domingo, 26 de octubre de 2014

Devociones:"Semejante en todo".

 La identificación plena de Jesús con el hombre afianza su condición de Salvador: (Hebreos 2:17-18).

      Las imágenes de Jesús que nos han ofrecido los grandes pintores y directores de cine confirman que nos cuesta creer que Cristo se asemejó en todo a sus hermanos, Más bien nos hallamos ante figuras demasiado alejadas de nuestra atribulada existencia cotidiana. Cuando la distancia que nos separa del líder que nos inspira es tan inmensa dejamos de sentir que esa persona nos desafía y se convierte en motivo de frustración. Creemos que es imposible que podamos parecernos en algo a ella.
     No nos percatamos cuánto debilita el impacto de Jesús sobre nuestra vida cuando minimizamos el nivel de identificación que tuvo con nosotros. Gran parte del desánimo que viven las multitudes de América Latina frente a sus gobernantes es porque estos, en su gran mayoría, se aíslan por completo d ela dura realidad cotidiana del pueblo al que representan, Al no entender correctamente la verdadera naturaleza de sus luchas las soluciones que ofrecen no resuelven los problemas de fondo que aquejan a nuestras sociedades.
     El autor de Hebreos desea resaltar que el Hijo de Dios compartió plenamente la experiencia de ser hombre. Es decir, al igual que nosotros, luchó contra los mismos obstáculos, experimentó las mismas sensaciones y debió echar mano de las mismas disciplinas para sobreponerse a los ataques del enemigo.
     Es interesante notar, sin embargo, que el propósito de esta identificación era que Jesús "llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que a Dios atañen" . Entiendo que esto indica que la identificación absoluta con el hombre era la forma más efectiva de comunicar al ser humano el corazón bondadoso del Padre que lo enviaba. La disposición de entrar, en toda su plenitud, en la experiencia agridulce del ser humano revela de manera contundente hasta dónde el Padre está dispuesto a llegar para que nos convenzamos de que nos ama.
    Esa identificación plena y completa es la que le permite a Jesús gestar  una solución enteramente a la medida de las necesidades del ser humano. Esta medida, a la vez, está fuera de nuestro alcance, porque requiere que uno, sin pecado, muera por los que padecemos esta condición. La disposición d ecaminar, en perfecta obediencia, hacia la cruz es la mayor demostración del compromiso que ha asumido de conocer en lo más íntimo la experiencia de ser hombre, aun en la muerte. Un Cristo más humano es, de manera extraña, un Cristo más atractivo que la versión "mejorada" que nos sentimos obligados a presentar ante la sociedad.
     Cuánto ánimo trae saber que él entiende, cabalmente, mis más profundas experiencias como ser humano. Jesús está mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos.

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