jueves, 20 de noviembre de 2014

Devociones: "Llamado a la fidelidad".

 Nuestra observación de la persona de Jesús debe concentrarse en un aspecto en particular: (Hebreos 3:1-2).

       Existen muchos aspectos en la persona de Jesús que son dignos de nuestro cuidadoso escudriño. El autor de Hebreos, sin embargo, resalta una cualidad por encima de los demás: su fidelidad. Declara que Jesús "fue fiel al que Lo designó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios".
    Resulta interesante que se compare al Mesías con Moisés. Moisés era la figura más reverenciada entre el pueblo judío, el hombre a quien se le confió la entrega de los diez mandamientos que constituyen el fundamento de la fe. No es, sin embargo, un hombre sin debilidades ni fallas de personalidad. De hecho, su fastidio con el pueblo de Dios en Meriba le costó la entrada a la tierra prometida. Los momentos de desanimo y frustración en Moisés están insertados en el relato del sinuoso recorrido del pueblo por el desierto. La imagen que nos presenta la Escrituras es de una persona que fue usada a pesar de sus yerros.
      La sentencia del autor de Hebreos, no obstante, es que fue un hombre fiel. Es decir, a pesar de sus dudas, sus frustraciones y sus luchas, se esmeró por cumplir con fidelidad la tarea que se le había encomendado: sacar al pueblo de Egipto y encaminarla hacía la tierra prometida.
    Un hombre fiel es uno en el que se puede depender para que haga lo que se le pide. No examine a esta persona de que, por el camino, se enfrente a una diversidad de pruebas que lo inviten a desistir de lo propuesto. La fidelidad indica que logró sobreponerse a todas las dificultades que se le cruzaron para cumplir, con éxito, la consigna recibida.
     El autor de Hebreos desea demostrar que la fidelidad del Mesías es aún mayor a la de Moisés (argumento que desarrolla en los versos 3 al 5). La impecable conducta de Jesús durante los años que transitó por la tierra lo convierten en la figura más atractiva para examinar. Al igual que Moisés se vio expuesto a una gran diversidad de pruebas, todas las cuales le invitaron a abandonar la misión que se le había encomendado. Lo que lo distingue es que no vemos en él las debilidades y fallas que obserevamos en Moisés, lo que le da un elemento de excelencia a su fidelidad.
     LÑos medios por los que cultivó esta fidelidad deben ser el objeto de nuestro análisis. Se nos invita a que lo observemos de cerca para descubrir los secretos que aseguraron el éxito de su cometido. En esos secretos descubriremos las claves para ser nosotros también fieles en nuestro llamado. Al igual que Moisés y el Mesías, también tendremos que hacerle frente a diversos obstáculos. La presencia de las mismas no le resta importancia a nuestra estatura espíritual. La marca de nuestra grandeza dependerá, más bien, en la capacidad de transitar con fidelidad el camino por delante, a pesar de las dificultades.

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