo permanezca como un bebé espiritual: 
(2 Pedro 3:18).

       Dios no necesita "enanos" en su servicio (Levíticos 21:20). Señor ¿seré yo un enano? Claro que no se trata de enanos físicos. Zaqueo fue un hombre pequeño, pero su corazón resultó ser el de un gigante (Lucas 19:1-10). Dios no quiere hombres y mujeres enanos de corazón y mente. Él es todo lo opuesto: da generosamente (Santiago 1:5); su mente es sabia (Romanos 11:33-34) Sus planes y propósitos incluyen a todo el mundo (Juan 3:16). Nos ama con amor eterno (Jeremías 31:3).
      Con razón Dios rechaza discípulos de pequeñez, mezquinos y atrofiados. El "cristiano enano" por lo general padece de"egoítis gigantus" agudo. Se cree tan importante e irreemplazable que Dios nada puede hacer sin él. Lo malo es que si soy "enano" hacia los demás es porque lo soy también para con Dios.
      No puedo ser tacaño, mezquino y lleno de prejuicios, si he abierto mi corazón a aquel cuyo corazón amoroso fluye como un río más abundante que el Amazonas. Aquí caben las palabras de Pablo: "¿Crezcamos en todo hacia aquel que es? Cristo" (Efesios 4:15). La medida de Jesucristo acaba con mi pequeñez espiritual. Enano es aquel cuyo crecimiento está atrofiado, no ha alcanzado su estatura normal. Es natural que un bebé sea pequeño, pero ¿será normal que un adulto lo sea?.
      Si soy enano es porque algo sucede con mi crecimiento espiritual. No esa la voluntad de Dios que yo permanezca como un bebé espiritual. Señor, ayúdame a crecer y madurar a la medida de Cristo Jesús Él no sólo es el Camino sino mi Destino.

Devociones: "Dios Visible".

Jesús es la ventana por la que llegamos a ver el corazón de Dios: (Hebreos 1:3).

      Si anhelamos saber más acerca de quién es el Padre, no es preciso internarnos en complejos y enredados estudios de la Palabra. Basta con que miremos al Hijo.
    Quizás por la sencillez de esta acción Jesús expresó frente al pedido de Felipe: 
"Señor, muéstranos al Padre y quedaremos conformes" (Juan 14:8).
"¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces, Felipe?", le preguntó, perplejo. ¿Por qué será que mostramos tanta inclinación por complicar lo sencillo? Lo que anhelaba Felipe estaba delante de sus narices: "Los que me han visto a mí han visto al Padre" (Juan 14:9). Y, sin embargo, este discípulo no lo veía.
     ¿Serás que nosotros también nos encontramos tan ocupados buscando ver que no nos damos cuenta de que ya lo hemos encontrado? ¿Viviremos atrapados en el error del hermano mayor? Tantos años venía trabajando con esfuerzo, abnegación, sacrificio y sufrimiento, con la esperanza de disfrutar algo que ya se le había entregado. Qué tragedia.
     [Felipe] ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí. Sólo creen que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; o al menos crean por las obras que me han visto hacer" (Juan 14:10-11.
      Si logramos insertarnos entre la multitud de curiosos que siguen al Masías a todas partes, para observar su proceder, descubriremos quién es el Dios que lo ha enviado. Necesitaremos, sin embargo, despojarnos de todo el bagaje religioso que tanto condiciona la forma en que miramos a los demás, o acabaremos buscando, como Felipe, lo que ya se nos ha revelado.
     Cuando el autor de Hebreos declara que en estos últimos tiempos Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, se refiere na algo más que solo palabras. El Padre ha hablado por medio de menos que sanan, ojos que lloran, pies que caminan, órdenes que desatan, compasión que alimenta, conversaciones que desafían, parábolas que atrapan, brazos que envuelven, labios que bendicen, miradas que quebrantan, silencios que seducen, oraciones que protegen, visitas que sorprenden.
   Que el error de Felipe nos sirva de advertencia. Para ver todo lo que Dios revela en la persona de Jesús nos urge sumarle fe a nuestra mirada. Muchas personas caminaron cerca de él, pero semejante experiencia no les cambió la vida. También a nosotros nos demanda el Señor: "lo único que les pido es que crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Debemos, junto a Pedro, declarar, con júbilo: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16).  

viernes, 14 de noviembre de 2014

Devociones: "Considerar a Jesús".

En Cristo están encerrados los misterios de la persona de Dios: (Hebreos 3:1).

     Resulta claro que para el autor de ,Hebreos Jesús posee un peso inusual. Ha dedicado gran parte de los primeros dos capítulos del libro para exhibir las impecables credenciales que lo distinguen como mensajero de Dios. Convencido de que no existe figura en la historia del pueblo de Dios más importante que el Cristo, nos insta a que presentemos mucha atención al mensaje que nos ha traido.
      Ahora el autor da un paso adicional. Nos invita a considerar a Jesús, en quien se unen los roles más significativos del Antiguo y Nuevo Pacto, los de sacerdote y apóstol. El término que emplea el griego, katanoeö, es difícil de traducir. El Diccionario de Idiomas Bíblicos explica que significa "considerar cuidadosamente, meditar atentamente, preocuparse por comprender cabalmente, descubrir mediante observación directa".
     Todas estas acepciones dejan en claro que la mirada apurada no bastará para dilucidar los misterios de la persona de Jesús. Esta no es una tarea para los curiosos que están de paso. Es un llamado a aquellos dispuestos a muñirse de paciencia, perseverancia y concentración. La Nueva Traducción Viviente intenta captar esta idea con la exhortación a "considerar cuidadosamente" a Jesús.El verbo indica un diligente estudio de Jesús, tal como el que uno podría realizar frente a una obra de arte para apreciar mejor los detalles con los que lo dotó su creador.
      La misma palabra se emplea en algunos pasajes que pueden ayudarnos a comprender mejor la actitud que espera despertar en nosotros el autor de esta carta. En su discurso a los fariseos. Esteban mencionó a Moisés, confrontado por la zarza que ardía sin consumirse, se acercó "para ver mejor" aquel fenómeno (Hechos 7:31). De la misma manera Pedro, en la visión que tuvo en la azotea, cuando vio el lienzo que descendía del cielo, relató: "cuando fijé mis ojos en él y lo observaba, vi cuadrúpedos terrestres, fieras. reptiles y aves del cielo" (Hechos 11:6).
      Resulta evidente que en este llamado el autor de Hebreos no pretende que realicemos la clase de meticuloso estudio que fascinaba a los fariseos. Ellos podían pasar horas discutiendo sobre el significado de una sola palabra en el texto. Más bien, existe algo en la persona de Jesús que no se vislumbra a simple vista. Está escondido a los ojos de aquellos que no sienten hambre ni sed de Dios. No obstante, para los que han comprendido que "El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios" (Hebreos 1:3), el acedrcamiento a Jesús es un llamado a una misión sagrada. Detrás del hombre que transitó los polvorientos caminos de Israel se esconden los atributos más preciosos del Padre que aanhelamos conocer.
   El Señor nos dé ojos para ver lo que no se ve a simple vista. 

jueves, 13 de noviembre de 2014

Devociones: "Bendita Insistencia".

A la hora de comunicarse con su pueblo el Señor no escatima esfuerzos: (Hebreos 1:1).

         Cuánta perseverancia encierra la frase "muchas veces" No se refiere tan sólo al compromiso del Señor con su pueblo, sino también a los individuos que ha levantado para dirigir a sus elegidos. Podemos escoger a cualquier figura y observar cómo, con amorosa compasión, el Señor se acerca una y otra vez, a lo largo de su peregrinaje, para hablarle palabras de vida. Por medio de estas visitaciones periódicas volvió a impartir aliento y visión a corazones que habían caído presos del desconcierto y del temor.
    En muchas situaciones observamos que las palabras que habló no fueron más que la reiteración  del mismo mensaje que había pronunciado al inicio de ese compañerismo compartido. Con Abraham, por ejemplo, el Señor repitió en al menos cinco ocasiones su intención de convertir su descendencia en una nación más numerosa que la arena del mar (Génesis 12, 13, 15, 17 y 18).
     Esta constancia divina nos salva de nuestra tendencia a olvidar lo que hemos oido. Dios sabe que nuestra memoria espíritual, tan frágil y asustadiza, requiere frecuentes recordatorios de que él es confiable y fiel. Tal como lo ilustra el peregrinaje del pueblo por el desierto, cada contratiempo y dificultad tiende a sembrar la duda sobre la confiabilidad de la Palabra recibida. El espíritu de regocijo y celebración que acompañó la recepción del mensaje da lugar ala margo murmullo del desconcierto, los airados reclamos y reproches contra el líder.
      A pesar de que esta reacción se repite con una deprimente monotonía a lo largo de las Escrituras, descubrimos, con alivio, que nunca se instala en el corazón de Aquel que ha escogido compartir con nosotros su mensaje. Vuelve a  hablar una y otra vez. Los siglos pasan y los mensajeros cambian, pero Dios nunca desiste de su insistente intención de compartir con nosotros los deseos más profundos de su corazón.
      Frente a tanta perseverancia podemos relajarnos a la hora de"buscar la voluntad" de Dios para nuestra vida. No nos encontramos, aquí, frente a un dios caprichoso que se empecina en volver difícil el camino de conocerlo. Tampoco el esfuerzo debe ser el motor que mueva nuestra comunión con él. El Señor ha dado hartas pruebas de que él anhela, mucho más que nostros, la intimidad. Nuestra relación con él requiere más quietud que movimiento, más silencio que palabras, más confianza que esmero.
      Si nos animamos a tomarnos de su mano, pronto comenzaremos a escuchar los mensajes que hace tiempo viene pronunciando. Nuestras muchas distracciones no nos habían permitido, hasta este momento, percibir que nos hablaba.
         ¡Gracias, Padre, que no te das por vencido! 
        

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Devociones: "Alto honor".

El servir en el ministerio es un privilegio que solamente Dios puede conceder.
(Hebreos 5:4-5).

          A lo largo de los años me he visto envuelto en conversaciones que son reiterativas. Alguien se me acerca y me dice que quiere ir a un instituto o Seminario a estudiar "para recibirse de pastor". La forma de abordar semejante decisión revela cuánto ha impactado el modelo universitario sobre nuestra perspectiva acerca de una de las vocaciones más sagradas.
      Si bien el autor de Hebreos se refiere a la figura del sacerdote, no deja lugar a duda de que el honor de servir como representante del pueblo ante Dios no descansa en manos de los hombres. La tarea de seleccionar a quienes van a desempeñar esta tarea recae exclusivamente sobre la persona del Señor. Aunque no observamos una ausencia de voluntarios y aspirantes para el rol, el Señor es el que realiza el llamado. De esta manera, el Espíritu ordena a la Iglesia de Antioquía que separen a Pablo y a Bernabé. Del mismo modo el Apóstol Pablo señala, en Efesios 4, que Cristo  dio a la Iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
     Cuando no existe claridad sobre este punto es tentador comenzar a creer que uno le ha hecho un favor a Dios al involucrarse en los asuntos del Reino. Cuando nosotros somos los gestores de nuestra propia carrera resulta lógico aspirar  a alcanzar los lugares más altos dentro de ese medio. En la persona de Cristo, sin embargo, observamos el modelo con que trabaja el Padre. Jesús no escogió el rol, sino que le fue conferido el honor de ser Sumo Sacerdote. Y es precisamente la consciencia de este honor lo que le permiter trabajar para la gloria de quien se lo ha conferido.
     Quizás esta es también una de las razones por las que la vida del rey David brilla con tanta intensidad, a pesar de sus muchos errores y desaciertos. Aún cuando se encontraba en la cúspide del poder, David jamás olvidó de dónde lo había sacado el Señor. Tenía consciencia de que no había sido más que un humilde pastor de ovejas y sin embargo Dios lo había acompañado toda la vida. Como resultado se convirtió en una de las figuras más bellas e inspiradas del Antiguo Testamento, un hombre "conforme al corazón de Jehová".
      Del mismo modo sucede en Jesús, la consciencia de que ha sido escogido para un alto honor le permite servir, de todo corazón, al que lo ha llamado. El resultado de esta abnegada dedicación a su llamado es que el Padre lo corona de la gloria que no quiso buscar por sus propios medios. Esta gloria no consiste en los caprichos de la fama ni en los aplausos de las multitudes. Es un brillo que posee vida propia, de manera que transciende el paso del tiempo, porque descansa sobre la aprobación del Dios que creó los cielos y la Tierra. Por esta razón, la gloria de Cristo es sin igual. 
      

martes, 11 de noviembre de 2014

Devociones: "Testimonio incontrovertible".

Lo que un líder es, queda al descubierto cuando los más cercanos a él le dan la despedida. (Hechos 20:36-38).

          Con frecuencia hemos escuchado alusiones al carácter fuerte de Pablo, a su corazón un tanto duro. Una ilustración típica de estas características, se nos dice, es el incidente con Marcos (Hechos 15). El apóstol opinaba que quien había desertado una vez del ministerio no debía seguirles acompañando en futuros viajes. Bernabé creía que igualmente se le debía dar una segunda oportunidad. La disputa entre los dos fue tan grande que no pudieron llegar a un acuerdo y tuvieron que separarse. No son pocos los comentaristas que opinan que el mayor causante de esta separación fue Pablo, principalmente por causa de su intolerancia. No nos cabe duda que, con el pasar de los años. Dios va tratando la vida de un líder para quitar aquellas asperezas que causan dolor a los demás. Con seguridad el gran apóstol no quedó fuera de este trato del alfarero Divino. En su segunda carta a los Corintios Pablo nos presenta un lista de sus experiencias particularmente fuertes, en la cual incluye latigazos, prisiones, azotes y un sinnúmero de padecimientos menores. La verdadera naturaleza de un líder, sin embargo, la dan a conocer los que están más cerca de su persona. Son los que le han acompañado en medio de las dificultades, los que han conocido de cerca sus debilidades y que han gustado de la particular gracia que Dios ha derramado en sus vidas. Son las personas que lo han observado con mayor atención, que han compartido sus sueños, sus victorias y sus derrotas. Como tales, están en una excelente posición para emitir un veredicto sobre su vida y ministerio.
     La despedida de Pablo en Mileto nos ofrece el mejor comentario acerca de la clase de persona que él era, porque lo vemos rodeado de los  que más cerca estuvieron de él. Lucas nos dice que ellos comenzaron a llorar desconsoladamente, afligidos porque Pablo les había dicho que no le iban  a volver a ver. Tristemente, en más de una de nuestras congragaciones, la partida de su líder sería motivo de alivio. Pero esas personas que estaban con Pablo lo besaban y abrazaban, mientras derramaban abundantes lágrimas por la inminente partida del gran maestro y apóstol. Un observador no necesitaba interrogarles acerca de lo que sentían por él. Sus gestos y comportamiento hablaban con singular elocuencia del lugar que se había ganado en sus corazones.
     Quizás las personas no comenzarán a valorar totalmente todo lo que usted, como líder, ha hecho por ellos sino hasta que usted ya no esté más e medio de ellos. Pero la forma en que lo despidan hablará más que mil palabras acerca del respeto y cariño que usted se ha ganado durante los años que los ha ministrado. En tiempos de crisis, el fallo de ellos será más revelador que en cualquier otro momento.
Para pensar:
¿Si usted se tuviera que despedir hoy de su gente, cómo recibirían ellos la noticia? ¿En qué cosas se basa usted para creer que lo despedirán de esta manera? ¿Cómo puede hacer una inversión más personal en la vida de los que están cerca de usted? ¿Qué nacesita hacer para que ellos sean conscientes de que usted los ama incodicionalmente?.
   

Devociones: "Tentaciones mentales".

No se protege la mente tratando de resolver los problemas con el uso d ela razón, sino con la disposición. (2 Corintios 5:21).

        El tercer punto de ataque que Satanás utilizó para quebrantar la decisión de Cristo de servir a su Padre fue la mente. Frente al fracaso de hacer caer al Hijo apelando a sus necesidades corporales y de su yo, decidió, entonces, atacar las bases de su raciocinio.
      Eso ocurrió en el Getsemaní. Allí Jesús fue enfrentado con una visión futura y total de la cruz, y todo lo que él soportaría. Jesús vio la contradicción que tendría que sobrellevar; él quien no conocía pecado tendría que convertirse en pecado (2 Corintios 5:21). La presión de tener que convertirse en lo que más odiaba fue una carga casi intolerable para el Hijo del hombre.
      Él sufrió los síntomas de la presión: gemidos, lágrimas, sudor e intensa agonía interna. Su mente fue sacudida como por una tormenta mientras se debatía entre dos principios contradictorios. Tres veces tuvo que acercarse con insistencia a su Padre en oración, buscando ayuda, y durante todo ese tiempo Satanás esperaba que su mente se quebrara, dejándolo quebrantado y desvalido. Pero una vez más. Jesús volvió a su determinación de hacer la voluntad de su Padre, sin importar cuán contradictoria pareciera esta. "Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". (Lucas 22:42). La victoria se logró y luego la paz, porque su voluntad se mantuvo firme en medio de la tormenta.
    Satanás sabe muy bien cómo puedo ser destruido a través de la conmoción mental. El ser llamado "loco" fue una de las críticas que Pablo le tocó que enfrentar (Hechos 26:24; 1 Corintios 5:13). No se protege la mente tratando de resolver los problemas con el uso de la razón, sino con la disposición de mantenerse sujeto a Dios y dejarlo a él resolver los problemas como le parezca, "Hágase tu voluntad" (Mateo 26:42) es más que una simple oración, es la terapia mental que el engañador no puede deshacer. Si mantengo mi voluntad intacto. Dios me dará el espíritu de "poder, amor, y dominio propio" (2 Timoteo 1:7). 

lunes, 10 de noviembre de 2014

Devociones: "¿Tenemosa confianza? ".

Se nos ha extendido una invitación que requiere de nosotros una respuesta osada: (Hebreos 10:19-21).

      La Nueva Versión Internacional emplea la frase "plena libertad" para indicar la condición que nos permite entrar al Lugar Santísimo. Percibimos el desafío que representa traducir del griego la palabra parresía cuando comparamos versiones. La NTV traduce "podemos entrar con valentía", mientras que la RVC opta por confianza".
       Es que el término original posee una rica connotación. Incluye todos estos conceptos, libertad, apertura, confianza, valentía, e incluso osadía. La comparación de las versiones nos revela que el camino que ha abierto Jesús hacía el Lugar Santísimo es un camino plenamente accesible a quien quiera utilizarlo. No obstante, requiere de nosotros una actitud similar a la de Moisés esperó de Josué: "se fuerte y valiente". Por mucho tiempo pensé que esta valentía se refería a la capacidad de empuñar una espada y hacerle frente a los enemigos que debían ser expulsados de la Tierra Prometida. Me doy cuenta, sin embargo, que se refiere más al coraje que inevitablemente debe poseer cada hijo de Dios para obedecer las instrucciones del Señor.
     Cuando recorremos la Palabra observamos que sus instrucciones usualmente exigen que una persona haga algo que contradice abiertamente la lógica humana. Cuando la propuesta es muy descabellada (como en el caso de rodear la ciudad entonando cánticos, para que se cayeran los muros), la tentación a argumentar con el Señor esa intensa. Creemos que ha enloquecido. Olvidamos lo que afirma el profeta Isaías,que los caminos de Dios no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos.
     Nosotros tenemos, gracias al sacrificio de Cristo, libertad absoluta para acceder al Lugar donde reside el mismo Dios que hizo los cielos y la Tierra. No recorremos nosotros este camino para realizar el mismo sacrificio que antes hacían los sumos sacerdotes. Ese trabajo ya lo hizo Jesús por nosotros, una vez para siempre. Nuestra intención ahora  es acercarnos al trono de la gracia para procurar el socorro y la orientación que necesitamos para las circunstancias puntuales que estamos atravesando.
     Retornemos, por un instante, a lo que asume el autor de Hebreos: que estamos armados de la confianza, la valentía y la libertad para entrar a este lugar. Debo decir, en mi experiencia personal y pastoral, que es que es aquí dónde la mayoría de los cristianos hacemos agua. Sencillamente no creemos que el ejercicio de recorrer este camino para entrar al Lugar Santísimo afecte de alguna manera nuestras vidas. Es decir, dudamos de la validez de la invitación. Nos encontramos atrapados en la perspectiva del hermano mayor en la parábola del hijo pródigo. Estamos acostumbrados a que nadie, en este mundo, regale algo a cambio de nada. Preferimos trabajar para demostrar que somos dignos de entrar.
   No obstante, el valiente que cree que tiene derecho a entrar, no se anda con rodeos. No está dispuesto a ceder ante la timidez. Se acerca con confianza. Cree que Dios responderá. Está convencido de que no existe mejor lugar para estar que en la presencia del que gobierna sobre todas las cosas. 
    

domingo, 9 de noviembre de 2014

Devociones: "Siervo dispuesto".

Cristo actúa conforme a los anhelos más profundos del corazón del Padre:
(Hebreos 10:5-7).

    El autor de Hebreos ha dedicado tres capítulos enteros a demostrar la ineficacia del sistema de sacrificios de la Ley mosaica. Si los mantenía libres de la condenación que merecían por sus pecados, no lograba esa transformación profunda que tanto anhela nuestro Dios.
      El autor ahora emplea una cita del (Salmo 40:6-8) para referirse a la perspectiva radicalmente distinta con que llega Cristo. No tiene la intención de ajustarse al modelo imperfecto que tanto amaban los fariseos. Entiende el corazón del Padre y conoce, según lo ha declarado el profeta Miqueas, qué es lo que más le agrada: "¿Qué podemos presentar al Señor? ¿Qué clase de ofrendas debemos darle? ¿Debemos inclinarnos ante Dios con ofrendas de hacernos de sólo un año? ¿Debemos ofrecerle miles de carneros y diez mil ríos de aceite de oliva? ¿Debemos sacrificar a nuestros hijos mayores para pagar por nuestros pecados? No, oh pueblo. El Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios".
    Cristo declara que Dios preparó un cuerpo para él, para que viviera la clase de vida que el Señor anhela para cada uno de nosotros. Su disposición a caminar en obediencia, aun arribando a la muerte en la cruz, se resume en la sencilla frase: "He venido, oh Dios , a hacer tu voluntad". De hecho, durante su peregrinaje terrenal Jesús señala una y otra vez que ese es el  objeto central de su vida. "Ciertamente les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo" (Juan 5:19), "Yo [....] no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió" (Juan 5:30).
     Cuánta sencillez contiene esta filosofía. Qué gran desafío presenta a quienes hemos recibido el regalo de la libertad. Cuántos problemas nos evitaríamos si en cada situación nos tomáramos un momento para meditar acerca del deseo de Dios para ese momento.
     Como he señalado en una de las reflexiones de esta serie. Cristo no corrió con ventaja a la hora de obedecer al Padre, Se enfrentó a las mismas tentaciones y luchó con las mismas alternativas que nos seducen a nosotros. No obstante, aprendió obediencia en la escuela del sufrimiento, donde las opciones vuelven más cristalinas y lo que está en juego, más vivido.
    El Salmo cierra la cita con una frase que el autor no ha incluido: ".....tu ley la llevo dentro de mí". Allí está resumida la función de la Palabra. Esta es la razón por el que tanto hincapié se ha hecho en prestar atención a lo que Dios nos ha dicho.  

sábado, 8 de noviembre de 2014

Devociones: "Solamente administradores".

El líder maduro va a buscar siempre lo que más le conviene a su gente, aun cuando esto le quite "prestigio" a su propio ministerio. (Juan 3:26-27).

      Hacía 400 años que no se había visto en Israel un profeta con un mensaje como el de Juan el Bautista. Su aparición, a orillas del río Jordán, rápidamente atrajo a personas de toda la región. Con el pasar de los días y las semanas, grandes multitudes acompañaban al profeta.
       Todo esto cambió cuando apareció el Mesías. Con su llegada, había concluido la misión del Bautista, y al poco tiempo las multitudes acompañaban  a Aquel que había sido bautizado por el profeta. Los más leales seguidores de Juan veían con tristeza como la gente lo abandonaba y se le acercaron para instarlo a tomar cartas en el asunto. Detrás del reclamo de los discípulos de Juan está la convicción implícita de que Jesús se estaba robando la gente que el profeta había ganado con su propia predicación.
      En la respuesta de Juan vemos una de las razones por las cuales Cristo elogió tan profundamente su vida, ni tampoco con sus esfuerzos. Todo lo que recibió vino del Padre, cuyo corazón es uno de inmensa misericordia. Las multitudes le fueron prestadas por un tiempo, pero que en cualquier momento el Padre podía quitárselos porque no eran, en difinitivas, del profeta sino de Dios. Por esta razón no opuso resistencia, ni tampoco se llenó de amargura cuando la gente empezó a congregarse alrededor del Cristo.
    Muchas veces, como pastores, actuamos como si las vidas de las personas nos pertenecieran. Nos tomamos el atributo de poder imponerles nuestros planes y gustos, y decidimos sobre ellos como si fuéramos sus amos. La gente, sin embargo, se resiste a este tipo de trato y bien pronto demostrarán su insatisfación.
      Cuán diferente era la actitud de Juan. Lejos de amargarse, el profeta actuó con el desprendimiento y la generosidad de quien tiene los mejores intereses para los demás en su corazón. Cómo oponerse a la fuga de las personas, si les convenia mil veces estar cerca de Cristo y no de él.
El líder maduro va a buscar siempre  lo que más le conviene a su gente, aun cuando esto le quite "prestigio" a su propio ministerio. Tendrá siempre presente que, así como los hijos le son confiados a los padres por unos años, también su gente le ha sido prestada por un tiempo. Tienen libertad para moverse y actuar conforme a lo que entienden que es la voluntad de Dios para sus propias vidas. Aun cuando se equivoquen, el líder respetará esa libertad que Dios también le ha otorgado a él mismo.
 Para pensar:
¿Cómo actúa usted cuando le da sugerencias a la gente que pastorea?
¿Qué reacciones tiene cuando ellos rechazan sus consejos, o escogen un camino diferente al señalado? ¿Qué evidencias hay de que su gente tiene plena libertad para decidir como quiera? ¿De qué recursos puede valerse usted para cultivar más esta libertad en ellos?

viernes, 7 de noviembre de 2014

Devociones: "Sentidos atrofiados".

La falta de percepción de las señales del Señor, es el resultado inevitable del pecado, que siempre se manifiesta en deterioro del espíritu: (Mateo 16:1-4).

      Los fariseos, en busca de tenderle una trampa a Jesús, se le acercaron pidiendo una señal que avalara el ministerio que realizaba. "Pero respondiendo El, les dijo: Al caer la tarde decís: "Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizo. "Y por la mañana: "Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador". ¿Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos?".
    La respuesta de Jesús, como la que dio a Satanás en el desierto, deja  en claro que el Hijo de Dios sabía que no le era lícito respondes a peticiones que no se originaban en la voluntad expresa de su Padre. Al negarse a proveer una señal, afirmaba su sujeción absoluta al Padre en todos los asuntos, aún cuando las oportunidades que se le presentaron pudieran parecer sumamente provechosas para avanzar los asuntos del reino. El principio inviolable de una vida agradable a Dios es que sus hijos no anden en ninguna otra obra más que en aquellas que el Padre ha preparado de antemano para que anden en ellas (Efesios 2:10).
     Existe una segunda razón por la que Cristo no respondió a la petición de los fariseos y saduceos, una que tiene aún mayor peso que la primera. Como en muchas otras ocasiones, el Maestro de Galilea recurre a una analogía de la vida cotidiana para explicar una verdad espíritual. Algunas personas, señala, poseen la capacidad de anticiparse al comportamiento del clima durante el día. Los datos que utilizan para hacer un pronóstico acertado están presentes en el cielo de cada amanecer. Los que han vivido y trabajado por años en el entorno d ela naturaleza normalmente poseen la sensibilidad necesaría para darle a estas señales una lectura acertada. El hecho de que algunos no pueden ver estas señales no confirma la ausencia de ellas, sino, más bien, la falta de sensibilidad por parte de los que observan el cielo. La conclusión a la que apunta la analogía es inevitable. El problema de los fariseos no está en la falta de señales, sino en la falta de percepción que limita sus corazones duros y legalistas.
    Esta falta de percepción es un mal que también aqueja nuestros propios corazones. Es el resultado inevitable del pecado, que siempre se manifiesta en deterioro del espíritu. De esta realidad testifica el salmista cuando declara: "Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día, porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano" .
   Este estado de sopor espíritual es el que más impide que logremos discernir el obrar de Dios en nosotros y en nuestro entorno. Para aquello que no ven la mano del Señor, entonces, la respuesta no está en que provea evidencias adicionales de su presencia, sino en pedir "ojos para ver y oídos para escuchar" Lo que no percibimos en este momento. Las respuesta de Jesús claramente indicaba que el problema estaba en los factores, no en la aparente falta de señales a la que aludían.
Comentarios:
Observe la forma en que Cristo describió a la generación que pedía una señal.
 ¿A qué se refería cuando dijo que solamente se le daría la señal de Jonás?.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Devociones: "Proceso de aprendizaje".

La prueba y el error es una parte integrar del proceso de crecimiento del discípulo: (Hebreos 5:13-14).

    "El que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe cómo hacer lo correcto", nos dice la Nueva Traducción Viviente.
    Mi nieta, de nueve meses, se ha lanzado a descubrir el mundo a su alrededor. Aún no camina, pero gateando puede llegar hasta donde se le antoje. La familia celebra cada logro como si ganara una maratón, pero observo que también comienza a crecer cierta preocupación. La pequeña no distingue entre lo bueno y lo malo. Su incapacidad requiere de la supervisión de un adulto para evitar que se haga daño con algo que no le conviene, porque su corta experiencia no le ha sido suficiente como para tomar buenas decisiones en la vida.
    Así son los que se quedan atascados en el conocimiento teórico de la Palabra. La han escuchado e, incluso, recibido con entusiasmo. Pero esa verdad no ha sido probada en el fragor de la vida. El resultado es que no ha liberado en ellos su poder transformador.
    El autor de Hebreos resalta este punto. Es el ejercito de esforzarse por vivir conforme a los principios de la Palabra el que robustece el espíritu del discípulo. A diferencia del típico proceso de estudio dentro del sistema escolástico, en el Reino la capacidad de avanzar hacia verdades más profundas se adquiere por medio de la experiencia más que por la inteligencia. Aquellos que están acostumbrados a ejercitarse en elegir entre lo bueno y lo malo obtienen una percepción espíritual que alude a aquellos que solamente analizan la Palabra con el intelecto.
     La NTV emplea la frase "fuerza de práctica" para describir este proceso. Esto nos indica que ningún discípulo nace sabiendo distinguir entre lo bueno y lo malo. Debe recorrer un camino en el que, por medio de reiterados intentos, aprende a discernir entre lo uno y lo otro.
    La historia del joven Samuel ilustra claramente este principio. Cuando primeramente escuchó una voz que lo llamaba creyó que era Elí. Una segunda vez cometió el mismo error. Pero el anciano sacerdote se dio cuenta de lo que ocurría y le dio instrucciones acerca de cómo responder. Así logró Samuel dar su primer pasito hacia la comunión con el Señor. Con los años llegó a cultivar una amistad tal que Dios le confió las las intimidades de su propio corazón
 (ver 1 Samuel 15:10-15).
      Este principio nos ayuda, ahora, a entender por qué el autor de Hebreos insiste tanto en retener la fe y en permanecer firmes hasta el fin. El proceso de aprendizaje dura toda  la vida y requiere de un compromiso inamovible de ser, siempre, un discípulo maleable y manso en las manos del Señor. Los errores por el camino no nos descalifican; al contrario, son una parte valiosísima del proceso. Precisamente de nuestros desaciertos aprendemos a distinguir entre lo bueno y lo malo.

martes, 4 de noviembre de 2014

Devociones: "No jugar con fuego".

Dios espera que la inversión que ha realizado en nuestras vidas produzcan fruto:
(Hebreos 6:3-6).

        La respuesta esperada del autor es que sus lectores regresen a la Palabra y avancen, con firmeza, hacia ese estado de perfección que alcanzó Jesús. Según el testimonio de la epístola, el Hijo no escapó de la realidad de aprender a escoger lo que agrada al Padre, aún cuando no debía lidiar con las complicaciones que produce en nosotros el pecado.
      Los destinatarios de la epístola no solamente estaban afectados por el engaño de la carne, sino que se habían vuelto torpes a la hora de entender las verdades más profundas del Reino. El resultado es que permanecían estancados en un estado infantil, alimentándose con la leche de los recién nacidos. La progresión, sin embargo, es el movimiento natural de todo ser viviente. Avanza de una etapa a la próxima, y en cada paso deja atrás aquellos elementos que ya no le sirven para los desafíos del nuevo nivel en el que se encuentra.
     El autor se muestra esperanzado de que todos respondan adecuadamente a este llamado. No obstante, se siente en la obligación de dejarles una advertencia al respecto. Si bien la decisión recae sobre cada individuo, deben saber que hay un grupo apropiado para el crecimiento y este no debe ser desaprovechado. Nadie siembra semillas en otoño para que germinen en invierno, porque esta estación es aquella en que la tierra descansa. La intención puede ser buena, pero por no haber aprovechado el tiempo propicio los resultados serán malos.
     Del mis o modo, existen oportunidades en la vida espiritual que no pueden ser desaprovechadas. En ocasiones, si se pierden, será para siempre.
    Ha sido motivo de gran debate intentar identificar a qué situación se refería el autor. Podemos leer la opinión de diferentes eruditos pero, la verdad, es que no lo sabemos con certeza. Nos basta con recordar que existen situaciones en las que todas las buenas intenciones del mundo no nos permitirán recuperar una oportunidad desperdiciada. En un momento de locura. Esaú decidió vender su primogenitura. Luego, aunque procuró por todos los medios recuperar la bendición, no lo logró. Los israelitas, en su paso por el desierto, gozaron de abundantes oportunidades para demostrar su confianza en el Señor. Eventualmente, sin embargo, les fue quitada esa opción y fueron condenados a morir allí. Del mismo modo, el rey Saúl tuvo varias oportunidades de enderezar su espíritu rebelde, pero no supo aprovecharlas. Le fue quitado el reino y el Señor se apartó de él. Judas tampoco pudo echarse atrás del camino que había escogido, aunque vemos que demostró remordimiento.
    Nuestra tendencia es querer saber exactamente cuál es el pecado que debemos evitar. Creo que la falta de claridad del autor es deliberada. Nos basta entender que existen decisiones de las cuales no se pueden regresar. Que semejante riesgo sirva para estimularnos a elegir lo mejor, sabiendo que de esa manera siempre gozaremos de la aprobación de nuestro buen Padre celestial.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Devociones: "Ingrediente indispensable".


La comunidad de la fe existe, entre otras cosas, para ayudarnos a vivir plenamente el proyecto de Dios: (Hebreos 10:24-25).

       Queda claro que las reiteradas exhortaciones a mantener firme nuestra convicción es por la existencia de una gran debilidad en quienes somos discípulos. La fe, firme y confiada deberia ser normal en el pueblo de Dios. Nuestra historia, sin embargo, revela que la manifestación de una fe osada es excepcional. De hecho. Jesús experimentó asombro cuando fue testigo d ela sencilla fe de un centurión, algo que no había visto en todo Israel (Lucas 7:1-9).
     El Señor conoce la debilidad que permanentemente erosiona nuestros intentos por transitar por los caminos que él nos marca. Por esto, nos ha provisto de una genial solución: El Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Aquí nos topamos con una barrera cultural fuerte, pues para nosotros la Iglesia es el salón en el que se encuentran los creyentes. Nuestro idioma lo refleja: "vamos a la Iglesia", "la Iglesia está cerrada" o "decoramos la Iglesia para un casamiento". Esta evolución es fruto de decenas de siglos en que se llegó a asociar al grupo de creyentes (Iglesia), con el lugar donde se reunían.
Eventualmente, los conceptos se fusionaron.
    Iglesia, en el Nuevo Testamento, se refiere al conjunto de personas que comparten una misma fe en Cristo. Estas personas pueden estar reunidas o dispersas, pero nunca dejan de ser miembros de la Iglesia. Su función, entre otras, es la que expresa el autor en el texto de hoy: "Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros"
     Busquemos la forma de motivar  y animarnos los unos a los otros. Es decir, no nos empecinemos en que tenemos que salir adelante solos.
      Lamentablemente, hoy existe una fuerte orientación hacia el esfuerzo del individuo. Una convicción común en la Iglesia es que puedo echar mano de la vida abundante que Cristo promete si soy suficientemente diligente en practicar las disciplinas espirituales.
Esta noción está muy alejada del concepto del Nuevo Testamento, donde nuestros hermanos existen para animarnos cuando nos faltan las fuerzas. No me cabe duda de que esta es la razón por la que Jesús escogió formar a los Doce dentro del contexto de un grupo.
     Los exhortó como grupo, los corrigió como grupo y los animó como grupo. Estaba fijando en ellos la idea de que los estaba llamando a ser miembros activos de una comunidad, comprometidos con el crecimiento de todos.
     Es, para mí, una gran alegria ver resurgir las células y los grupos caseros donde se puede cultivar mayor intimidad con un grupo reducido. Yo necesito a mis hermanos. Ellos me necesitan a mí. Crezcamos juntos.

Devociones: "El poder de una promesa".

La promesa está más  relacionada con el presente que con el futuro
 (Hebreos 6:13-15).

        El autor de Hebreos nos ofrece el ejemplo de Abraham como un digno de imitación. Dios prometió convertir su desobediencia en una nación. Esperó con gran paciencia el cumplimiento de esa promesa, veintinueve interminables años. En ese momento se dio apenas el primer paso en la gran visión de Dios, que fue constituir al patriarca en padre de una nación.
       La exhortación a los lectores es de que sean diligentes en la espera. La diligencia no se refiere a ayudar nosotros para que se cumpla la promesa. Este fue el error que cometió Abraham con Agar. Más bien se refiere a una actitud de firme confianza, aún cuando el paso del tiempo pareciera burlarse de la promesa que alguna vez se pronunció.
      Si Dios no espera nada de nosotros no tendría sentido que comunicara una promesa con tanta antelación. ¿Qué sentido tenía decirle a Abraham que iba a ser padre de una multitud casi tres décadas antes de que se diera el suceso, si el patriarca nada podía hacer al respecto? ¿Por qué se aferró Jacob a la esperanza de ser enterrado en la tierra de sus padres? ¿Qué veía él que lo impulsaba a volver a su tierra de origen, aún estando muerto?.
     Resulta evidente que al compartir la promesa el Señor deseaba que se produjera algún cambio en la forma en que estos hombres vivían en el presente, aún cuando el cumplimiento de la misma sería en un futuro distante. En ocasiones, como señalará el autor en el 11,13, algunos apenas llegaron a saludar de lejos lo que veían, gozándose aún cuando sabían que no iban a disfrutar de dicho evento.
      De alguna manera, entonces, el Señor espera de nosotros que entendamos que somos parte de algo mucho más grande que la corta existencia de nuestras propias vidas. Este proyecto celestial al que pertenecemos es tan gigantesco que se estira a través del tiempo, desde la eternidad hacia la eternidad. Percibir la grandeza de este plan nos libra de las mezquindades y los egoísmos típicos de quienes creen que la vida comienza y termina con nosotros.
     Cuando logramos fijar los ojos en una promesa futura produce una actitud diferente en el presente. Nos salva de la amargura, el resentimiento o la resignación que es tan común en muchas religiones. Entendemos que todo lo que sucede en nuestras vidas obedece a un propósito mayor. Logramos escapar de la sensación que la vida es injusta, que trabajamos en vano porque todo seguirá siempre igual. Más bien, nos atrevemos a seguir soñando, porque tenemos una certeza inamovible en la confiabilidad de Aquel que ha prometido. Él no es hombre para olvidarse de sus promesas. Cumplirá lo que ha proclamado, aún cuando tarde, veinte, cincuenta, o cien años para hacerlo. A los gigantes de la fe, el momento del cumplimiento les es indistinto. Les basta saber que Dios lo hará.