viernes, 31 de octubre de 2014

Devociones: "Desenlace soñado".

Una  profecía de Jeremías revela el sueño que atesora al Señor:
 (Hebreos 8:11-12).

      Una de las tendencias con las que han tenido que luchar todas las generaciones del pueblo de Dios es evitar convertir la relación con él en un monopolio personal. La inclinación de nuestro corazón nos lleva siempre a pensar solamente en nuestras propias necesidades y prioridades. Conforme a esta visión nos atrae poco compartir las riquezas que hemos descubierto en la persona de Dios con aquellos que están a nuestro alrededor. Al igual que los discípulos, que quisieron impedir que los niños llegaran hasta Jesús, creemos que (ahora que estamos adentro) es nuestra responsabilidad decidir quién más puede acceder a esta bendición. Tristemente, en general son muy pocos los invitados a participar de esa relación que tanto bien nos hace.
   La profecía de Jeremías, que emplea el autor de Hebreos, nos permite visualizar el anhelo más profundo del corazón de Dios.Es que absolutamente todos disfruten de una relación con él. No emplea las odiosas distinciones que utilizamos nosotros para escoger a quien vamos a beneficiar. No quiere que nadie quede afuera. Y por esto la profecía describe una situación en la que ya  no será necesario exhortar al hermano o al vecino para que conozcan al Señor. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le conocerán.
    Es necesario señalar que esto provee el marco para todo lo que está compartiendo el autor de Hebreos. Sus exhortaciones no son en singular, sino en plural. Están dirigidas a un pueblo. Si bien ese pueblo está compuesto de individuos que deben, cada uno por decisión propia retener hasta el fin su confianza en el Señor, el principio es que llevemos adelante esta lucha como comunidad de fe.
    Él énfasis también encuadra con la orientación general de la Palabra, que anuncia Buenas Nuevas para todos, no para un grupo escogido. Aún en el proceso de apartar para sí una nación de entre todas las naciones, el Señor había declarado a Abraham que a esa nación le recaía el privilegio de ser bendición a todas las naciones de la tierra. Del mismo modo, al finalizar su tarea ministerial, Jesús recordó a sus discípulos que el desafío llegar a todas las naciones, llevando las Buenas Nuevas hasta los confines de la tierra.
       Siempre hemos sido perezosos en el cumplimiento de esta vocación. A pesar de esto, el Señor no abandona el sueño profundo que atesora en su corazón: El día en que ya no será necesario explicar a nadie cómo conocer a Dios porque será el común denominador de todas las personas. La Tierra sewrá llena del conocimiento de Jehová, y en todo lugar los pueblos proclamarán sus alabanzas. Trabajemos en esa dirección. Oremos para el cumplimiento de esta visión. Declaremos que un día, por el poder de Dios, esto será una realidad.

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