sábado, 22 de noviembre de 2014

Devociones: "Participación".

La identificación de Jesús con el ser humano es una parte esencial de su misión: (Hebreos 2:14).

         El fallecido David Wilkerson relató un incidente que ocurrió en los primeros días de su ministerio entre las pandillas de Nueva York. Con mucha dificultad, por las penurias económicas en las que vivía, había logrado comprarse un par de zapatos nuevos. Pocos días después, mientras caminaba por la calle, se acercó a un indigente para compartirle las buenas nuevas. El hombre, de aspecto penoso, miró los zapatos nuevos que calzaba David y exclamó. "Es muy fácil hablar del amor de Dios cuando uno anda con zapatos nuevos" En un gesto de verdadero sacrificio, David se sacó los zapatos y se los obsequió, y volvió a su casa descalzo. Su sacrificio había sembrado la semilla para la primera conversión en ese lugar.
      El autor de Hebreos explica que era necesario que Jesús participara de la misma experiencia que participan aquellos que vino a socorrer. Era imprescindible porque uno de los principios fundamentales de la ayuda es hacerse uno con los que sufren. Gran parte de los esfuerzos de aproximarse  a otra persona con la intención de asistirla acaban en el fracaso porque aquella que se acerca desconoce la verdadera naturaleza del problema que intenta resolver.
     El autor Henri Nouwen ilustra este error con la situación de una persona que ha caído en un hoyo. La profundidad de este torna imposible que encuentre la forma de salir por si misma. La respuesta de la mayoría  sería acercarse y arrojarle una soga para tirar de ella y traerla a la superficie, en el caso de Cristo, sin embargo, él escogió un camino que nos asombra. Se introduce en el hoyo y llega hasta donde está la víctima, para gestar una solución desde el lugar en el que se encuentra la persona en necesidad.
       Esta aproximación la salva del facilismo que lleva a que tantos proyectos de ayuda naufraguen. Lo que aún más importante es que la víctima sienta, antes de que alguien le ofrezca una solución, que se ha cercado la brecha de incomprensión que la separaba de los demás. La empatía es el primero obsequio, sin valor, que podemos ofrecerle a aquellos que pasan por un momento difícil.
     El primer paso de Jesús, entonces, hacia una solución para el mal que nos aqueja, como humanos, es participar de nuestra misma experiencia. Su participación ofrece un elocuente testimonio del nivel de compromiso que se dispuso a asumir para salvarnos.    

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