viernes, 31 de octubre de 2014

Devociones: "Desenlace soñado".

Una  profecía de Jeremías revela el sueño que atesora al Señor:
 (Hebreos 8:11-12).

      Una de las tendencias con las que han tenido que luchar todas las generaciones del pueblo de Dios es evitar convertir la relación con él en un monopolio personal. La inclinación de nuestro corazón nos lleva siempre a pensar solamente en nuestras propias necesidades y prioridades. Conforme a esta visión nos atrae poco compartir las riquezas que hemos descubierto en la persona de Dios con aquellos que están a nuestro alrededor. Al igual que los discípulos, que quisieron impedir que los niños llegaran hasta Jesús, creemos que (ahora que estamos adentro) es nuestra responsabilidad decidir quién más puede acceder a esta bendición. Tristemente, en general son muy pocos los invitados a participar de esa relación que tanto bien nos hace.
   La profecía de Jeremías, que emplea el autor de Hebreos, nos permite visualizar el anhelo más profundo del corazón de Dios.Es que absolutamente todos disfruten de una relación con él. No emplea las odiosas distinciones que utilizamos nosotros para escoger a quien vamos a beneficiar. No quiere que nadie quede afuera. Y por esto la profecía describe una situación en la que ya  no será necesario exhortar al hermano o al vecino para que conozcan al Señor. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le conocerán.
    Es necesario señalar que esto provee el marco para todo lo que está compartiendo el autor de Hebreos. Sus exhortaciones no son en singular, sino en plural. Están dirigidas a un pueblo. Si bien ese pueblo está compuesto de individuos que deben, cada uno por decisión propia retener hasta el fin su confianza en el Señor, el principio es que llevemos adelante esta lucha como comunidad de fe.
    Él énfasis también encuadra con la orientación general de la Palabra, que anuncia Buenas Nuevas para todos, no para un grupo escogido. Aún en el proceso de apartar para sí una nación de entre todas las naciones, el Señor había declarado a Abraham que a esa nación le recaía el privilegio de ser bendición a todas las naciones de la tierra. Del mismo modo, al finalizar su tarea ministerial, Jesús recordó a sus discípulos que el desafío llegar a todas las naciones, llevando las Buenas Nuevas hasta los confines de la tierra.
       Siempre hemos sido perezosos en el cumplimiento de esta vocación. A pesar de esto, el Señor no abandona el sueño profundo que atesora en su corazón: El día en que ya no será necesario explicar a nadie cómo conocer a Dios porque será el común denominador de todas las personas. La Tierra sewrá llena del conocimiento de Jehová, y en todo lugar los pueblos proclamarán sus alabanzas. Trabajemos en esa dirección. Oremos para el cumplimiento de esta visión. Declaremos que un día, por el poder de Dios, esto será una realidad.

jueves, 30 de octubre de 2014

Devociones: "Avancemos".

Vivir en Cristo significa existir en un estado permanente de crecimiento: (Hebreos 6:1-2).

     El estado natural de la vida espiritual está siempre en movimiento, consiste en un avance de una etapa hacia otra mejor que la anterior. Imita los procesos naturales con que Dios ha creado a todo ser viviente, que progresa hacia la madurez y acaba reproduciéndose en vidsa nueva.
     Existen dos frases en el texto de hoy que son fundamentales para entender lo que el autor intenta decirnos. La primera frase es "dejar atrás", y la segunda es "avanzar hacia la madurez".
    El contexto del libro de Hebreos es la experiencia de Israel en el desierto. Es probable que el autor estuviera pensando en ese peregrinaje cuando exhortó a sus lectores a seguir avanzando. El "dejar atrás" es un componente fundamental del crecimiento. Los israelitas no podían avanzar hacia la Tierra  Prometida si insistían en retener los hábitos, los bienes y el estilo de vida que habían cultivado en Egipto. En la tierra de Faraón eran esclavos y , como es de esperarse, pensaban y actuaban como esclavos. Seguir como esclavos en una tierra nueva, en la cual ellos eran los dueños de sus propios destinos, era absurdo.
    En el relato de Éxodo, sin embargo, descubrimos que salir fisícamente de Egipto fue mucho más fácil que dejarla atrás emocionalmente. Vez tras vez, en el desierto, los israelitas voltearon la mirada hacia la tierra que habían dejado, anhelando volver al lugar de su esclavitud.
     Existen ciertas realidades en la vida espiritual que solamente son apropiadas para la primera etapa de nuestro crecimiento. Consideraríamos más que extraño encontrarnos con una persona adulta que sigue alimentándose solamente de leche. Hasta sería nocivo para la salud, porque en esta etapa de de la vida el cuerpo requiere de otros nutrientes que no se encuntran en la leche.
      Los Hebreos a quien se les escribe la epístola deseaban retener vestigios de las tradiciones del Antiguo Testamento mientras intentaban vivir dentro de los parámetros del Nuevo Testamento. No entendían que ciertas costumbres debían ser descartadas para que pudieran abrazarse oplenamente a la vida del Reino.
     La tendencia a quedarnos por el camino, no obstante, es común a todos los seres humanos. Cuando logramos construir cierta estructura para mantener firme nuestra vida espirítual tendemos a aferrarnos a ella con tenacidad. Avanzar hacia la madurez nos presenta el desafío de derramar, una  y otra vez, las estructuras que en algún momento nos fueron útiles, para permitirle al Señor traer a nuestras vidas lo fresco y nuevo que tiene preparado para su pueblo.
    El término que emplea el autor para "madurez" es, una vez más, la palabra "perfección". Hemos observado que esta perfección no se refiere a un estado en el que ya no luchamos con el pecado, sino a esa condición en la que logramos entrar en la plenitud del proyecto de Dios para nuestras vidas.
     Vivir en Cristo significa vivir en movimiento. Levantamos campamento del lugar donde estábamos y avanzamos hacia el próximo destino. Este proceso dura toda la vida.

Devociones: "Se sentó".

La acción de Jesús marca una llamativa diferencia con los ritos sacerdotales de la época: (Hebreos 10:11-13).

          El primer versículo del texto de hoy capta  el tedio del sistema basado en la ley. Contiene un elemento de repetición que produce ciertas desesperación. De por sí, la rutina de volver a hacer la misma tarea, día a día, induce a un estado de adormecimiento que le roba todo sentido al sacrificio. Por otro lado, en el mejor de los casos los resultados obtenidos son momentáneos, pues nunca pueden quitar por completo los pecados.
     El autor decide confrontar la monotonía de este sistema ineficaz con los beneficios asegurados por medio del sacrificio de Cristo. Logra esto por una de las herramientas que con frecuencia emplea la Biblia: la comparación. La Nueva Versión Internacional omite un detalle que sí incluye. La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy. La NBLH traduce este versículo: "Ciertamente todo sacerdote está de pie, día tras día, ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios....." .
      El detalle no parece tener mucha importancia. No obstante, una persona que nunca se sienta es una persona que no puede descansar porque su trabajo no le da respiro. De hecho, los eruditos han señalado que en el templo, en Jerusalén, no había sillas. La razón era sencilla, se asumía que cuando un sacerdote estaba "de turno" no podía darse el lujo de descansar.
     Contra esta imagen se nos presenta a un Cristo sentado, porque ha concluido el trabajo que tenía que hacer. Nunca más será necesario volver a ofrecer sacrificio por los pecados. Y lo más llamativo es que está sentado a la diestra del Padre, un lugar de privilegio e intimidad inimaginables para cualquier sacerdote oficiando en el modelo del Antiguo Pacto.
     El apóstol Pablo nos recuerda que, por su humillación absoluta, vendrá el día en que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:10). El autor de Hebreos, empleando una cita del Salmo 110:1, nos indica que Cristo ahora espera que los tiempos del Padre se cumplan y la creación completa vuelva a sujetarse a su voluntad. Aquellos que han blasfemado o negando la existencia de Dios se encontrarán en la embarazosa posición de ser empleados como un banquillo sobre el que el Mesías podrá descansar sus pies.
     La imagen nos revela cuán cxompleta y absoluta es la victoria lograda en la cruz. Somos parte de un pueblo vencedor. Con razón el apóstol Pablo declaró: "Estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos  del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor" (Romanos 8:38-39). No existe excusa para que vivamos derrotados, desanimados, o escondidos dentro de nuestros edificios. Nosotros estamos del lado de Aquel que escribe el último capítulo en la existencia del hombre. 

martes, 28 de octubre de 2014

Devociones: "Ser discípulo".

Para andar en intimidad con Jesús no existe otro camino que no sea la cruz.
(Mateo 9:35).

     Las advertencias de Cristo ha venido entregando a sus discípulos, antes de enviarlos en misión, encuentran su resumen en el pasaje de hoy. Expone claramente que el costo de seguirlo será soportar cuestionamientos y oposición de parte de aquellos que son de nuestro circulo más íntimo. Continua afirmando: "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí, el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí, y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí" (Mateo 9:37-38).
     La frase "el que no toma su cruz y sigue en pos de mí" es, quizás, una de las expresiones más conocidas del Maestro de Galilea. En ella Jesús ponía "sobre la mesa", en palabras que todos claramente entendían, el precio que tenía que ser un discípulo en el reino de los cielos. Es necesario  señalar que la pena capital aplicada en la cruz no fue inventada en la época de Cristo. Se cree que su implementación, una de las más crueles formas de dar muerte  aun reo, contaba al menos 100 años de historia.
    Probablemente todos los que escuchaban a Jesús en esta ocasión habían visto, al menos una vez en la vida, a personas colgadas de los maderos que los romanos ubicaban fuera de las ciudades. La extrema crudeza de la imagen no era para ser olvidada fácilmente.
    Cuando Jesús escogió utilizar esta analogía, para todos era obvio a qué se refería. La frase "tomar la cruz" describía  el doloroso proceso de cargar el travesaño del crucifijo y caminar la distancia  desde la cárcel hasta las afueras de la ciudad. Normalmente este macabro desfile era custodiado por soldados que hacían las veces de verdugos, acompañando con latigazos e insultos al hombre condenado. No debemos dudar que los discípulos se deben haber sentido profundamente afectados por la terrible implicación que para ellos guardaban las palabras del Mesías. Ya no quedaba duda sobre lo que Jesús aludía: seguirlo a él entrañaba la disposición a morir de la forma más horrible imaginable.
    Cuán lejos está nuestro concepto moderno de "morir en Cristo" Muchas veces la frase es poco más que la letra de una canción, la cual repetimos sin tener conciencia de la verdadera dimensión de la muerte. En la vida real, morir en Cristo es sumamente desagradable. Habla de un camino que jamás escogeríamos por nuestra propia voluntad. La verdad es que no deseamos transitar ese camino porque la carne no acompaña al espíritu. No obstante, no existe otro camino que no sea este, si es que vamos alcanzar nuestro deseo de andar en intimidad con él. De modo que necesitamos con desesperación, que su Espíritu nos conduzca por donde no queremos transitar. Esto es, en esencia, el misterio de la vida espiritual, que el apóstol Pablo tan claramente capta en Romanos 7. No perdemos esperanzas, sin embargo, porque el compromiso del Señor es terminar la obra que comenzó en nosotros.
COMENTE:
Al final del pasaje, Cristo habla de recompensas, ¿Cuáles son? ¿Quiénes las obtendrán? ¿Por qué abordó este tema?. 

lunes, 27 de octubre de 2014

Devociones: "Sentimientos encontrados".

No es la presencia del pecado en nuestra vida lo que lo descalifica para el ministerio, sino que convivamos con lo que claramente es pecado: 
(Mateo 16:22-23).

       Lo que nos llama la atención de esta escena tomada del texto Biblico de hoy es que viene inmediatamente después de uno los momentos más preciosos de Jesús con los discípulos, cuando Pedro le reconocía como el Cristo, el Hijo de Dios. Tal revelación no había sido el fruto de deduciones ni el resultado de un estudio cuidadoso de las Escrituras. En algo que le había sido revelado al discípulo por el Padre mismo. Poco tiempo después, sin embargo, encontramos a Pedro en una postura que demuestra una increíble falta de discernimiento y una profunda incomprensión acerca de los propósitos del Padre para el Hijo. El discípulo pretendia impedir el cumplimiento de la Palabra que Cristo mismo estaba anunciando: que era necesario que el Mesías sufriera muchas cosas y luego fuera muerto a mano de los escribas y los fariseos.
    La escena nos revela una verdad acerca de la vida espiritual, y es que en la misma persona pueden convivir tanto un profundo nivel de espiritualidad como también las más marcadas manifestaciones de carnalidad. La verdad es que conviven dentro de nosotros las dos realidades, y nuestra capacidad de caer no cesa nunca. Una persona espiritual puede también demostrar un grado de carnalidad que nos sorprende. De esta observación, quedan dos reflexiones. En primer lugar, como líder, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y  de caer en forma estrepitosa. Debe cultivar siempre una actitud sabía hacía los potenciales problemas que pueden llevarle a tropezar, manteniendo siempre la guardia. Hombres más consagrados que usted han caído, y usted hará bien en recordarlo.
    En segundo lugar, no se exaspere con las manifestaciones de la carne en su propia vida. A veces, luego de momentos realmente sublimes en Su presencia, encontramos que  los pensamientos más horribles atraviesan nuestra mente. No se condene por esto. Cuando Cristo animó a los discípulos a que oraran para no entrar en tentación. les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual. Por esto podemos identificarnos con el apóstol Pablo, cuando exclamó: "Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro" (Romanos 7). No es la presencia del pecado en su vida lo que lo descalifica para el ministerio, sino que usted conviva con lo que claramente es pecado. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Devociones:"Semejante en todo".

 La identificación plena de Jesús con el hombre afianza su condición de Salvador: (Hebreos 2:17-18).

      Las imágenes de Jesús que nos han ofrecido los grandes pintores y directores de cine confirman que nos cuesta creer que Cristo se asemejó en todo a sus hermanos, Más bien nos hallamos ante figuras demasiado alejadas de nuestra atribulada existencia cotidiana. Cuando la distancia que nos separa del líder que nos inspira es tan inmensa dejamos de sentir que esa persona nos desafía y se convierte en motivo de frustración. Creemos que es imposible que podamos parecernos en algo a ella.
     No nos percatamos cuánto debilita el impacto de Jesús sobre nuestra vida cuando minimizamos el nivel de identificación que tuvo con nosotros. Gran parte del desánimo que viven las multitudes de América Latina frente a sus gobernantes es porque estos, en su gran mayoría, se aíslan por completo d ela dura realidad cotidiana del pueblo al que representan, Al no entender correctamente la verdadera naturaleza de sus luchas las soluciones que ofrecen no resuelven los problemas de fondo que aquejan a nuestras sociedades.
     El autor de Hebreos desea resaltar que el Hijo de Dios compartió plenamente la experiencia de ser hombre. Es decir, al igual que nosotros, luchó contra los mismos obstáculos, experimentó las mismas sensaciones y debió echar mano de las mismas disciplinas para sobreponerse a los ataques del enemigo.
     Es interesante notar, sin embargo, que el propósito de esta identificación era que Jesús "llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que a Dios atañen" . Entiendo que esto indica que la identificación absoluta con el hombre era la forma más efectiva de comunicar al ser humano el corazón bondadoso del Padre que lo enviaba. La disposición de entrar, en toda su plenitud, en la experiencia agridulce del ser humano revela de manera contundente hasta dónde el Padre está dispuesto a llegar para que nos convenzamos de que nos ama.
    Esa identificación plena y completa es la que le permite a Jesús gestar  una solución enteramente a la medida de las necesidades del ser humano. Esta medida, a la vez, está fuera de nuestro alcance, porque requiere que uno, sin pecado, muera por los que padecemos esta condición. La disposición d ecaminar, en perfecta obediencia, hacia la cruz es la mayor demostración del compromiso que ha asumido de conocer en lo más íntimo la experiencia de ser hombre, aun en la muerte. Un Cristo más humano es, de manera extraña, un Cristo más atractivo que la versión "mejorada" que nos sentimos obligados a presentar ante la sociedad.
     Cuánto ánimo trae saber que él entiende, cabalmente, mis más profundas experiencias como ser humano. Jesús está mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos.

sábado, 25 de octubre de 2014

Devociones: "Saliendo el Sol".

Es necesario que creamos que el descanso que precisamos viene de lo alto, no de la siesta, el feriado o las vacaciones: (Mateo 26:36).

      Es posible que hoy Jesús, nos haya dejado solos. No es que nos ha abandonado, sino que nosotros le abandonamos a él. Fatigados y agobiados por la intensa jornada de ministerio nosotros, al igual que los discípulos, también nos hubiéramos quedado un ratito más en la cama. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu nos pide descanso.
     Seguramente Jesús sentía el mismo agotamiento, pero optó por buscar descanso en otro lugar que en la cama. "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. "Hay una seríe de elementos sumamente interesantes en esta brevísima descripción de este aspecto secreto de la vida de Cristo. Lo encontramos en este lugar solitario porque tenía convicción de que el descanso que más precisaba era el que provenía de estar en la presencia del Padre. Cuando renovamos nuestro espíritu en Dios, aun el cuerpo se recrea.
   Es necesario, no obstante, que creamos que el descanso que precisamos viene de lo alto, no de la siesta, el feriado a las vacaciones. Estas cosas pueden aportar algo, pero  el descanso profundo que alivia las tensiones y las cargas solamente se adquiere cuando nuestro espíritu se conecta con el Creador. El texto nos dice que Jesús se levantó muy de mañana, aún mientras estaba oscuro. La obligación de descansar, señalaba que en los 10 mandamientos el descanso constituye una orden: es decir, Dios no pregunta si necesitamos descansar, o si creemos que es necesario hacerlo. Nos manda que descansamos.
    Aunque parece una contradición de términos, el descanso es una disciplina que le imponemos a una vida que tiende, siempre, al activismo desenfrenado. En la búsqueda de renovación se fue a un lugar solitario, mientras aún no había amanecido. Este es un aspecto fundamental de la vida espíritual. Debemos alejarnos del  ruido y del movimiento si es que vamos a entrar en la plenitud de comunión con el Padre. No es que él no nos habla cuando estamos en lugares con bullicio, sino que nuestro espíritu se dispersa fácilmente en ese ambiente. La madrugada provee ese sinlencio y esa quietud que es indispensable para producir en nosotros un estado de quietud interna. Note que algunas de las más grandes figuras espirituales fueron formados en los lugares de sociedad y quietud. ¿Qué hacía Jesús en este momento? Oraba. no tenía una Biblia para leer, ni ningún libro de devocionales. No había nada más para hacer que orar. Y que sano que es esto. ¿Necesita usted cerrar su Biblia y pasar más tiempo en comunión con el Dios de la Biblia?
Yo sé que en mi propia vida el estudio de la Palabra muchas veces me ha distraído del llamado a orar. Como disciplina, intento primeramente estar con el Padre y luego, si me queda tiempo, meditar en la Palabra. Estamos saturados de la Palabra, pero difícilmente podemos decir lo mismo de la oración:
Para comentar:
- Llegaron los discípulos. ¿Qué le dijeron?
- ¿Qué pretendían de él?
- ¿Qué principios delata la respuesta de Cristo?.
-  

jueves, 23 de octubre de 2014

Devociones: "Sabiduria".

No busquemos la sabiduría en la abundancia de argumentos, sino busquémos en la sencillez y en la mansedumbre: (Santiago 3:1-10).

      Todos nosotros deberíamos meditar sobre la pregunta del apóstol Santiago, especialmente los que tenemos responsabilidades de liderazgo en medio del pueblo de Dios. El apóstol no plantea la pregunta en el vacío. A lo largo de todo el capítulo describe los estragos que causa el mal uso de la lengua.
    Utilizando un tono directo y claro declara: "la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno" (Santiago 3:7). No necesitamos grandes ejercicios de exégesis para darnos cuenta de que su pregunta continúa desarrollando el mismo tema. De hecho, el mundo en el cual vivía Santiago había sido influenciado principalmente por la cultura griega; en esto no se diferencia mucho del nuestro. Esta cultura elevaba el conocimiento intelectual a tal grado que lo consideraba la más preciada de las posesiones humanas. Entre los héroes de la sociedad helénica estaban aquellos grandes oradores que podían, por medio de una elaborada dialéctica, deslumbrar con el manejo de los conceptos más complejos y profundos. La sabiduria, en esta cultura, se demostraba por medio de los iluminados discursos de los grandes pensadores.
    ¿No es así también entre nosotros? ¿Cuándo hemos visto que se elijan a personas de trayectoria comprobada para enseñar en nuestros seminarios e institutos? Casi sin excepción, la regla general pareciera ser que se busca a hombres y mujeres que poseen grandes conocimientos intelectuales sobre la materia a enseñar en el curso. Y en la Iglesia, frecuentemente hemos sido testigos de las más acaloradas discusiones entre aquellas personas que pretenden definir el rumbo de un programa o la doctrina para una situación. Erradamente pensamos que en la elocuencia de nuestros argumentos está la demostración de la verdadera sabiduría.
   Santiago señala para nosotros que esta "mal llamada" sabiduría, no es la que vale en el reino de losa cielos. En el reino operan principios que están en abierta contradición con aquellos valores que tanto atesora el hombre. La sabiduría bíblica es aquella que se ve en los hechos, no en las palabras. Esta sabiduría no es la que está adornada con abundancia de argumentos, sino que se viste de mansedumbre. Hasta podríamos afirmar que se demuestra en la escasez de palabras. Tal es la sabiduría de Abraham, cuando subía el monte para ofrecer a Isaac en sacrificio. Ante la pregunta del hijo no se lanzó a elocuentes explicaciones.
    Con sencillez, declaró: "Dios proveerá". Así también la sabiduría de Moisés que, ante la rebelión de los hijos de Coré, se postró en tierra. Existia en estas personas una muchedumbre que demostraba que habían alcanzado los más elevados niveles de conocimiento espiritual, aquel estado en el cual conocemos nuestra verdadera pequeñez. Por esta razón, nuestras palabras deben ser pocas.
Para pensar:
Qué importante es ser un líder cuya vida posee estas características. Nuestras obras predican más que mil sermones, y nuestras actitudes señalan a Dios tan claramente como si estuviéramos testificando de él con la boca. Procuremos vestirnos de sabia mansedumbre, que es vestirnos de Cristo. 

lunes, 20 de octubre de 2014

Devociones: "Reunidos en vano".

La Iglesia, cuando funciona con la dinámica correcta, se reúne para luego salir a conquistar nuevos territorios (1 Samuel 17:2-3).

     El texto de hoy inicia el capítulo que relata la victoria de David sobre Goliat. Como bien sabemos este fue solamente uno de la interminable serie de encuentros entre estos dos pueblos enemigos. En este incidente, sin embargo, encontramos a los israelitas paralizados por el temor. Durante cuarenta interminables días el gigante salía dos veces por día, por la mañana y por la tarde, para lanzar su desafío a los hombres del ejército de Saúl. Sin embargo no se encontraba entre ellos un solo hombre dispuesto a hacerte frente al filisteo. Los israelitas estaban reunidos, pero permanecían quietos.....Las batallas no se ganan por reunir al ejército. El convocar a los guerreros es solamente parte de la etapa preparatoria para confrontar al enemigo, pero si luego no se movilizan para iniciar las hostilidades de nada sirve que se hayan reunido. Aun cuando se trate de una multitud superior a las fuerzas del enemigo, las batallas solamente se ganan la decisión de entrar en combate.
    De algún modo la imagen de los israelitas que acompañaban a Saúl, tan indecisos y pasivos en el momento que más requeria de firmeza, nos ofrece un buen cuadro ilustrativo de la Iglesia cuando ha perdido su rumbo. La verdad es que siempre ha luchado con la tendencia de convertir la reunión en un fin en sí, cuando, en realidad, el propósito de la reunión es alistar a las tropas para la batalla. No obstante, en infinidad de congregaciones el compromiso de los cristianos simplemente consiste en reunirse y desbandarse, una práctica que no afecta ni intimida en lo más mínimo al enemigo.
     Cuando la Iglesia asume esta postura de inacción, sus enemigos se burlan de ella y la ridiculizan por su falta de ingerencia en la sociedad en que vivimos.
     El propósito para el cual existe la Iglesia es el de ser sal y luz en la tierra, "anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). Este no es más que la continuación del propósito original de Dios de crear un pueblo para sí. La bendición que entregó a este pueblo debía resultar también en bendición para aquellos que aún no habían sido alcanzados por ella, de modo que todas las naciones de la tierra llegarán a ser benditas (Génesis 12:3).
    Como líderes es fundamental que mantengamos los ojos sobre esta realidad. Nuestra función no es proveer una interminable sucesión d ereuniones para el pueblo de Dios esté entretenido.
Convocamos a los hijos de Dios para "capacitarlos para la obra del ministerio" (Efesios 4:12), y tenerlos en un estado de pasividad atenta contra los propósitos mismos para los cuales fueron comprados. La Iglesia, cuando funciona con la dinámica correcta, se reúne para luego salir a conquistar nuevos territorios del enemigo. Esta es su vocación, y ni las puertas del Hades podrán contra ella.
Para pensar:
La misión sustenta tanto a la Iglesia como las llamas al fuego.    

Devociones: "Nada dificil".

Por el interés que Dios tiene de que vivamos una vida que le agrade, ha puesto la Palabra al alcance de todos:  (Deuteronomios 30:11-14).

           Si entramos a cualquier librería cristiana nos encontraremos con una abundancia de obras acerca de todos los variados aspectos de la vida espíritual 
Muchas de ellas nos ofrecen la receta que promete liberar la bendición del Señor para nuestras vidas. Uno podría pensar, frente a tanta literatura, que es la falta de entendimiento de los hijos de Dios acerca de la vida cristiana la que ha dado lugar a esta increíble proliferación de libros.
    Compare esa montaña de información con lo sencillo del texto que hoy forma parte de nuestro devocional. Qué increíble diferencia, ¿verdad?. Pareciera que tanta literatura a veces nos distrae de la verdadera sencillez que encierra el proyecto Divino para nuestras vidas. No me malinterprete. No estoy diciendo que los libros no sirven, ni tampoco que la labor de un autor es en vano. Yo mismo soy amante de los buenos libros y procuro mantener alimentado mi hábito de leer buena literatura. El punto es este. La abundancia de recursos escritos no debe intimidarnos, ni llevarnos a pensar que la vida espiritual es un asunto extremadamente completo. Más bien, el requisito para vivir en Cristo es un tema sumamente sencillo y puede resumirse es una sola palabra: obediencia.
   Piense en lo que Dios le estaba diciendo al pueblo que terminaba su peregrinaje de cuarenta años en el desierto. La palabra que él traía a sus vidas no era una palabra demasiada complicada, ni muy difícil de practicar. Estaba al alcance de todos aquellos que deseaban vivir una vida complicada, ni muy difícil de practicar. Estaba al alcance de todos aquellos que deseaban vivir una vida agradable para Jehová. La dificultad no radicaba en lo complejo de la Palabra. Al contrario, se tornó enredada por las rebuscadas explicaciones que quisieron darle los supuestos intérpretes de la ley. La dificultad, sin embargo, radicaba en otro lugar totalmente diferente: la obstinada resistencia del espíritu humano a recibir órdenes de los demás.
   A la misma vez, el Señor revelaba al pueblo que la Palabra siempre iba a estar cerca de ellos, en sus bocas y en sus corazones. Es decir, por medio del accionar del Espíritu iban a poder guardar en sus  espíritus toda la verdad que necesitaban para vivir vidas santas. Observe que esta afirmación Dios la hace a un pueblo que no poseía ni libros, ni Biblias. Más la ausencia de la palabra escrita no iba a convertirse en un impedimento para una vida de obediencia. Nadie iba a poder aducir ignorancia de los designios del Altísimo, porque el mismo Señor iba a encargarse de que la Palabra estuviera bien cerca de cada uno de ellos.
   El pasaje revela, una vez más, el corazón incríblemente bondadoso de nuestro Dios. El está mucho más interesado que cualquiera de nosotros en que vivamos una vida que le agrada. Para esto ha hecho amplia provisión para nosotros. poniendo la Palabra al alcance de todos los que aman la verdad. Además, a esta generación ha dejado la ayuda del Espíritu, que nos recuerda a cada paso los mandamientos de nuestro Padre celestial. Cómo no vivir una vida de victoria.
Para pensar:
Un acto de obediencia vale mil sermones. Bonhoeffer. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Devociones: " La bendición de sentir hambre".

Con frecuencia Dios nos conduce a situaciones por las cuales tomamos conciencia de nuestra necesidad: (Mateo 5:6).

    La sensación de tener hambre y sed, por más desagradable que sea, es algo que cumple un rol indispensable en el buen funcionamiento del cuerpo. Nos alerta al hecho de que nuestras reservas de energía están bajas y deben ser respuestas. Nos insta a procurar alimentos y bebida para satisfacer las necesidades físicas de nuestro ser. De no sentir hambre correríamos el peligro de ser negligentes en alimentar correctamente nuestro cuerpo.
     Podemos trasladar esta observación al mundo de las cosas espirituales. Es por medio de las sensaciones de necesidad que nos sentimos impelidos a buscar de Dios aquellas cosas que son necesarias para nutrir nuestra vida espiritual. Por esta razón. Cristo podía decir que aquel que tenía hambre y sed de justicia era "bienaventurado", pues su necesidad abría el camino para la provisión de Dios.
   Un sencillo principio se desprende de esta observación:El camino que frecuentemente recorre el Señor en su trato de nuestras vidas es el de producir necesidad en nosotros para que, luego, busquemos su rostro y pidamos su intervención en nuestras vidas. Con frecuencia nos conduce a lugares donde tomamos conciencia de nuestra necesidad, y esa conciencia es la que activa nuestra búsqueda de él. Las experiencias que revelan nuestras flaquezas pueden ser profundamente desagradables para nosotros. A menudo vienen por medio de fracasos y amargas derrotas personales. Cuando procesamos correctamente lo que estamos viviendo, reconocemos nuestra necesidad y levantamos nuestros ojos a Cristo Jesús para que él supla lo que no podamos procurar por nuestros propios medios. Sin el sentido de necesidad no habría búsqueda de nuestra parte.
     El mismo principio se aplica a la evangelización. Nuestros esfuerzos por "salvar" a otros no van a dar resultados si los otros no están enterados de que están "perdidos": Queremos interesarles en algo que aún no se han enterado que necesitan. Es fundamental que exista primeramente en ellos hambre y sed.
     Al observar la escuela por la cual transitaron muchos de los grandes siervos de Dios, podremos ver que muchos de ellos tuvieron que caminar por tiempos y experiencias de profunda angustia personal. Esta angustia  era producto de sus propios esfuerzos por avanzar en los proyectos  de Dios. Tal es el caso de Abraham, que tomó a Hagar para engendrar un hijo, de Moisés que intentó liberar al pueblo con la violencia, o de Pedro que intentó dar su vida Cristo. La frustración de sus proyectos personales abrió paso para que Dios obrara en ellos de manera asombrosa. Mas era necesario primeramente que experimentaran derrota, pues sobre sus derrotas el Señor construyó sus victorias.
    Debemos, pues, regocijarnos grandemente en esas situaciones que revelan nuestra necesidad, nuestra condición de hambrientos y sedientos. estas sensaciones son las que impulsan nuestra vida la fuente de toda cosa buena, Dios mismo.
Para pensar:
"Venid y volvamos a Jehová; pues El no ha desgarrado, y él nos sanará; nos ha herido, y nos vendará" (Oseas 6:1). 
       

viernes, 17 de octubre de 2014

Devociones: "Cosas buenas que no lo son".

Hacer la obra del enemigo es fomentarse una forma de ver la vida que no va según los principios eternos de Dios: (Mateo 16:23).

     Luego de leer el texto de hoy,  ¿puede usted imaginarse cómo se sentiría si alguien en la Iglesia lo reprendiera de esta manera?. Qué sorprendido debe haberse sentido Pedro al encontrar que la expresión de sus buenos deseos hacia el Hijo de Dios haya despertado una respuesta tan violenta por parte de Cristo. No hay duda que Jesús tenía autoridad para reprender a Pedro y que estaba justificado en lo que hacía. Sin embargo, no deja de chocarnos la escena que nos describe el evangelista, pues Cristo no usa el nombre de Pedro al reprenderlo, sino el de Satanás. Nuestra confusión probablemente se debe a que no poseemos la absoluta claridad que poseía Cristo acerca de lo que es el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. Nuestro andar en la vida espiritual se caracteriza más por una confusa combinación de aciertos y desaciertos que por la confiada expresión del llamado que hemos recibido. Cosas que, a nuestro entender, son meras trivialidades, son para Cristo asuntos de un peso y una gravedad absoluta. Sobre todo, no entendemos que nuestro llamado consiste en algo esencialmente diferente a simplemente ser buenas personas. Las buenas intenciones muchas veces pueden ser las mejores herramientas del enemigo para descarrilarnos de los propósitos divinos.
    Más allá de estas consideraciones, una lección queda claramente revelada en el incidente que hoy consideramos: el enemigo puede usarnos para avanzar los principios y fomentar los comportamientos que son contrarios a los deseos de Dios. El que estemos "en Cristo" no nos provee de ninguna garantía de que, en ocasiones, no hagamos un trabajo eficaz a favor del enemigo. Para esta obra no hace falta que estemos aliados con Satanás, ni mucho menos. Él se sirve de todo lo que puede usar para hacer avanzar las tinieblas. La esencia del pecado consiste, precisamente, en lo que Cristo denuncia en el texto de hoy: "no estás pensando en las cosas de Dios, sino en la de los hombres. Es decir, hacer la obra del enemigo es fomentar en uno mismo y en los demás una forma de ver la vida que no es según los principios eternos de Dios, sino conforme a la sabiduría de este presente siglo malo. Es precisamente por esto que es fácil confundir lo bueno con lo justo. No todo lo que nosotros consideramos bueno es conforme a la justicia de Dios, aunque con frecuencia nuestros consejos están llenos de "buenas" recomendaciones para los demás. En el Reino, sin embargo, lo bueno no alcanza.
    Abraham y Sara consideraban una "buena" idea el engendrar un hijo por medio de Hagar. Los israelitas, arrepentidos por su falta de fe, creían que Dios vería como bueno sus intentos de subir a tomar la tierra por sus propios medios. Los hombres de David consideraban que Dios había entregado en manos de su líder al rey Saúl, para darle muerte. Podemos pensar en decenas de ejemplos. En cada uno, las buenas intenciones no eran suficientes para hacer la voluntad de Dios.
Para pensar:
Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto: (Romanos 12:2). 

Devociones: "Autoridad".

Dios me anima a llegar a ser un creyente de firme confianza en él, y a crecer tan sólido en la disciplina, que él me podrá confiar funciones de responsabilidad en su gran plan eterno:( Isaías 45:11).

       El tercer nivel de fe, después de la fe débil y la fe confirmada es la fe que da autoridad. Ese nivel de fe, fuertemente relacionada a la oración intercesora, es la fe por medio de la cual Dios se pone a nuestra disposición, por decirlo así.
    En las palabras de Rees Howells, fundador del Colegio Biblíco de Gales, es la clase de fe que entiende cuando el objetivo está "asegurado" y ya no se necesita ofrecer más oración. Al ganar esa posición. Dios nos da una especie de carta blanca en la que podemos pedirle cualquier cosa que deseemos dentro del área de nuestra  victoria.
    Ejemplo de ese tipo de fe es Moisés cuando intercedió por Israel 
(Éxodo 32:7-14). Debido al pecado de Israel de hacer un becerro de oro para adorarlo. Dios determinó destruir al pueblo y formar una nueva nación utilizando solamente a Moisés. Pero Moisés oró angustiosamente por su pueblo y alcanzó el lugar en donde Dios, en un sentido, se puso a su disposición para hacer cualquier cosa que pudiera. La posición fue ganada, la autoridad fue alcanzada, y la llave fue dada. Entonces Moisés, utilizando su nueva autoridad, le pidió a Dios que restaurara a Israel en su favor y gracia, lo que Dios hizo por causa de Moisés.
    Los ejemplos abundan: la autoridad de Pedro para con los gentiles, la autoridad de los discípulos sobre los demonios, la autoridad de Pablo para con los gobernantes y la autoridad de Elías sobre sus enemigos. Sólo hombres de confianza reciben autoridad, y esta es dada sólo en un área especifica. Tales personas son los dedos y mano de Dios extendidos en la tierra.
    Encontramos en la base de la escalera de la fe las palabras "sube lo más alto que puedas". Dios me anima a llegar a ser un creyente de firme confianza en él, y a crecer tan sólido en la discíplina, que él me podrá confiar funciones de responsabilidad en su gran plan eterno. Ojalá que cuando lance una mirada a su ejército para encontrar gente responsable, me encuentre a mí como a Abraham, "fortalecido en su fe, dando gloria a Dios" (Romanos 4:20). 

jueves, 16 de octubre de 2014

Devociones:" En el museo de la fe: Nosotros".

La fe es el eslabón que une nuestras vidas con todos los santos a lo largo d ela historia: (Hebreos 11:6).

     El eje central de la vida  de todos los santos en el museo del capítulo once es, precisamente, la fe. El autor de la epístola nos dejó, en la entrada al museo, una definición de la fe, para que supiéramos en base a que criterio reunía a esta galería de ilustres héroes y heroínas.
     Una vez dentro del museo nos presenta con el principio universal que une la vida de personas que vivieron en diferentes siglos y distintas circunstancias. De hecho, ese mismo principio nos une a nosotros con Abraham, Moisés, Elías, Amós, Juan el Bautista, Pedro y cientos de figuras a lo largo de 2.000 años de historia de la Iglesia. El principio en sencillo pero tajante: sin fe es imposible agradar a Dios.
    El término "imposible" se refiere a una incapacidad, no a una dificultad. Es importante señalar esto porque algunos nos podemos sentir tentados a creer que la vida espiritual sin fe toma más complicada nuestra relación con Dios. El autor, sin embargo, opta por expresarse en términos absolutos. Afirmar que es imposible agradar a Dios sin fe, es lo mismo que declarar que el hombre no puede volar por sí mismo, o vivir debajo del agua sin la ayuda de sofisticados aparatos. No se trata de algo que se pueda resolver con un poco de esfuerzo y buena disposición. Sencillamente no está a nuestro alcance lograr estas hazañas, porque no hemos sido creados con las capacidades para sobreponernos a los límites que imponen la gravedad o la necesidad d erespirar oxígeno.
    Del mismo modo, el discípulo que intenta agradar a Dios sin fe se ha propuesto lo imposible. No existe una opción para la vida espíritual que no incluya el ejercicio de la fe.
     ¿Cuáles son los pilares de esta fe? En primer lugar, debemos creer que Dios es. Esto pareciera ser demasiado obvio como para enunciarlo. No obstante, para muchos Dios es una idea, no una persona. Pueden asistir regularmente a la Iglesia, leer la Biblia, ofrendar y hasta compartir el evangelio con otros, pero la forma en que viven delata que no creen que Dios exisate, ni que tendrán que rendirle cuentas por sus hechos.
    El segundo pilar descansa sobre el mensaje insistente de la epístola: poseer la convicción de que Dios responderá a los que lo buscan con insistencia. Es decir, hemos logrado dar ese salto en el cual convertimos una doctrina en una convicción personal. Todos creemos que Dios sana, por ejemplo. Pero muchos no creemos que sana cuando nosotros estamos presentes. Lo hace en otros lugares y otros contextos. Lo mismo ocurre con la convicción de que Diso responde a quienes lo buscan. Afirmamos la validez de esta declaración; sencillamente no creemos, por las razones que sean, que lo va as hacer en nuestro caso particular.
     Los que se acercan a Dios deben poseer esa convicción inamovible que "él me responderá a mí. Quizás deba insistir por un tiempo, pero no tengo duda alguna de que él me recompensará por esa búsqueda". Esa convicción marca la diferencia entre los que agradan y los que no le agradan.  

miércoles, 15 de octubre de 2014

Devociones: "En el museo de la fe: Israel".

Algunas situaciones han sido especialmente preparadas para que crezcamos en la fe:  (Hebreos 11:29).

    A pesar del triste historial de Israel, el cruce del mar Roja nos provee una interesante reflexión acerca de las dinámicas de la fe.
    Lo primero que observamos, en Éxodo 14, es que Dios deliberadamente ordenó las circunstancias para que fueran propicias para el ejercicio de la fe. Creó la apariencia de desorden para anunciar a Faraón a perseguirlos hasta el mar, donde tenía pensado manifestar plenamente su gloria ante los israelitas y los egipcios.
     Los Israelitas, que no conocían estos detalles, entraron en pánico. En situaciones. En situaciones como esta, la intervención osada y confiada del líder es absolutamente esencial. Cuando los israelitas escuchaban las amenazas de Goliat, Saúl no supo proveerles ánimo ni inspiración. Moisés, en cambio, no dudó  en calmar al pueblo y darle las claves paar ejercitar su fe en esta situación de crisis: "No tengan miedo......" (Éxodo 14:13).
     Observamos, en sus palabras, una réplica de exhortaciónque nos ha dejado la epístola de Hebreos. No permitamos que las circunstancias nos infundan miedo. Mantengamos firme nuestra convicción de que Dios actuará a nuestro favor. Preparemos nuestro espíritu para ver la mano poderosa de Dios obrando en nuestro medio.
     Una vez que Moisés calmó al pueblo, acudió al Señor en busca de nuevas instrucciones. La respuesta del Señor es sorprendente: "¿Por qué me pides ayuda? Ordena a los hijos de Israel que  sigan su marcha. Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco" (Éxodo 14.14-16).
    Es como si el Señor hubiese querido indicarle a Moisés que tenía más poder de lo que creía o entendía. Durante las negociaciones con el Faraón le había dicho: "Mira, Yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta" (Éxodo 7:1). La vara que poseía gozaba del pleno respaldo de Dios. Podía usarla y saber que el Señor se movería.
     ¿Acaso sufrimos el mismo problema? En más de una  ocasión el Señor retó a los discípulos por su poca fe. Es que no terminamos de entender con quien estamos caminando, ni cuáles son los alcances de su poder y amor en nuestras vidas y la de aquellos que nos rodean. El resultado es una fe timida que titubea ante la menor dificultad, y desemboca en la fatal decisión de enterrar nuestro talento en la tierra, para que no se pierda.
    Una última conclusión del cruce del mar Rojo: los egipcios intentaron hacer lo mismo y fracasaron. Caminar con fe es un privilegio concedido a los que creen en el Señor. Qué lástima que le demos tan poco a semejante regalo.

martes, 14 de octubre de 2014

Devociones: "Unirnos a la carrera".

Podemos ser parte de la larga lista de personas que han buscado vivir por fe: 
(Hebreos 12:1).

         Todas las epístolas del Nuevo Testamento concluyen con una sección en la cual la doctrina expuesta se traslada a la práctica de la fe. Los próximos capítulos de Hebreos guardan este mismo estilo. Una serie de exhortaciones ayudarán a los lectores a entender cómo pueden alienarse con la historia de un pueblo que vivió por fe.
    Como primer paso, el autor escoge emplear una analogía fácilmente comprensible para sus lectores, la de una carrera de larga distancia. Esta competencia honraba la hazaña de un corredor griego que corrió una enorme distancia para comunicar la noticia de que el ejércicio griego había logrado derrotar a los persas en la batalla de Maratón.
     Echando mano de esta competencia en la que participaban los mejores corredores del imperio, el autor nos anima a unirnos a la "carrera" de la que han participado tantos héroes de la fe. Esta es, por supuesto, una referencia al capítulo que acabamos de examinar, y donde el espacio no ha alcanzado paar ennumerar a todos los hombres y las mujeres que dejaron un ejemplo digno de imitar. El punto que se desea destacar es que no corremos solos. Somos parte de una larga y rica historia para el pueblo de Dios. Una multitud de figuras, conocidas y desconocidas, han luchado con las mismas dificultades con que nosotros nos enfrentamos. A ellos también les tocó avanzar en medio del desánimo, las confusión y el silencio de Dios. No somos los primeros que afrontamos estos desafíos, ni tampoco seremos los únicos. Recordar que una gran nube de testigos corriendo la carrera antes que nosotros y , además la terminaron con éxito debe infundirnos ánimo y valentía en el presente.
     Existe otra implicancia en la analogía del autor, que está más ligada a nuestra vida en el presente. El llamado a ser parte de un pueblo espiritual es un llamado a una comunidad, no a individuos. En medio de una sociedad tan enfocada en las ambiciones y los esfuerzos individuales, este aspecto se ha perdido por completo. No obstante, la carrera a la que hemos sido llamados a participar es una en la que debemos avanzar en la compañía de muchos. Ellos no son nuestros competidores. Son los que nos animan y apoyan en el proceso de creer a la plenitud de la medida de Cristo Jesús. Nos ayudan a llevar la carga y nos proveen orientación cuando el camino se vuelve confuso. Son, en pocas palabras, compañeros indispensables para alcanzar la meta. Nosotros también hemos sido llamados a ser esa clase de compañeros para otros. Un discípulo no debe ser condenado a vivir en soledad su experiencia con Cristo. Nos necesitamos los unos a los otros. Esto también es parte de la provisión generosa que el Padre ha hecho para que avancemos con éxito por el camino que nos ha trazado.

lunes, 13 de octubre de 2014

Devociones:"Restauración completa".

El desenlace natural de una visitación celestial debería ser nuestro retorno a una vida enteramente dedicada: (Marcos 7:31-37).

     El resultado inmediato de la intervención de Jesús en la vida del sordo y tartamudo fue que comenzó a hablar. La observación parece tan obvia y lógica que resulta innecesario mencionarse. No obstante, es importante resaltar que el objetivo de una visitación divina en nuestras vidas es la restauración de nuestras funciones originales. Es decir, la lengua fue creada como instrumento de comunicación orar y es esa la función que debe cumplir. Del mismo modo, cuando Dios produce en nuestra vida una transformación su anhelo es que volvamos a funcionar conforme al propósito para el cual nos creó. No nos visita para que sigamos obsesionados con asegurar nuestro propio bienestar, sino para que vivamos para la "alabanza de su gloria". El desenlace natural de una visitación celestial debería ser nuestro retorno a una enteramente entregada a los asuntos del Señor.
    No dudamos que los presentes deben haber quedado atónitos por lo que vieron y oyeron que le ocurrió al sordo y tartamudo. Aunque Cristo llevaba tiempo ministrando a los necesitados, las maneras en que obraba no dejaban de causar asombro entre sus observadores. No obstante, "les mandó que no lo dijeran a nadie".
     Esta no es la primera vez que Cristo dio esta clase de instrucciones. En varias ocasiones, a lo largo de los tres años que ministró, ordenó a los que había sanado que no se lo contaran a nadie. Para nosotros esta actitud resulta difícil de entender, porque creeríamos que lo lógico y legitimo sería dar testimonio a los "cuatro vientos" de lo que Dios había obrado en la vida del sordo y tartamudo.
       "¿Acaso? ¿Diríamos?, no es esta la mejor manera de traer gloria a su nombre, que las personas se enteren de que él es real?". En nuestra pregunta advertimos el elemento que más frecuentemente impide nuestra obediencia: creer que nuestra lógica y la de Dios son similares. No sabemos la razón exacta por la cual Cristo quería impedir que este varón divulgará lo que le había pasado y , en cierto sentido, conocerla tampoco es importante. Nos basta saber que la persona que dio la orden tiene autoridad absoluta y nuestro llamado es a obedecer, aun cuando no estemos de acuerdo con sus directivas.
    Con tristeza vemos que el evangelio da testimonio de cuán difícil nos resulta obedecer, aun en las comisiones más sencillas: "cuanto más les mandaba, tanto más  y más lo divulgaban". Marcos no registra ninguna consecuencia negativa de esta desobediencia, aunque no dudamos que la hubiera. En otra oportunidad una acción similar por parte de un leproso resultó en que "Jesús no podía entrar abiertamente a la ciudad, sino que se quedaba fuera, en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes" (Marcos 1:45).
    Sin justificar la desobediencia, hemos de notar que aun cuando obramos mal el Señor saca provecho de la situación, pues "en gran manera se maravillaban,  diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar". Como el objetivo de Jesús no era crecer en popularidad, el reconocimiento d elas multitudes no era necesario. No obstante, en medio del reconocimiento seguramente algunos comenzaron a acercarse al Señor para vivir más plenamente la vida espíritual para la cual Dios nos creó.
 

sábado, 11 de octubre de 2014

Devociones: "Repercusiones".

Lo que vivimos en el plano privado de nuestras vidas incide en nuestras relaciones en el ámbito público: (Lucas 1:5-25).

     Mientras Zacarías permanecía dentro del templo el pueblo lo esperaba, y se extrañaba de su tardanza. "Pero cuando salió, no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había visto una visión en el templo; y él les hablaba por señas, y permanecía mudo".
    La convicción de que la fe es algo "muy personal" está fuertemente instalada en nuestro concepto de la vida espiritual. Hemos cedido frente a la idea de que cada uno posee la capacidad de construir en soledad su propia experiencia en Cristo. Nuestro débil compromiso con la Iglesia muchas veces revela cuán poco le damos a los aportes de nuestros hermanos si proceso que Dios realiza en nuestra  vida.
    La experiencia de Zacarías muestra que nuestras vivencias en lo secreto indefectiblemente afectan al vida de aquellos con los que nos encontramos en el ámbito de la vida pública, aun cuando no seamos conscientes de ello. Nuestra vida está forzosamente ligada a la vida de otros que comparten con nosotros nuestra existencia.
     El apóstol escogió la analogía del cuerpo humano para explicar este ministerio, ilustrando cómo la vida de un miembro afecta la de los otros. "Y si miembro sufre, todos los miembros sufren, con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él" (1 Corintios 12:26). La imagen es perfecta para entender nuestra relación con otros. Si una persona pierde en un accidente su mano, todo el cuerpo sufrirá las consecuencias, aun cuando la parte más fuerte de la crisis la sufra el brazo.
     ¿Acaso no son los hijos los mejores ejemplos de la fe, o falta de fe, de sus padres? Aun cuando los padres han confiado la formación espiritual de sus hijos a los maestros de la escuela dominical, la mayor influencia sobre la vida de ellos la ejercerán aquellas vidas de las que son testigos en la intimidad del hogar.
     La respuesta inapropiada de Zacarías ante la visita del ángel significó que él perdió parte de la aventura que Dios había preparado para él. Es tentador pensar que el asunto termina aquí, pero claramente la gente que lo esperaba afuera también resultó afectaba por su experiencia. Cuando salió percibieron que algo había ocurrido, pero no tuvieron acceso a los detalles, pues Zacarías no estaba habilitado para compartir con ellos lo vivido.
     Imagine, por un instante, que Zacarías hubiera reaccionado con fe al anuncio. ¿Qué hubiera ocurrido al salir del templo? ¿Acaso no hubiera gritado a los cuatro vientos que iba a ser papá, que Dios mismo se lo había anunciado? El pueblo hubiera entrado en pleno en el gozo de él. En lugar de esto, volvieron a sus casas perplejos, con la sensación de haberse perdido algo importante.
   Lo que vivimos en el plano  privado de nuestras vidas incide en nuestras relaciones en el ámbito público. Cuando desatendemos este aspecto de nuestras vidas, no sufrimos solamente nosotros. Todo el cuerpo de Cristo se ve empobrecido.
    

Devociones: "Regalo Divino".

Los líderes hemos sido llamados a formar personas Efesios 4:11-12.

     Un comentarista bíblico ha hecho la interesante observación que en el Nuevo Testamento existen tres pasajes que hablen de los dones otorgados por el Dios trino a los hombres. En Romanos 12:3-9 se encuentra la lista de dones que el  Padre  le dio a sus hijos. En 1 Corintios 12 y 14 se encuentra la descripción de los dones que el Espíritu dio a la Iglesia. Y en Efesios 4:11 y 12, se encuentran los dones que Jesús le dio a su Iglesia. Si la interpretación de este comentarista es acertada, nos presenta con una muy interesante revelación del corazón de Dios por su Iglesia, junto a la particular función que cada uno cumple en la formación del pueblo. Los dones que el Padre y el Espíritu han dado a la Iglesia son gracia que se manifiesta en la vida de sus hijos, tales como la misericordia, el servicio, la exhortación, el discernimiento, la palabra de ciencia o la sanidad. Por medio de esta gracia se pueden realizar las buenas obras que son parte de la vida a la que hemos sido llamados pues, como dice la Escritura, el pueblo de Dios debe ser un pueblo "celoso de buenas obras" 
(Tito 2:14).
    Cuando observamos el regalo de Cristo a la Iglesia, sin embargo, podemos notar una importante diferencia. Efesios 4. No dice que el dio a la Iglesia ministerios apostólicos, proféticos, evangelísticos, pastorales y de enseñanza. Lo que Cristo dio a la Iglesia no fueron ministerios, sino personas. Esto no tiene por qué sorprendernos, pues Jesús mismo trajo las Buenas Nuevas del Padre en persona. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros ()y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" ( Juan 1:14). Al regalarle a la Iglesia hombres y mujeres que fueran apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, Jesús no estaba haciendo más que perpetuar el modelo que él mismo inició al invertir en la vida de los discípulos. Esta observación tiene una importantísima connotación para aquellos que han sido constituidos por Cristo para estos ministerios. El valor principal de la presencia del apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro en la Iglesia no se encuentra en el ministerio que desarrollan, aunque siempre tendemos  avalorar a los hombres por sus obras. El principal valor que estas personas tienen es lo que ellos son. Enseñan con su vida, como lo hizo Cristo. Por esta razón, el llamado a ser líder dentro de la Iglesia es un llamado a ocupar un lugar que demanda de nosotros las más altas expresiones de devoción, compromiso y santidad.
Parta pensar:
En tiempos de angustia, confusión y dificultad, la Iglesia no debe buscar inspiración en sus doctrinas, sino en la vida de aquellos que han sido puestos para formar la vida de los santos. Tristemente, el contacto que el pueblo de Dios tiene con estos líderes, con frecuencia, está limitada a los momentos de reuniones formales dentro del programa establecido de la congregación. La gente que estamos formando necesita tener amplio acceso a nuestras vidas, pues nosotros somos el ¡regalo de Cristo para sus vidas!  

jueves, 9 de octubre de 2014

Devociones: "Recompensas".

Ninguna persona vive su experiencia en Dios en forma aislada: Mateo 9:35.

       Hasta este momento Jesús se ha concentrado en animar el corazón de los discípulos frente a la segura persecución que experimentarán. Mas al terminar sus instrucciones, menciona brevemente las recompensas que esperan a aquellos que desisten de perseguir al discípulo: "El que a vosotros recibe, a mi me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
      El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa". Quizás la mejor ilustración de este principio lo podemos encontrar en la figura de Rahab. Muchas personas tienen dificultad de entender por qué esta mujer ha sido incluida en la lista de"héroes de la fe" de Hebreos 11. ¿Cómo podía una prostituta ser considerada como ejemplo para los creyentes?
    El error de este planteamiento está, precisamente, en que ella no fue aprobada por su estilo de vida sino por la práctica del principio que Jesucristo enuncia a sus discípulos. Rahab había entendido que los espías venían de parte de un pueblo fuerte, que inminentemente invadiría su ciudad. Había escuchado d elos asombrosos hechos que Jehová obraba en medio de ellos y decidió atar su destino al destino de los espías. Cuando los israelitas finalmente entramos en la ciudad de Jericó, salvaron la vida de ella y la de sus parientes. No por su propia justicia, sino porque había recibido a los dos espías. Podemos ver en las palabras de Cristo que existen elementos en el reino de los cielos que nosotros no percibimos, ni entendemos. Cuando un enviado de Dios visita a una persona, aun sin ser esta de la familia de la fe, viene bendición sobre la vida del que lo recibe. El hecho de haber sido bondadoso hacía los hijos de Dios tiene su propia recompensa, más allá de la conversión o no conversión de la persona.
    El principio claramente ilustra que ningún discípulo vive su experiencia en Dios en forma aislada. Cada uno de nosotros tocamos la vida de aquellos que están alrededor de nosotros, muchas veces sin siquiera saberlo. Mas el compromiso de Dios es siempre con el bien de muchos, y utilizará nuestras vidas con ese propósito. Al concluir esta serie de reflexiones sobre las instrucciones que Cristo entregó a los discípulos, antes de enviarlos de dos en dos, no podemos dejar de señalar, una vez más, que de los treinta y siete versículos que las contienen, treinta y dos hablan de la persecución.
    Qué tremendo contraste con nuestra perspectiva. Nuestra versión "domesticada"  de la vida espiritual rara vez despierta oposición. Hemos perdido los elementos que la sociedad considera una amenaza. Jesús nos invita a volver a asumir la postura radical de aquellos que han tomado su cruz y están identificados con él. Las burlas, los cuestionamientos y la oposición hablan con mayor elocuencia de nuestra fe que cualquier palabra que podamos proferir a favor de ella.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Devociones: "Pueblo mío".

El profeta Jeremías anuncía un futuro en el que Dios obrará una radical transformación en su pueblo: Hebreos 8:10.

      Como parte de este proceso de comparar el antiguo y el nuevo pacto, el autor de Hebreos echa mano de una porción de una carta que el profeta Jeremías escribió a los israelitas. Hacía un año que Jerusalén había sido arrasada por los babilonios y la mayoría de la población llevada al cautiverio. El desánimo, el desaliento y la amargura se habían instalado en el corazón del pueblo.
     En medio de este desconsuelo el Señor anuncia que el exilio no durará para siempre. Vendrá el día en el que reunirá a su pueblo y volverá a traerlos a Israel. La razón, señala el Altísimo, es porque él los ha amado con amor eterno (Jeremías 31:3).
     Lo llamativo de este pasaje es que nos permite ver cuál es el anhelo del corazón de Dios para con su pueblo. Cuando él los sacó de Egipto les había propuesto que ellos fueran su especial tesoro de entre todas las naciones de la Tierra. Es en ese contexto que fue dada la ley. La ley proveía orientación en cuanto a la clase d epueblo que Dios deseaba, pero el fin de la ley no era el cumplimiento rígido de las reglas, sino el marco para una relación de amor entre Dios y el pueblo. En el texto de hoy vemos que Dios busca mucho más que gente fiel a un sistema religioso. Su deseo es producir en nosotros tal transformación que sus leyes estén escritas en nuestras mentes y en nuestros corazones. Si pensamos en una pared donde se ha escrito con pintura un mensaje, tendremos una idea de lo que pretendía el Señor. Su anhelo eras que ante cualquier mirada hacia nuestro interior lo primero que resaltara fuera sus preceptos.
      ¿Por qué resultaba tan importante atesorar la Palabra en el corazón? Porque la vida fluye de adentro hacia afuera. Hoy estamos acostumbrados a pensar que la vida está definida por nuestro entorno, por lo que invertimos mucho tiempo buscando un entorno propicio para la clase de vida que quisiéramos vivir. Está de más decir que nunca alcanzamos a echar mano de ese entorno, porque no ejercemos control sobre él. Las circunstancias pueden sumarle algún ingrediente agradable a la vida, pero la calidad de nuestra existencia depende enteramente de la realidad que gobierna el interior de nuestro ser.
    Es ese espacio el que desea ocupar el Señor. Es el lugar que tenemos reservado para aquellas personas que amamos profundamente. Es el sitio de donde fluyen nuestras motivaciones, del cual emanan nuestras decisiones y provienen nuestras palabras. En síntesis, el corazón es el que gobierna nuestras vidas. El cumplimiento ciego de una serie de ritos impactará al hombre interior. Cultivar en la intimidad de nuestro espíritu, una historia de amor, es lo que nos permitirá ser, para el Señor, su especial tesoro.

Devociones: "Prudencia".

Aun cuando las situaciones no sean perfectas, debemos avanzar en nuestra tarea convencidos de que hemos recibido de nuestro Señor para arrancar con el proyecto. Eclesiastes 11:4.

     Algunos de nosotros hemos heredado un espíritu de perfeccionismo que con frecuencia nos juega una mala pasada. El perfeccionista no puede aceptar que sus proyectos no estén  ala altura de sus expectativas. Cuando las expectativas tienen que ver con agradar a los demás, siempre contienen un grado de experiencia que es prácticamente imposible de alcanzar. Por buscar ese estado, en el cual no se puede mejorar más, la persona pierde valioso tiempo y esfuerzo. Y no solamente esto, sino que a veces acabamos por arruinar el trabajo que estamos realizando, porque nuestras exigencias demoran innecesariamente su ejecución, y cuando acabamos con él la necesidad por la cual lo hicimos ya noexiste. Posiblemente el autor de Eclesiastés no estaba pensando en el perfeccionista cuando escribió el versículo sobre el cual hoy meditamos (Eclesiatés 11:4). No obstante, su sabiduría sabíduria tiene un elemento práctico que encaja bien a la hora de emprender un nuevo proyecto. Existe una temporada establecida para echar la semilla en la tierra, y todo labrador la conoce bien. No es lo mismo sembrar en otoño que en invierno. Cada cultivo tiene su época de siembra y dentro de este tiempo establecido existe un limitado tiempo de variación. El labrador puede demorar una semana o dos el trabajo de colocar la semilla en tierra, pero si se demora más de lo debido perderá la oportunidad, Dios ha creado la naturaleza con sus propios ciclos y ella no espera a nadie.
     A pesar de esto, algunos campesinos podrían estar buscando el momento "perfecto" para plantar sus semillas. Se dedican con cuidado a observar el viento y medir las nubes, esperando detectar el momento en que caerán la lluvia apropiada para que sus semillas germinen rápidamente. El autor de Eclesiastés le está advirtiendo, a quien pasa demasiado tiempo buscando el momento preciso para realizar su tarea, que sí se extiende mucho en este proceso perderá la oportunidad de sembrar y , por ende, de cosechar. Para un pueblo que vivia del cultivo de la tierra esto constituía una verdadera catastrofe.
    El principio es tan válido para nosotros como lo es para aquellos que trabajan la tierra. Nuestra labor tiene que poseer una medida razonable de prudencia. He sido testigo de muchos proyectos en la Iglesia que fueron armados  alas "apuradas" y que producen muy poco fruto por lo improvisado de su estructura. Existe otro mal, sin embargo, que es aún peor que este: I de creer que se tienen que dar todas las condiciones para emprender un nuevo proyecto. En el reino, son pocas las veces cuando todo lo necesario se está dado para que podamos avanzar en algo. De hecho, de esto de trata la aventura de andar por fe. Avanzamos en situaciones no perfectas, con la convicción de hemos recibido órdenes de nuestro Señor para echarnos a andar. Como dicen en mi tierra, no se demore mucho porque se le va a ir el tren.    

martes, 7 de octubre de 2014

Devociones: "Pronto auxilio".

Jesús transcendió los cielos pero no se distanció de los que más ayuda necesitan:
Hebreos 4:15-16.

      El gran estudio del Nuevo Testamento, F. F. Bruce, en su comentario sobre el libro de Hebreos, propone que el texto de hoy representa la introducción al próximo tema que va a abordar la epístola, los méritos de Cristo como sumo sacerdote.
      Sin desmerecer la perspectiva de tan distinguido teólogo, la frase " por lo tanto" claramente indica que estos versículos representan la continuación del argumento que viene presentando el autor. De hecho, pareciera ser la conclusión más apropiada a las verdades que ha anunciado hasta este momento:
       * Dios ha hablado de muchas maneras (hebreos 1:1).
       * En este tiempo nos ha hablado por medio de su Hijo (Hebreos 1:2).
       * Debemos prestar mucha atención al mensaje que nos ha entregado 
( Hebreos 2:1).
       * Esto ayudará a que nos desviemos de la fe (Hebreos 2:1).
       * La desviación es producto del endurecimiento del corazón (Hebreos 3:8).
       * El endurecimiento del corazón se ve facilitado por el engaño del pecado (Hebreos 3:12).
       * Para evitar caer ante los seductores mensajes de un corazón engañoso debemos aferrarnos a la fe (Hebreos 3:14; 4:2).
   Queda claro que al transitar por un camino tan repleto de riesgos necesitamos toda la ayuda que podamos recibir. Entre las herramientas que Dios pone a nuestra disposición ya hemos examinado, con detenimiento, el trabajo que realiza en nosotros la Palabra que él habla. Penetra hasta las profundidades de nuestro ser y expone las incitaciones, los egoísmos, las mezquindades y las maquinaciones que frecuentemente son la verdadera motivación detrás de muchas de nuestras acciones.
      Este trabajo de la Palabra es muy valioso, siempre y cuando exista en nosotros la disposición de permitir que nos examine. Si existe el compromiso de darle a la Palabra la libertad para que obre en nosotros conforme al propósito para el que fue enviada, probablemente salgan a la luz realidades que hasta el momento no habíamos visto. Algunas serán liberadoras. Otras producirán en nosotros tristeza, porque verdaderamente creíamos que éramos más de lo que somos. La luz de la Verdad mostró que en nuestro propio corazón existen intenciones crueles y pensamientos viles. La reacción universal ante tan sorpresivo descubrimiento es la desazón. Cuando Pedro descubrió  cuán pobre era su compromiso con Cristo, salió afuera y lloró amargamente ( Mateo 26:75).
David, frente a la revelación de su pecado, redactó el Salmo 51: "....reconozco mis rebeliones; día y noche me persiguen. Contra ti y sólo contra ti he pecado; he hecho lo que es malo ante tus ojos. Quedará demostrado que tiene razón en lo que dices y que tu juicio contra mí es justo" (3 y 4).
     El objetivo del Señor no es hundirnos en la depresión, sino restaurarnos. Ante al dolos que experimentamos, al descubrir la bajeza de nuestro corazón, existe Uno dispuesto a traernos consuelo, ánimo y sanidad. Él es el Hijo de Dios, un sumo sacerdote fiel al que podemos recurrir con toda confianza. El limpiará nuestras heridas, perdonará nuestras transgresiones y venderá nuestros corazones. A él debemos confiar nuestra vida.
 
 

lunes, 6 de octubre de 2014

Devociones:"profeta sin igual".

La grandeza de un ministerio no se mide en términos de números, sino en términos de fidelidad: Lucas 7:28.

     Detengamos nuestra mirada un momento en este elogio de Cristo. Escogiendo de entre los profetas nacidos de mujer, el Hijo de Dios afirmó que Juan el Bautista era  el más grande de todos los tiempos. Recordemos que el hijo de Zacarías no estaba siendo comparado con otros profetas de poca estatura. Israel tenía una rica historia de ministerios proféticos, aunque muchas veces no fueron honrados, como tales. Pero la lista de notables incluía varones de la talla de Moisés , Isaías, Amós, y Jeremias, hombres que tuvieron un profundo impacto en la vida y la historia de la nación.
    Piense en la trayectoria de Juan el Bautista. Fue apartado desde su concepción para una labor única. Los próximos 30 años los pasó en completo anonimato. Solamente sabemos que cuando apareció a orillas del Jordán, venía del desierto. Probablemente fue formado y educado por alguna de las comunidades que moraban en esa región durante esta época. Lo cierto es que era completamente desconocido.
    De allí, su trayectoria fue meteórica. Al poco tiempo de comenzar a predicar, grandes multitudes lo acompañaban. Las figuras religiosas del momento venían de lejos para indagar su vida y mensaje. Formó su propio grupo de discípulos. La culminación de su ministerio fue la llegada del Mesías quien también se unió a las multitudes que se bautizaban. Con el inicio del ministerio público de el Enviado, la tarea de Juan terminó. Poco tiempo después fue arrestado, y luego decapitado por orden de Herodes. Su ministerio duró apenas seís meses.
    ¿Cómo, entonces, se puede decir que su ministerio fue el más grande de entre los profetas? La labor de Isaías y Jeremías se extendió a lo largo de al menos 40 años. Lo de Juan es insignificante en comparación. Justamente en este argumento, sin embargo, se ve el concepto que prevalece entre nosotros. Para nuestra cultura evangélistica, la grandeza de un ministerio radica en su tamaño, y extensión. En el reino, sin embargo, la grandeza no se mide en términos de números, sino en términos de fidelidad. Y la fidelidad, consiste en hacer solamente lo que uno fue llamado a hacer. Nadie entendía esto mejor que Juan, quién le explicó a sus discípulos que es necesario que él crezca y que yo disminuya (Juan 4:30).
  Para nosotros, esto es un terrible desperdicio de recursos. Preparar a un hombre 30 años para un ministerio de seis meses. Nos sentimos mucho más cómodos con un modelo que prepara a un obrero seis meses para un ministerio de 30 años.
   Qué importante lección para nosotros que estamos avocados a servirle nos deja el hijo de Zacarías. Un hombre preparado por Dios para ministrar en el momento exacto, puede lograr más en seís meses que lo que un ministro bien intencionado puede lograr en sesenta años de trayectoria. Procuremos, pues, trabajar en las obras que él ha preparado de antemano para que andemos en ellas (Efesios 2:10).  

viernes, 3 de octubre de 2014

Devociones: "Problemas de comprensión".

La comprensión de la verdad en el Reino se adquiere por medio de la vivencia, no el intelecto. Hebreos 5:14.

     Aunque nos encontramos al final del capítulo 5, aquí se expone por primera vez el problema puntual que ha motivado al autor de Hebreos a escribir esta carta. Recordemos que abrió la epístola declarando que Dios nos ha hablado y que lo que ha dicho merece toda nuestra atención porque es, literalmente, un asunto de vida o muerte.
     El autor ahora identifica la dificultad que intenta vencer, por medio de cuidadosos argumentos: sus lectores tienen problemas para entender lo que les está explicando. Confiesa que el tema que desarrolla es complejo para exponer. La complejidad, sin embargo, no radica en el tema en sí. Ya he señalado que cuando el Señor decide hablar a nuestras vidas lo hace de tal manera que podamos entender claramente lo que nos está queriendo decir. No se anda con rodeos ni apela a esquivas alusiones que solamente los más inteligentes pueden entender.
     la dificultad no radica en el tema, sino en los oyentes. El autor utiliza una palabra para describir su condición, que podría traducirse como "perezosos, lentos, pesados". La imagen que mejor ilustra el término es el de una persona que intenta empujar una carreta que se le ha atascado en el barro. El esfuerzo para moverla es intenso y los avances son muy frustrantes, Las ruedas avanzan unos metros y vuelven a quedar atrapadas en el lodo.
     Esta es la sensación que tiene el autor de Hebreos con sus lectores. La condición espíritual de sus corazones tornan complejo lo que deberían ser una tarea sencilla: explicar que en Jesucristo tenemos la respuesta a todas nuestras necesidades. Pero estos oyentes cargan con la pesada y enredada tradición de sus antepasados judíos.
    Su frustración me recuerda a infinidad de conversaciones que he tenido, en el ámbito de la consejería pastoral, sobre diversos temas referidos a la vida espiritual. La solución a muchas de nuestras dificultades es sencilla y requiere de un solo ingrediente: la obediencia. No obstante, muchas veces nos enredamos en complejos e innecesarios análisis de la factibilidad de que el camino sugerido produzca el resultado anhelado. Frustrados, exclamamos: "pero es muy dificil" Suelo recordarle a las personas que si esto fuera verdad Jesús jamás hubiera dicho que para entrar al Reino debíamos convertirnos en niños.
     Los temas no son complicados. Los que somos complicados somos nosotros y tenemos una irremediable tendencia a desconfiar de lo sencillo. Cuando la propuesta es demasiada simple nos sentimos en la obligación de sumarle ingredientes que le vuelven más complicada. El verdadero problema, no obstante, es que no existe la tierra fértil sobre la cual puede caer la Palabra fresca de Dios. Necesitamos que, por medio del arrepentimiento y la humillación, el Espíritu sintonice nuestros corazones a los principios del Reino. La actitud que espera de nosotros el Señor, es la fe. La fe no cuestiona ni argumenta. Recibe, cree y actúa.

jueves, 2 de octubre de 2014

Devociones: "Postura atrevida".

Los desafíos de la vida nos presentan con una excelente oportunidad para desarrollar nuestro coraje: Hebreos 10:35.

     Me gusta la forma en que la Nueva Versión Viviente traduce este versículo: "Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. Tengan presente la gran recompensa que les traerá".
     Dos términos son de especial interés para sobreponernos a las dificultades que se nos presentan en la vida cotidiana. La primera es esta postura de confianza. El término es el mismo que examinamos en el verso 19 de este capítulo. La palabra indica una actitud de osadía y coraje, una postura que podríamos describir como atrevida.
     Al pensar en esta actitud s eme vienen a la mente imágenes de la Palabra. El avance audaz de David contra el gigante Goliat. No se percibe en su postura ni una sombra de duda. Pienso también en la intrépida oración de Elías frente a los 400 profetas de Baal. Está absolutamente convencido de que Dios va ha responder a su oración. Del mismo modo Cristo, con esa certeza absoluta que produce conocer el respaldo del Padre, llama a Lázaro, que estaba muerto, a que salga de la tumba. Esta misma postura llevó a que Juan y Pablo miraban fijo al cojo y le dijeron: "en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!".
     Es bueno observar la frase que acompaña la palabra confianza. No se trata de la osadía natural a las personas que tienen una personalidad extrovertida o que se sienten estimulados en condiciones de riesgo. Esta actitud es el resultado de la confianza que poseemos en el Señor. Se desprenden del hecho que Jesús nos ha delegado la misma autoridad que recibió del Padre. Es decir, nos ha convertido en socios de los proyectos del Reino, con todas las mismas ventajas que él posee. Cuando llamó a  los Doce realizó una transferencia de autoridad a sus vidas: "luego nombró a doce de ellos y los llamó sus apóstoles. Ellos lo acompañarían, y el los enviaría a predicar y les daría autoridad de expulsar demonios" (Marcos 3:14).
     Dios espera de su pueblo que ejerza la autoridad que he recibido de Cristo frente a las dificultades y los obstáculos que presenta la vida. Y es precisamente por esta razón que el autor de Hebreos exhorta a los receptores de la epístola a que no desechen la confianza que tienen. El término puede ser traducido descartar, botar, poner a un lado, deshacerse. Todos estos verbos indican que la decisión de abandonar el camino de la valentía es consciente y deliberada, no el resultado d euna lenta erosión de la fe. Por esta razón el autor siente que puede exhortarle a no desechar nuestra confianza. Tenemos control sobre esta situación. Podemos decidir si vamos a confiar o no. Las circunstancias pueden ser sumamente complejas, pero igualmente está en nuestras manos el asumir, o no, una postura de osada fe. Los que optan por este camino seguramente serán probados. También serán participes de las más asombrosas victorias. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Devociones: "Poder indestructible".

La vida construida por el Espíritu posee una cualidad que no pude producir la más ferrea disciplina carnal: Hebreos 7:11-19.

      El autor de la epístola sigue demostrando la inferioridad del sarcerdocio Levítico en comparación con el sacerdocio según la orden de Melquisedec. El punto que establece, en esta extensa sección, es que no existe un lugar de convergencia entre una orden y la otra. Pertenecen a dos sistemas enteramente diferentes.
     Quisiera poner la mirada en este proceso de perfección, que ocupa un lugar central en el mensaje de Hebreos. En esto, acompaña uno de losa conceptos centrales del Nuevo Testamento. De hecho, en un pasaje sumamente revelador, el apóstol Pablo declara que este es el objetivo final de su ministerio: "A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo" (Colosenses 1:28).
      La debilidad inherente de la ley es que conduce a los hombres a creer que la relación con Dios depende del cumplimiento de los puntos que figuran en una lista de requisitos. Esta postura resulta más que atractiva para la mayoría de nosotros, porque es más fácil dedicarse a tildar los ítems en una lista, aún cuando sea larga, que trabajar el indefinido y misterioso mundo de las relaciones. Una lista me permite a mí estar firmemente en control de lo que está pasando. Es posible que cumplir con la tarea exija esfuerzo, dedicación y sacrificio. No importa. Estoy dispuesto a transitar el camino que sea necesario siempre y cuando la conducción del proceso esté en mis manos.
      Esta es la razón por la que, en el marco de la Iglesia, tantos creyentes han reducido la relación con Cristo a una lista de actividades: Asistir al menos  aun culto por semana, ser fiel en el diezmo y las ofrendas y cumplir con el devocional diario. Otros le suman más actividades, porque esta lista les parece demasiado escueta.
     El autor de Hebreos es categórico en cuánto a la actividad de la ley a la hora de lograr la perfección. La tilda de "inútil e ineficaz". Son dos términos descalificadores. La palabra "inútil" indica que carece de fuerza, es enfermizo y débil. Por eso es de poco provecho y hasta perjudicial. La compleja historia de Israel, con sus interminables infidelidades, demuestra cuán poco poder poseía la ley para torcer el rumbo de las vidas.
    ¿Cuál es el sentido de este punto que el autor desarrolla con tanta insistencia? Jesús no se levanta como sacerdote porque pertenece a una tribu, ni porque posea los atributos físicos para servir en ese rol. Surge como fruto del "poder de una vida indestructible". Esta es una alusión a la operación del Espíritu de Dios sobre su vida y nos indica claramente cómo debe producirse la perfección en nuestras propias vidas. En esta nueva orden, según Melquisedec, la ley de la carne ha sido desplazada por la ley del Espíritu. Nuestro esfuerzo solamente produce resultados cuando nos ubica en ese lugar de la vida donde el Espíritu tiene completa libertad para obrar en nosotros la perfecta voluntad del Padre.