miércoles, 30 de julio de 2014

Devociones: "El alcance de un deseo".

Todo líder maduro, que ha prestado especial interés por sus discípulos, debe pesar cuidadosamemnte sus palabras antes de emitirlas: 2 Samuel 23:4-5.

       David estaba de campaña contra los filisteos cuando ocurrió este incidente. Rodeado de los hombres valientes que le acompañaban siempre, el rey simplemente expresó un deseo que tenía, el de beber el agua fresca de uno de los pozos que había en Belén. Sus deseos, sin embargo, sirvieron para movilizar a tres de estos varones, quienes descendieron a la ciudad, arriesgando sus vidas, y consiguieron el agua que tanto deseaba su rey . La valentía de estos tres varones resulta admirable. El hecho de que estuvieran dispuestos a correr semejante riesgo para obtener un poco de agua ofrece un elocuente testimonio acerca del nivel de lealtad y cariño que sentían por David. Un líder no se gana esta clase de respeto con facilidad. Es el resultado de un compromiso profundo con su gente, donde el amor está por encima de los proyectos y la gente tiene seguridad de que sus vidas son importantes para el líder. Para un pastor, esto se logra cuando él se interesa más en las personas que están sirviendo en la Iglesia que en los ministerios que están realizando. Muchas veces, sin embargo, la gente se da cuenta que al pastor solamente le interesa cubrir los "puestos" vacantes que existe en la congregación, porque necesita encontrar maestros de escuela dominical, directores de coro o líderes de jóvenes. Una vez tiene cubierto esas áreas, demuestra poco interés en la vida de los que están sirviendo. David era la clase de líder por el cual su gente estaba dispuesta a dar su vida.
    En este incidente, sin embargo, hay una advertencia para todo aquel que está en una posición de autoridad. Cuando  las personas respetan y reconocen a un líder, esa persona ejerce influencia sobre sus vidas; más de la que se da cuenta. Sus palabras tienen un peso que no tienen las palabras de los demás. Cuando habla, las personas lo escuchan con especial atención e interpretan sus dichos de manera diferente que los dichos de sus amigos, parientes o conocidos. David no hizo más que expresar un deseo, comolo pudiera hacer cualquier otra persona.
   Sus hombres, no obstante, tomaron este deseo como un pedido. El rey no se dio cuenta de lo que había sucedido con sus palabras hasta que volvieron de Belén con el agua. Recién allí se apoderó de él la vergüenza y el arrepentimiento por haber expresado un deseo que terminó poniendo en riesgo la vida de tres de sus hombres.
     El líder sabio entiende que hasta las cosas que habla con liviandad son tomadas en serio por el pueblo. Es el precio de estar en un lugar de autoridad.
Por supuesto que esta realidad se presta para el abuso, pero en líderes maduros les llevará a medir cada uno de sus dichos. No sabemos las consecuencias que nuestras palabras pueden tener en la vida de aquellos que nos admiran.
Para pensar:
El líder siempre está siendo observado, aún en esos momentos que no considera "espirituales", ni donde está oficialmente actuando como líder.         

Devociones: "En guardia frente a lo oculto".

Debemos estar siempre atentos a no dejarnos "mal influenciar" por cosas que son tan fáciles de determinar: Salmo 19:12-13.

     La pregunta que el salmista hace aquí es la que conocemos como una pregunta retórica. Este tipo de preguntas no requieren de respuesta porque ya está implícita. En este caso, la respuesta es: nadie. No deja de ser, sin embargo, una pregunta de mucho peso para nosotros.
     La verdad es que la mayoría de nosotras nos mostramos bastante confiados a la hora de defender nuestra falta de culpa. El salmista, a diferencia de nosotros, entendía un principio fundamental para la vida espíritual, y es que ningún ser humno puede discernir con claridad sus propios errores. La Palabra misma afirma esto cuando dice que el corazón del hombre es más engañoso que todas las cosas, y sin remedio (Jeremías 17:9). Por más que nos propongamos mirar y examinar con cuidado nuestra vida, no podremos discernir nuestros propios errores, porque la naturaleza misma del pecado es el engaño. Por esta razón el Salmista exclamó: "Líbrame de los que son ocultos".
     Mientras el salmista medita sobre esta realidad, se le viene a la mente también el pecado de la soberbia. No es mera coincidencia que haya reparado en esto cuando pensaba en pecados ocultos. De todos los pecados, el más difícil de detectar es el orgullo. Como ha observado un sabio comentarista, nadie estyá cerca de caer como aquél que esta confiado de estar bien parado. Todos poseemos gran capacidad de ver el pecado del orgullo en nuestro prójimo, pero carecemos notablemente de discernimiento en lo que a nuestra propia vida respecta.
    El salmista sabía que la soberbia no tratada se convierte en un amo implacable que domina la vida de la persona, y lo lleva hacia la perdición. Esa persona ya no tendrá control sobre su vida, sino que su amo, la soberbia, se convertirá en la fuerza que dicta la manera de proceder en cada situación. Nadie le podrá señalar nada. Nadie lo podrá corregir. Nadie se le podrá acercar, porque la soberbia no se lo permitirá, no sea que descubra su propia maldad y se arrepienta.
     Un líder soberbio es una persona que traerá mucho sufrimiento y dolor a la congregación que ministra. Por esta razón es bueno que recordemos que nuestra propia opinión de nuestra pureza espíritual se ajusta a nuestra verdadera realidad. El líder sabio sabrá que hay realidades en su vida que no puede ver, pero que tienen toda la capacidad de neutralizarlo. No se confiará de la propia evolución de su corazón. Buscará que el Señor lo examine, para traer a la luz aquello que está oculto y lograr así la verdadera integridad.
Para pensar: 
San Agustín escribió: "Cuando el hombre descubre su pecado. Dios lo cubre. Cuando el Hombre tapa su pecado, Dios lo destapa. Cuando el hombre confiesa su pacado, Dios lo perdona". 

Devociones: "Compasión en acción".

La Palabra de poder poder por la cual existe la Creación es la misma que puede liberar y restaurar lo que el pecado ha dañado. Marcos 7:31-37.

    El "método" que utilizó Jesús para comenzar en el sordo y tartamudo el proceso de santidad llama mucho la atención. Metió los dedos en el oído del hombre, escupió y tocó su lengua. Es evidente que Jesús estaba ministrando específicamente a los órganos físicos comprometidos en la condición que padecía (que quiere decir: "Se abierto"). Al momento fueron abiertos sus oídos, se desató la ligadura de su lengua y hablaba bien".
    El proceso claramente revela que el Mesías esperaba del cielo la intervención necesaria para sanarlo. Es decir, confirma que la sanidad se efectuó por voluntad del Padre y no por ocurrencia del Hijo. La unanimidad entre el sentir de Jesús y su Padre celestial es la que el Señor mismo atestigua, cuando dice: "las obras que el Padre me dio para que cumpliera, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado" (Juan 5:36) y , en otra ocasión, afirmó: "las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras" (Juan 14:10), actitud de compasión hacia los que están en situaciones difíciles es uno de los "motores" que impulsa el ministerio de los que sirven al Señor. Resulta evidente, entonces, que la clave para un ministerio eficaz  entre los oprimidos y necesitados no consiste en descubrir el método indicado para este fin, sino en discernir qué está realizando el Padre a nuestro alrededor para unir nuestros esfuerzos  a los suyos. Como vimos en la segunda tentación de Cristo, el diablo pretendió neutralizar ese modelo de trabajo al Hijo de Dios a tomar la iniciativa en todas las áreas de su vida. La diferencia, aunque parece pequeña, es la que separa un ministerio eficaz de un conjunto de actividades concebidas por el hombre mismo para glorificar el nombre de Dios.
   Es interesante notar que antes de orar Cristo gimió. No podemos declarar con declarar con certeza el origen de esa expresión de pena y dolor, pero es posible que sentía en su espíritu el agobio por tanto sufrimiento en la gente que veía a su alrededor. La actitud de compasión hacia los que están en situaciones difícil es uno de los "motores" que impulsa el ministerio de los que sirven al Señor. Procuremos cuidar siempre que esta sensibilidad espíritual no desaparezca en nosotros en nosotros, de lo contrario se producirá un vacío que generará una actitud de frío profesionalismo en el ministerio. Ese amor que la persona necesitada logra percibir en el ministro que la atiende es una de las condiciones que facilita su apertura su apertura al poder de Dios.
   Jesús habló directamente a los órganos afectados. En otras ocasiones reprendió a los espíritus que producían tales padecimientos, pero en este caso pareciera que el impedimento no trascendía la condición física. Mediante el uno de la autoridad que había recibido del Padre ordenó el oído que se abriera. La Palabra de poder por la cual existe la Creación es la misma que puede liberar y restaurar lo que el pecado ha dañado. Si duda, la Palabra que pronuncia el Señor es el instrumento más eficad del universo.
Comente:
¿Cuál fue el resultado inmediato de esta oración? ¿Cuál fue el resultado secundario? ¿Por qué Jesús les ordenó que no dijeran a nadie?.       

Devociones: "Cuando predica la carne".

Dios siempre avanza sus planes a pesar de las personas que Él usa para llevarlos a cabo: Efesios 1:15-18.

      Pablo estaba preso en Roma cuando escribió la carta a la Iglesia de Filipos. Entre las muchas cosas que había sufrido por causa del evangelio, se le agregó aquí una nueva afrenta, la de soportar los ataques de personas que buscaban añadir desprestigiar la obra del anciano apóstol. No faltan nunca  esta clase de personas entre los de la casa de Dios. Probablemente veían  las prisiones de Pablo como el castigo del Señor sobre su vida y aprovechaban, en sus prédicas, de mostrar lo errado de sus caminos, El texto no nos proporciona los detalles particulares de sus actividades, pero sí  sabemos que el apóstol se dolía por sus actividades. A pesar de este sufrimiento, el apóstol no podía esconder su gozo en estas circunstancias, pues aun cuando las motivaciones eran erradas, el evangelio de Cristo igualmente recibía provecho de estos ministerios adulterados. Queriendo hacerle un daño as Pablo, la palabra de Cristo se proclamaba y el inexorable avance del reino continuaba.
    El texto de hoy nos relata cuán profunda era la comprensión de este siervo de Cristo de las cosas espirituales. Revela un importante principio en cuanto al ministerio. El Señor, en su soberanía, usa aun las situaciones más adversas para avanzar en los proyectos que tiene. Lo que es aun más notorio que es que él siempre ha llamado a servirle a hombres y mujeres que son una mezcla de espiritualidad y carnalidad. Jacob, uno de los patriarcas de Israel, era un hombre propenso a la mentira y el engaño. Moisés era un hombre violento, cuya ira le llevó a asesinar a un egipcio.
    Rahab fue clave en la conquista de Jericó, pero se dedicaba  ala prostitución. David, uno de los más notables varones en la historia del pueblo de Dios, cayó en adulterio y , para tapar su pecado, asesinó al marido de la mujer con la cual se había acostado. Pedro, el hombre llamado a ser apóstol, negó públicamente a Cristo tres veces. Pablo, el hombre que proclamaba la incomparable grandeza del amor de Dios, descartó a Marcos porque le había fallado. Vemos, de esta manera, que aun en el caso de las personas más consagradas, siempre existieron también las más notables manifestaciones de carnalidad. Dios igualmente usó a estas personas y sus planes no se descarrilaron.
    Esto, entonces, podía bien servirnos para afirmar que realmente no importa el estado del que sirve, porque Dios igualmente va a sacar provecho de su ministerio. Y, en un sentido, esto es verdad ¿Cuál es, entonces, el valor de una vida consagrada, de santidad? El valor está en que el grado de nuestra entrega permite que se multiplique la efectividad de la obra de Dios. Los resultados se van a dar igual. Pero cuando la obra de Dios está acompañada por obreros santos, la potencia del efecto del ministerio es extraordinaria. Claro que importa la santidad en el obrero.
Para pensar:
"Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra" (2 Timoteo 2:21).   

lunes, 28 de julio de 2014

Devociones: "Espada de dos filos".

La Palabra puede sacar a luz realidades que no podemos descubrir por ningún otro camino: Hebreos 4:12.

     Es posible que el aparente cambio de tema en el versículo de hoy nos produzca cierto descontento. Creo que esto se debe a la costumbre de citar este pasaje aisladamente. Esto nos  ha llevado a perder de vista que es la culminación del argumento que el autor ha desarrollado durante los primeros cuatro capítulos.
   El tema que ha abordado en este segmento es el endurecimiento del corazón. En el capítulo tres nos advirtió que esa dureza esa facilitada por el engaño del pecado. No tenemos conciencia de que las  conclusiones a las que arribamos son erradas. La lógica que hemos empleado es tan prolija y los argumentos son tan convincentes, que no podemos admitir que exista algún margen de error en nuestros planteos.
   Este contexto, entonces, es el más adecuado para describir los efectos d ela Palabra sobre ese manto de engaño que nos envuelven. El autor elige emplear una de esas analogías geniales que solemos  encontrar en las epístolas del Nuevo Testamento. Se vale de la imagen de una de las armas más letales que portaba el soldado romano, el gladius, una espada de dos filos.
   En situaciones de combate, el soldado empleaba jabalinas y flechas en sus primeros intentos por debilitar al enemigo. Eventualmente, llegaba  el momento en que era necesaria la lucha cuerpo a cuerpo, y entonces empuñaba el gladius. Si lograba una sola estocada contra el enemigo, probablemente produciria una herida de muerte, pues, el doble filo aseguraba que el arma penetra, de manera eficaz, el cuerpo de la persona atacada.
    Si consideramos cuán persuasivos son nuestros argumentos para justificar la desobediencia, y si tomamos en cuenta la vertiginosa velocidad con la que se produce la decisión de desatender las  instrucciones del Señor, comenzamos a entender por qué es necesaria un arma de esta naturaleza. Solamente la Palabra puede penetrar rápidamente las capas de argumentos y razonamientos necios, para  exponer los verdaderos motivos de nuestra resistencia a lo que Dios quiere hacer en nosotros.
    Examinamos con cuidado los detalles que contiene esta genial imagen. Hoy, sin embargo, es apropiado que demos gracias a Dios por esta maravillosa herramienta, que nos libra de nuestro propio engaño. Cuán perdido estaríamos si él no hubiera elegido hablarnos. Al igual que el salmista podemos regocijarnos que aún cuando la Palabra produzca "cortes" significativos en nuestro ser, estos no son para muerte sino para vida, y vida en plenitud. Podemos declarar, confiados: "Señor, sé que tus ordenes son justas; me disciplinaste porque lo necesitaba" (Salmo 119:75). 

Devociones: ¿Es Dios duro?.

Cuando dudo que Dios cuidará de mi lo trato como a un "hombre duro":
 Mateo 19:27.

    Debo recordar que mi servicio a Dios depende de mi actitud hacía él. El hombre con un talento lo enterró porque, para él, su amo era "un hombre duro, que {cosechaba} donde no {sembró} y {recogía} donde no {esparció}. Siempre que vea a Dios como un "hombre duro", esto afectará mi servicio para él. Lo haré como algo infructuoso, una esclavitud sin gozo y un servicio sin compensación. Simón Pedro prácticamente insultó a Jesús cuando le dijo "he aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué hay, pues, para nosotros?" (Mateo 9:27). Eso fue como llamar a Jesús "un hombre duro", porque la pregunta indicaba una duda en la mente de Pedro, de que  si alguna vez recibiría recompensa por su trabajo. A menudo  soy un cristiano contradictorio. Creo en el amor y la justicia de Dios, y sin embargo lo trato como a un "hombre duro" cuando dudo que cuidará de mí.
    David estableció un ley en el código militar de Israel: los hombre que guardaban el equipaje debían compartir también, y recibirían igual parte del botín que aquellos que luchaban en la batalla (1 Samuel 30:24-25). Admiro la justicia y caridad de David ¿Pero acaso es Dios menos justo y menos caritativo que él? ¿Acaso me tratará a mí, un soldado de su ejercito, con menos consideracion que la usada por David con sus hombre?
    Leo, "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33) ¿Son esas las palabras de un "hombre duro" o son las de un Amo amoroso que nunca me privará d enada de lo que ha designado para mí? Cuando Dios me pregunte: "¿acaso soy duro?" debo responder: "nunca, Señor", y entonces dejar que la fe confirme ese "nunca" Digo junto con Abraham que "el juez de toda al tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18:25).
    

sábado, 26 de julio de 2014

Devociones: "Convicción que no se mueve".

Aun cuando todas las evidencias parezcan señalar lo contrario, nunca debemos abandonar nuestra convicción de que Dios es bueno: Job 13:15-16.

     Esta declaración de Job revela una de las razones por las cuales el Señor lo describe como un "varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:8). En ella podemos encontrar la base de una vida de grandeza para con los asuntos del reino.
    Job hace esta confesión Juego de un prolongado intercambio entre él y sus tres amigos que habían llegado a consolarlo, Elifaz, el temanita, Bildad, el Suhita, y Zofar, el naamatita (Job 2:11). Ellos guardaron silencio por siete días; pero luego se sintieron con autoridad para explicarle a Job la razón de las calamidades que habían sobrevenido a su vida. Con la misma convicción que poseen muchos líderes. En nuestros tiempos, estos tres creían que el sufrimiento de Job estaba directamente relacionado con algún pecado oculto en la vida de su amigo. Los que andan en integridad, afirmaban ellos, no pasan malos momentos. No hace falta que hagamos referencia a lo errado de esta postura, pues hasta el mismo Hijo de Dios pasó por el fuego refinador del sufrimiento (Hebreos 5:8).
   Algunas traducciones de este +versículo cometen una injusticia con Job, pues dan a entender que él estaba diciendo: "Aunque Dios me mate, no voy a cambiar de opinión". Esta postura, no obstante, no refleja el espíritu humilde y temeroso que caracterizaba a este varón de Dios. Mas bien delata una actitud de soberbia y abtinación. El enunciado pareciera indicar una realidad diferente. Job no entendía cual era la razón de la desgracia que había venido sobre él y su familia. Creo que nosotros, aun  teniendo acceso al increíble intercambio entre Dios y Satanás en el primer capítulo, tampoco entendemos realmente por qué ocurrió lo que ocurrió. Sabemos que Dios quiso demostrar algo, pero si miramos la situación con ojos humanos nos parece cruel la actitud del Altisimo. Esto es precisamente lo que nos diferencia de la persona de Job. Él creía que Dios era justo y bueno, aun cuando actuaba de manera completamente incomprensibles.
   De hecho, la lectura del libro revela que Job estaba confundido por lo que había acontecido. Pero en medio de esa confusión existe esta certeza: "Aún si llego a perder mi vida, sé que Dios no obrará injustamente conmigo. Él es bueno y recto, y recompensa a todos los que esperan en él".Esta convicción inamovible constituye el fundamento sobre el cual se construye una vida de fe que agrada a nuestro Padre celestial. En esta tierra nos tocará transitar por muchisimas situaciones de sufrimiento y angustia. Mas algo que no debe cambiar nunca en nosotros es la convicción de que nuestro Dios es bueno y justo. Aun cuando todas las evidencias parezcan señalar algo diferente, sabemos que él jamas perpetrará uan injusticia, ni se hallará mal alguno en su persona.
Para pensar:
Cuando esta convicción se convierte en la roca de nuestra fe podemos encarar la vida de otra manera. ¿Pasaremos por sufrimiento? Por supuesto que sí  Pero ya no sufriremos el tormento y la angustia que padecen aquellos que creen que Dios los ha abandonado. Aun en medio de las lágrimas podemos decir: "Yo sé que mi Padre es bueno y que no existe en él injusticia alguna". 

viernes, 25 de julio de 2014

Devociones: "En el Museo de la fe: Sara".

La risa descontrolada fue el final de una historia llena de tristeza: 
Hebreos 11:11-12.

      Sara, por ser esposa de Abraham, necesariamente se vio involucrada en este alocado proyecto de ser padres de una nueva nación. Cuántas angustias padecen aquellas parejas que desean engendra hijos y no pueden. Con el pasar de los años, sin embargo, algunos logran hacer la paz con la amarga realidad de que son estériles. Por alguna razón el Altísimo no les ha concedido hijos. Pero cuando la pareja lleva más de cincuenta años juntos, la esterilidad ya es parte de su vida, tanto que ya no se perc¡ben siquiera vestigios del deseo de tener un hijo; esa algo que ha quedado descartado por el camino.
     Cuando la esterilidad acompaña a una pareja nadie puede aducir que no se esforzaron lo suficiente para tener un hijo. Las relaciones sexuales son una parte normal de todo matrimonio, pero entre aquellos para quienes la posibilidad de no poder engendrar comienza a ser una realidad, sus esfuerzos pueden teñirse de desesperación. No existe momento en que el cansancio o la falta de motivación sean justificativos suficientes para desistir de un intento más. Experimentan en todos los horarios, con todas las posiciones y opciones a su alcance.
    Es posible que, en un primer momento. Abraham se haya sentido tentado a interpretar "simbólicamente" las palabras del Señor. Sería el "padre" de una nación en sentido figurado. Es la opción de la que echamos mano más rápidamente cuando algo no encuadra dentro d elo lógico y posible. "seguramente. Dios en realidad quiso decir otyra cosa", nos decimos, y ajustamos nuestra interpretación del texto para que se acomode a lo que podemos entender.
   El Señor, sin embargo, removió toda duda al respecto: "Tu heredero....saldrá de tus entrañas...." (Génesis 15:4). El texto nos dice que Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia. La que debía quedar embarazada, no obstante, era Sara. Dios también debía convencerla a ella, pero los obstáculos pesaban fuerte: no solamente porque recordaba los años de intentos frustrados, sino que ya no ovulaba, pues había entrado en la menopausia. Cuando el Señor reveló que quedaría embarazada, ella se rió. ¿Acaso no sabía la condición en que estaban estos ancianos?
  La respuesta de Dios, sin embargo, revela por qué es posible avanzar por fe: "¿Hay algo demasiado difícil para el Señor?...."(Génesis 18:14). La fe no se apoya en lo que se puede realizar. La fe solamente entra en acción cuando un proyecto se encuentra enmarcado dentro del plano de lo imposible. A pesar d elos impedimentos, "el SEÑOR cumplió su palabra e hizo con Sara exactamente lo que había prometido" (Génesis 21:1).
   La alegria incontenible de Sara la llevó a decir: "·Dios me hizo reír. Todos los que se enteren de lo que sucedió se reirán conmigo. ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría a un bebé? Sin embargo, le he dado a Abraham un hijo en su vejez" Y es así. Cuando la fe da frutos, reímos con locura. ¿Qué dirán ahora, los que nos atormentaban con sus bien-intencionados cuestionamioentos?.    

Devociones: "Agua Eterna".

Pablo nos dice que el secreto de la vida espíritual se encuentra en "no mirar nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales......Juan 4:1-42.

     Jesús aprovechó el factor sorpresa para crear una situación de apertura. La mujer, sin embargo, no ha captado el verdadero sentido de las palabras que él le ha compartido. Creo que nosotros tampoco lo hubiéramos entendido. Somos muy lentos para percibir el sentido espíritual de las situaciones. En cada situación nuestra vista tiende a enfocarse exclusivamente en el plano de lo visible. Mas el apóstol Pablo nos dice que el secreto de la vida espíritual se encuentra en "no mirar nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas"
 (2 Corintios 4:18). A pesar de la lentitud de la mujer, Cristo no se impacienta con ella. Él es el Maestro de maestros; no tiene apuro.
   Permite que la conversión se vaya desarrollado a un paso adecuado. Ahora, vuelve a introducir el factor sorpresa, pues le dice: "Cualquiera que beba esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que sale para vida eterna" (vv.13 y 14). Había  comenzado pidiendo agua, pero ahora él está ofreciendo agua a ella, agua que es superior a la que ella puede obtener del pozo. La analogía que escoge el Señor es sumamente interesante. En dos breves frases ha comunicado la esencia de la transformación que Dios ofrece a los hombres. En primer lugar el agua sacia profundamente.
   Quién ha bebido agua fría luego de una larga caminata bajo el sol sabe cuán deliciosamente refrescante es el líquido cristalino en ese momento. Uno casi puede sentir cómo el cuerpo revive a medida que bebe el agua. Del mismo modo, el agua que ofrece el Señor suple una necesidad y trae una plenitud de vida que ningún otro elemento de la creación puede producirse.
   Cada uno de nosotros debería poseer la profunda convicción de que solamente Dios tiene aquello que saciará los anhelos más intensos de nuestro ser. Esto nos evitará perder mucho tiempo buscando por otros lados, y no me estoy refiriendo  ala búsqueda del que no está en Cristo. Me refiero a los que están en luz, pero siguen buscando entre los hombres lo que solamente Dios les puede dar.
   En segundo lugar, note que esa agua tiene una especie de vida propia, pues se convierte en una fuente de agua que salta para vida eterna. En esto hay una clara alusión al hecho de que el agua no solamente continúa fluyendo, produciendo mayor transformación, sino que nosotros también nos convertimos en portadores del agua viva, ofreciendo a otros la misma experiencia que nos ha sido otoragda a nosotros. Esta es una parte esencial de nuestro llamado y quien la ignora corre peligro de que la fuente de agua se torne en estanque. Lea los versículos 16 al 20. ¿Qué estrategia sigue Jesús ahora.   

jueves, 24 de julio de 2014

Devociones:" Andar en Él".

La vida en Cristo es una relación, y debe ser conducida con confianza y pasión: 
Colosenses 2:6.

        Piese por un momento en cómo fue su experiencia de conversión. Por una serie de circunstancias arribó a una convicción profunda de que le estaba faltando algo en su vida, y que ese algo era Jesucristo. Quizás estaba cansado de los sinsabores de la vida, o deprimido porque sus esfuerzos no producían los resultados anhelados. Quizás estaba en una situación límite, sin ninguna esperanza de revestir su realidad personal. Fueran cuales fueran las particularidades de su propia experiencia, se dio cuenta de que solamente Dios podía poner orden en su vida. Se entregó sin reservas ni condiciones, confesando su fragilidad y pidiendo al Altisimo que interviniera en su vida. Lo único que poseia era una profunda convicción de que Jesús le ofrecía lo que usted necesitaba. Pablo anima a los Colosenses a que caminen en el mismo espíritu con que comenzaron su vida espíritual, es decir, con esa misma sencillez y confianza que caracterizó su conversión. Esta exhortación no es en vana, pues la tendencia de cada uno de nosotros es a no abandonar la sencillez del primer amor para enredarnos en las complejidades de la experiencia religiosa, con sus listas de exigencias y demandas. La vida de Cristo, sin embargo, es una relación, y debe ser conducida con la misma pasión y confianza absoluta que caracterizó nuestros primeros tiempos en el evangelio. 
   Para dejar esto en claro el apóstol habla de cuatro aspectos que considera indispensables para el andar cotidiano con Cristo. En primer lugar hace alusión a las raíces de una planta, que la nutren y fortalecen. Así también, el hijo de Dios debe estar firmemente arraigado a la presencia de Cristo procurando d esu persona los nutrientes que precisa. Luego el apóstol hace alusión a un edificio, animando a que todo lo que se construye también sea en Cristo. Es decir, todos los proyectos y emprendimientos del discípulo deben estar permeados e impregnados de la persona de Jesús. Un tercer elemento tiene que ver con la confirmación de la fe. En esto debemos otorgarle al Señor la oportunidad de demostrar que todas las acciones tomadas por fé tienen su fruto y su recompensa en él. Por último. Pablo anima a que la experiencia de andar en Cristo esté sazonada en todo momento con expresiones continuas de gratitud por todas las bondades recibidas.
Para pensar:
La vida cristiana se desvirtúa cuando intentamos reducirla a una serie de actividades que deben garantizar su continuidad. El camino a seguir es el de buscar siempre que el Señor sea parte de todo lo que vivimos y experimentamos. Unos versículos más adelante el apóstol explica por qué es necesario esto: "Porque en él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" 
(2:9-10). Cristo es todo lo que necesitamos. Hagamos de nuestra experiencia espíritual un romance permanente con el Hijo de Dios.    

Devociones: "En el Museo de la fe: Mártires".

En algunos la visión de la fe era tan fuerte que prefirieron morir que darle la espalda: Hebreos 11:35-38.

    Vivir por la fe es una declaración de lealtad hacia Dios que inevitablemente significará oposición de parte de los que están comprometidos con el sistema caído en el que vivimos. Jesús advirtió a los Doce: "Si el mundo los odía, recuerden que a mí me odió primero. Si pertenecieran al mundo, el mundo los amaría como a uno de los suyos, pero ustedes ya no forman parte del mundo. Yo los elegí para que salieran del mundo, por eso el mundo los odía. ¿Recuerdan lo que les dije? "El esclavo no es superior a su amo". Ya que me persiguieron a mí, también a ustedes los perseguirán" (Juan 15:18-20).
    El museo de la fe también contiene una lista de quienes sufrieron persecución por causa de su compromiso con el Señor. En realidad, todos los héroes y las heroínas sufrieron en mayor o menor grado. Algunos, sin embargo, acabaron pagando con su vida el testimonio de fidelidad que habían asumido.
    El autor escoge enumerar solamente algunas de las consecuencias: muertos a golpes, apedreados, aserrados por la mitad o asesinados a filo de espada. Otros, sin perder la vida, fueron objetos de burla, y padecieron azotes, cadenas y cárceles. Muchos anduvieron errantes de aquí para allá, pasando necesidad y siendo maltratados.
   Este es el lado del compromiso con Dios que en la Iglesia nos hemos esforzado por esconder. En el afán de atraer personas al camino de la gracia resaltamos los beneficios y escondemos el sufrimiento que despierta seguir a Jesús. Nuestra estrategia, sin embargo, no ha producido mayor crecimiento. Al contrario, cuando la gente comienza a sufrir por causa del Evangelio, se resienten porque tienen la sensación de que alguien les hizo trampa, de que le "vendieron un cuento".
    Tristemente, debemos admitir que están en lo correcto. La manera en que les compartimos las Buenas Nuevas fue deshonesto. Cuando comparamos nuestro estilo con el de Jesús notamos que él continuamente advertía a las multitudes que lo seguían que ser discípulo tenía un precio. Cada vez que lo hacía algunos decidían que no estaban dispuestos a pagar ese precio y lo abandonaban. Ninguno de los que quedaban podían argumentar que entraron al Reino engañados, porque Jesús fue muy claro a la hora de exponer el costo de ser amigo del Cristo. Su llamado giraba entorno de una cruda imagen: tomar la cruz, con la disposición de morir por él.
   El autor de Hebreos no mira a estos héroes como perdedores. Al contrario. Declara que el "mundo no merecía gente así". Eran demasiado buenos paar un sistema tan perverso.
    La afirmación es un reflejo no solamente de la grandeza espíritual de ellos, sino también de la forma en que Dios los mira. Su paso por la tierra puede haber sido atribulado, pero su recompensa será proporcional al nivel de fidelidad con que vivieron. Todos ellos consideraron que era un verdadero privilegio sufrir para tener participación en el cumplimiento pleno de las promesas de Dios. 

miércoles, 23 de julio de 2014

Devociones: "En el Museo de la fe: Moisés".

Las circunstancias proveen la oportunidad necesaria parta crecer en la fe: Hebreos 11:24-28.

    Moisés nos presenta con una figura interesante con respecto a la fe. Es, sin lugar a duda, el referente para el pueblo del Antiguo Pacto. La ley que entregó a la nación, de parte del Señor, reglamentaba la vida cotidiana de los Israelitas y proveía los parámetros para ser el pueblo escogido de Dios. Su majestuosa presencia, que domina la historia del éxodo y el peregrinaje por el desierto, marca un pronunciado contraste con la mezquina e incrédula actitud de los hebreos.
    Moisés, sin embargo, es el ejemplo de un hombre que creció en la fe, por el ejercicio de la misma. El texto de hoy pareciera indicar que su intervención ante la crueldad de un guardia egipcio fue motivada por la fe. Su motivación fue buena, pero el método que escogió para implementar la fe no coincidía con los medios que Dios emplea. Al igual que Jacob, quiso hacerse de la bendición de Jehová empleando las estrategías de la carne.
    Cuando el Señor se le vuelve a presentar en la zarza que arde no observamos en la respuesta de Moisés una fe ejemplar. Más bien transitó por todas las alternativas que apagan la fe. Desplegó un argumento detrás del otro para justificar el no responder al llamado de Dios. A pesar de esto, no logró persuadir al Señor y fue llevado, casi a pesar de sus manifestaciones, de vuelta a Egipto. A partir del regreso observamos como Moisés, que cosecha una gran diversidad de problemas por el camino, crece notablemente en el ejercicio d ela fe. Comienza a ser testigo de la naturaleza absolutamente confiable a Aquel que lo llamó y le resulta cada vez más fácil retener su confianza en él. Es a este mismo proceso que nos llama el autor de Hebreos. Nadie nace con una fe robusta y osada. Más bien, la fe se vuelve fuerte en el ejercicio de la misma mientras atravesamos una diversidad de situaciones apropiadas.
     ¿Cuáles eran los elementos que interesaban arrastrar a Moisés en la dirección opuesta de la fe?. Según el texto de hoy, debió escoger entre el prestigio y la comodidad, o la identificación con un pueblo que vivía en deplorables condiciones de opresión. También debió escoger darle la espalda a los placeres momentáneos del pecado. Pareciera una tarea sencilla pero solamente aquellos que han vivido rodeados del lujo y la abundancia pueden realmente entender lo que significa dejar todo eso atrás, para asumir la precaria vida de un nómada.
    Cuando Dios se acerca para llamarlo. Moises ha pedido parte del espíritu soberbio e impetuoso que muchas veces caracteriza a los que viven en la opulencia. La soledad del desierto lo ha convertido en un hombre temeroso, sin iniciativa. Es el candidato ideal para un emprendimiento de fe, porque la fe suple lo que nosotros no poseemos por naturaleza propia.
    

martes, 22 de julio de 2014

Devociones: "En el Museo de la fe".

La experiencia de otros sirve para ilustrar de que manera podemos nosotros ejercitar la fe en el presente: Hebreos 11.

     Este capítulo de la epístola es muy conocido. En ella el autor ha escogido a algunos de los grandes personajes en la historia del pueblo de Dios para ilustrar los principios que ha expuesto hasta este punto. Nos resultará de provecho, entonces, intentar un resumen del argumento presentado hasta aquí para que podamos, luego, examinar de que manera algunos de estos héroes lograron implementar esta verdad en sus vidas.
     La epístola comenzó con una exposición de uno de los grandes sucesos de la historia. Dios ha escogido hablarnos. Lo hizo primero por medio de diversos profetas y, en estos últimos tiempos, por medio de su propio Hijo. Por ser el mismo Creador el que ha hablado el autor nos exhorta a prestar mucha atención a lo que dice. No ha hablado simplemente para llenar los silencios que a veces se producen entre dos seres. Ha hablado porque su Palabra es esencial para que nos encaminemos de nuevo hacia una vida que se alinea con los propósitos del Reino.
     Para que la Palabra pueda penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser es necesario que no permitamos que el engaño de nuestros corazones produzca en nosotros una actitud de incredulidad. El creer la Palabra es esencial para desarrollar una vida espíritual, pero el engaño de nuestros corazones nos inclina ahcia la desobediencia.
    La Palabra que Dios ha compartido con nosotros revela su perspectiva de quienes somos nosotros y cuales son sus intenciones para con nuestras vidas. La visión que contiene contradice notablemente la perspectiva que prevalece en una cultura caída. Las mentiras que son parte de esta cultura están tan arraigadas en nuestra manera de ver la vida que nos sentiremos tentados a descartar la Verdad del cielo por la mentira que reina entre los hombres. Por haber convivido desde siempre con estas mentiras muchas veces tienen apariencia de ser más parecidos a la verdad que la Palabra que procede de la boca de Dios.
     A medida que avanzamos por la vida nos encontramos con una diversidad de situaciones que parecieran contradecir la Palabra de Dios ha hablado, "confirmado" las mentiras sembradas en lo profundo del corazón. La fe, que es austadiza, se sentirá tentada a huir ante el primer conflicto. En cada una de estas situaciones la exhortación del autor de Hebreos es que retengamos, con firmeza, nuestra confianza en el Señor.
    En el museo de la fe el autor menciona as veintiún personas que ilustran, de manera clara, de que manera se ejercita esta confianza en la vida cotidiana. Nosotros, en el marco de este estudio, nos detendremos a examinar la experiencia de algunos de ellos. Sus vivencias nos ofrecerán la mejor manera de entender las particulares dinámicas que encierra el vivir por fe.
     

Devociones: "En el Museo de la fe: Abram".

Para recibir lo nuevo debió estar dispuesta a dejar atrás lo viejo:
 Hebreos 11:8-10.

    Nuestro segundo héroe es Abram, uno de los gigantes del Antiguo Pacto. La historia que nosotros conocemos de este patriarca comienza cuando tenía 75 años. Queda claro que estamos hablando de otros tiempos, pero igualmente a esa edad una persona acumula siete décadas de experiencias. Es la etapa en que uno pierde las posturas radicales y más osadas de la juventud. Para muchos, es el momento de la vida en la que uno se aferra a las costumbres y a los hábitos desarrollados a lo largo de muchos años. Los cambios no son bienvenidos. Más bien son resistidos, porque implican romper con esas estructuras que tanta seguridad nos infunden.
    A este hombre, reconocido en el lugar donde moraba, dueño de las muchas posesiones que se acumulaban a lo largo de tan extendido período de tiempo, se le aparece el Señor y lo llama al desarraigo completo. Debe dejar su tierra, su parentela y la casa de su padre, para comenzar una nueva vida.
    No estamos hablando aquí de mudarse dos casas más allá de donde se vive en el presente. Estas instrucciones implican salir de una cultura conocida, renunciar a una posición de eminencia y cortar con los lazos que lo unían con la familia. Todo esto, en un momento de la historia donde las familias conformaban verdaderas comunidades cerradas. La lealtad hacia los parientes y el compromiso con el proyecto que llevaba adelante la familia era la postura que se esperaba de cada integrante del grupo.
    Una vez más, obserbamos que al igual que en el caso de Noé, Abrfam no posee claridad acerca del proyecto al que está siendo llamado. Posee una promesa: "Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás bendición" (Génesis 12:2), pero el texto aclara que salió sin saber a dónde iba.
    Imaginemos, por un momento, las discusiones y preguntas a las que debió hacerle frente antes de emprender este viaje hacia lo desconocido. ¿Qué explicación podía ofrecer para semejante ruptura con la tradición de la cultura? ¿Cómo podía justificar tamaño desarraigo si ni siquiera podía identificar su destino final? Los que eran parte de su entorno habrán cuestionado duramente la decisión que debió comunicar a la familia. ¿Y qué de las dudas que seguramente surgieron en el secreto de su propio corazón? ¿Habrá entendido bien lo que el Señor le estaba pidiendo?.
     La frase que resume la respuesta de Abram, en Génesis, es maravillosamente sencilla: "Entonces Abram se fue tal como el Señor le había dicho....."
(Génesis 12:4). He aquí el secreto de un hombre de fe: obedecer, aun cuando sea golpeado por un torbellino de interrogantes. No es poseer claridad acerca del proyecto lo que nos ayuda a movernos, sino poseer claridad acerca del carácter de Aquel que promete. Las dudas son normales. Los cuestionamientos también. Es por eso que el autor de Hebreos nos exhorta a no dejar que la fe se asuste y huya. Retengámosla. Es la clave para avanzar.

Devociones: "El valor de la perseverancia".

Todas las conquistas más importantes del mundo exigieron una fuerte inversión de esfuerzo y tiempo. Hebreos 12:1.

     Al autor de Hebreos ya se ha referido, en varias oportunidades, a la importancia de mantener la firmeza de propósito. De hecho, esta es la esencia de la fe, pues rara vez se cosecha al instante lo que se está esperando. Abraham debió esperar 30 años la llegada de su hijo. David anduvo 14 años por el desierto antes de lograr ocupar su lugar como rey. Moisés debió soportar los reiterados rechazos de Faraón antes de que pudiera conducir al pueblo de Israel hacia la libertad.
    Una maratón es una de las pocas disciplinas donde no ser joven es definitivamente una ventaja. Los grandes corredores  a nivel mundial no son los atletas de 18 o 20 años, como podrían serlo en otros deportes. La edad promedio de los  campeones está más cerca de los 35 años. ¿Porqué?¿ Porque el joven carece de ese elemento que es indispensable para correr de larga distancia: el de saber medirse y llevar el ritmo necesario para llegar a la meta. He participado de varias maratones donde jóvenes entusiastas comienza la carrera como si fueran hasta la esquina para comprar pan. La carrera, sin embargo, dura varias horas, y nadie podrá completarla si no lleva el ritmo adecuado. La perseverancia nos invita a seguir golpeando las puertas del cielo ante la aparente inacción de Dios. Muchas veces tenemos la sensación de que el Señor no está haciendo nada. No obstante, la gran nube de testigos nos enseña que los tiempos de nuestro Padre son siempre perfectos. En el tiempo de espera hemos sido llamados a retener firme nuestra esperanza de que él actuará, pero en esa etapa es cuando más tentador resulta abandonar la carrera.
     Esta es la razón por la que Jesús, en varias oportunidades, como a sus discípulos historias en las que los protagonistas parecían no lograr nada. En una de ellas, un hombre fue a la casa de su vecino, a la medianoche, para pedir pan para sus visitas (Lucas 11:7). La primera respuesta fue negativa, pero el hombre perseveró, a riesgo de contrariar a su vecino. En otra historia Jesús relató el calvario de una viuda que apelaba a un juez injusto para que interviniera en un asunto. Durante mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero por su perseverancia, finalmente, logró que actuara. El propósito de la parábola, nos dice Lucas, era ".....mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos"
   La perseverancia es esa actitud de continuar cuando los demás se quedan por el camino. Es esa convicción que nos lleva a seguir esperando cuando otros han caído en el cinismo. Se refiere a esa característica que ha sido la clave de todas las grandes conquistas de la humanidad.
   En la vida espiritual serán muchos los momentos en los que nos sentimos tentados a abandonar. La persona que se ha armado de perseverancia no contempla esa posibilidad. Ha fijado la vista en cruzar la meta y nada lo hará desistir de su cometido. 

Devociones: "El Verbo de hace carne".

Al hacerse como uno de nosotros, logra cerrar la brecha que nos separa de él y consigue presentar una vida nueva.  Juan 1:1-14.

      El verso 14 describe la más grande empresa misionera de todos los tiempos. Lea el texto varias veces y pida al Espíritu que le permita percibir algo de las dimensiones que posee. "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Al meditar sobre este versículo se apodera de mí una profunda sensación de ineptitud. El texto resume, en una sola frase, la más misteriosa transformación jamás vista en la historia del universo. El Verbo, que le dio existencia a la vida misma, se despoja de su eternidad para vestirse de la frágil y transitoria condición que implica ser humano, en efecto, Dios en sandalias.
    Solamente cuando consideramos cuán renuentes somos a salir de nuestros pequeños mundos, a fin de mostrar siquiera un fugaz interés en la vida de otros, podemos comenzar a entender la enormidad de esta empresa misionera que sacudirá los mismos cimientos del universo. De hecho, "aunque exista en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
    Y hallándose en forma de hombre, se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8). Su trayectoria es completamente contraria a las ambiciones de grandeza que alimentan los hombres. El Señor paulatinamente reducirá el espacio que ocupa hasta quedar "autolimitado" en la figura de un humilde esclavo.
    ¿Qué es lo que motivó al Señor a imponer tan drástica limitación a su condición divina? una inexplicable pasión por asegurar una relación con nosotros. El Verbo que elige habitar en la carne emprende el camino d emuerte que librará al hombre de las consecuencias eternas de su propia rebeldia contra el Creador. Representa mucho más que la satisfacción de un requisito legal. Siendo rico, sin embargo por amor a nosotros se hizo pobre, para que nosotros por medio de su  pobreza llegáramos a ser ricos (2 Corintios 8:9). Su ejemplo muestra  el único camino por el cual podrán ser aliviadas las aflicciones, los sufrimientos y las  desdichas de aquellos que andan en tinieblas. La redención de una persona siempre implica la presencia de otra dispuesta a sacrificarse por ella. Quizás esta es la razón por la que la Iglesia logra tan poco impacto en este tiempo. Todos queremos que otros sean salvos, siempre y cuando no signifique un sacrificio para nosotros.
    La decisión de tomar forma de hombre encierra, también, un acto de asombrosa misericordia por parte de nuestro creador. La fragilidad de nuestra condición  humana no nos permite comprender ni soportar aún más restringidas manifestaciones de lo Alto. Al hacerse como uno de nosotros, logra cerrar la brecha que nos separa de él y consigue presentar la Vida de un formato que los hombres pueden fácilmente reconocer. Aún así, es tan profunda la atrofia espirítual que ha impuesto el pecado que muchos no lograron tampoco percibir la presencia de Cristo entre ellos.
    A pesar de esto, el paso de Jesús por la Tierra nos ofrece el más nítido retrato del Dios que "extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar" (Isaías 40:22).

lunes, 21 de julio de 2014

Devociones: "El Poder de una Promesa".

La promesa está más relacionada con el presente que con el futuro: 
Hebreos 6:13-15.

        El autor de Hebreos nos ofrece el ejemplo de Abraham como uno digno de imitación. Dios prometió convertir su descendencia en una nación. Esperó con gran paciencia el cumplimiento de esa promesa, veintinueve interminables años. En ese momento se dio apenas el primer paso en la gran visión de Dios, que fue constituir al patriarca en padre de una nación.
  La exhortación a los lectores es de que sean diligentes en la espera. La diligencia no se refiere a ayudar nosotros para que se cumpla la promesa. Este fue el error que cometió Abraham con Agar. Más bien se refiere a una actitud de firme confianza. aún cuando el paso del tiempo pareciera burlarse de la promesa que alguna vez se pronunció.
    Si Dios no esperara nada de nosotros no tendría sentido que comunicara una promesa con tanta antelación. ¿Qué sentido tenía decirle a Abraham que iba a ser padre de una multitud casi tres décadas antes de que se diera el suceso, si el patriarca nada podía hacer al respecto? ¿Por qué se aferró Jacob a la esperanza de ser enterrado en la tierra de sus padres? ¿Qué veía él que lo impulsaba a volver a su tierra de origen, aún estando muerto?
   Resultaba evidente que al compartir la promesa el Señor deseaba que se produjera algún cambio en la forma en que estos hombres vivían en el presente, aún cuando el cumplimiento de la misma sería en un futuro distante. En ocasiones, como señalará el autor en el 11, 13, algunos apenas llegaron a saludar de lejos lo que veían, gozándose aún cuando sabían que no iban a disfrutar de dicho evento.
   De alguna manera, entonces, el Señor espera de nosotros que entendamos que somos parte de algo mucho más grande que la corta existencia de nuestras propias vidas. Este proyecto celestial al que pertenecemos es tan gigantesco que se estira a través del tiempo, desde la eternidad hacia la eternidad. Percibir la grandeza de este plan nos libra de las  mezquindades y los egoísmos típicos de quienes creen que la vida comienza y termina con nosotros.
    Cuando logramos fijar los ojos en una promesa futura produce una actitud diferente en el presente. Nos salva de la amargura, el resentimiento o la resignación que es tan común en muchas religiones. Entendemos que todo lo que sucede en nuestras vidas obedece a un propósito mayor. Logramos escapar de la sensación que la vida es injusta, que trabajamos en vano porque todo seguirá siempre igual. Más bien, nos atrevemos a seguir soñando, porque tenemos una certeza inamovible en la confiabilidad de Aquel que ha prometido. Él no es hombre para olvidarse de sus promesas. 
  Cumplirá lo que ha proclamado, aún cuando tarde diez, veinte, cincuenta, o cien años para hacerlo. A los gigantes de la fe, el momento del cumplimiento le es indistinto. Les basta saber que Dios lo hará.

domingo, 20 de julio de 2014

Devociones: "El Reino primero".

Buscar el reino de Dios no es algo espontáneo en nosotros, sino el resultado de una decisión disciplinada: Mateo 6:19-34.

    Por si ninguno de los argumentos que Jesús ha utilizado hasta este momento ha servido para convencernos de lo inútil que es el estar afanado por las cosas materiales, presenta aun otro más. "No os angustiéis, pues, diciendo: "¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?", porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas".
    Una de las cosas que Cristo ha puesto de relieve en el Sermón del Monte  es que los ciudadanos del reino de los cielos son distintos a los de este mundo. Si no tuviéramos otras directivas para nuestras vidas salvo el conocimiento de los que parámetros de este mundo son diametralmente opuestos a los del reino, poseeríamos suficiente información para vivir otra clase de vida. Por supuesto estas diferencias no se refieren a lo externo, el aspecto de nuestras vidas  en el cual más frecuentemente nos hemos concentrado. La distinción d eusar una corbata o una camisa no es la diferencia a la que nos referimos.
    Como hemos visto en las bienaventuranzas la realidad del reino tiene que ver con la vida interior, las cosas relacionadas al espíritu. El contraste pasa por actitudes espírituales tales como la compasión, la pureza, la humildad, el compromiso con el prójimo y la experiencia cotidiana de una relación de intimidad con Dios.
   En lo que respecta a la relación que tenemos con el mundo material. Cristo señala que esto produce en los gentiles una angustia permanente, la incesante preocupación por cosas como la comida o el vestido. Entre los hijos de Dios no debe ser así. Más bien tienen conviccion de que su Padre celestial ya está al tanto de las necesidades que cada uno tiene. Debido a que su corazón es un corazón de compasión, que desea ardientemente bendecir a los hombres, él no necesita que le convenzamos de que nos conceda estas cosas. Ya existe en él el deseo de conferirlos.
   Jesús propone una alternativa para ocupar la mente y el corazón del pueblo de Dios: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Este debe ser el lema que guía nuestra existencia, llevándonos a ocupar nuestro tiempo en algo que verdaderamente es productivo. La palabra buscar (procurar, perseguir, ir al encuentro de) nos da una indicación que el reino no es algo que está a la vista o que se presenta naturalmente a los seres humanos. Más bien el buscar primeramente el reino nos llama a abandonar los impulsos naturales de la carne, para reorientar nuestras vidas según las indicaciones de Dios. No es algo espontáneo en nosotros, sino el resultado de una decisión disciplinada que debe ser reanimada una y otra vez en el contexto cotidiano. Esa decisión. irónicamente, abre el camino para que todas las otras cosas que tanto nos preocupaban anteriormente sean añadidas. Al igual que en la ofrenda, la oración y el ayuno, esta disciplina también tiene recompensa.  

viernes, 18 de julio de 2014

Devociones: "Amistad con compromiso".

Un pacto entre amigos es un compromiso que nos libra de las fructuaciones de los sentimientos: 1 Samuel 18:1-3.

      Jonatan y David nos proveen uno de los mejores ejemplos de amistad entre dos personas. A pesar de que pasaron una gran parte de sus vidas separados, la Palabra revela cuán fuerte fue el compromiso que estos varones habían asumido el uno para con el otro. Nos provee de un buen modelo del tipo de relaciones al cual deberíamos aspirar nosotros dentro del marco de las congregaciones en que participamos.
    El texto de hoy nos dice  que "el alma de Jonatan quedó ligada a la de David". Podemos asumir que los dos jóvenes guerreros tenían muchas cosas en común, por lo que sentían un deseo natural de entablar una amistad significativa. No obstante, la frase "quedó ligada" pareciera indicarnos que algo se gestó en el corazón de Jonatan que iba más allá de la atracción entre dos individuos de personalidades similares. Es que la verdadera amistad tiene que ver con una realidad espíritual entre dos personas, donde los vínculos que los unen tienen sus raíces en los espacios más profundos del alma. Este vínculo espiritual le dará a la relación entre dos personas una fortaleza que le permitirá hacer frente a las situaciones más adversas de la vida, como también el inevitable desgaste que viene con el inexorable paso del tiempo.
   Esta clase de vínculo espíritual es algo tiene que ser producido por un accionar del Señor, pero solamente podrá ser gestado en nuestros corazones que están dispuestos a ir más allá de lo superficial en sus relaciones con los demás. Donde existe una obsesión con la vida de uno mismo y un interés de usar al otro para los proyectos propios, este tipo de relación no se puede dar. Las personas que entran en este tipo de relaciones son los que valoran profundamente a otros seres humanos y que están interesados en descubrír toda la belleza que Dios ha depositado en los que están a su alrededor.
    El que una relación comience en un plano espiritual, sin embargo, que esa amistad dure para siempre. Es en este punto que se puede ver la madurez de estos varones, pues decidieron sellar el vínculo de la amistad con un pacto. Un pacto es un compromiso que nos libra de las fluctuaciones de los sentimientos, una promesa de cuidar y nutrir una relación en las buenas y las malas. Permite que dos personas lleven su amistad al plano de lo deliberado, donde escogen crecer juntos como resultado de acciones concretas. De este modo los integrantes de la relación pueden contribuir en forma concreta al crecimiento de la amistad, en lugar de esperar que se de solo. Quienes asumen este tipo de compromiso son los que cosecharán los frutos más preciosos que se puedan dar en el plano de las relaciones humanas.      

Devociones: "Demostración gratuita".

La palabra final de que haya o no evidencias de nuestro llamado al ministerio, la debe tener el Padre: Marcos 2:1-12.

     Los escribas se mostraron indignados de que Cristo hubiera pronunciado el perdón de pecados para el paralítico. Claramente los caminos de Dios son escandalosos para aquellos que andan en la carne. La vida en el Espíritu siempre está en conflicto con las estructuras y la sabiduría de nuestra mentalidad humana. En infinidad de ocasiones he visto a diferentes personas en la Iglesia efectuando indignadas denuncias contra enseñanzas o prácticas que "no son de Dios", como si los caminos de nuestro Señor fueran lógicos y fáciles de entender. La verdad es que la mayoría de las veces él actúa en forma inesperada y hacemos bien en guardar silencio, buscando que el Espíritu traiga luz sobre aquello que no entendemos. Nuestro peor error es el del juicio acelerado.
cayendo en el pecado de los doctores de la ley, de quienes Pablo afirma que "no entienden ni lo que hablan ni lo que afirman" (1 Timoteo 1:7).
    Por otro lado, observamos, de nuevo, en todos aquellos que son religiosos, la tendencia a guardar las formas, ejerciendo un cuidado excesivo de no dar "que hablar". Los escribas claramente condenaban las prácticas de Jesús, pero aún no se animaban a hacerlo en forma pública. De todos modos, es bueno que recordemos que los pensamientos secretos de nuestro corazón no están ocultos a los ojos de Dios. Es lo mismo que las pensemos en secreto o que las digamos en voz alta, pues, pues él todo lo ve y todo lo conoce. En nuestra  búsqueda de la santidad debemos, eventualmente, trasladar nuestra mirada a lo que está pasando dentro del secreto de nuestro corazón. Los pensamientos de crítica, condena y rencor afectan nuestra vida y nuestro testimonio, eventualmente tornándose visibles aunque nuestro comportamiento externo sea impecable. Cristo "escuchó" el juicio de los escribas tan claro como si lo hubieran pronunciado con palabras. Tal es la ventaja del ministro que camina de la mano del Espíritu.
   Jesús en muy pocas ocasiones proveyó una demostración visible de su autoridad, prefiriendo descansar en el respaldo del Padre. Es una señal de un liderazgo débil el que nos sintamos obligados a proveer "evidencias" de nuestro llamado. Pablo lo hizo en la segunda carta de Corintios, pero calificó se acción un "poco de insensatez" (2 Corintios 11:1; 12.11) No obstante, existen momentos en los cuales tal demostración es necesaria. Así aconteció con la Iglesia naciente, donde Dios proveyó con el caso de Ananías y Safira una dramática demostración de la autoridad que descansaba sobre los apóstoles (Hechos 5). Quizás Cristo percibió las dudas que tenían muchos de los presentes y creía necesario una demostración adicional de su investidura como hijo de Dios. Entendemos, de todos modos, que la palabra final en esto, como en todas las cuestiones relacionadas al ministerio, la debía tener el Padre.
    Lea, una vez más, el dramático final de esta historia ¿Cuál fue el resultado del encuentro? ¿Qué efectos secundarios tuvo este incidente? ¿Qué lecciones nos deja a nosotros el relato?.
     

jueves, 17 de julio de 2014

Devociones: "Dios visible".

Jesús es la ventana por la que llegamos a ver el corazón de Dios. Hebreos 1:3.

     Si anhelamos saber más acerca de quién es el Padre, no es preciso internarnos en complejos y enredados estudios de la Palabra. Basta con que miremos al Hijo.
    Quizás por la sencillez de esta acción Jesús expresó tanta sorpresa frente al pedido de Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y quedaremos conformes"
 (Juan 14:8). "¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces. Felipe?" le preguntó, perplejo. ¿Por qué será que mostramos tanta inclinación por complicar lo sencillo? Lo que anhelaba Felipe estaba delante de sus narices: "Los que me han visto a mí han visto al Padre" (Juan 14:9). Y, sin embargo, este discípulo no lo veía.
   ¿Será que nosotros también nos encontramos tan ocupados buscando ver que no nos damos cuenta de que ya lo hemos encontrado? ¿Viviremos atrapados en el error del hermano mayor? Tantos años venía trabajando con esfuerzo, abnegación, sacrificio y sufrimiento, con la esperanza de disfrutar algo que ya se le había entregado. Qué tragedia.
    "{Felipe} ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí. Sólo crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; o al menos crean por las obras que me han visto hacer" (Juan 14:10-11).
    SDi logramos insertarnos entre la multitud de curiosos que siguen al Mesías a todas partes, para  observar su proceder, descubriremos quién es el Dios que lo ha enviado. Necesitamos, sin  embargo, despojarnos de todo el bagaje religioso que tanto condiciona la forma en que miramos a los demás, o acabaremos buscando, como Felipe, lo que ya se nos ha revelado.
    Cuando el autor de Hebreos declara que en estos últimos tiempos Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, se refiere a algo más que solo palabras. El Padre ha hablado por medio de manos que sanan, ojos que lloran, pies que caminan, órdenes que desatan, compasión que alimenta, conversaciones que desafían, parábolas que atrapan, brazos que envuelven, labios que bendicen, miradas que quebrantan, silencios que seducen, oraciones que protegen, visitas que sorprenden.
   Que el error de Felipe nos sirva de advertencia. Para ver todo lo que Dios revela en la persona de Jesús nos urge sumarle fe a nuestra mirada. Muchas personas caminaron cerca de él, pero semejante experiencia no les cambió la vida. También a nosotros nos demanda el Señor: "lo único que les pido es que crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Debemos , junto a Pedro, declarar, con júbilo: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16).

Devociones: "Dos amores".

Para evitar convertir a las riquezas en nuestro dios no hay que negar el poder que puede tener sobre nosotros. Mateo 6:19-34.

   Una de las mentiras más arraigadas en nuestra cultura es que el dinero es un elemento impersonal y que los problemas relacionados con las riquezas tienen que ver exclusivamente con la persona que las maneja.
   Cristo, sin embargo, comparó el dinero a un amo que compite con nuestros hacia la persona de Dios. Declaró, en forma enfática, "ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno  y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas".
    De esta forma dejó en claro que existen poderes espíritules detrás del dinero que exigen entrega absoluta de aquellos que la codician. Hace muchos años uno de los hombres más ricos del planeta había concluido un negocio en el cual agregaría a su fortuna personal más de cuatrocientos millones de dólares. Unos cuantos reporteros estaban presentes en el anuncio del acuerdo. Uno de ellos, quizás con cierta impertinencia, le preguntó a esta persona cuánto dinero necesitaba poseer antes de sentirse satisfecho. La respuesta de este millonario dejó mudos a los presentes: "solamente un poquito más".
    La anécdota ilustra a la perfección el terrible poder que tienen el dinero de atrapar y esclavizar la vida de aquellos que lo sirven. El dinero no admite rivales, inspirando en el hombre una de las más singulares manifestaciones de devoción.
    Para nosotros el gran peligro es creer que este es un gran problema que experimentan solamente aquellos que tienen grandes fortunas personales. El reconocido autor Richard Foster señala que el dinero "posee un poder que procura dominar nuestras vidas, y es la existencia de este poder espíritual lo que tan esforzadamente buscamos negar". Esta fuerza opera en nosotros aún cuando nuestros ingresos son magros. Nos lleva a servir el dinero, a amarlo con pasión, a conceder al dinero que sea la fuente de nuestra seguridad, a defenderlo ferozmente cuando otros nos lo quieren quitar. Por causa del dinero las familias más unidas y los mejores amigos han sido consumidos por el odio y la amargura.
    Debemos señalar, una vez más, que no es suficiente con que creamos que estamos a salvo de este problema. Si Cristo señaló que el dinero puede convertirse en el dios de nuestras vidas nos conviene prestar mucha atención. Los que más confiados están serán los que más fácilmente caerán presa del enemigo. Quizás la más eficiente manera de medir el lugar que ocupa el dinero en nuestras vidas es analizar la forma que reaccionamos cuando no lo tenemos. Si nos hundimos en la depresión, la ansiedad o la preocupación es porque ocupa un espacio mucho más importante de lo que creíamos. Solamente el Espíritu puede darnos una evaluación confiable en este tema.
     Bueno es, entonces, que esta sea nuestra oración cada día: "O, Señor nuestro, dos cosas te pedimos, no nos las niegues antes que muramos: Vanidad y mentira aparta de nosotros, y no nos des pobreza ni riqueza, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciados, te neguemos y digamos: "¿Quién es Jehová?" o que, siendo pobres, robemos y blasfememos contra el nombre d enuestro Dios, Amén.

miércoles, 16 de julio de 2014

Devociones: Dignidad".

Como líderes debemos saber cuándo es hora de sacarnos el "saco de líder" y ubicarnos en el lugar indicado: Lucas 7:1-10.

      Lo invito a que haga suya esta oración: "Señor, te damos tantas gracias por los hombres que decidieron preservar para nosotros, en los evangelios, el reino de tu paso por esta tierra. Cuánto tesoro encontramos aquí para nuestra vida. Gracias, también, porque nos has dado la posibilidad de meditar en el texto, sentados a tus pies, abriendo nuestros ojos a la realidad del reino.
 "Bendecimos tu precioso nombre. Amén".
   Tome un momento para leer el texto de Lucas 7:1-10. Como siempre, lo animo a que intente captar los detalles del encuentro. Busque, por medio de la acción del Espíritu, participar en este encuentro entre Jesús y los enviados del centrurión.
    De la lectura del texto se desprenden algunas observaciones interesantes. En primer lugar notamos que este centurión era un hombre poco común. A pesar de ser oficial en el ejército más poderoso de la tierra, probablemente veterano de unas cuantas campañas militares, vemos que era un hombre de buen corazón, sabío para con el pueblo. El esclavo que era de su pertenencia puede haber sido algún prisionero de guerra. Eran personas sin derecho alguno a nada. No gozaban del amparo de la ley o la protección de alguna institución. Sus dueños podían disponer de sus vidas como quisieran. No obstante, este centurión amaba mucho a su siervo y se encontraba angustiado por la enfermedad que amenazaba con ponerle fin a su vida.
   En segundo lugar, este hombre no desconocía el rencor y el odio que despierta en un pueblo el vivir bajo la ocupación de un enemigo. En consecuencia había tomado los pasos necesarios para ganarse el corazón de la gente, atendiendo sus necesidades y edificando para ellos una sinagoga. Aun no estando él presente, ellos dieron testimonio de que era una persona digna de ser ayudada. Esto nos da una importante pista acerca del buen nombre que tenía, un nombre que se ganó por medio de obras concretas. Como líderes debemos recordar que estamos bajo la mirada permanente de los que están a nuestro alrededor. El testimonio más real de nuestra vida se verá en los comentarios que hacen de nosotros cuando no estamos presentes. Pone sobre nosotros el peso de actuar de tal manera que otros hablen bien de nosotros y defiendan nuestra causa ante terceros. Esta lealtad se obtiene cuando vivimos genuinamente anamorados de las personas que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado.
Por último, quisiera resaltar que el centurión "envió unos de los judíos" para que presentaran su pedido. Esto delata verdadera sensibilidad, pues pudiendo él bien ordenar que se atendieran su pedido, escogió ubicarse en el papel de necesitado. Cuando creamos situaciones donde revelamos verdadera dependencia d elos demás se forjan relaciones realmente profundas. Como pastores debemos saber cuándo es hora de sacarnos el "saco de pastor" y ubicarnos en el lugar donde otros pueden servirnos y ministrar a nuestras necesidades. Esto no solamente es bueno para nosotros, sino también para ellos.
    

Devociones: "De la abundancia del corazón".

Así como nuestras obras exponen la clase de persona que somos, también las palabras revelan el estado de nuestro corazón. Mateo 12:22-37.

    Luego de introducir la analogía del fruto  que identifica la especie del árbol, el Señor avanza un paso más, aplicando el mismo principio a las palabras que salen de nuestra boca. "Generación de víboras" exclama. "¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" (Mateo 12:34-35).
    Del mismo modo que las obras nos proveen de valiosa información  acerca de la clase de persona que somos, así también las palabras revelan el estado de nuestro corazón. Donde abunda la queja, la crítica, la ingratitud y la amargura, podemos estar seguros que existe un corazón que no ha sido transformado por la gracia de Dios. Para los que hemos sido llamados a la tarea de formar a otros es bueno que aprendamos a prestar atención al  contenido de lo que otros dicen. No debemos concentrarnos tanto en los temas de los cuales hablan, sino intentar percibir la actitud con la cual dicen las cosas. Es posible que lo que comparten sea acertado y verdadero, pero la manera en que lo hacen delata la existencia de un corazón que está contaminado por el espíritu impuro d ela carne.
   El Señor nos llama, como líderes, a estar atentos a esta realidad porque nuestra tarea, al igual que la del apóstol Pablo, es la de "presentar a toda persona perfecta en Cristo Jesús" (Colosenses 1:28). Él mismo nos exhorta, en la carta a los Efesios, a que tengamos cuidado para que "ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios 4:29). La clave de esta exhortación es que nuestras palabras deben impartir gracia a los que nos escuchas. Esto no hace referencia al contenido en sí nuestras palabras, sino del espíritu que transmiten nuestras palabras. Las personas que nos oyen deben sentir que han sido bendecidas por lo que han escuchado.
   Hemos observando cómo Cristo señalaba que ningún árbol malo puede producir fruto, sino que cada árbol produce el fruto que determina su esencia genética. Del mismo modo, en el texto de hoy, Jesús afirma que una persona con un corazón malo no puede pronunciar palabras buenas, ni la persona con un corazón bueno puede pronunciar palabras malas. Una vez más, queda claramente revelado que la vida fluye de nuestro ser interior.
    Es allí donde debe concentrarse nuestra mirada, donde debemos buscar la acción transformadora de Dios. No obstante, en demasiadas oportunidades nuestra atención está puesta en las circunstancias externas de la vida. Buscamos que Dios intervenga en los lugares y asuntos que tienen poca relevancia para la vida espiritual. Nuestro mayor problema, sin embargo, es nuestro propio corazón. No en vano el autor de Proverbios exhorta "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Efesios 4:23). El pasaje termina con una muy seria revelación : nuestras palabras no son "simplemente" palabras. ¿Qué significa que seremos juzgados por cada una de ellas?.
     

lunes, 14 de julio de 2014

Devociones: "Cuando Dios se cansa".

Dios no puede soportar que se le ofrezca un supuestamente excelente sacrificio (legalmente hablando) con el fin de desimular un corazón malo. Isaías 1:16-17.

      El profeta Isaías me recuerda que el Dios que nunca se cansa puede llegar a cansarse. ¿Una contradición? No. Dios nunca "se cansa" fisícamente 
(Isaías 40:28), pero puede "cansarse" moralmente (Isaías 1:14). Nada puede agotar la energía del Todopoderoso, pero mi entrega superficial o parcial puede llevarlo a exclamar: "hastiado estoy" (Isaías 1:11); "no deseo" "no puedo soportarlos" versículo 13; "me son una carga" (ver.14). Palabras fuertes. Pero no más fuertes que los sentimientos de Dios hacia cualquier hipocresía que él encuentre en mí. Él no puede soportar que se le ofrezca un supuestamente excelente sacrificio (legalmente hablando), con el fin de desimular un corazón malo (espiritualmente hablando). Tampoco puede soportar la tensión creada entre una profesión clara de fe y compromiso, seguido por una vida mediocre. El "cansancio" de Dios es su disgusto, su indignación ante la manera fría y superficial en que le presento mis ofrendas. Él nunca se cansa de recibir a pecadores contritos, pero se cansa rápidamente de mi cristianismo "mecánico" y sin amor.
    Cansar a Dios es asunto serio; puede significar la muerte de mi vida de oración. "Aunque multipliquéis las oraciones, yo no escucharé" (Isaías 1:15) Dios rehusa formar parte de nuestro juego. Si jugamos con él y lo tratamos como una dependencia innecesaria, romperá sus líneas de comunicación con nosotros y nuestras oraciones se convertirán en tiempo desperdiciado. Por lo tanto, al ser frío y superficial, inconscientemente puedo provocar el aborto de muchas bendiciones que Dios había planeado darme. No puedo arriesgarme a estar sin sus bendiciones; por lo tanto, no debo ofrecerle un amor mediocre o una devoción defectuosa. Él anhela una ofrenda de tipo "voluntario": "Te ofreceré sacrificios. Daré gracias a tu nombre, oh Jehová, porque es bueno". 
(Salmo 54:6).
   
      

Devociones: "Cuidando a los nuestros".

El buen amigo sabe que el amor demanda que también velemos por el bienestar del otro: 1 Samuel 19:1-2.

     No sabemos en qué extraño proceso entró el rey Saúl para que diera órdenes de que se matara a su oficial más popular, el hombre que había salvado el honor de Israel al derrotar a Giliat. Lo que sí conocemos es la terrible desfiguración que produce el pecado en nosotros los humanos, sembrando en su corazón los celos, la envidia y el odio, aun agrediendo a las personas que más amamos. El hecho es que la orden del rey de Israel no era el simple delirio de un demente; Saúl era un hombre implacable, dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias para deshacerse de David. Los días del joven pastor de Belén, mientras permanecía al alcance del rey, estaban numerados.
   No debemos ignorar, tampoco, que toda persona que acudía en ayuda de David correría con la misma suerte que él, aun cuando este fuera el propio hijo del rey. En el capítulo 20 del libro de Samuel, se relata el escalofriante incidente cuando Saúl intentó clavar con una lanza a Jonatan, quien había querido defender a su amigo. De manera que Jonatan era consciente del verdadero peligro que corría al advertir a David que su padre procuraba darle muerte. No obstante, no dudó en buscarlo y compartir con él la situación.
   Esta característica es una de las marcas que distingue al verdadero amigo. Hemos sido llamados no solamente a disfrutar de la compañía y el cariño de la otra persona, sino también de velar por su bienestar. Cuando vemos que corre peligro, por el motivo que fuera, tenemos la responsabilidad, la obligación, diría, de acercarnos para hablar con el ser querido.
   Este paso es difícil por dos razones. En primer lugar, muchas veces vemos la situación de peligro pero creemos que la persona se dará cuenta por sí sola. Este peligro puede ser el desarrollo de una relación peligrosa con otra persona, el estar invirtiendo demasiado tiempo en alguna actividad, o mirar pornografia en Internet. Realmente no importa cual es la dificultad: el hecho es que la situación puede poner en peligro su propia vida espiritual y su relación con aquellos que más quiere. Lo que debemos recordar es que lo que resulta claro para nosotros rara vez lo es para la persona involucrada. Por esta razón Dios le ha dado hermanos y hermanas que estén dispuestos a hablar en el momento oportuno.
   La segunda razón por la que podemos dudar a la hora de hablar es el temor a las consecuencias. Quizás temamos la respuesta del otro. Quizás temamos perder la amistad. Quizás creamos que otros nos van a juzgar por entrometidos, o que nuestras percepciones son exageradas. El hecho es que ese temor nos lleva, muchas veces, a callar cuando es tiempo de hablar. El buen amigo, no obstante, sabe que el amor demanda que también velemos por el bienestar del otro. Cuando lo veamos peligrar, debemos actuar. El futuro d eotro puede depender de nuestra acción.
Para pensar:
Amigo es aquel que aparece cuando los demás desaparecen,  
     

sábado, 12 de julio de 2014

Devociones: "Conocer sus Caminos".

Las obras del Señor nos ofrecen valiosas pistas acerca de quién es él: 
Hebreos 3:9-10.

      En el verso 1 del capítulo 2 el autor nos ha advertido sobre el peligro de extraviarnos del camino. Ahora nos ilustra esta experiencia con el desafortunado ejemplo de la generación que transitó cuarenta años en el desierto.
    Durante esas cuatro décadas vieron las obras de Jehová, pero no arribaron al destino natural que proponía esa experiencia: conocer los caminos de Dios. Al contrario, empleando una cita de Salmos 95, el autor señala lo que el Señor afirma sobre Israel: "Siempre se descarria su corazón, y no han reconocido mis caminos" Hebreos 2:10.
   Quisiera que concentremos la mirada en esta frase "no han reconocido mis caminos" Durante cuarenta años el Señor obró en medio del pueblo. El propósito de estas obras era que ellos pudieran descubrir el corazón del Dios, pues nada revela con tanta nitidez lo que somos como nuestras acciones. Por esto, cuando Dios desea evaluar una vida, sondea el corazón y examina los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras (Jeremías 17:10). Del mismo modo Jesús se atrevió a declarar a sus discípulos, frente a las interminables objeciones de los fariseos: "Por sus frutos los conocerán".
    Cuando el Señor declaró que aquella generación no conoció sus caminos no se refería a una ruta geografíca, sino a un estilo de vida. Es decir, no afirma que los israelitas no supieron darle a sus obras la lectura correcta. No lograron descifrar lo que cada una de esas obras reveladas acerca del corazón misericordioso, tierno y compasivo del Dios que los había sacado de Egípto. Cuando los probó en Meriba su desconocimiento del corazón de Dios los condujo, indefectiblemente, hacia el reproche y la recriminación.
     Si intentamos entender a Dios por la forma en que procede, quedaremos perplejos. Cuando Zacarías por ejemplo, dudo de que su esposa quedaría embarazada, el Señor lo disciplinó dejándolo en silencio por un periodo que duró al menos un año. Cuando María le formuló la misma pregunta al ángel, recibió una paciente explicación. Dos casos idénticos con deselaces completamente diferentes. Los caminos del Señor no son los nuestros.
   Las obras del Señor, en cambio, son la ventana de la cual podemos llegar a saber quien es él. Este es el conocimiento que nos salva en tiempos de angustia.
    Es por esto que el autor de Proverbios se atreve a declarar: "El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo". El nombre, en la cultura hebreos, representa la esencia de la identidad de una persona. En tiempos de crisis, los santos enumeran, confiados, los atributos que distinguen a Dios de todos los dioses sobre sobre la tierra. Con este ejercito colman la fe y alejan todo temor y duda que quiera arrebatarles la paz.    

Devociones: "Condición Fundamental".

Debemos apresurarnos a llevar toda ofensa al Señor, antes de que su veneno comience a actuar en nosotros. Mateo 6:1-18.

    Hemos estado examinando las enseñanzas de Cristo sobre el tema de la oración. Miramos, en forma muy breve, la oración conocida como el Padre nuestro. Ni bien terminó está oración Jesús añadió una declaración: "por tanto, si perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". Estas palabras contienen una solemne advertencia para todos los que deseamos caminar en la luz.
   En otro momento de su ministerio Cristo contaría la historia de dos hombres con deuda. A uno de ellos se le perdonaría la suma total de su deuda, una cifra millonaría que no podría haber pagado ni siquiera con diez vidas de trabajo. Mas este hombre, saliendo de la presencia del que lo había perdonado, se encontró con un consiervo y no quiso perdonarle una deuda insignificante.
   En la historia el rey, que es figura de Dios, llamó enfurecido al primer hombre y , con una dura reprensión, lo envió a la cárcel. Para los que no habían entendido la moraleja de la historia Jesús declaró: "Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas" (Mateo 18:35). Es a este mismo principio que Jesús alude en la enseñanza que estamos examinando hoy. Para los que son parte del reino y han gustado de la incomparable misericordia de Dios, tan generosa que no pueda ser explicada ni entendida, es inadmisible que no extiendan aunque sea una pequeña muestra de esa compasión a los que les ofenden. Las ofensas de otros hacia nuestra persona son tan insignificantes como fue la cifra del segundo deudor en comparación con el primero. En ningún lugar de las Escrituras se enseña que el perdón al prójimo es una condición para recibir el
perdón de Dios. Mas vivir extendiendo el perdón si es una condición absolutamente fundamental para que el hijo de Dios siga experimentando a diario el perdón. Nada seca tan rápido el fluir d ela gracia como un corazón lleno de amargura por las cosas que nos han hecho.
    Es por esta razón que debemos apresurarnos a llevar toda ofensa al Señor, antes de que su veneno comience a actuar en nosotros. Cuando hemos sido heridos, defraudados o agredidos, se toma urgente llevar nuestro dolor a nuestro Pastor, para que él restaure la paz y el gozo de ser partes de su familia. La demora en hacerlo alimenta un torbellino de ideas que se vuelcan en indignados comentarios que enredan a otros en nuestra amargura. No en vano el apóstol Pablo exhortaba "no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo" (Efesios 4:26-27). Bien sabía que los asuntos no tratados por el Espíritu de Dios rápidamente se convierte en alimento para el enemigo de nuestras almas.
    "Señor, no nos dejes en paz cuando no  hemos perdonado a otros. No permitas que nuestro corazón se endurezca. Envía a nuestras vidas una tristeza santa que nos conduzca a tu presencia, para que traigas a luz los asuntos pendientes en nuestro corazón. Enséñanos a ser generosos en el perdón. Amén.

viernes, 11 de julio de 2014

DXevociones: "Capacitación Idónea".

La experiencia de convivir con los hombres es una pieza fundamental en la preparación de Jesús como sacerdote: Hebreos 7:28.

    El autor ya ha señalado las limitaciones que poseen los sumos sacerdotes escogidos de entre los hombres. Resume su argumento declarando que son débiles. La palabra indica un estado generalizado de fragilidad que acompaña la existencia del ser humano. Aún cuando exista en el sumo sacerdote un corazón entregado a Dios, debe cargar con la debilidad inherente a su especie, una debilidad que afecta también su servicio. Es débil moralmente, espíritualmente, físicamente, emocionalmente y aún en lo mental. Está limitado por la imposición del tiempo y el espacio que impone la vida en el planeta Tierra.
    El Hijo, que ha sido designado Sumo Sacerdote por un juramento del Padre, "fue hecho perfecto para siempre a través del sufrimiento". Sí mantenemos en mente el concepto de perfección que venimos desarrollando en este espacio de reflexiones, entenderemos que esto no se refiere a una purificación del pecado. Jesús, como bien ha señalado el autor de Hebreos, fue hecho igual al hombre en todo, salvo en su condición de pecador. Se refiere, más bien, a un proceso de capacitación para arribar al punto de poder ejercer con excelencia la tarea que se le ha encontrado.
   A los extraordinarios atributos mencionados en el devocional de ayer era necesario sumarle la experiencia de vivir como hombre, entre los hombres. Esta convivencia no solamente le permite a Jesús lograr un íntimo conocimiento de los desafíos, las tentaciones, las luchas y las debilidades que afectan al ser humano, a quienes representa como Sumo Sacerdote. También le permite transitar, en carne propia, el camino de la obediencia absoluta, luchando ferozmente contra la tentación de moverse conforme a su propia voluntad.
   Debe pagar un alto precio por obedecer al Padre. Es objeto de burlas, incomprensiones, insultos, desprecios, abandonos, traiciones y toda clase de penurias físicas. No obstante, se mantiene fiel a su compromiso, aún cuando este lo conduce a la muerte en la cruz. De este modo, entonces. Jesús no solamente puede interceder por los que están completamente perdidos, porque ha convivido con ellos y conoce la vanidad de los esfuerzos humanos por construir uan vida con significado. También puede luchar a favor de los que han respondido a la invitación de caminar con él, proveyéndoles toda la asistencia que requieran por el camino, porque también posee íntimo conocimiento de la oposición a la que debe enfrentarse toda persona que desea hacer la voluntad del Padre.
    Estos dos ingredientes, junto a su testimonio intachable, lo convierten en la figura idónea para representar nuestros intereses ante el trono de gracia. Podemos acercarnos con toda confianza a él, sabiendo que entiende nuestras luchas, tristezas, angustias y frustraciones y , frustraciones y , por haberlas experimentado en carne propia. posee un corazón tierno, compasivo, lleno de misericordia, ansioso de hacer todo lo posible para ayudarnos a salir adelante. No se cansa de trabajar a nuestro favor. No desiste de su cometido. Se ha propuesto completar la obra que comenzó en nosotros, y no descansará hasta lograrlo.

Devociones: "Capacitación".

El sufrimiento provee el mejor entorno para aprender obediencia: 
Hebreos 5:8-9.

    Me gusta la forma en que la Nueva Traducción Viviente presenta este texto: "Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió. De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen".
    La frase "Jesús aprendió obediencia" nos descoloca. Creemos que, por ser Hijo de Dios, estaba exento de este proceso. Somos nosotros, los que hemos sido afectados por el pecado, quienes necesitamos de esta escuela. El mismo autor de Hebreos, sin embargo, nos aclaró que Jesús, aunque parecido en todas las cosas a nosotros, estaba sin pecado(Hebreos 4:15).
   La obediencia está íntimamente ligada a uno de los regalos más preciosos que hemos recibido del Creador: la libertad. Ser libres implica que gozamos del privilegio de elegir, y este privilegio es el mismo para pecadores  y no pecadores. No estamos obligados  a transitar ningún camino que no hayamos previamente escogido. Esto no elimina, de ninguna manera, las consecuencias que puedan tener nuestras elecciones. Es uno de los contratiempos que impulsan el uso responsable de la libertad.
    Y esta es, precisamente, una de las principales metas en la capacitación d eun siervo útil en las manos de Dios. Debe aprender a emplear con responsabilidad la libertad que ha recibido. Jesús, por lo tanto, no escapó de la capacitación que Dios ha reservado para todos aquellos que ha escogido incluir en sus proyectos.
     La forma más eficaz de llevar adelante esta capacitación es exponer al siervo a situaciones de sufrimiento. La obediencia no se aprende en un aula, o leyendo un libro acerca del tema. Se asimila en el contexto de las decisiones complejas que son parte de nuestra existencia terrenal. Y las oportunidades para el aprendizaje se multiplican cuando las decisiones a las que nos enfrentamos tienen mayor peso en el rumbo de nuestra vida. No está en juego lo mismo cuando elijo qué canal de televisión voy a mirar, que cuando decido si voy a operarme o no de un cáncer maligno. Cuántas más intensa y agónica sea la decisión, mayor será la oportunidad de aprender obediencia. Es por esto que no encontramos un sólo siervo de Dios que haya sido librado de la necesidad de transitar, al menos por un tiempo, por el camino del desierto, donde se purifican las tentaciones del corazón.
   La perfección que produce este refinamiento no tiene que ver con ser libre del pecado. Se refiere, más bien, a alcanzar el estado óptimo para cumplir el llamado que uno ah recibido. Por medio del sufrimiento. Jesús se convirtió en el Sumo Sacerdote que el Padre necesitaba. Aunque descargó sobre su vida nuestros pecados, él no dijo ni una sola palabra. Avanzó hacia la cruz en obediencia absoluta, su mansedumbre es la marca de un hombre refinado en la escuela de Dios.
 

jueves, 10 de julio de 2014

Devociones: "Bendita Insistencia".

A la hora de comunicarse con su pueblo el Señor no escatima esfuerzos.
Hebreos 1:1.

     Cuánta perseverancia encierra la frase  "muchas veces" No se refiere tan solo al compromiso del Señor con su pueblo, sino también a los individuos que ha levantado para dirigir a sus elegidos. Podemos escoger a cualquier figura y observar cómo, con amorosa compasión, el Señor se acerca una y otra vez, a lo largo de su peregrinaje, para hablarle palabras de vida. Por medio de estas visitaciones periódicas volvió a impartir aliento y visión a corazones que habían caído presos del desconcierto y del terror.
   En muchas situaciones observaremos que las palabras que habló no fueron más que la reiteración del mismo mensaje que había pronunciado al inicio de ese compañerismo compartido. Con Abraham por ejemplo, el Señor repitió en al menos cinco ocasiones su intención de convertir su descendencia en una nación más numerosa que la arena del mar (Génesis 12 al 18).
    Esta constancia divina nos salva de nuestra tendencia a olvidar lo que hemos oído. Dios sabe que nuestra memoria espíritual, tan frágil y asustadiza, requiere frecuentes recordatorios de que él es confiable y fiel. Tal o ilustra el peregrinaje del pueblo por el desierto, cada contratiempo y dificultad tiende a sembrar la duda sobre la confiabilidad de la Palabra recibida. El espíritu de regocijo y celebración que acompañó la recepción del mensaje da lugar al amargo murmullo del  descontento, los airados reclamos y reproches contra el líder.
   A pesar de que esta reacción se repite con una deprimente monotonía a lo largo de las Escrituras, descubrimos, con alivio, que nunca se instala en el corazón de Aquel que ha escogido compartir con nosotros su mensaje. Vuelve a hablar una y otra vez. Los siglos pasan y los mensajeros cambian, pero Dios nunca desiste de su insistente intención d ecompartir con nosotros los deseos más profundos de su corazón.
    Frente a tantas perseverancia podemos  relajarnos a la hora de "buscar la voluntad" de Dios para nuestra vida. No nos encontramos, aquí, frente a un dios caprichoso que se empecina en volver difícil el camino de conocerlo. Tampoco el esfuerzo debe ser el motor que mueva nuestra comunión con él. El Señor ha dado hartas pruebas de que él anhela, mucho más que nosotros, la intimidad. Nuestra relación con él requiere más quietud que movimiento, más silencio que palabras, más confianza que esmero.
   Si nos animamos a tomarnos de su mano, pronto comenzaremos a escuchar los mensajes que hace tiempo viene pronunciando. Nuestras muchas distracciones no nos habían permitido, hasta este momento, percibir que nos hablaba.
Gracias Padre que no te das por vencido. 
   

miércoles, 9 de julio de 2014

Devociones: "Autoridad".

Dios me anima a llegar a ser un creyente de firme confianza en él, y a crecer tan sólido en la disciplina, que el me podrá confiar funciones d eresponsabilidad en su gran plan eterno. Isaías 45:11.

       En el tercer nivel de fe, después de la fe débil y la fe confirmada es la fe que de autoridad. Ese nivel de fe, fuertemente relacionada a la oración intercesora, es la fe por medio de la cuál Dios se pone a nuestra disposición, por decirlo así.
    En las palabras Rees  Howells, fundador del Colegio Bíblico de Gales, es la clase de fe que entiende cuando el objetivo está "asegurado" y ya no se necesita ofrecer más oración. Al ganar esa posición. Dios nos da una especie de carta blanca en la que podemos pedirle cualquier cosa que deseamos dentro del área de nuestra victoria.
   Ejemplo de ese tipo de fe es Moisés cuando intercedió por Israel 
(Éxodo 32:7-14). Debido al pecado de Israel de hacer un becerro de oro para adorarlo. Dios determinó destruir al pueblo y formar una nueva nación utilizando solamente a Moisés. Pero Moisés oró angustiosamente por su pueblo y alcanzó el lugar en donde Dios, en un sentido, se puso a su disposición. Entonces Moisés, utilizando su nueva autoridad, le pidió a Dios que restaurara a Israel en su favor y gracia, lo que Dios hizo por causa de Moisés.
    Los ejemplos abundan: la autoridad de Pedro para con los gentiles, la autoridad de los discípulos sobre los demonios, la autoridad de Pablo para con los gobernantes y la autoridad de Elías sobre sus enemigos. Sólo hombres de confianza reciben tal autoridad, y está en dada sólo en un área especifica. Tales personas son los dedos y manos de Dios, extendidos en la tierra.
    Encontramos en la base de la escalera de la fe las palabras "sube lo más alto que puedas". Dios me anima a llegar a ser un creyente de firme confianza en él, y a crecer tan sólido en la disciplina, que él me podrá confiar funciones de responsabilidad en su gran plan eterno. Ojalá que cuando lance una mirada a su ejército para encontrar gente responsable, me encuentre a mí como a Abraham  "fortalecido en su fe, dando gloria a Dios" (Romanos 4:20).