domingo, 31 de agosto de 2014

Devociones: "Ministerio sobre ministerio".

El ministerio no es algo que nosotros hacemos, sino algo que Dios hace por medio de nosotros: Lucas 8:40-56.

       Jesús respondió  ala petición que Jairo, según el Evangelio de Marcos, le había dicho: "Mi hija está agonizando; ven y pos las manos sobre ella para que sea salva, y viva". Seguramente motivado por  los abundantes testimonios de las extraordinarias manifestaciones que acompañaban a la persona de Cristo este oficial de la sinagoga no dudaba que también podía salvarle la vida a su hija.
     La Palabra no nos dice de qué modo respondió Jesús, pero vemos que comenzó a dirigirse hacia la casa de ese hombre. "Y mientras iba, la multitud lo oprimía". Por favor deténgase por un momento en esa frase: "Y mientras iba, la multitud lo oprimía". Describe lo que era un experiencia cotidiana en la vida del Mesías.
     imagíneselo que debe haber sido el avance de esta ola humana; apretujones, bullicio, súplicas, empujones, polvareda, calor toda esta actividad sería de la experiencia de estar rodeado por una multitud de curiosos y necesitados. Si alguna vez has estado apretado en medio de una multitud sabrás lo fácil que es caer presa del pánico. En la medida que aumenta la sensación d eahogo y encierro caemos en la desesperación. Es difícil en estas condiciones prestar mucha atención a lo que está pasando a nuestro alrededor. No obstante, esta es una de las maravillosas características de Jesús, que no perdía la capacidad de estar atento al individuo.
    En medio de esta masa de personas, "una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. Al instante se detuvo el flujo de su sangre" En este incidente tenemos, quizás, la más asombrosa revelación de lo que encierra el ministerio. Creemos, quizás llevados por nuestra propia vanidad, que el ministerio es algo que nosotros manejamos, que requiere de nuestra participación. Tendemos  a atribuirle una exagerada importancia  anuestra persona en el acto ministerial. Mas en este incidente vemos que la mujer se acercó por detrás, sin que Jesús supiera lo que iba hacer. Tocó el borde de su manto, y fue sanada. Hasta este instante el Hijo de Dios no tuvo participación alguna en el incidente, salvo que el poder sanador salió de él.
 Me atrevo a creer, entonces, que, en su expresión más pura, el ministerio no es algo que nosotros hacemos, sino algo que Dios hace por medio de nosotros. No es algo que nosotros controlamos, sino algo que está en manos del Altísimo y que, en ocasiones, somos instrumentos para que el hecho ocurra sin que nosotros tengamos conciencia de ello. Al igual que el rostro de Moisés, que brillaba sin que él lo supiera, el Padre no tiene por qué informarnos de lo que está está haciendo. Solamente le hace falta una vida y comprometida a través de la cual fluir, En su bondad, permite que a veces seamos participes de lo que está haciendo, pero él es siempre el protagonista principal.   
      

Devociones: "Más allá de los eventos".

Podemos afirmar es que el Señor siempre ha provisto a su pueblo de personas sabias y entendidas  en los asuntos del reino, que pueden formar y edificar a otros en una experiencia espiritual más sólida: Lucas 2:8-21.

        El relato de los pastores acerca de todo lo que habían vivido en el campo dejó maravilladas a las personas que lo escucharon. Cuando concluyeron su visita al establo "se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se le había dicho" (lucas 2:20).
     Como hemos señalado, los pastores ya no eran las mismas personas que habían sido cuando comenzó la noche. El mover de Dios entre los hombres no contempla la posibilidad de que algunos se ubiquen en el plano de espectadores, pues siempre obliga a una respuesta, aun cuando esta pueda darse en forma de un categórico rechazo a su propuesta. Quizás esta sea la razón por la que muchos de los programas en nuestras Iglesias no afectan la vida de los que participan en ellos. Muchas de nuestras reuniones están más orientadas a agradar a su auditorio que a invitarlo a una experiencia profunda y renovadora con el Señor.
     Los pastores, sin que nadie les hubiera dicho que esta era la respuesta apropiada, volvieron glorificando y alabando al Señor. Es decir, dieron rienda suelta a los impulsos naturales que produce el abrirse a la vida espíritual, algo que guardan en común todas las vidas que fueron tocadas por el Señor en los evangelios.
     Lucas añade un pequeño comentario a la escena de euforia que vivian los pastores. "Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón" (Lucas 2:19).
    La respuesta de la madre del Señor es reveladora porque nos indica que algunos, en el pueblo de Dios, recorrerán un camino aún más profundo que el de los pastores. Este camino resulta no solamente de responder a los estímulos inmediatos de la vida, sino de buscar la forma de dilucidar las verdades espírituales a las que apuntan las manifestaciones más visibles del Señor. Es en este segundo nivel que una persona puede percibir los principios universales que se aplican a una diversidad de situaciones y que pueden servir para edificar la vida de otros, o producir en nosotros un crecimiento más sostenidso.
     El recorrido de María no todos podrán realizarlo, ni tampoco todos han sido llamados a él. Lo que sí podemos afirmar es que el Señor siempre ha provisto a su pueblo de personas sabias y entendidas en los asuntos del reino, que pueden formar y edificar a otros en una experiencia espíritual más sólida.
      Parta quienes hemos sido llamados a esta función dentro del Cuerpo, separar tiempos para reflexionar y meditar sobre el significado de una diversidad de experiencias es una disciplina importante. De este ejercicio podremos destilar los tesoros que serán útiles en el trabajo de acompañar  a otros en su vida espíritual. Observe, en los evangelios, con cuánta frecuencia llevaba Cristo a los discípulos a meditar sobre el significado de los eventos que sucedían en la vida de ellos. este hábito enriquecerá mucho nuestras vidas y ministerios, pero demanda de nosotros cultivar el deseo de profundizar en los asuntos de Dios. 

sábado, 30 de agosto de 2014

Devociones: "Malas elecciones".

La persona sabía escuchará con cuidado lo que los mayores tienen que decir: seguramente su perspectiva enriquecerá la nuestra: 1 Reyes 12:6-12.

      Una persona que asume una nueva responsabilidad en un puesto que nunca antes ha ocupado hace bien en buscar quien lo oriente. Esto es prácticamente el único paso acertado que tomó Roboam cuando falleció su padre Salomón. Antes de tomar la decisión sobre qué camino recorrer buscó el consejo de los que estaban cerca, Los ancianos, que conocían los excesos de Salomón, recomendaban un camino de mayor compasión y bondad. Los jóvenes, quizás inflados por el mero hecho de haber sido consultados, recomendaron "mano dura". La diferencia entre las dos posturas ilustra bien la diferencia que ilustra que distancia a una generación de otra. Los jóvenes, que están en la etapa de los sueños y el idealismo propio de los inocentes, frecuentemente creen poder descubrir un camino que nadie que a recorrido. Desprecian la experiencia de otros porque creen que su propuesta, tal como ellos la presentan, nunca ha sido intentada. Ellos creen aun en los imposibles, un mundo de paz, una tierra sin contaminación y una sociedad gobernada por el amor. Sus propuestas todas padecen del mismo mal: no han sido probadas en el crisol de la vida y por lo tanto no pasan de ser simples sueños.
      Por otro lado están los ancianos, los que han transitado una buena porción del camino que le toca recorrer a cada ser humano. La vida los ha golpeado. Han sufrido con una interminable sucesión de contratiempos, obstáculos, infortunios e injusticias. Se han visto obligados a aceptar que la vida no resultó tan sencilla ni tan maleable como esperaban. Han estado expuestos a suficiente cantidad de situaciones como para opinar con cierto grado de inteligencia, sin ser expertos ni haber estudiado con cuidado las particularidades de cada caso.
      En el pasaje d ehoy, los ancianos recomendaban un camino que no tenía nada de revolucionario ni extraordinario. Era el camino de la mansedumbre, la consideración y la sencillez. El camino de los jóvenes parecía mucho más atrevido, uno que garantizaba  acorto plazo resultados mucho más impresionantes. desafortunadamente. Roboam escogió este segundo camino. El resultado fue que dañó irreparablemente las relaciones con las tribus del norte. El descontento eventualmente produciría una división en la nación de Israel.
     Vivimos en una época donde la persona de trayectoria es tratada cada día con mayor desprecio. Los mayores y los ancianos son contemplados con lástima, más que con respeto. Su opinión es considerada "pasada de moda". La Palabra, no obstante, nos anima a atesorar el camino recorrido por los mayores, a ofrecerles el respeto que merecen por haber transitado mayor distancia que vosotros en la vida. Esto no quiere decir que estamos obligados  a hacer lo que ellos recomiendan. Pero la persona sabía escuchará con cuidado lo que tienen que decir: seguramente su perspectiva enriquecerá la nuestra y , en ocasiones, nos salvará de cometer errores innecesarios.
Para pensar:
-¿Qué lugar ocupan los mayores en la congregació?
-¿Qué clase d ediálogo existe con ellos?
-¿De qué manera se les honra?. 
    

Devociones: "Maravillosa creatividad".

El mensaje de Dios puede llegar a su pueblo por los más sorprendentes e inesperados caminos: Hebreos 11:1.

      El autor de Hebreos señala que el Señor empleó "diversas maneras" para dar a conocer su Palabra. La frase revela que vistió su insistencia en darse a conocer con una maravillosa creatividad que le permitió llegar a sus mensajeros por medio de muchos caminos diferentes. En ocasiones, como en el caso del joven Samuel, habló por medios de sueños. otras veces, tal como ocurrió con Ezequiel, se mostró por medio de visiones. Con Moisés decidió utilizar la zarza que ardía sin consumirse. En una ocasión, para comunicar su mensaje a Jeremías, lo envió a observar el paciente trabajo de un alfarero. Al rey Belsasar le habló por medio de un dedo que escribía en las paredes del palacio. En la vida del obruso Balaam se vio obligado a servirse de un burro. Frente al desánimo de Elías descartó la violencia del viento y el terremoto, y escogió un sílvo apacible.
     En la multitud de caminos recorridos observamos la inagotable creatividad de Dios, que selecciona siempre el vehículo más pertinente para transmitir su mensaje. No hallamos indicios de que prefiera un método por encima de otro, lo que vuelve aún más explicable la dependencia casi exclusiva que hemos desarrollado hoy en el sermón como único medio d ecomunicación.
     El relato de la historia de las iniciativas de Dios tampoco indica que él decidió hablarle a líderes que poseían solamente ciertas cualidades. Lejos de la afición que demostraron nosotros por contribuir el prototipo "ideal" de líder, el Señor nos desconcierta cuando intentamos encontrar el elemento común entre la multitud de sus mensajeros. Muchos de ellos no se ajustan a la imagen de líder que solemos enseñar. Fiel al principio enunciado por el apóstol Pablo, "Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabíos. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos" 
(1 Corintios 1:27).
     Dentro de esta asombrosa variedad de mensajeros nos encontramos con la paciente confianza de Abraham, el impetuoso carácter de Moisés, la sencilla convicción de Rahab, la valiente mansedumbre de David, el lamento desanimado de Jeremías, y hasta el abierto desprecio de Jonás. Las limitaciones del mensajero no constituyen un obstáculo para el mensaje. Más bien nos llenan de asombro al comprobar que convierte a tan frágiles instrumentos en socios de sus más osados emprendimientos.
     Este cuadro animarnos a creer que no existen impedimentos para que Dios se comunique con nosotros. Avanzar hacia la madurez implica abrirse, una y otra vez, a las sorprendentes manifestaciones del Señor. Es dejarlo a él en libertad para que escoja los instrumentos, los tiempos y los caminos que mejor se adecuan a sus propósitos. Implica no cerrarse a nada, aun cuando en nuestra experiencia o tradición nunca lo hayamos observado actuar de esa manera. 

Devocioones: "Lo valioso del dominio propio".

Todo líder debe tener dominio propio para saber tomar las medidas necesarias: 
Proverbios 25: 28.

          La defensa de una ciudad no era un asunto que simplemente le agregaba una cuota adicional de seguridad a sus habitantes. En los tiempos del rey Salomón, era una cuestión de vida o muerte pues, según la práctica de la época, las batallas  y guerras entre los pueblos frecuentemente incluían el subyugar a las poblaciones mediante el saqueo de sus ciudades. En las ciudades se encontraban los centros de administración, comercio y distribución de alimentos. Los pobladores sabían también que podían encontrar en las ciudades el socorro y protección que necesitaban frente a avances de un amigo. Típicamente una ciudad estaba rodeada de un muro. Los muros muchas veces tenían hasta siete metros de ancho y diez metros de altura. En la base del muro, se colocaban terraplenes inclinados, rellenos con pedregullo para dificultar los intentos de escalarlos. El terraplén, en algunos casos, terminaba en una fosa que imposibilitaba el cruce de los ejércitos que buscaban acercarse hasta los muros. Las ciudades tenían pocas entradas y estaban construidas con elaborados diseños que impedian el paso de grandes cantidades de personas a la misma vez. Sobre los muros existían aberturas desde la cuál el ejército defensor podía herír a los atacantes con flechas y otros mísiles. A la misma vez, los muros contenían torres donde se concentraban mayor cantidad de soldados para la defensa de puntos estratégicos. Algunos historiadores afirman que una ciudad construida de esta manera podía, en ocasiones, resistirse durante años a un estado de sitio. ¿Cuál era el propósito de esta defensa? Evitar que el ejército atacante entrara en la ciudad y arrasara con todo lo que encontrara en el camino. Una vez tomada una ciudad, sus edificios eran destruidos, sus habitantes eran tomados prisioneros y sus pertenencias pasaban a ser parte del botín de guerra del ejército conquistador. Como ciudad dejaba de tener utilidad alguna. Así, dice el autor de proverbios, es el hombre que carece de dominio propio. Piense en la persona que no sabe callarse. Vive rodeado de pleitos y controversias, y se enreda en todo tipo de dificultades, porque no sabe guardar silencio en el momento oportuno. Piense en la persona que no sabe  decirle que no a los pedidos que otros le hacen. Pierde control de su propia vida y se pasa el tiempo tratando de satisfacer las demandas de todos los que se le cruzan por el camino. Piense en la persona que no sabe disciplinarse en la comida. Pierde su buen estado de saluz a adquirir un peso en  desproporción a su estatura, adquiriendo todas las complicaciones propias del obeso. Piense en la persona que no puede resistirse a las seductoras invitaciones del pecado. Pierde su santidad y se hunde en todo tipo de práctica que debilitan profundamente su vida espiritual.
Para pensar:
Tener dominio propio es saber tomar medidas necesarias para cuidar y proteger los recursos que hemos recibido del Señor. Es poseer la disciplina para resistirse a los impulsos naturales de la carne. Es una decisión que, en el momento parece innecesaria, pero que produce un fruto precioso en el futuro. Todo líder debe ser ejercitado en el dominio propio. 

Devociones: "Los ojos fijos en Cristo".

Las batallas más importantes de la vida se deciden en lo secreto del corazón.
Hebreos 12:2.

        Una de las características que distinguió a los héroes de la fe es que poseían la capacidad de ver lo que aún no existía. De hecho, el autor señaló esta realidad mientras recorriamos el museo de la fe: "Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo" (Hebreos 11:13). Transitaron por la vida con la vista puesta en algo que poco veían, pero que ellos no solamente veían con nitidez, sino que también les proveía de una intensa motivación para seguir adelante.
     La visión del momento en que se cruza la meta es uno d elos más fuertes estímulos que posee el atleta. Durante gran parte de la carrera, que tiene 
42 Km. de extensión, ni siquiera puede ver la linea de llegada. No obstante, toda persona que ha participado de semejante competencia conoce la forma en que la mente visualiza, una y otra vez, ese momento de intensa emoción y satisfación personal que solamente se experimenta al cruzar la linea de llegada. Anticiparse a esa experiencia- solamente de antemano- es, la única herramienta que posee el corredor para no abandonar la competencia.
     Del mismo modo, el discípulo que ha emprendido un camino en respuesta al llamado de su Señor, requiere de algún estímulo para seguir adelante. El autor de Hebreos sugiere que este estímulo lo recibimos al mantener los ojos firmemente puestos en la persona de Jesús. La experiencia d ePedro, cuando caminó sobre las aguas, nos recuerda cuán vital resulta este ejercicio. Ni bien dejamos de mirar al Señor, las dificultades y tormentas que nos rodean nos llenan de temor y comenzamos a hundirnos.
     La más excelente ilustración de esta disciplina la provee el mismo Jesús. Su momento de máxima crisis fue la de Getsemaní. Allí confesó a sus discípulos su fuerte deseo de abandonar la carrera: "Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte....." (Mateo 26:38). Apeló al cariño que tenían para que lo acompañaran en tal difícil momento. Él, por su parte, se apartó y se concentró en la intensa batalla que se había apoderado de su corazón, una batalla entre el deseo de hacer al voluntad del Padre y el deseo de hacer la voluntad propia. Finalmente, logró lo que hacía falta para seguir en carrera: quitó los ojos de la cruz y de la inminente agonía d ela muerte, para fijarla en algo que lo inspiraba plenamente. Esto era el gozo del reencuentro con su Padre celestial.
     La disciplina de volver a fijar los ojos en Jesús en los momentos más duros de la vida en la que nos permitirá seguir avanzando con confianza. Requiere de disciplina precisamente porque, en esos momentos, la tentación de abandonar es intensa. Bienaventurados son los que deciden perseverar     

jueves, 28 de agosto de 2014

Devociones: "Limitantes".

Sabiendo que Dios no tiene limitaciones para intervenir como él quiera, debemos armarnos de un espíritu abierto: 2 Reyes 5:19-13.

       No debe escapar de nuestra observación la forma en que Naaman fue recibido por Eliseo. Era un hombre acostumbrado a que otros le rindieran pleitesía, pues ocupaba un importante puesto en la corte del rey a quien servía. No ha de sorprendernos que él considerara una persona más importante de lo que realmente era. En esto no se diferencia mucho de nosotros, pues fácilmente somos intoxicados con nuestro propio sentido d eimportancia.
     Cuando llegó a la casa de Elíseo, el gran profeta ni siquiera salió a recibirlo en persona. Simplemente envió a su criado con un mensaje para el gran guerrero. Sin duda, parte del trato de Dios para aquellos con los que desea entablar una relación incluye hacerlos caminar en humildad. Aunque Naamán debió sentirse insultado por semejante humillación, el obstáculo más grande para su sanidad no se encontraba en esta afrenta contra su dignidad. Él mismo delata la razón por la cual se siente tan airado: "Yo pensaba que el profeta?" Es decir, Naamán se había formado una idea de como sería la intervención de Dios en su vida. Al igual que muchos de nosotros, una vez que tenía elaborado su concepto de cómo actuaría el Señor era incapaz de concebir que lo hiciera de otra forma. Cuando creemos que podemos anticiparnos a los movimientos de Dios automáticamente descartamos otras manifestaciones; quedamos atrapados por nuestras propias expectativas. El Señor, no obstante, es tan creativo e impredecible que jamás podremos anticiparnos a la manera en que moverá. Al saber que su capacidad para intervenir es tan limitada como los cielos mismos, es mejor que nos armemos de un espíritu abierto, dispuesto a ser sorprendidos por las más extraordianrias y rebuscadas expresiones.
    En segundo lugar, Naamán halló que la propuesta del profeta era ridícula. Si de bañarse en ríos se trataba el asunto, en su propio país había ríos de sobra y mejores que los del territorio de Israel. Si hubiera sabido que le iban a proponer un plan tan absurdo, bien se podría haber evitado tan largo viaje. Pero precisamente es en este punto donde tropiezan las personas con las mentes más privilegiadas: creen que los planes de Dios tienen que poseer la misma lógica e inteligencia que los planes de los hombres. Al medirlos con esta vara, sin embargo, las propuestas del Señor, son francamente incoherentes, como atestigua una y otra vez la historia del pueblo de Dios. Quien pretende caminar con él dsebe estar dispuesto a hacer el ridículo.
Para pensar:
    "Dios conoce el camino que tú tomas. Tú no conoces el camino que él toma".
  

Devociones: "Llamó a los que Él quiso".

Poseer la convicción de que estamos trabajando con las personas que Dios quiere es una de las claves para perseverar en la obra: Marcos 3:13-15.

       Aquellas personas que deseaban asociarse a un maestro, en calidad de aprendices, buscaban a la figura que mejor podía servir sus intereses, Jesús, sin embargo, nunca trabajó con voluntarios. El reino está conformado solamente por aquellos que han sido llamados. A pesar de esto, no hemos abadonado la costumbre de ubicarnos en el centro del testimonio de nuestra conversión, testificando de cómo nosotros "encontramos a Jesús". Qué sano es recordar que él nos halló primero ¿Tiene algún valor para nosotros saber esto?. Creo que es un dato importante. No solamente revela la correcta dimensión de la vida espiritual, una dimensión en la que entendemos que toda iniciativa en nosotros siempre nace en el corazón del Padre. También nos da una clave acerca de la forma eficaz de encarar la tarea de formar nuevos obreros. Esta labor requiere un líder que primeramente identifique las personas idóneas para el proyecto en el que está involucrado. Tengo convicción de que estas personas están presentes en cada congregación, pues Dios, es su bondad, proveer para las necesidades de sus pastores. No obstante, una gran cantidad de líderes se pasan el tiempo lamentándose por al falta de colaboradores a su alrededor. No debemos orar por colaboradores, sino por ojos con los cuales verlos.
     Este elemento es tan fundamental que, según el Evangelio de Lucas, Jesús pasó una noche en oración antes de llamar a los doce. Este período de intensa comunión con el Padre tenía un claro propósito, la de recibir instrucciones en cuanto a los pasos a seguir. En este sentido, es incorrecto decir que Jesús escogió a los doces. Más bien fue la persona encargada de comunicarles de decisión del Padre, pues el Padre ya había apuntado a los que iban  a ser apóstoles. Cristo claraménte provee confirmación de la soberanía de Dios en este proceso cuando ora, diciendo: "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los distes" (Juan 17:6).
      Poseer la convicción de que estamos trabajando con las personas que Dios quiere es una de las claves para perseverar en la obra que se nos ha encomendado. En muchas situaciones estos discípulos nos fallan. Veremos en sus vidas flaquezas y actitudes inmaduras que nos invitarán a desistir de la tarea que estamos realizando. En ocasiones nos invadirán las dudas acerca de sus  aptitudes para el ministerio. Lo único que nos sostendrá en estos momentos es la convicción de que Dios los ha apartado para esta experiencia de formación. Si él los ha escogido, podremos descansar en la certeza de que son las personas idóneas para el camino por delante.
   El texto contiene una de las pocas descripciones de la misión de Cristo. Léalo con detenimiento.
¿Cuáles son los elementos que componen esta misión? ¿Qué principios revela?.

Devociones: "¿Tiene sentido? ".

La preocupación delata una falta de fe en el amos de Dios: Mateo 6:19-34.

      Una vez revelada la verdadera naturaleza de los peligros presentes en la ambición por las riquezas. Jesús vuelve al tema central del Sermón del Monte, que se describe la realidad de los que son ciudadanos del reino del cielo. La frase "por tanto os digo" nos alerta al hecho que ahora va a pasar a las consecuencias que se desprenden  de saber que no es posible acumular tesoros en la tierra sin desviarse de la fe. Como lo ha hecho en otras oportunidades, Jesús echa mano de las más sencillas ilustraciones de la vida cotidiana para explicar una realidad (Mateo 6: 25-30).
     Piense por un momento en las aves del cielo ¿Alguna vez vio usted un pájaro sentado en un nido a la mañana, con el ciño fruncido, porque no sabía de donde iba a sacar comida para darle de comer a sus pichones? ¿Verdad que la imagen resulta un poco ridícula, no es así? ¿Qué es lo primero que hacen las aves a la mañana? Cantan Y luego salen a recoger el alimento que necesitan para ese día, porque saben que en algún lado estará el sustento. Del mismo modo ninguna  ave tiene en su nido una heladera en la cual guarda el alimento de la semana. Cada día retoman la misma rutina, amaneciendo con ruidosa celebración y luego saliendo a buscar la comida para ese día. Al hablar de las plantas Cristo estaba escogiendo algo aun más indefenso que las aves. Las aves al menos tienen alas con las cuales se mueven de un lado para otro; si no encuentran alimento en un lugar, pueden trasladarse a otra zona. Las plantas no poseen esta movilidad. Solamente pueden permanecer inmóviles en el lugar donde nacieron y echaron raíces. Sin embargo, Jesús señaló que aunque "no trabajan ni hilan les digo que ni siuquiera Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos".
     Con sus limitaciones, Jesús quería forzar en nosotros la siguiente pregunta: ¿qué sentido tiene vivir angustiado por las cosas que tienen que ver con el mundo material?.
    Esta actitud sería lógica si no tuviéramos quien se ocupara de nuestras necesidades y todo el peso de nuestra provisión recayera exclusivamente sobre nosotros mismos. En tal caso se podría entender que nos sintiéramos realmente agobiados por la responsabilidad que llevamos. Pero este no es nuestro caso. ¿Acaso no valemos más nosotros que los pájaros y las plantas? ¿No se esforzará aun más por nosotros nuestro Padre celestial? La respuesta es: Claro que sí Si ama y cuida con tanta diligencia a las aves y las plantas a nuestro alrededor, mucho más lo hará con nosotros.
  La primera conclusión, entonces, es que la preocupación delata una falta de fe en el amor de Dios. Así de sencillo. Dudamos de su rol como proveedor nuestro. Frente a esto, no se requiere de otro remedio que detenerse unos minutos para mirar las aves y las plantas a nuestro alrededor. El mensaje de parte de nuestro Padre celestial hacia nosotros será claro. Lea de nuevo el verso 27. En ella encontramos una segunda razón por la cual las preocupaciones son vanas ¿cuál es?.    

Devociones: "Transformado".

Nuestro ministerio no necesariamente se encuentra exclusivamente en temas "espirituales", sino que donde hay necesidad de ropa o alimento allí también podemos bendecir: Marcos 5:1-20.


    Luego de la increíble liberación de Gádara, el evangelio nos dice que "los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y la gente salió a ver qué era aquello que había sucedido Llegaron a Jesús y vieron al que había estado atormentado por el demonio el que había tenido la legión, sentado vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo".
      No se puede incursionar en el campo del enemigo sin ser observado. Jesús logró, en unos instantes, lo que ellos no habían podido lograr en años mediante el uso de cadenas y grillos. La gente que vio lo que sucedió huyeron, con la intención de correr la voz de lo que habían visto.
    De modo que el primer resultado de la intervención de Cristo en la vida de este hombre es que todos los pobladores se enteraron del acontecimiento. Esta es una respuesta normal y natural en la transformación de una vida. No somos seres aislados, sino que vivimos en medio de comunidades, donde nuestras vidas son observadas y conocidas por otros. Cuando se produce un cambio en nosotros, otros los observan.
    Esta realidad se le presenta a la Iglesia con su mejor oportunidad para tocar la vida de otros en una comunidad. No obstante, la Iglesia muchas veces a insistido en aislar rápidamente  ala persona para afianzarla en el camino que ha comenzado a transitar. Esta maniobra desperdicia las oportunidades que se crean, en una conversión, para tocar a otros, oportunidades que desaparecerán luego de un tiempo. Una vez que dejan  de existir, tendremos que echar mano de medios artificiales tales como campañas o reuniones especiales. Al igual que en la historia de la mujer Samaritana, sin embargo, este era el mejor momento para impactar profundamente a la población.
  ¿Cómo encontraron al hombre cuando volvieron? ¿Observó el tremendo contraste con su condición anterior? Antes, estaba desnudo; ahora, estaba vestido. Antes, corria de un lado para otro, cortándose con piedras; ahora, estaba sentado, en paz.
    Antes, daba grandes gritos; ahora, estaba en su sano juicio. Qué tremendo. El hombre había sido dramáticamente transformado. Quiero que tome nota de este cambio, porque esto también habla de la responsabilidad que tenemos frente a los que están en tinieblas. No hemos sido llamados a "salvar almas" como tan frecuentemente se escucha en el pueblo de Dios. Hemos sido llamados a la transformación completa y total del ser humano, tanto en el psíquico y emocional como también en lo físico.
     Espero no se le haya escapado un interesante detalle: el hombre ahora se encontraba vestido ¿Y de dónde sacó la ropa? Seguramente algunos de los discípulos, o Cristo mismo, le dieron de lo que tenían. Aquí también vemos que nuestro ministerio no necesariamente se concentra exclusivamente en temas "espirituales", sino que donde hay necesidad de ropa o alimento allí también podemos bendecir.
   

martes, 26 de agosto de 2014

Devociones: "Peticiones sin respuesta".

Los líderes debemos orar por asuntos que solo pueden venir por medio de la oración y trabajar por aquellos que solo pueden venir como resultado de nuestro compromiso: 2 Corintios 10:4-5.

        El otro día, en una reunión, escuchaba orar de la siguiente manera a una de las personas presentes "Señor, te pedimos que tu quites de nuestra mente todo pensamiento que te deshonra, y que nos limpies de todo orgullo que te ofende". Cuando la persona terminó de orar, vino a mi mente el versículo que hoy compartimos, y reflexioné acerca de las peticiones que a veces elevamos al Señor en nuestra oración.
    Según este pasaje, no es responsabilidad de Dios quitar los pensamientos que se levantan contra la obediencia a Cristo. El compromiso de Dios, por medio del Espíritu Santo, es traer a luz todo aquello que es pecado en nuestra vida (Juan 14:9). Una vez que lo ha revelado, sin embargo, es nuestra responsabilidad tomar cautivo esos pensamientos y sujetarlos a Cristo. Nuestra Padre celestial no los va a quitar de nuestra mente, porque él nos ha llamado a nosotros a que lo hagamos. En muchas ocasiones confundimos la verdadera naturaleza de nuestra vida espíritual y nos encontramos pidiendo que tenemos que hacer nosotros, e intentamos hacer nosotros cosas que deberíamos estar pidiendo al Padre. No tiene caso pedir que él nos de paz, por ejemplo, porque él ha dicho que la paz será nuestra cuando, mediante la oración y súplica, hacemos conocidos por Dios nuestras peticiones (Filipenses 4:6-7). De la misma manera, nuestra intentos por transformar nuestra vida no darán fruto porque es una obra que solamente puede realizar el Señor (Romanos 8:6-9). Nuestro desafío, como líderes cristianos, es entender las dinámicas de la vida espíritual de tal manera que nuestros esfuerzos estén dirigidos hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a hacer, y nuestras oraciones estén dirigidas hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a pedir. De esta manera podremos estar seguros de lo que lo que estamos haciendo recibirá la bendición de nuestro Padre  celestial, y evitaremos hacer inversiones que no producirán ningún fruto.
Para pensar:
Un Santo de la Iglesia, W. E. Sangster, resume lo que hoy hemos observado con esta frase: Muchas personas oran por causas que solamente pueden venir por medio del trabajo, y trabajan por cosas que solamente pueden venir por medio de la oración. Reflexione por un momento en su propia vida de oración; ¿dónde están centradas sus peticiones? ¿Qué cargas eleva frecuentemente al Señor? ¿Cuales de ellas requieren mayor esfuerzo de su parte? ¿Cuáles son cosas que solamente al Señor puede hacer?. 

Devociones: "Pruebas".

Parte del trato de Dios para nuestra formación es quebrarnos aun en aquellas facetas de la vida donde nos sentimos competentes: Marcos 4:35-41.

       Cristo había estado enseñando a las multitudes todo el día presentando, como hemos visto, las verdades del reino mediante parábolas. El relato del evangelio nos dice que "cuando llegó la noche, les dijo a los discípulos: "Pasemos al otro lado".
        Una vez despedida la multitud, se lo llebaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba los olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba" A pesar de la intensa actividad ministerial Jesús, no perdió de vista en ningún momento el sentido de dirección que tenía.
     Esto no debía a una estrategia elaborada previamente por el Hijo de Dios sino a una actitud de atención hacía las directivas que el Padre le daba, por medio del Espíritu. Jesús mismo aclaró a los discípulos que él no podía hacer nada por iniciativa propia (Juan 5:30) y había descendido del cielo exclusivamente para hacer la voluntad del Padre (Juan 6:38). Sin temor a equivocarnos, entonces, podemos afirmar que dio a los discípulos instrucciones de cruzar porque así se le había indicado a él. Esta observación tiene una importancia fundamental en este incidente, como hemos de ver la reflexión de mañana.
       Los discípulos, dice el Evangelio, tomaron a Jesús "tal como estaba". Aunque no tenemos los detalles puntuales de lo que significaba esto, hemos de entender que el Cristo no tuvo tiempo para lavarse, comer o tomarse un merecido descanso. De tal intensidad era el ritmo del ministerio que, en ocasiones, no podía atender sus propias necesidades. Este detalle es importante porque a veces creemos que el ritmo pausado del ministerio de Jesús se debe a que eran "otros tiempos" los que le tocaron vivir. El Señor, sin embargo, conoció de primera mano el ritmo desgastante y agotador de estar sirviendo a la gente todo el día. Es por esto que nos resulta tan provechoso, como líderes estudiar cuidadosamente los relatos de los evangelios, pues nos ofrecen valiosas pistas para descubrir los secretos que le permitieron ministrar exitosamente aun en medio de tanta presión.
       Durante el transcurso del viaje se desató una violenta tormenta, que amenazaba con hundir la embarcación y los discípulos sintieron un miedo intenso. Nos llama la atención este pánico porque al menos cuatro de ellos eran hombres conocedores del mar que se habían ganado la vida por medio de la pesca. La tormenta, por lo tanto, debe haber sido muy violenta para que haya logrado intimidarlos. No ignoramos un propósito divino detrás de los hechos: parte del trato de Dios para nuestra formación es quebrarnos aun en aquellas facetas de la vida donde nos sentimos competentes. Es precisamente en estos lugares donde necesitamos ser rotos, pues aquí es donde más se manifiesta la tentación de descansar en nuestras propias fuerzas. Por esto, el Señor debe mostrarnos, en ocasiones, que aun lo bueno que sabemos hacer no sirve. 
 

lunes, 25 de agosto de 2014

Devociones: "Nuestra perspectiva".

Nuestra actitud y forma de actuar tiene un peso decisivo a la hora de analizar el mundo a nuestro alrededor: Mateo 12:22-37.

     El pasaje de hoy se nos presenta con esta escena: "Entonces le llevaron un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Toda la gente estaba atónita y decía: "¿Será este aquel Hijo de David?" Pero los fariseos, al oírlo, decían: "Este no hecha fuera los demonios sino por Beelzebú, principe de los demonios. No se nos provee de ningún detalle acerca de esta extraordinaria sanidad, pero vale la pena detenerse a meditar en ella por un momento. La multitud le trajo una persona endemoniada, que estaba ciego y mudo. Imagine el terrible cuadro que presentaba esta persona. No hablaba ni veía, mas daba evidencias de las más extraordinarias manifestaciones diabólicas. Qué cuadro tan patético.
     El evangelio solamente nos dice que Jesús intervino para sanarlo, produciendo en la persona una dramática transformación. La gente no salía del asombro, aunque habían sido testigos de un sin fin de señales, milagros y prodigios. Atónitos, algunos comenzaron  a preguntar si no era el Mesías que tanto tiempo había esperado Israel. Las obras que veían hablaban de una extraordinaria investidura de poder sobre su vida. Los fariseos vieron la misma manifestación de poder. No obstante, su perspectivano les permitía aceptar, bajo ningún concepto, que esto fuera un mover de Dios. Ellos eran, después de todo, los expertos en explicar y definir cómo se manifestaba la genuina espíritualidad. Jesús definitivamente no encuadra dentro de estos parámetros.
    La escena nos muestra que la diferencia no está en las circunstancias, sino en los ojos que las contemplan. Ambos grupos vieron el mismo suceso, pero arribaron a conclusiones diametralmente opuestas. Esto debe ser, para nosotros, una sería advertencia. Nuestra actitud tiene un peso decisivo a la hora de analizar el mundo a nuestro alrededor. Para quienes ya decidieron en sus corazones que nada bueno puede darse en determinada situación, simplemente queda proveer la explicación necesaria para justificar la postura.
     Cuanto más sencillo resulta la vida cuando partimos de la base de que nuestra perspectiva está seriamente distorsionada por nuestro entorno. No vemos las cosas como son, sino como queremos verlas. Es bueno estar muñido de una confianza "santa" de toda conclusión categórica que podamos efectuar. Las cosas rara vez son como creemos que son y la Palabra está repleta de ilustraciones al respeto.
    Cristo utiliza la situación como trampolín para proveer una importante enseñanza. Lea los versículos 25 al 27.

Devociones: "Mansedumbre".

El manso está confiado en que Dios defiende a los suyos y que no requiere de su ayuda para hacerlo: Mateo 5:1-12.

       Las primeras dos bienaventuranzas tienen que ver con un estado espiritual producido por la intervención de Dios en nuestras vidas. Por la acción del Espíritu Santo quedan desnudadas todas las posturas y actitudes que en algún momento nos llevaron a pensar que éramos algo. Nuestra penuria espiritual es dolorosamente evidente, y nos quebrantamos internamente por esta realidad tan radicalmente opuesta a la que creíamos poseer. La bienaventuranza que mencionamos hoy está apoyada sobre la condición espíritual que describe la primera y segunda bienaventuranza.
     "Bienaventurados los mansos, pues ellos heredarán la tierra". Al igual que los eslabones en una cadena, esta condición no puede existir aislada d ela pobreza y el quebranto espíritual. La mansedumbre, no obstante, nos introduce en el plano de las relaciones humanas. Es importante que entendamos que las relaciones sanas no dependen de la calidad de las personas que la componen, si no de la existencia de un fundamento espíritual que permite que nos veamos tal como somos.
     La mansedumbre es la actitud que confirma que la conciencia de pobreza espíritual es verdaderamnente producto de un accionar de Dios, y no de nosotros mismos. Cuando estamos vestidos de mansedumbre podemos aceptar, con una actitud de quietud y sosiego interior, aquellas cosas que nos resultan dolorosas, humillantes o difíciles. Otros tienen libertad para señalar nuestros defectos y errores y no reaccionamos con airada indignación, buscando justificar lo injustificable. Es el Espíritu el que ha traído a la luz estas mismas condiciones y por eso podemos tomar las palabras de los demás como una confirmación de lo que ya nos ha sido revelado.
     Frente a situaciones de injusticia, somos lentos para reaccionar. No nos preocupan los insultos o las acciones que dañan nuestra reputación. Estamos confiados en que Dios defiende a los suyos y que  no requiere de nuestra ayuda para hacerlo. Esta fue la actitud de Moisés cuando se levantaron contra él María y Aarón (Números 12) y los hijos de Coré (Números 16). La Palabra lo describe como "el hombre más manso de la tierra" (Números 12:3).
      Más adelante, Jesús invitaria a todos los cargados y angustiados a que se acercaran a él, porque él era "manso y humilde de corazón" (Mateo 11:29). En el momento más duro de su trayectoría terrenal demostró mansedumbre absoluta cuando, "al ser maldecido, no respondía con maldición; al padecer, no amenazaba" (1 Pedro 2:23). No podemos evitar la sospecha de que gran parte de nuestra propia fatiga se debe, precisamente, a nuestros interminables esfuerzos por defender y justificar lo nuestro.
    Una vez más, vemos que la recompensa marca un fuerte contraste con los conceptos típicos del mundo. La filosofía de estos tiempos afirma que la tierra pertenece a aquellos que no "se dejan estar". En el reino de los cielos, la tierra es precisamente de aquellos que dejan de luchar, argumentar y pelear para asegurarse del respeto que, según entienden, se merecen. Descansan en Dios y saben que él es el levanta y derriba, el que sostiene y el que quita. Es ampliamente generoso para velar por los intereses de sus hijos.

Devociones: "Levantar obreros".

Sin duda lograríamos resultados más eficaces si pasáramos menos tiempo hablándole a la congregación de su responsabilidad, y más tiempo rogando al Señor que movilice a su pueblo: Mateo 9:35--11:1.

       Una de las tentaciones con las cuales debe luchar el líder, al ver las necesidades abrumadoras a su alrededor, es creer que podrá solo resolver las dificultades de todo el mundo. Aunque parezca innecesario mencionar esto, la gran cantidad de siervos que he visto intentando llevar toda la carga solos revela cuán fácil es caer en esta trampa.
    Observe, por un instante, a Jesús, conmovido por la desprotegida condición de las multitudes a su alrededor: "entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies". La manera que obró en esta situación nos da claras pistas acerca de una de las tareas más importantes que tiene un líder, que es la de movilizar a otros para la gran tarea de servir a los necesitados corazones y transforma las vidas de Dios.
   En primer lugar, notamos que Jesús dirigió la mirada de los discípulos hacia la misma realidad que él veía a su alrededor: No los manipuló, ni hizo que se sintieran culpables. Más bien buscó la forma de que ellos pudieran ver también la necesidad del pueblo, para ser conmovidos en su ser interior por la acción del Espíritu Santo. La única motivación sana para servir a los demás es que  Dios conmueva nuestro corazón frente a la necesidad que existe en ellos. No obstante, frecuentemente me he encontrado con personas sirviendo en la Iglesia movidos por la culpa. Invariablemente acaban frustrados o amargados, porque la motivación por la cual sirven es la de resolver una situación de conflicto personal.
    En segundo lugar notamos que Cristo señaló a sus discípulos una realidad del ministerio: que los obreros son pocos. Siempre he considerado que nuestros esfuerzos por movilizar la Iglesia toda son un tanto necios. hacemos bien en no desperdiciar energías intentando reunir una multitud de obreros para la cosecha. No he conocido, hasta el momento, pastor que haya tenido éxito en esta consigna. La verdad es que los obreros siempre van a ser mucho menos que la tarea a realizarse.
    El principio más importante del pasaje, sin embargo, es la solución que Cristo dio para esta situación: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies". Es aquí donde muchos de nosotros fallamos como líderes. Creemos que es nuestra tarea movilizar a las personas y recurrimos a todo tipo de "artimañas" para reclutar personas. Si bien tenemos una parte de la responsabilidad en la movilización de nuevos líderes, nuestra tarea más importante es la de apelar al Señor de la mies para que él levante los obreros. No podemos enfatizar suficiente esta verdad: el que toca los corazones y transforma las vidas es Dios. Sin duda lograríamos resultados más eficaces si pasáramos menos tiempo hablándole a la congregación de su responsabilidad, y más tiempo rogando al Señor que movilice a su pueblo. Esta es nuestra primera y más importante responsabilidad y no podemos darnos el lujo de descuidarla.

Devociones: "Los Dones".

Cada líder deberá agregar al don recibido del Espíritu Santo el esfuerzo, la disciplina y la práctica: Romanos 12:6-8.

      Durante la última etapa de su ministro terrenal el Señor compartió con los discípulos la parábola de los talentos. En esta parábola (Mateo 25:14-30). Jesús dejó bien en claro para los discípulos que aún estando él ausente físicamente esperaba de ellos que hicieran buen uso de los talentos que recibían de parte de Dios.
      El retorno que buscaba de los diferentes siervos no era igual para cada uno de ellos, sino proporcional a lo que habían recibido. Todos ellos, sin embargo, recibirían su premio por la buena administración de los bienes del rey. Pablo, en el texto de hoy, apunta a una idea similar. Cada una de las personas que conformamos el cuerpo de Cristo hemos recibido dones. Ninguno de nosotros tuvo algo que ver en el don que nos fue engendrado, sino que Dios reparte a cada uno en particular según su propia sabiduría y las necesidades de la Iglesia (1 Corintios 12:11). En esto el Padre, que conoce aún los aspectos de nuestra vida que nosotros desconocemos, entrega dones que completarán a la perfección las particularidades de nuestra personalidad e historia personal.
     El apóstol desea que los hermanos en la Iglesia de Roma tomen consciencia de que ellos tienen responsabilidad de añadir algo de esos dones que han recibido, que es el compromiso personal de usarlos en una forma que agrada a Dios. Es decir, el don alcanza su mejor nivel de efectividad cuando va acompañada de la actitud que le corresponde: la profecía debe ser acompañada por la fe, el servicio por actos de asistencia, la administración por un espíritu compasivo y generoso, etc.
     La razón por la cual es importante resaltar este principio es porque resulta fácil, para un líder, llevar adelante su ministerio solamente en la fuerza del don que le ha sido concedido. Un buen ejemplo de esto es Salomón, quien había solicitado a Dios que le diera sabiduría para gobernar al pueblo. Jehová oyó su petición y le concedió lo que había pedido (1 Reyes 3:10-15). No obstante, el rey rápidamente se desvió del camino de su padre David. Tomó para sí mujeres de otras naciones, en abierta contraposición a lo establecido por la ley. Invirtió una enorme cantidad de recursos en construir un palacio lujoso para sí mismo. La sabiduría que había recibido dejó de ser útil y terminó escribiendo el libro de Eclesiastés, una obra pesimista que da testimonio de la "vanidad" del camino recorrido por Salomón.
Cada líder tiene la responsabilidad de usar bien los dones que ha recibido. Esto significa que deberá agregar al don el esfuerzo, la disciplina y la práctica que garantizan que ese don alcanzará su máximo potencial. De este modo el líder se asegurará de todo el respaldo y la bendición d eDios en el ministerio que le ha sido confiado.
Para comentar:
-¿Cuál es el don que ha recibido usted de Dios?
-¿Qué pasos ha tomado para cultivar su uso?
-¿Qué cosas puede hacer para continuar el desarrollo de la misma?. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Devociones: "La fiesta que no termina".

A fin de vivir la vida carente de crítica y queja, pero llena de celebración, necesitamos tener una perspectiva celestial.  Proverbios 15:15.

      Si usted ha estado cerca de una persona negativa sabe lo desgastante que es. No importa  cual es la circunstancia en la que se encuentra, esta persona siempre encuentra algo de qué quejarse. Sus comentarios están repletos de lamentos, críticas y observaciones depresivas con respecto al futuro. Uno se siente tentado a huir de tal persona, aunque su actitud lentamente va apagando toda manifestación de alegría o esperanza en los demás.
    Pocos de nosotros manifestaríamos este tipo de comportamiento en nuestra propia vida. Es importante, no obstante, que tengamos en cuenta cual es la esencia del error de esta clase de personas, porque la semilla de esta actitud yace en cada uno de nuestros corazones. Esto no tiene por qué sorprendernos, pues estamos inmersos en un sistema cultural que se esfuerza por hacernos creer que la verdadera felicidad depende de lo que está a nuestro alrededor, la abundancia de nuestras pertenencias, lo abultado de nuestro sueldo, lo agradable de nuestras circunstancias y lo extenso de nuestra lista de amigos.
     Como esta no es nuestra realidad, podemos pasarnos todo nuestro tiempo procurando conseguir estas cosas que son las que, nos dice la filosofía popular, definirán nuestra felicidad. El autor de Proverbios, con sabiduria incisiva, nos está señalando que la alegría de vivir no tiene nada que ver con lo que tenemos,. ni tampoco con lo que está pasando a nuestro alrededor. La posibilidad de ver la vida con gratitud y alegría, viene de una realidad que se ha instalado en la profundidad de nuestro corazón, y no hay circunstancia que la pueda desalojar. Por esta razón, el de corazón alegre, siempre encuentra motivos para celebrar, aun en medio de las más adversas circunstancias, El  afligido, en cambio, puede encontrarse rodeado de una realidad envidiable e igualmente concentrarse solamente en lo que lo desagrada.
   ¿Cómo cultivar esto? Estamos hablando aquí de una actitud de celebración desenfrenada. El de corazón alegre encuentra motivos en todo para compartir su gozo y alegría con los demás, y esta actitud de celebración no puede tener otro origen que una profunda certeza de que Dios está presente siempre, obrando en cada circunstancia y procurando lo mejor para mi vida. Esta persona ve la bondad de Dios en todos lados, y esto lo motiva a ofrecer continuas expresiones de gratitud y gozo. Bendice, porque se siente bendecido. ¿Será, entonces, quenecesitamos sentirnos bendecidos para irrumpir en esta clase d evida de continua celebración? De ninguna manera, pues ya hemos sido bendecidos con toda bendición espíritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús (Efesios 1:3).
    Lo que necesitamos es recuperar una perspectiva celestial de la vida. Y esto solo será posible si hacemos de la celebración una disciplina, que contrarreste el espíritu de queja y crítica tan prevaleciente en nuestros tiempo. "Regocijaos en el Señor siempre", nos dice Pablo, "otra vez lo diré: Regocijaos".
Para pensar:
"El estar libre de la ansiedad y la preocupación es el fundamento de la celebración. Como sabemos que Dios tiene cuidado de nosotros, podremos echar todas nuestras ansiedades sobre él. Dios ha cambiado nuestro lamento en baile".     

Devociones: "Hambre y sed de justicia".

No podemos convertirnos en personas justas salvo como resultado de la intervención divina. Mateo 5:1-12.

     Seguramente usted se dará cuenta, al reflexionar sobre las bienaventuranzas, que es imposible para nosotros transitar por este camino sin la obra de Dios en nuestras vidas. Simplemente no estamos capacitados para esta experiencia, porque es absolutamente contraria a nuestra herencia pecaminosa. Podemos entender mejor por qué no es posible tomar las bienaventuranzas como una seríe de requisitos para llegar a Dios. Jesús está describiendo, para sus oyentes, las características que tiene un genuino accionar del Espíritu en las personas. Los ciudadanos del reino verdaderamente no comparten nada en común con los ciudadanos de este mundo.
    El proceso de quebranto, en el cual repudiamos la manera en que hemos estado viviendo hasta este momento, podría bien prestarse para que nosotros decidamos producir un cambio en nuestras vidas, no importa cual sea el costo ni el camino a recorrer. He aquí el verdadero peligro que lleva esta revelación creer que el arrepentimiento nos da licencia para iniciar la transformación de nuestros propios corazones. Al comprender el punto en que hemos fallado, hacemos voto para que no vuelva a suceder y ponernos toda nuestra energía en producir el cambio que juzgamos necesario para no deslizarnos hacia nuestro estado anterior.
    Las bieneventuranzas revelan un camino diferente, el camino de la acción soberana de Dios. Una decisión de esta naturaleza no haría más que descarrilar la obra  que el Señor está llevando adelante en nuestros corazones. Nos debe servir de advertencia la pregunta que Pablo lo hizo a los Gálatas: "Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vamos ahora a seguir por la carne?" Nuestra respuesta tiene que ser rotunda: "De ninguna manera". Ni bien asumimos nosotros el control del proceso de transformación en nuestras vidas, se detendrá nuestro crecimiento espiritual. Al igual que el hijo pródigo, no podemos traerle al Padre nuestra idea de cómo debe tratar con nuestras vidas, porque él ya sabe lo que necesitamos y no precisa de nuestras sugerencias.
    Las bienaventuranzas revelan un camino diferente, el camino de la acción soberana de Dios. La parte que nos corresponde es venir al Señor con nuestras debilidades y nuestros errores, para clamar a él por esa obra que solamente el Espíritu puede realizar. Precisamente por esto la bendición viene de tener hambre y sed de justicia. No podemos convertirnos en personas justas salvo como resultado de la intervención divina. La transformación que tanto anhelamos la tenemos que buscar en sus manos. "Cristo en nosotros" es la realidad de la cual tenemos que echar mano.
    La recompensa, según lo que señala Cristo, es que esta hambre será satisfecha. Dios no se quedará quieto ante nuestro clamor, "porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para oportuno socorro" (Hebreos 4:15-16). El está aun más interesado que nosotros en producir esa transformación que buscamos.  

Devociones: "Cambalache".

El reflejo de Dios mediante su Santa Palabra nos muestra que verdaderamente no hemos sido del todo honestos con nosotros mismos. Proverbios 17:3.

     "Me hice actor para esconderme de mi propia personalidad" confesó George C. Scott. un genio de la imagen, del cine, de la ilusión. Un hombre que con su actuación ganó el respeto de Hollywood. Qué pena tan grande escuchar de sus labios semejante declaración.
      Y sí Claro que usamos nuestra envestidura pastoral para mostrar lo que no somos.
    ¿Es usted un farsante? Es fácil averiguarlo. Pregúntese: ¿Me descubro haciendo cosas que no son genuinas en mí? ¿Tengo la sensación de que no soy quién proyecto ser? ¿Me conocen los demás tal y como soy? ¿Soy culpable de ser artificial? Todos admitimos que no encajamos en el modelo que nos hemos imaginado de nosotros mismos ¿verdad?.
     Muchas veces me he encontrado hablando con mis seres queridos y me he sentido "al descubierto" porque ellos con amor me ayudan a encarar con lo que no quiero ver de mí y que tan lúcidamente oculto de mí mismo. Si total, hoy, mientras que goce de "buena prensa" frente a mis colegas y mis subalternos me endiosen "está todo bien" Como suelen decir mis adolescentes.
     Mientras que no muestren mi debilidad y me vea como una persona "ungida y con autoridad sacro-santa" ¿qué problema hay? Sí, hoy resulta que es el mismo ser derecho que traidor Jesús llamó a quienes no ven la viga que tienen en sus ojos: HIPOCRITAS La palabra en el griego se refería al actor que interpretaba la tragedia griega en el ágora artística. Hoy, en español, un hipócrita es alguien que se muestra como lo que no es, alguien que simula ser mejor de lo que realmente es. "En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero el corazón lo prueba el Señor" Proverbios 17:3.
     Nuestra honestidad es  probada por el Señor. No tenemos problemas en distinguir entre el negro y el blanco, es el gris de nuestra conducta el que nos lo ocasiona. Incontables veces hemos emitido un juicio moral hacia otros, pero pocas veces hacia nosotros mismos. Para sentirnos moralmente honestos, solemos tener una lista de razones aceptables de lo que hicimos o excusas convenientes para justificar las acciones omitidas. Si hacemos de este juego mental un hábito, se convertirá en una práctica no consciente y hasta será muy aceptable. Con el pasar del tiempo, en nuestras relaciones con los demás, habremos perdido la noción de lo verdadero y lo falso. Sin embargo, el reflejo de Dios mediante su Santa Palabra nos muestra que verdaderamente no hemos sido del todo honesto.
    Razón más que verdadera para que seamos probados por el Espíritu Santo de Dios que nos convence de todo pecado. Ahora, usted puede decirme : "Pero, soy líder. Yo conozco estas cosas" Y es verdad, pero muchas veces olvidamos volver a la fuente que es nuestro manual de vida. Más de lo quisiéramos reconocer, nuestras acciones reflejan el juego inconsciente de distorsionar la realidad, y dejamos de ser honestos y nos volvemos en esos hipócritas que interpretan papeles estelares de nuestra propias "tragedias griegas" en la vida privada y la vida eclesial.
Recordemos, hoy, que no es lo mismo ser derecho que traidor, que nuestros corazones son producidos por la Palabra de Dios. 

Devociones: "Fiesta impostergable".

Dios va a seguir adelante con sus proyectos, aunque decidamos no unirnos a ellos: Lucas 14:16-24.

       Esta es una de las tantas historias que usó Jesús para ilustrar los principios del Reino. Como toda buena ilustración, es corta y sencilla, lo cual, además de facilitar la enseñanza, ayuda grabar la verdad en el corazón de los oyentes. Si no recuerda los detalles. quisiera animarlo a que se tome un momento para leer el relato completo de la parábola.
     La historia contiene varios detalles interesantes para nosotros. En primer lugar, observe que el hombre decidió por sí mismo hacer una fiesta. Desconocemos los motivos por los cuales tomó esta decisión, pero sí sabemos que su deseo de llevar a cabo la cena era muy fuerte. Así también nuestro Dios. Creo que nunca podremos entender con claridad por qué decidió crear al hombre, aunque la Palabra nos da indicios de que motivación principal era compartir el gozo de la comunión perfecta entre el Padre, el Hijo y Espíritu. A nuestro Señor le produce un incomparable placer compartir una relación con sus criaturas y deleita en bendecir sus vidas. 
    En segundo lugar, debemos tomar nota de las excusas que presentaron  los amigos e invitados. Ninguno de ellos presentó una explicación sin sentido. Cada uno tenía motivos legítimos para no participar en la cena, motivos relacionados a la vida y las responsabilidades que llevaban. Esto pone de relieve el gran peligro al que nos enfrentamos a diario los discípulos de Jesús. que es permitir que lo cotidiano nos absorba de tal manera que dejamos de participar en la vida sobrenatural que nos ofrece el Padre. El ejemplo más claro de esto lo encontramos en la persona de Marta (Lucas 10:41).
      No había nada de malo en su deseo de servir, excepto que no sabía cuando era tiempo de dejar las tareas del hogar para disfrutar de un momento de intimidad con Jesús. Del mismo modo nosotros podemos estar tan absortos en los diferentes proyectos de nuestra vida que percibimos la invitación de Cristo como una interrupción, en lugar de verla como la oportunidad para entrar a otra dimensión de la vida.
     Si nosotros hubiéramos organizado esta cena, de seguro la hubiéramos cancelado frente a la negativa de los invitados. ¿Cómo se puede hacer una fiesta si las personas a quienes se desea agasajar rehúsan participar? Mas el hombre no pensó ni por un instante cancelar la fiesta. Simplemente decidió extender la invitación a otras personas diferentes. Es en estoque nos encontramos frente al punto más notorio de esta historia: Dios va a seguir adelante con sus proyectos, aunque decidamos no unirnos a ellos. Se va a dar el gusto de realizar su fiesta, con a sin nuestra presencia. Esto claramente revela que ninguno de nosotros es el centro de la historia, tan imprescindible que la vida no puede continuar si no estamos presentes. Nuestro Señor es el principio y fin de todas las cosas, el único sin el cual nada puede avanzar. Recae sobre nosotros, entonces, la responsabilidad de aceptar su inviatción a vivir celebrando la vida con nuestro gran Dios.
Para pensar:
¿Cómo percibe usted las invitaciones de Dios de unirse a sus proyectos? ¿Cómo reacciona usted? ¿Qué revela su manera de reaccionar?
 

jueves, 21 de agosto de 2014

Devociones: "Descanso".

Para los que han depositado su confianza en el Padre, la "preocupación" es, literalmente, innecesaria: Marcos 4:35-41.

      Los autores de la Biblia con frecuencia echan mano de dramáticos contrastes para resaltar las diferencias existentes entre dos realidades. Recuerde, por ejemplo, el contraste en la historia que le contó el profeta Natán al rey David. Uno de los personajes poseía gran cantidad de bienes. El otro, poseía una sola ovejita. La diferencia existente entre el uno y el otro contribuyó a que el rey David sintiera tan profunda indignación.
     En el incidente sobre la tempestad en medio del mar. Losa discípulos estaban atemorizados y al borde del pánico. Jesús, en cambio "estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal". El cuadro ilustra la dramática diferencia que existe entre aquellos que son llevados por el Espíritu y aquellos que viven su experiencia espíritual en las fuerzas de la carne.
   Así de marcado es la dispariedad entre el uno y el otro, soberanía de Dios nos infunde un profundo sentido de paz. Nos interesa, entonces, descubrir el por qué de la postura de quietud y paz que vemos en la persona del Cristo que duerme en medio de una violenta tempestad. No ignoramos que Jesús había estado enseñando a las multitudes durante todo el día. Seguramente una de las razones por la cual dormía es que sentía esa profunda fatiga que resulta de una intensa actividad ministerial.
    No obstante, me atrevo  acreer que el sueño profundo de Jesús trasciende el plano del cansancio físico. El salmista afirmaba: "En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado" (Salmo 4:8).
    El contexto de este salmo es de angustia. El salmista se ve rodeado de dificultades; habita en medio d eun pueblo hundido en una actitud de profundo escepticismo hacía la persona de Dios. No obstante, el autor afirma que esta angustia no le quita el sueño porque el conocimiento de la sabiduría de Dios le infunde un profundo sentido de paz interior que le permite descansar libre de preocupaciones.
     Jesús ha recibido instrucciones por parte de su Padre celestial de que debe cruzar al otro lado del lago para continuar allí su ministerio. Tiene convicción de que ninguna tormenta puede desviarlo del camino que el Padre ha trazado delante de él. No necesita estar alerta, preocupado, ni ansioso porque sabe que otro vela por su bienestar. Su "preocupación" es, literalmente y es, en última instancia, la absoluta ausencia la que le permite dormir como un niño en medio de la peor de las tormentas. así sucede también en la vida de los que han depositado su confianza en manos del Padre. Ya no necesitan estar alertas porque hay Otro que ha asumido responsabilidad por la dirección de sus vidas.
   Es por eso que resulta fundamental tener absoluta certeza de que estamos en el lugar que Dios quiere, ocupados en los proyectos que él ah preparado de antemano para que andemos en ellos. Cuando esto es así, podrán hacernos frente, pero no podrán descarrilar el proyecto del Señor al menos que él así lo permita. Tranquilos, podremos hacerle frente a las más terribles tormentas.   
 

Devociones: "Cuestión de tiempos".

Debemos discernir los tiempos para trabajar o reflexionar, a fin de dedicarse de todo corazón: Lucas 10:39-40.

      Nuestro estudio de este pasaje sería poco productivo si nos concentráramos en el valor relativo de las actividades de las dos hermanas. El Señor no quiso exaltar la pasividad por encima del activismo. De hecho, cualquiera d elas dos actividades puede ser perjudicial si es llevada a un extremo.
     Por un lado tenemos el peligro de la persona inquieta. Es la persona que no puede detenerse, que necesita siempre estar haciendo algo. En muchos casos esta es una persona que tiene ciertas carencias afectivas. Esconden su dolor o inseguridad en un estilo de vida que no deja lugar para los tiempos de recogimiento, intimidad o reflexión.
     Es difícil tener que convivir con ellos porque su permanente movimiento no los deja dedicarse a otras realidades de la vida que no se cultivan por medio de trabajos y proyectos. El ministerio es especialmente atractivo para ellos, porque les da un medio para ganarse el afecto y la aprobación que tanto necasitan. Un pastor con quien hablé me contó, haciendo alusión a su entrega "incondicional" al Señor, que no había tomado vacaciones ni descansos en siete años. Es una postura común entre los que están trabajando dentro de la Iglesia.
    Por el otro lado, no obstante, tenemos a la persona que carece de todo interés en cualquier tipo de actividad. Su vida está gobernada por la ley del menor esfuerzo y busca siempre la manera de conseguir beneficios sin hacer demasiado a cambio. Esta clase de persona, cuando está dentro del Cuerpo de Cristo, espiritualiza su vagancia explicando que Dios lo ha llamado a cosas "mayores". Es la clase de persona que tiene visiones, recibe palabras y profecías y siempre está lista para disertar sobre la Palabra. Nunca está, sin embargo, a la hora de arremangarse para trabajar en algún proyecto que implica esfuerzo y sacrificio. También de estos hay en abundancia dentro de la Casa de Dios. De modo que podemos afirmar que tanto el activismo excesivo como el ocio desmedido son altamente perjudiciales para la vida de aquellos que desean caminar fielmente con Cristo.
   ¿Cuál es la lección que Cristo quiso enseñarle a Marta en este incidente absolutamente cotidiano, común a la vida de cada uno de nosotros?. No estaba condenando la actividad loable en el momento incorrecto. He aquí la diferencia entre la persona madura y la inmadura. La inmadura se dedica a destiempo a las cosas que otros hacen en el momento correcto.
   Hay un tiempo indicado para el trabajo y el esfuerzo. Quién se dedica al descanso, la instrucción y la reflexión, cuando es tiempo de trabajo, hace lo incorrecto. De la misma manera, quién se dedica al trabajo cuando es tiempo para el descanso, la instrucción y la reflexión, también hace lo incorrecto.
Para pensar:
Señor, enséñame a distinguir los tiempos para estas dos  actividades, para dedicarme de todo corazón a cada una de ellas en el momento oportuno. 
   

Devociones: "Libertad en el fracaso".

Es increíble cuán fuertes podemos tornarnos cuando comprendemos lo débiles que somos: Hechos 4:19-20.

      Si nos tomámos un instante para volver a leer el relato de la negación de Padro, en Mateo 26, nos costaría, frente al texto en el que hoy reflexionamos, creer que se trata de la misma persona. Las circunstancias son prácticamente iguales, en ambos incidentes el apóstol fue confrontado y tuvo la misma oportunidad de confesar que era seguidor del Cristo.
    No obstante, en la primera escena vemos a un Pedro miedoso, atemorizado por las posibles consecuencias de la sencilla acción de abrir la boca y afirmar que era discípulo de Jesús. Más bien optó por la mentira, no solamente una vez, sino tres veces, negando con la vehemencia de los que están acorralados que alguna vez haya pasado tiempo con el Maestro de Galilea. La transformación de Pedro, en la escena narrada en Hechos, es absoluta. Lejos de sentirse insimidades por las amenazas del Sanedrín, los confrontó con audacia y proclamó que no tenía intención, ni por un instante, de retomar el camino que tan apasionadamente abrazó en aquella ocasión: el silencio. ¿Cómo hemos de explicar un cambio tan radical en la persona de Pedro?
     Creo que la respuesta la hallamos en ese dramático encuentro que tuvo con el Jesús resucitado, a orillas del mar de Galilea. Había gustado, previamente, el fruto amargo de no arriesgarse por el Señor: una tristeza y una desilusión tan profundas que, seguramente, creyó que todos sus sueños y proyectos de ser parte del movimiento que había iniciado el Cristo estaban muertos. La profundidad de su caída preparó la tierra para su asombrosa recuperación después de la ascensión de Cristo. El encuentro que tuvo con Jesús desató todo el potencial que había en él, el cual había llevado al Padre a incluir al pecador en el grupo de los Doce.
     En este encuentro, el Señor llegó a Pedro con instrucciones precisas: "pastorea mis ovejas". Es decir, que se dedicara a hacer el trabajo para el cual había sido llamado. Esta extraordinaria comisión nos resulta difícil de digerir porque estamos muy acostumbrados a evaluar a las personas en función de sus logros. Puedo decir, sin temor a errar, que en muchas congregaciones alguien que hubiera pasado por una experiencia similar a la de Pedro seguramente sería descartado del ministerio, probablemente en forma definitiva. Mas Cristo revela, en esta ocasión, una de las más grandes verdades del evangelio: nuestros fracasos no condicionan los proyectos de Dios. Lo que mantiene en pie el proyecto del Señor para nuestras vidas no es nuestra propia fidelidad sino la felicidad de aquel que nos ha llamado. En una forma muy real Jesús le está diciendo al desilusionado discípulo: "Levántate Yo sigo creyendo en ti".
    Es solamente cuando descubrimos cuán extraordinariamente profunda es la gracia de Dios que podemos alcanzar nuestro verdadero potencial en Cristo. Nadie parece entender mejor esto que aquellos que han experimentado lo más desgarradores fracasos. Por eso, muchas veces los más intrépitos miembros del cuerpo son los que han sido rescatados de las peores condiciones.
Para pensar:
Es increíble cuán podemos tornarnos cuando comprendemos lo débiles que somos. 

     

Devociones: "Librándose del peso".

El obrero sabio sabe distinguir entre las cosas que son realmente necesarias para su ministerio: Hebreos 12:1.

      La analogía que está usando el autor de Hebreos para ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera larga que tiene una distancia de unos 42 Km. Deja varias recomendaciones acerca de cuál es la forma en que mejor se puede correr esta carrera. En el devocional de hoy queremos concentrarnos en la exhortación a despojarnos de todo peso.
    Si usted tuviera la oportunidad de correr en una maratón, o de ver la filmación de una carrera, podría comprobar que los corredores profesionales corren con un mínimo de peso. Su ropa es de material ultraliviano. Su calzado ha sido especialmente diseñado para esta prueba, y pesa apenas 250 gramos. Algunos corredores hasta corren descalzos, para evitar el peso del calzado. Pocos atletas profesionales cargan con algún elemento adicional durante la carrera. La razón para una actitud tan radical en cuanto al equipamiento es clara: si usted va a correr una distancia tan larga, usted no va a querer cargar con más que lo absolutamente esencial para llegar a la meta. Todo peso adicional se volverá como piedra a medida que avanza los Kilómetros. En la antigua Grecia, los corredores corrían desnudos.
   Cuando Cristo le dio instruciones a los discípulos, antes de enviarles a predicar de dos en dos, también losa exhortó a que viajaran livianos: "No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento" (Mateo 10:9-10). Les desanimó de cultivar la tendencia natural del hombre de asegurarse, con la acumulación de cosas, un bienestar personal. En su lugar, les dio instrucciones que debían llevar poco para el viaje y confiar en que el buen Padre celestial proveería en el camino todo lo necesario para sustentarlos.
   En nuestro versículo de hoy, el autor usa la misma palabra para peso que se utilizaba para la mujer embarazada. La mujer cuando ya se encuestra en una etapa avanzada de su embarazo se mueve con lentitud e incomodidad. El tamaño de su vientre impide que sea ágil o rápida. La ilustración es excelente para entender a qué se refiere cuando nos exhortas a despojarnos de todo peso. Nos está animando a despojarnos de todo peso adicional, todas aquellas cosas que estorban y entorpecen nuestro andar en Cristo. Hay muchas cosas que nos son lícitas, pero que también agregan complicaciones a nuestra vida.
     El obrero sabio sabe distinguir entre las cosas que son realmente necesarias para su ministerio, y las cosas que son interesantes pero que eventrualmente serán un estorbo para la tarea por delante. Tendrá que usar disciplina para escoger lo bueno, y darle la espalda a cosas que otros consideran indispensables. Con el ojo puesto siempre en la meta, será disciplinado en mantener libre de todo lo que lo atrape innecesariamente.   

miércoles, 20 de agosto de 2014

Devociones: "La venganza y el Reino".

Cuando dejamos la ofensa recibida de otros en manos de Dios, estamos afirmando que él sabe bien qué es lo que necesitamos y no hará otra cosa que lo mejor para nosotros: Romanos 12:18-19.

     Hay pocos que calan tan profundo en nuestros corazones como los males que nos vienen por mano de otros. Es más fácil aceptar las dificultades económicas, la falta de trabajo o la enfermedad. Cuando otras personas nos traicionan, sin embargo, nos sentimos dolidos en lo más íntimo de nuestro ser. Superar el mal momento es todo un desafío.
    En el texto de hoy Pablo nos da una orientación con respecto a este tema. Primeramente nos recuerda que la paz debe ser una de las caracteristicas de los que andan en Cristo, porque seguimos a un Dios de paz. De todas formas, la frase "en cuanto dependa de vosotros" nos advierte que el estar en paz con los demás es algo que requiere de la colaboración de dos personas. Es decir, no implica solamente la ausencia de agresión de mi parte, sino también el mismo compromiso de parte de la otra persona. Por esta razón no siempre la paz es absoluta, pues nuestros deseos de estar en paz con los demás no son correspondidos por la otra parte.
    Nuestro llamado, no obstante, es a agotar todos los caminos posibles para cultivar y mantener una relación de paz con aquellos que son parte de nuestra vida. El medio donde más cuesta llevar esta exhortación es en aquellas relaciones donde nos hemos sentido agredidos, despreciados o tratados injustamente por otros. Allí nuestros deseos de paz se esfuman y sentimos en nuestro interior una indignación intensa que demanda que este mal sea corregido, sin importar lo que se tenga que hacer para lograrlo.
    Es en estas instancias que comenzamos a luchar con los deseos de venganza. Muchas veces creemos que el tema de la venganza pasa por una agresión abierta hacia otra persona. La venganza, sin embargo, se disfraza de muchas maneras diferentes. Nos basta con saber que la venganza busca que la otra persona pase un mal, similar o peor el que hemos vivido nosotros. Esto puede incluir cosas  tan sutiles como humillarla públicamente o simplemente desear que les vaya mal en la vida. La venganza es, en últimas instancias, un sentimiento que se aloja en nuestros corazones. El acto puntual de venganza no es más que una manifestación de ese espiritu amargado que reside dentro de nosotros.
    Pablo llama a entregar esto en manos de Dios. Esto es sabio, no solamente porque Dios es el que defiende la causa de sus hijos, sino también porque Dios es el que juzga correctamente todos los elementos de una situación y discierne el camino correcto a seguir. Cuando dejamos la situación en sus manos, estamos afirmando que él sabe bien qué es lo que necesitamos y no hará otra cosa que lo mejor para nosotros.
Para pensar:
"Porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba su causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:22, 23). 
      

Devociones: "La sal del mundo".

La presencia de la Iglesia en la sociedad debe ser un factor que preserve al hombre de la podredumbre natural que lo encierra: Mateo 5:13.

        Jesús, al igual que otras ocasiones, escogió un elemento común a la vida de los Israelitas para ilustrar la influencia que debe ejercer un discípulo en el mundo. La sal tenía, en la antigua Palestina, dos funciones principales. Era usada para darle gusto a la comida y como medio para perservar de la descomposición a la carne. También estaba incluida en algunas de las ceremonias religiosas en el templo, pues se le atribuía un significado purificador. La sal que usaban los Israelitas provenía de las orillas del Mar Muerto. Por estar mezclada con otros minerales, no contenía la misma pureza que otras sales, pero era fácilmente accesible.
    Cristo comparó la función de los discípulos en el mundo con el uso de la sal. En primer lugar, debemos notar que la sal es enteramente diferente a la comida y mantiene su sabor distintivo al ponerla en los alimentos. No adquiere el sabor de la comida a la comida a la cual se le agrega, sino que la comida queda sazonada por la presencia de la sal. De la misma, un discipulo de Cristo debe poseer una vida distintiva, diferente a las personas a su alrededor. Cuando participa de actividades y eventos que le llevan a tener contacto con la gente del mundo, el discípulo debe claramente contagiar a otros de sus principios y conductas. De ningún modo debe el discípulo adquirir el "sabor" del mundo.
     En segundo lugar, la influencia de la sal en la comida se da simplemente por su presencia en ella. Cuando la sal es mezclada con los alimentos, no menciona de manera particular para producir el sabor salado. El sabor se debe solamente al hecho de que está en la comida. Del mismo modo, un discípulo no se dedica a realizar actividades especiales para "salar" a los de su alrededor. La acción de salar no se programa, sino que es el resultado de un estilo de vida en el cual la acción es permanente, pero no deliberada.
     En tercer lugar, debemos notar que la sal es más efectiva cuando se le pone en la medida justa. Si se echa demasiada sal en la comida no se podrá comer. De la misma manera la presencia del discípulo en el mundo es más efectiva cuando su testimonio se produce en forma natural y espontánea, como parte de su experiencia cotidiana. Ciertos sectores de la Iglesia se han dedicado a instar a sus miembros a una actitud de permanentes prédicas de consideración hacía los que no están en Cristo. En la mayoría de los casos, solamente consiguen poner a las personas en contra del evangelio.
    Por último, la sal se utilizaba para evitar el proceso de descomposición de la comida, especialmente la carne. La presencia de la Iglesia en la sociedad debe ser un factor que preserve al hombre de la podredumbre natural que produce el pecado. Donde están los hijos de Dios, se debe ver la acción redendora del Señor.
Para pensar:
La sal solamente sirve mientras sea sal. Al dejar de cumplir la función de sal deja de tener razón de ser.   

martes, 19 de agosto de 2014

Devociones: "La paja en el ojo del otro".

La crítica no solamente es desagradable a los oídos, también deshonra al Señor con una actitud que no ama: Mateo 7:3-4.

   Hace muchos años, cuando era un pastor muy joven, habíamos acordado con los hombres de la Iglesia ayudar a un hermano con la construcción d euna habitación adicional en su casa. Uno de los que se comprometió con mayor entusiasmo no vino, y no pude contener mi rabia. La crítica pronto apareció en mis palabras. Esperaba al menos que la otra persona presente en ese momento me diera la razón. Pero este hermano, ya crecido en Cristo, me dijo: "No me atrevo a decir nada de él, porque me pesa demasiado mi propio pecado". Qué avergonzado me sentí yo, que era el pastor.
     Con el pasar de los años he entendido cada vez con mayor claridad que la crítica tiene que ver más  con la que hay en el corazón del que critica que con la realidad del criticado. El más  falto de misericordia, critica a lo que ve como falta de misericordia en otros. El más legalista condena el legalismo que ve a su alrededor. El impuntual se irrita y se ofende cuando otros le hacen esperar.
    Es precisamente este elemento el que resalta Cristo. La crítica procede de la persona que no ha tomado tiempo para realmente examinar su propia vida. La basurita en el ojo de su hermano le resulta ofensivo y no ve que en su ojo hay enorme viga. Por esta razón, su manera de ayudar al prójimo no produce un resultado positivo. No tiene la claridad de visión para poder realizar una operación tan delicada como remover un grano de arena del ojo ajeno. Además, Cristo revela en esta enseñanza esa tendencia en cada uno de nosotros a querer trabajar más en la vida de los demás que en la propia. Dallas Willard observa que "tenemos gran confianza en el poder que tiene la condenación para enderezarle la vida a los demás".
    En el fondo, nos dedicamos a la condenación porque hemos crecido en un mundo cuyo idioma es el de la condenación. El líder entendido sabe que no producirá cambios en la vida de nadie con las críticas, y aun menos las críticas compartidas desde el púlpito. La corrección debe ser dada con firmeza, pero con un espíritu de mansedumbre "mirándote a ti mismo no seas que tú también caigas" (Gálatas 6:1). La crítica no solamente es desagradable a los oídos, también deshonra al Señor con una actitud que no ama. Siendo que hemos sido trasladados al Reino, ¿no deberíamos, entonces, hablar "solo lo que produce edificación, de manera que nuestras palabras impartan gracia a los que oyen" (Efesios 4:29).
Para pensar:
Tome un momento para pensar en el hábito de criticar en su propia vida. ¿Qué cosas critica con mayor frecuencia? ¿Qué revela esto de su propio corazón? ¿Cómo puede usted manejar de forma diferente lo que ve mal en la vida de otros? ¿Se anima a hacer este voto al Señor?
"Señor, quiero que de mi boca solamente se escuchen palabras que edifiquen. Si no tengo algo bueno que decir de otros, entonces me callaré. Amén."   

lunes, 18 de agosto de 2014

Devociones: "La maldición de la ignorancia".

Siempre confronte el diagnostico que hace de sí mismo ante la evaluación que Dios hace de usted: Apocalipsis 3:17.

       En muchas ocasiones, estudiando este pasaje con mis alumnos, les he preguntado cuál creen ellos que era el problema en la Iglesia de Laodicea. He recibido una diversidad de respuestas que intentan explicar dónde estaba el error de esta congreagción. Algunos piensan que la Iglesia sufría de una falta de compromiso. Otros opinan que su problema principal era el orgullo. Aun otros más son de la idea de que la congregación era muy individualista.
      Todas estas condiciones pueden ofrecer una posible explicación a la fuerte condena que recibió de parte del Señor. Seguramente muchos otros problemas espírituales  eran parte de la realidad de esta congregación. Ninguna de estas, sin embargo, tocan sobre la cuestión fundamental que afectaba a la congregación. La clave está en el versículo sobre el cual hoy reflexionamos, y se encuentra en la frase no sabes.
     La verdad es que muchos elementos pueden condicionar nuestro crecimiento espiritual. Cuales quiera que sean, no obstante, el verdadero obstáculo para nosotros se encuentra en no poderlas discernir. ¿Cómo se puede tratar una enfermedad si uno no está enterado de su existencia? ¿Cómo se puede remediar un problema si uno no tiene conciencia de que ha surgido? De manera que la verdadera dimensión de la dificultad que enfrentaba a la Iglesia de Laodicea no estaba en la dificultad en sí, sino en el desconocimiento de que existía una situación que necesitaba ser remediada.
     Esta pequeña pero importantísima diferencia es crucial para nosotros. Ningún ser humano, sin embargo, puede realizar un diagnostico acertado d esu propia condición espiritual. ¿Quién puede decir: Yo he limpiado mi corazón. Limpio estoy de mi pecado?, pregunta el autor de Proverbios (Proverbios 20:9). La respuesta está implícita en la misma pregunta. Nadie puede afirmar que ha limpiado su propio corazón. Esta es la tarea para el Espíritu de Dios, quien escudriña y examina todas las cosas a la luz de los principios eternos de la verdad. Antes de que podamos tratar un problema en nuestras vidas, entonces, es necesario que nos enteremos de la existencia de ese problema. Como líder, es importante que usted se tome tiempo regularmente para que el Señor pueda examinar su vida y su ministerio.
     Solamente el veredicto de Dios acerca de su verdadera condición espiritual importa. Para eso, es necesario que usted venga ante su presencia despojándose de todo preconcepto, para hacer silencio y permitir que él le diga qué es lo que discierne. No solamente tiene que estar dispuesto a callar, sino también a que él le sorprenda con lo que revela. Note usted la dramática diferencia entre la evaluación de la Iglesia de Laodicea y la de Cristo. Ellos decían que eran ricos. Cristo decía que eran pobres, ciegos y desnudos. Es posible que esta misma diferencia abrumadora exista en nuestras propias vidas. Solamente él la podrá revelar.
Para pensar:
¿Qué herramientas usa usted para evaluar su propia condición espiritual? ¿Cómo sabe que estas herramientas son eficaces para esta tarea? ¿Qué lugar tiene el Espíritu Santo en este proceso?    

domingo, 17 de agosto de 2014

Devociones: "La fe definida".

Entender cual es la esencia de la fe es fundamental para su ejercicio:
 Hebreos 11:1.

       Este versículo es, quizás, uno de los más conocidos del Nuevo Testamento. La familiaridad con el texto, sin embargo, puede llegar a alejarnos de la comprensión de lo que verdaderamente significa. La NTV lo traduce de manera muy clara: "La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver". La fe es la certeza de que aquello que esperamos va a suceder, va a ocurrir tal cual lo creemos. Es necesario, sin embargo, hacer aquí una aclamación. La fe se basa siempre en la persona de Dios y en lo que él ha declarado. Cuando Abraham creyó que Dios era poderoso como para devolver a su hijo Isaac de la muerte, no era simplemente por un anhelo que tenía. Se fundamentaba en el hecho de que Dios había prometido darle un heredero.
    Muchas veces, nuestra esperanza está construida sobre sueños o buenos deseos. Esperamos que una persona se sane, o que algún día lleguemos a ser dueños de nuestra propia casa. No hemos recibido, sin embargo, una palabra de parte de Dios, ni una indicación suya de que esto sucederá. Simplemente le hemos dado rienda suelta a un deseo que, sin ser malo, no tiene el respaldo del Señor.
    Cuando vemos que estos deseos no se cumplen, comenzamos a dudar de la confiabilidad del Señor. El resultado es que cada vez representa un mayor desafío ejercitar la fe. Lo que no percibimos, sin embargo, es que el problema no está en el Señor, sino en que nos hemos tomado la atribulación de esperar de ḉel ciertas acciones con las que él no se ha comprometido.
    Esta es la razón por la que es tan importante ser conocedores de la Palabra y además, entender el corazón del Dios de la Palabra. Cristo creyó que este punto era tan fundamental que se comprometió con revelar a los discípulos el nombre del Padre (Juan 17:6). Como bien sabemos, en la cultura hebrea el nombre representaba lo que esa persona era, Incluso, en ese afán de que ellos pudieran saber bien cómo era el corazón de Dios, les dijo que los que lo habían visto a él habían visto al Padre (Juan 14:9).
    El fundamento del argumento que ha desarrollado el autor de Hebreos, en los primeros cinco capítulos del libro, radica justamente en este punto. Dios nos ha hablado muchas veces de diferentes maneras. En este último tiempo nos ha hablado por medio de su Hijo. Debemos prestar especial atención a lo que nos ha dicho, para no desviarnos hacia caminos que no son los señalados por él, viviendo una vida que le agrada en todo. Uno de los mayores desafíos de esa vida, será caminar sin ver lo que estamos esperando, pero seguir avanzando porque creemos que, en el tiempo señalado, lo veremos. 

Devociones: "La gloria del Señor".

Su buena voluntad a diferencia de nuestros  criterios tan selectivos y exclusivistas, no deja afuera a nadie, algo frecuentemente ofende nuestras sensibilidades: Lucas 2:1-21.

       Un ángel calmó los temores de los pastores, anunciando que había llegado el Enviado que tanto tiempo había esperado el pueblo de Israel. Aún mientras les hablaba, repetidamente, "apareció con el ángel una multitud de los ejercitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace" (Lucas 2:13-14)
    El relato es impresionante porque nos ofrece una perspectiva celestial de la misión de Jesús. Da la sensación de que los seres celestiales prácticamente no le dieron tiempo al ángel a que termine de notificar a los pastores las buenas nuevas. Irrumpen sobre la escena con alabanzas y proclamas de la grandeza del Señor, como si no pudieran contener algo que demanda, a toda costa, ser expresado a  viva voz. El asunto es que los que moran con Dios, en las alturas, comprenden cabalmente las implicaciones que acarrea la misión de Cristo, porque cuán absolutamente irredimible es la situación del ser humano. No se apodera de nosotros el mismo sentimiento de asombro porque no somos conscientes de las verdaderas dimensiones que abarca el sacrificio del Señor, ni de cuán profundamente expresa su amor hacia nosotros. Las  palabras de adoración del coro angelical proclaman el deseo más profundo del corazón de Dios.
    El compromiso de restablecer la "paz" entre los hombres es un término mucho más complejo que la simple ausencia de conflictos. Hablar de paz, en un sentido biblico, es hablar de un estilo de vida que se caracteriza por plenitud e intensidad, una existencia que satisface los deseos más incomprensibles de nuestra humanidad, deseos que heredamos del mismo Señor. No se relaciona tanto con la abundancia exterior, sino con una llenura interior, una realidad profunda que produce plenitud de gozo y sentido de propósito en el andar diario. Es, en un sentido, volver a vivir la vida en la dimensión plena que la primera pareja experimentó en el Edén.
     Restaurar en el hombre esta realidad es el fruto de su "buena voluntad" hacia nosotros. No lo mueve otra cosa que la generosidad de su espíritu, el darle forma visible a su misma esencia, que es la de ser benévolo con aquellos que él creó. Esto es lo que Jesús llegaría a llamar la perfección del Padre, una cualidad que lo lleva a ser "bondadoso [aun] para con los ingratos y perversos"
 (Lucas 6:35). Su buena voluntad, a diferencia de nuestros criterios tan selectivos y selectivistas, no deja afuera a nadie, algo que frecuentemente ofrece nuestras sensibilidades. El marcado contraste entre él y nosotros es el que lleva a los ángeles a esta incontenible adoración, a proclamar con incontenible alegría:" Gloria a Dios en las alturas" 
     Los incalculables beneficios que hemos recibido porque Jesús escogió acercarse a nosotros debe llevarnos a unir nuestra voz a la del salmista, exclamando: "Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre" (Salmo 145:1-2).  

sábado, 16 de agosto de 2014

Devociones: "Intimidad".

El Señor nos invita a momentos de intensa y prolongada comunión que son indispensables para nuestro crecimiento espiritual: Mateo 6:1-18.

      Jesús descarta toda forma de oración que tiene como objetivo impresionar, ya sea que esté dirigida hacía los demás, hacía la persona de Dios o hacia uno mismo, como en el caso del fariseo en Lucas 18:11.
     En dos cortas frases describe otra clase de oración, radicalmente diferente a esta, que es más sencilla y genuina. No obstante, la sencillez de la misma no disminuye la profundidad ni la intensidad de la experiencia que identifica.
     Lo invito a meditar, por un instante, en las brevísimas instrucciones que comparten: "Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público". En primer lugar, notamos que Cristo animaba a buscar un lugar apartado del bullicio de la vida cotidiana. Esto no es porque resulte difícil orar en público sino porque los que tenemos poca disciplina en la oración nos distraemos con tanta facilidad. Jesús mismo, según el testimonio de los evangelios, no teniendo acceso  aun cuarto interior propio "con frecuencia se apartaba a lugares solitarios para orar" (Lucas 5:16). La idea es que el entorno favorezca el momento de comunión con el Padre.
    En segundo lugar, es interesante notar que Jesús no solamente indicó que debíamos entrar al cuarto interior, sino que debíamos también cerrar la puerta. Si usted piensa en los momentos de su propia vida cuando entra un cuarto y cierra la puerta, la lección que quiso enseñar quedará claramente expuesta. No solemos cerrar la puerta de una habitación cuando tenemos la intención de salir de ella instantes más tarde. Más bien cerramos la puerta cuando deseamos permanecer allí por un tiempo y no queremos que se nos interrumpa.
       La acción de cerrar la puerta indica para nosotros que la oración no puede ser algo realizado "con apuro". Sin duda podemos orar en cualquier momento, usando frases cortas de adoración, gratitud y petición, del mismo modo que en un matrimonio podemos pronunciar palabras de cariño y amor a lo largo de todo el día. Estos pequeños regalos, sin embargo, no pueden suplantar los momentos de intensa y prolongada comunión que son indispensables para que la relación crezca.
   Jesús también animaba a que buscáramos a Dios, que está en lo secreto. Esto no indica que Dios es difícil de encontrar, pues él se deleita en mostrarse a los hombres. Más bien revela que el crecer en intimidad con el Señor es algo que solamente es concedido a aquellos que tienen un compromiso serio con él. "Me hallaréis cuando me busquéis de todo corazón" declara el profeta 
(Jeremías 29:13). A aquellos que desean guardar sus mandamientos, ,viviendo una vida de santidad, Jesús promete "y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él" (Juan 14:21). De esta manera el Maestro indicaba que la experiencia de oración se refería a algo más que repetir frases delante de Dios.