lunes, 29 de diciembre de 2014

Devociones: " Indiferencia Divina ".

Darle al otro no lo que merece, sino lo que necesita es lo que asegura la eficacía de nuestros esfuerzos. (Mateo 9:9-13).

       En un devocional anterior, yo le preguntaba a usted: "¿El Jesús que usted conoce, asiste a fiestas? ¿Se ríe junto a los demás invitados? ¿Disfruta de un buen chiste? ¿Se deleita en los manjares que han sido preparados para los agasajados? ¿Degusta del vino que le sirven a los presentes?" En aquella ocasión estas preguntas surgían porque estábamos con el Cristo en una boda. Hoy, una vez más, lo vemos participando de un banquete. El relato nosa dice que "estando él sentado a la mesa en la casa, muchos publicanos y pecadores, que habían llegado, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos".
       Hemos observado cómo Jesús sistemáticamente rompe los esquemas de los religiosos. No tenemos mayores problemas con esto, siempre y cuando esos esquemas sean de los fariseos, mas no tenemos escapatoria; él comienza también a romper nuestros propios esquemas. Me temo que esto pueda señalar que cada uno de nosotros conservamos dentro de sí mismo, un pequeño fariseo. Es decir, como personas nosa gusta que la vida tenga un orden y una estructura determinada.
    El Señor, sin embargo, no respeta la armonía que pretendemos imponerle a nuestra existencia. Nos lleva una y otra vez por caminos en los cuales nos sentimos descolocados e inseguros. La experiencia no es grata, pero es el miedo más eficaz que busquemos refugiarnos en su persona.
     En esta ocasión vemos a Jesús en una cena, rodeado de pecadores y publicanos. Usted conoce el ambiente; los excesos no solamente se dan en la comida, sino también en la bebida, las anécdotas groseras y los comportamientos inapropiados. En medio de este entorno, indudablemente decadente, está Jesús, el Hijo de Dios. A decir verdad nos sentiríamos más cómodos si estuviera sentado en la primera fila de una sinagoga, estudiando algún manuscrito. No obstante, él está ahí, en medio de este ruidoso encuentro de pecadores.
      No podemos evitar el preguntarnos por qué estaba allí, la misma pregunta indignada que se hicieron los fariseos. Existe, sin embargo, otra pregunta de mayor peso que esta primera: ¿por qué es que los publicanos y los pecadores querían estar con él? ¿qué tenía Jesús que no tenían los fariseos? Evidentemente ellos se sentian amados por él y no condenados. Y usted, ¿tiene muchos amigos no cristianos? ¿Lo invitan a sus reuniones y encuentros? ¿quieren estar con usted, o simplemente se dan cuenta que están "condenados"? Con demasiada frecuencia nos adherimos a un estilo de vida que nos aísla de aquellos que más necesitan nuestra compañia.
    La vida de Mateo había sido trastornada. Acostumbrado al desprecio y al odío, Jesús le propuso una relación. Le había dicho, en efecto, "a mí me interesa tu compañia". El impacto fue tan dramático que invitó a todos sus amigos a conocer al hombre que se había fijado en él. Jesús, que amaba profundamente a las personas, aceptó gustoso la invitación. ¿De qué otra manera iba a conocer a los amigos de Mateo? Qué tremenda oportunidad? para amar.
Observe la reacción de los fariseos:
-¿Qué convicciones vemos detrás de su pregunta?
-¿Cómo contestó Jesús?
-¿Por qué citó el versículo que compartió?
-¿Qué nos indica acerca de sus prioridades? 
 

Devociones: "Constancia".

La raíz de las dudas no están en las propuestas que Dios pueda traer para nuestras vidas. (Santiago 1:6-7).


        Nunca dejo de maravillarme por lo asombrosamente  pedagógicas que son las ilustraciones de la Palabra. No  en vano se ha señalado que una ilustración vale mil palabras. Para mostrar cuan profundamente las dudas afectan la vida del discípulo Santiago no hace más que señalar las olas del mar.
     Cualquier persona que ha estado, en algún momento de su vida, a orillas del mar podrá entender con toda claridad el principio que está enunciado. Piense, por un momento, en las olas. Tienen tremendo poder y pueden, cuando están "enfurecidas", producen enorme destrucción. Aquellos que tienen experiencia con la navegación le podrán decir que no es aconsejable estar en el mar en medio de una fuerte tormenta. No obstante esta tremenda potencia en las olas, ellas no poseen dirección ni voluntad propia. Son la manifestación visible de las fuerzas del viento y las mareas. No escogen la dirección en que se mueven, sino que son impulsadas por una fuerza mayor que ellas. Así también el discípulo que está lleno de dudas. Pierde el rumbo en la vida y comienza a caer bajo la influencia de las filosofías que surgen entre los hombres. Al igual que las olas, cuando esas filosofías están inflamadas por el mismo diablo, estas personas pueden convertirse en verdaderos instrumentos para destrucción.
      Para que sus lectores no tuvieran duda acerca de la ilustración que estaba utilizando. Santiago especificamente describe a la persona que duda: posee  doble ánimo y es inconstante en todos sus caminos. He aquí la descripción de los síntomas que tanto atribulan la vida de muchos creyentes en nuestro tiempo. Una persona de doble ánimo es la que no tiene una sola conducta en la vida. Un día. Un día cree una cosa y otro día cree otra. Sus convicciones cambian tan rápidamente como el clima y producen, por ende, una notable inestabilidad. Esta condición la lleva a ser inconstante; es decir, no persevera en nada, porque fácilmente abandona las convicciones que son fundamentales para proseguir en cualquier cometido que tengamos.
     La raíz de las dudas no están en las propuestas que Dios pueda traer para nuestras vidas, aunque, como frecuentemente se ha señalado en este espacio, las instrucciones del Señor rara vez nos parece sensatas. No obstante, el verdadero problema radica en la persona misma de Dios. Fácilmente atribuimos a su persona la misma imperfección que condiciona a los seres humanos, por lo que dudamos de la confiabilidad de su persona. ¿Sabrá lo que está haciendo? ¿Habrá considerado todas las opciones? ¿Tendrá en cuenta las particularidades de nuestras propias circunstancias? La vida nos parece tan compleja que nos cuesta creer que él puede resolver, con suma sencillez, los entreveros que tanta preocupación nos producen.
Para pensar:
    La fe distingue entre la realidad de este mundo y la de Dios. Reserva para el Alto una entrega que no le da a ningún ser humano. Se resiste a las idas y venidas típicas del hombre. Cree, porque en el reino la incredulidad es anormal. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

Devociones:"Venciendo obstáculos".

La insólita acción de estos cuatro amigos revela, para nosotros, una convicción digna de imitación. (Marcos 2:1-12).

       Imagine cómo se pueden haber sentido los cuatro amigos del paralitico. Quizás, ante la noticia de la llegada de Jesús al pueblo, se habían entusiasmado entre ellos hablando de lo bueno que sería que su amigo pudiera tener un encuentro con esta persona que, según decía todo el mundo, obraba increibles milagros.
      Claro, las probabilidades de que el Maestro de Galilea pasara cerca de donde estaba él eran remotas. Además, siempre iba acompañado de inmensas muchedumbres. Entonces, uno de ellos sugirió que lo podrían llevar, entre los cuatro, hasta donde estaba Jesús. Entusiasmados por la idea fueron a buscarlo, y salieron juntos rumbo al lugar donde se encontraba la multitud. ¿Se imagina la desilusión que sintieron al ver el mar de personas que rodeaban la casa donde se alojaba el Nazareno? Habían esperado que él estuviera al aire libre, para facilitar un poco las cosas, pero estaba dentro de la casa. Siempre que emprendemos un nuevo proyecto, nos encontraremos con obstáculos. Este es un hecho de lo más común en la vida y , a decir verdad, comenzaríamos a sospechar si es que todo se nos presenta demasiado fácil. El tema no es encontrar el camino sin obstáculos, sino demostrar habilidad y destreza  ala hora de sondear las dificultades. "Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde él estaba y , a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico". La insólita acción de estos cuatro amigos revela, para nosotros, una convicción digna de imitación. Estos cuatro creían, "a muerte", que Jesús tenía lo que el paralítico necesitaba. Se había apoderado de sus corazones una certeza de que, habían encontrado la solución para la dificultad de su amigo.
      Esta convicción es una fundamental de la manera que nos acercamos a Cristo. En tantas ocasiones he escuchado a personas decir "lo único que me queda es orar". Pero no le dicen con esa confianza, a prueba de fuego, de  que esta es la única opción para los que están en luz. Lo dicen con la resignación de quienes antes probaron muchas otras alternativas. Aún ahora, no están convencidos de que esta es la solución, pero en el momento no se les ocurre alternativa. A ellos, Santiago dice "que pidan con fe, no dudando nada, porque los que dudan son semejantes a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra" (Santiago 1:6). Es por esto que no estaban dispuestos a darse por vencidos. En cuántas ocasiones, durante el tiempo que compartió con los discípulos, Jesús les habló de lo importante que es la perseverancia. Les refirió la historia del hombre que fue a su vecino para procurar comida para las visitas. Les habló de la viuda que "cansó"· al juez injusto con sus reclamos. Es que esta es una de las marcas del discípulo maduro, que está dispuesto a perseverar hasta obtener una respuesta. En el camino, no se da por vencido aún cuando lo que busca aparentemente es inaccesible. Lea de nuevo el relato. ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Cuál es la fe que observó? ¿Por qué dudaron los que estaban presentes?.    

viernes, 26 de diciembre de 2014

Devociones: "Visita inesperada".

La vida espiritual no se desarrolla en el plano de lo extraordinario, sino en el de lo ordinario. (Lucas 5:1-25).

       Sin duda la aparición del ángel de Jehová a Zacarías nos entusiasma mucho más que el testimonio sobre él y su esposa, que señala que eran intachables delante de Dios. "Ser intachables " es poseer un carácter aplaudido por todos, pero el camino para alcanzarlo es demasiado lento y trabajoso, no nos sentimos impulsados a recorrerlo. Influenciados por una cultura adicta a la adrenalina, y deseosos de sobrevivir, nos sentimos en la necesidad de sustentar nuestra devoción con dramáticas experiencias espirituales. Queremos "sentir" que él nos ha tocado, que se ha movido en medio de nosotros o que hemos sido testigos de algún espectacular milagro. Para los que creen que de esto se trtata la vida espíritual, recibir la visita de un ángel significaría, sin duda, "tocar el cielo con las manos".
     La experiencia de Zacarías, sin embargo, nos deja al menos tres importantes adversarias. En primer lugar, ocurrió "mientras Zacarías ejercía su ministerio sacerdotal delante de Dios". Precisamente el contexto es lo que nos produce tantas dificultades, pues el "mientras" nos aburre. No obstante, ser fieles en la tarea que se nos ha confiado es una condición indispensable para acceder a proyectos mayores. En ocasiones esta fidelidad debe ser probada, como en el caso de Elizabeth y Zacarías, a lo largo de toda una vida. No está en nosotros acceder o no a proyectos mayores, sino que es una decisión exclusiva de Aquel  en cuyas manos está nuestra vida.
     Una segunda advertencia la encontramos en la reacción de Zacarías: "se turbó, y el temor se apoderó de él". La aparición del ángel no resultó en una experiencia agradable, tal como la imaginamos si nos ocurriera algo similar nosotros. De hecho, un recorrido por las Escrituras revelará que esta reacción de temor es común a todas las personas que recibieron una visita celestial. Cada una de ellas sintió profundo miedo ante algo que cae radicalmente fuera del ámbito de nuestra existencia cotidiana. La verdad es que no poseemos capacidad para movernos con naturalidad dentro de este plano, porque la fragilidad de nuestra condición humana no puede soportar más que la más tenue manifestación de lo Alto.
     Esto nos lleva a una tercera advertencia. No hallamos ningún indicio de que Zacarías haya tenido otra experiencia como esta a lo largo de su vida. Al observar los 2.000 años de historia del pueblo de Dios que están registrados en la Biblia encontraremos que esta clase de visitaciones son sumamente escasas. Creo que la razón es clara: La vida espiritual no se desarrolla en el plano de lo extraordinario, sino en el  de lo ordinario. El Señor sabe bien que esta clase de experiencias fácilmente pueden convertirse en una distracción. Por esto, el discípulo sabio convertirá en propia la oración del salmista: "Señor, mi corazón no es soberbio, ni los ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí; sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma".

martes, 23 de diciembre de 2014

Devociones: "Ceder ante el enemigo".

Las verdades de Dios simplemente no son negociables y él respalda la vida de aquellos que lo honran. ( 1 Samuel 14:21).

             El capítulo 14 del primer libro de Samuel relata  la extraordinaria hazaña de Jonatán, el cual subió contra los filisteos solamente acompañado por su paje de armas. El Señor premió su valentía con tan increíble victoria que movilizó a Saúl y a las tropas que estaban con él, que habían estado paralizados por la indecisión. La iniciativa del joven guerrero desencadenó una serie de consecuencias, una de ellas la detalla el texto de hoy: los israelitas que se habían vendido al enemigo decidieron volver a unir sus vidas a la de sus compatriotas.
     ¿Qué hacían estos hombres colaborando con los filisteos? ¿Cómo podían haberse pasado a las filas de aquellos que constituían un tormento permanente para el pueblo de Dios? Para entender la razón de su decisión necesitamos saber que Israel se encontraba en una situación bastante desesperante. Los filisteos, que tenían el monopolio en la fabricación de espadas, habían subido para hacer batalla contra ellos. Entre los seiscientos hombres que acompañaban al desafortunado rey Saúl había solamente dos espadas, las cuales estaban en manos del rey y su hijo. ¿Cómo podían estos hacerle frente a un ejército fuertemente armado? Algunos d elos Hebreos, viendo que estaban perdidos, decidieron echar su suerte con los que seguramente iban a triunfar, los filisteos. De ninguna manera querían estar del lado de los perdedores.
      Esta decisión revela el profundo deseo en los humanos de ser contados entre los que triunfan en la vida. El éxito siempre viene de la mano del respeto y el reconocimiento de los que están a nuestro alrededor y , por haber crecido en un mundo caído, esto apela al intenso anhelo de ser aceptados por los demás. El problema es que este deseo nos puede llevar a buscar la aprobación sin medir el precio que haya que pagar, aun hasta el punto de "vender nuestra alma por un plato de lentejas".
    Cómo líderes debemos estar en guardia contra el deseo de agradar a los demás. En ocasiones estamos tan desesperados porque nuestro proyecto prospere, nuestra congregación crezca a nuestro programa logre buena asistencia que estamos dispuestos a echar mano a cualquier método a fin de alcanzar esa meta. Sin percatarnos podemos comenzar a negociar con los principios de un ministerio aceptable a los ojos de Dios. Aun podemos llegar a cruzar las filas del enemigo, incorporando las técnicas, las filosofías y los principios que aseguran el éxito en el mundo. De allí que muchos pastores se mueven más como gerentes que como siervos. Nosotros, sin embargo, hemos sido llamados a estar firmes en los principios del reino.
     Nuestra suerte está echada con Jesucristo, y no debemos claudicar, aun si parece que el enemigo nos tiene cercados. Las verdades de Dios simplemente no son negociables y él respalda la vida de aquellos que se mantienen firmes aun cuando la mayoría se haya vendido al enemigo. Aún así, seguimos siendo mayoría.
Para pensar:
     "Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira" (Salmo 40:4).

lunes, 22 de diciembre de 2014

Devociones: "Unirnos a la carrera".

Podemos ser parte  de la larga lista de personas que han buscado vivir por fe. 
(Hebreos 12:1).

           Todas las epístolas del Nuevo Testamento concluyen con una sección en la cual la doctrina expuesta se traslada a la práctica de la fe. Los próximos capítulos de Hebreos guardan este mismo estilo. Una serie de exhortaciones ayudarán a los lectores a entender cómo pueden alienarse con al historia d eun pueblo que vivió por fe.
         Como primer paso, el autor escoge emplear una analogía fácilmente comprensible para sus lectores, la carrera de larga distancia. Esta competencia honraba la hazaña de un corredor griego que corrió una enorme distancia para comunicar la noticia de que el ejército griego había logrado derrotar a los persas en la batalla de Maratón.
         Echando mano de esta competencia en la que participaban los mejores corredores del imperio, el autor nos anima a unirnos a la "carrera" de la que han participado tantos héroes de la fe. Esta es, por supuesto, una referencia al capítulo que acabamos de examinar, y donde el espacio no ha alcanzado para ennumerar a todos los hombres y las mujeres que dejaron un ejémplo digno de imitar. El punto que se desea destacares que no corremos solos. Somos parte de una larga y rica historia para el pueblo de Dios. Una multitud de figuras, conocidas y desconocidas, han luchado con las mismas dificultades con que nosotros nos enfrentamos. A ellos también les tocó avanzar en medio del desánimo, la confusión y el silencio de Dios. No somos los primeros que afrontamos estos desafíos, ni tampoco seremos los últimos. Recordar que una gran nube de testigos corriendo la carrera antes que nosotros y , además, la terminaron con éxito debe infundirnos ánimo y valentía en el presente.
       Existe otra implicancia en la analogía del autor, que está más ligada a nuestra vida en el presente. El llamado a ser parte de un pueblo espiritual es un llamado a una comunidad, no a individuos. En medio de una sociedad tan enfocada en las ambiciones y los esfuerzos individuales, este aspecto se ha perdido por completo. No obstante, la carrera a la que hemos sido llamados a participar es una  en la que debemos avanzar en la compañía de muchos compañeros. Ellos no son nuestros competidores. Son los que nos animan y apoyan en el proceso de crecer a la plenitud de la medida de Cristo Jesús. Nos ayudan a llevar la carga y nos proveen orientación cuando el camino se vuelve confuso. Son, en pocas palabras, compañeros indispensables para alcanzar la meta. Nosotros también hemos sido llamados a ser esa clase de compañeros para otros. Un discípulo no debe ser condenado a vivir en soledad su experiencia con Cristo. Nos necesitamos los unos a los otros. Esto también es parte de la provisión generosa que el Padre ha hecho para que avancemos con éxito por el camino que nos ha trazado.    

domingo, 21 de diciembre de 2014

Devociones; "Trato tierno".

El conocimiento que posee Jesús de nuestra condición lo mueve a compasión. (Hebreos 5:2).

         No quisiera alejarme aún de las inmensas ventaja que representa para nosotros contar con un Gran Sumo Sacerdote, Cristo Jesús, que trascendió los cielos. 
      El autor de Hebreos escoge la palabra metriopatheo para describir la clase de trato que podemos esperar de este Sacerdote. El término español que mejor capta el sentido es la palabra compasión, pero existe mucha confusión acerca de su significado. La compasión no es un sentimiento de lástima, la momentánea incomodidad que experimentamos frente a la angustia del prójimo. La compasión es la capacidad de experimentar ese dolor como si fuera uno mismo el que lo está padeciendo.
     Al afirmar que el Sumo Sacerdote puede obrar con compasión nos está diciendo que se nos acerca con paciencia, ternura, bondad, amabilidad, suavidad, comprensión. La lista ofrece un marcado contraste con la actitud dura e indiferente con la que nos encontramos en algunos contextos de la Iglesia. La misma desconcierta cuando recordamos que el amor de Dios es el tema principal de nuestras conversaciones y el motivo central de nuestras celebraciones. De alguna manera, sin embargo, este amor no ha logrado traducirse en una postura de dulzura hacia el prójimo.
       La característica que distingue a nuestro Sumo Sacerdote es precisamente esta compasión, en especial hacia los ignorantes y los extraviados. Estas dos categorías son los principales beneficios de su bondad. El primer grupo se refiere a los que están errados en su perspectiva pero  sufren esta singular debilidad: no saben que están errados. Tal como los miembros de la Iglesia de Laodicea, están convencidos de que están muy bien, cuando en realidad están muy mal. No poseen  el conocimiento espiritual para entender el error de sus caminos, y por eso se aferran a ellos con gran seguridad. El segundo grupo son los que deambulan de un lado hacia otro sin un rumbo certero. No poseen ninguna dirección especifica en la vida. Son aquellos que, tal como describiera el apóstol Pablo, son arrastrados de un lado al otra por cualquier viento de doctrina. Se suben a cada moda nueva, sin la mínima capacidad de discernir si realmente procede de Dios el movimiento en el cual se involucran.
       El Sumo Sacerdote obra con ternura hacia estos dos grupos, aunque son las personas  que más fastidio pueden producirnos. Su ternura es producto del hecho de que él ah experimentado, en su propia carne, la misma desorientación y falta de claridad que afecta la existencia de todo ser humano. No olvida esa experiencia. Lo que le ha salvado no ha sido tener un conocimiento completo y acabado de todas las cosas, sino cultivar una dependencia absoluta y total del Padre. Esta subordinación, en todos los planos de la vida, lo salvó del extravío que ahora intenta evitar el autor de Hebreos en sus lectores. 

sábado, 20 de diciembre de 2014

Devociones: "Sentimientos encontrados".

No es la presencia del pecado en nuestra vida lo que nos descalifica para el ministerio, sino que convivamos con lo que claramente es pecado.
 (Mateo 16:22-23).

           Lo que nos llama la atención de esta escena tomada del texto Biblico de hoy es que viene inmediatamente después de uno de los momentos más preciosos de Jesús con los discípulos, cuando Pedro le reconocía como el Cristo, el Hijo de Dios. Tal revelación no había sido fruto de deducciones ni el resultado de un estudio cuidadoso de las Escrituras. Era algo que le había sido revelado al discípulo por el Padre mismo . Poco tiempo después, sin embargo, encontramos a Pedro en una postura que demuestra una increíble falta de discernimiento y una profunda incomprensión acerca de los propósitos del Padre para el Hijo. El discípulo pretendía impedir el cumplimiento de la Palabra que Cristo mismo estaba anunciando: que era necesario que el Mesías sufriera muchas cosas y luego fuera  muerto a mano de los escribas y los fariseos.
       La escena nos revela una verdad acerca de la vida espíritual, y que en la misma persona pueden convivir tanto un profundo nivel de espiritualidad como también las más marcadas manifestaciones de carnalidad. La verdad es que conviven dentro de nosotros las dos realidades, y nuestra capacidad de caer no cesa nunca. Una persona espiritual puede también demostrar un grado de carnalidad que nos sorprende. De esta observación, quedan dos reflexiones. En primer, como líder, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y de caer en forma estrepitosa. Debe cultivar siempre una actitud sabía hacia los potenciales problemas que pueden llevarle a tropezar, manteniendo siempre la guardia. Hombres más consagrados que usted han caído, y usted hará bien en recordarlo.
      En segundo lugar, no se exaspere con las manifestaciones de la carne en su propia vida. A veces, luego de momentos realmente sublimes en Su presencia, encontramos que los pensamientos más horribles atraviesan nuestra mente. No se condene por esto. Cuando Cristo animó a los discípulos a que oraran para no entrar en tentación, les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual. Por eso podemos identificarnos con el apóstol Pablo, cuando exclamó: "Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro" (Romanos 7). No es la presencia del pecado en su vida lo que lo descalifica para el ministerio, sino que usted conviva con lo que  claramente es pecado.  

viernes, 19 de diciembre de 2014

Devociones: "Saliendo el sol".

Es necesario que creamos que el descanso que precisamos viene de lo alto, no de la siesta, el feriado o las vacaciones. (Mateo 26:36).

              Es posible que hoy Jesús, nos haya dejado solos. No es que nos ha abandonado, sino que nosotros le abandonamos a él. Fatigados y agobiados por la intensa jornada de ministerios nosotros, al igual que los discípulos, también nos hubiéramos quedado un ratito más en la cama. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu nos pide descanso.
        Seguramente Jesús sentía el mismo agotamiento, pero optó por buscar descanso en otro lugar que en la cama. "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. "Hay una serie de elementos sumamente interesantes en esta brevísima descripción de este aspecto secreto de la vida de Cristo. Lo encontramos en este lugar solitario porque tenía convicción de que el descanso que más precisaba era el que provenía de estar en la presencia del Padre. Cuando. renovamos nuestro espíritu en Dios, aun el cuerpo se recrea.
        Es necesario, no obstante, que creamos que el descanso que precisamos viene de lo alto, no de la siesta, el feriado o las vacaciones. Estas cosas pueden aportar algo, pero el descanso profundo que alivia las tensiones y las cargas solamente se adquiere cuando nuestro espíritu se conecta con el Creador. El texto nos dice que Jesús se levantó muy de mañana, aún mientras estaba oscuro. En un devocional que compartí el año pasado, titulado, La obligación de descansar, señalaba que en los 10 mandamientos el descanso constituye una orden; es decir, Dios no pregunta si necesitamos descansar, o si creemos que es necesario hacerlo. Nos manda que descansemos.
       Aunque parece una contradicción de términos, el descanso es una disciplina que le imponemos a una vida que tiende, siempre, al activismo desenfrenado. En la búsqueda de renovación se fue a un lugar solitario, mientras aún no había amanecido. Este es un aspecto fundamental de la vida espiritual. Debemos alejarnos del ruido y del movimiento si es que vamos a entrar en la plenitud de comunión con el Padre. No es que él no nos habla cuando estamos en lugares con bullicio, sino que nuestro espíritu se dispersa fácilmente en ese ambiente. La madrugada provee ese silencio y esa quietud que es indispensable para producir en nosotros un estado de quietud interna. Note que algunas de las más grandes figuras espírítuales fueron formados en los lugares de soledad y quietud. ¿Qué hacía Jesús en este momento? Oraba. ¿Qué más hacía? Oraba. No tenía una Biblia para leer, ni algún libro de devocionales. No había nada más para hacer que orar. Y que sano que estoy. ¿Necesita usted cerrar su Biblia y pasar más tiempo en comunión con el Dios de la Biblia? Yo sé que en mi propia vida el estudio de la Palabra muchas veces me ha distraído del llamado a orar. Como disciplina, intento primeramente estar con el Padre y luego, si me queda tiempo, meditar en la Palabra. Estamos saturados de la Palabra, pero difícilmente podemos decir lo mismo de la oración.
PARA COMENTAR: 
 - Llegaron los discípulos. ¿Qué le dijeron?
 - ¿Qué pretendían de él? 
 - ¿Qué principios delata la respuesta de Cristo?     

Devociones"Testigos naturales".

Nada logra semejante impacto sobre la vida -de otros como el hablar de una experiencia que es real y vital en nuestras propias vidas. (Lucas 2:8-21).

        Los pastores conmovidos por la visitación celestial que habían recibido, salieron "a toda prisa" para verificar a la palabra que les había hablado el mensajero celestial. Dejando las ovejas fueron a Belén y encontraron al niño, envuelto en pañales, tal como se les había anunciado. "Y cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este niño. Y todos los que oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores" 
(Lucas 17 y 18). Qué interesante la reacción de los pastores al llegar al pesebre
¿verdad? Los eventos extraordinarios de la noche no se prestaban para que guardaran silencio. Comenzaron a contar a todos los que estaban con ellos lo que habían vivido en el campo, y la gente quedaba maravillada del reino que compartian. Resulta provechoso tomar nota de que los pastores ya no seguian siendo los mismos hombres que habían sido cuando comenzó aquella noche. La formación que poseían era precaria, y probablemente  sus inclinaciones espirituales eran bastante escasas. Nadie los había capacitado para la tarea de divulgar las buenas nuevas que habían escuchado, ni los habían instruido en el método indicado para capturar la atención d ela gente antes de dar su mensaje. No organizaron una reunión, ni buscaron a otros con más conocimiento para que se encargaran de divulgar la noticia. Con el entusiasmo lógico de quienes habían sido testigos de  una increíble visión, simplemente comenzaron a hablar de lo que habían vivido. No les faltaba pasión ni fervor, porque aún conservaban el asombro de haber visitados por el Señor.
      La respuesta de los pastores es la forma en que comienza todo movimiento misionero impulsado por el Señor. Los principales protagonistas de esta empresa las buenas nuevas en forma completamente natural y espontánea. No necesitan que nadie los presione para "salir" a compartir con otros, ni tampoco requieren charlas motivadoras para emprender la tarea evangelizadora. La realizan porque existe en ellos un establo de ebullición que no los deja tranquilos, exigiendo la atención de todos que estén dispuestos a escuchar. De esta forma se extiende el reino. No debería existir la necesidad de armar en las Iglesias reuniones especialmente para evangelizar a otros. Más bien, los miembros del Cuerpo, poseídos de una pasión y un entusiasmo inusual, deben buscar hablar  a cuantos se les crucen por el camino de los hechos asombrosos de Dios en la vida de ellos.
     En este detalle encontramos el elemento clave del impacto evangelizador de una vida sobre otra: aquellos que comparten las buenas nuevas están experimentando a diario, en sus vidas personales, una aventura apasionante con el Señor. Nada logra semejante impacto sobre la vida de otros como el hablar de una experiencia que es real y vital en nuestras propias vidas. Cuando intentamos suplir este testimonio con argumentos intelectuales que defienden la existencia de Dios, nuestra eficacia como evangelistas decae en forma dramática. Compartir a Cristo con otros es un llamado a vivirlo intensamente en nuestras propias vidas.
Para pensar:
   ¿Cómo termina este sector según el relato de Lucas? ¿Qué observa en la respuesta de María? ¿Cómo regresaron los pastores?.    

      

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Devociones: "Yugo apetecible".

La acción de tomar el yugo de Cristo no es solamente que él alivie la carga.
(Mateo 11:23-30).

      Observemos la siguiente parte del texto: "Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis  descanso para vuestras almas" (Mateo 11:29).
     No deja de asombrarme la increíble capacidad de Jesús de exponer los conceptos más complejos de la vida espíritual en imágenes sencillas y fáciles de comprender. En este caso escogió utilizar un elemento común en la vida de los que trabajan la tierra, el yugo.
      El yugo era una especie de barra transversal de madera que se utilizaba para mantener unidos a dos bueyes, mientras araban o tiraban  de una carreta. Muchos de los profetas habían utilizado también la misma metáfora, de modo que era un término familia para el pueblo. El uso que Jesús tiene en mente para el yugo, sin embargo, transciende la necesidad de repartir equitativamente el peso del trabajo entre dos animales. La acción de Cristo de tomar el yugo no es solamente que él alivie la carga, sino que también nosotros aprendamos d eél.
      Seguramente la imagen alude a una práctica común en el campo, la de unir un animal dócil y maduro con uno joven y salvaje. Esto establece un método sumamente eficaz para domar al animal más joven. En un primer momento tironea y lucha para distanciarse del buey maduro, pues se ve impulsado por una fuerza impetuosa que no ha sido aún canalizada hacía el trabajo productivo. Con el pasar del tiempo, sin embargo, se percata de que toda lucha resulta inútil. Entonces se va contagiando del ritmo pausado y medido del animal maduro.
      Del mismo modo, nuestros arrebatos impulsivos y alocados deben ser domados, si queremos vivir bajo el señorío de Cristo. A fin  de alcanzar esa meta, es necesario que nos unamos a él, que seamos atados a él con un mismo yugo, para que lentamente nos contagiemos del espíritu que gobierna todo Su actuar. Él mismo se describe como una persona mansa y de corazón humilde. No hace falta más que buscar los antónimos de estos términos para arribar a una descripción de nuestra propia condición espíritual: rebeldes, de corazones altivos.
     Es evidente que esta condición constituye, para nosotros, un impedimento para permitir que Jesús nos conduzca con docilidad. Note que la mansedumbre y la humildad no son condiciones que se adquieren en un curso; ni siquiera se consiguen en un encuentro con el mismo Señor. Más bien son actitudes de las cuales nos vamos contagiando, por permanecer cerca de él a lo largo de un período de tiempo. El buey joven no se doma en un día, ni en una semana. Así también nosotros, debemos acostumbrarnos a estar atados a él.
     La analogía revela una de las herramientas más poderosas que tiene un líder  a su alcance, su propia vida. Las personas que están cerca del líder se irán contagiando de la vida que posee. Cuánto pesa sobre nosotros, entonces, sostener vidas santas y consagradas.
 

Devociones: "Un día a la vez".

Vivamos a plenitud cada día, con sus cosas buenas y malas, de modo que no tengamos, a la noche, de qué lamentarnos. (Mateo 6:19-34).

       Como cierre a la enseñanza sobre el tema de la angustia por los bienes. Cristo deja  un último consejo. de tono absolutamente práctico: "Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal". ¿Será que en este enunciado se encuentra uno de los secretos de la vida pausada y gozosa que vivió nuestro amado Señor.
       Ciertamente no encontramos evidencias en el relato de los evangelios de que haya sido una persona propensa a la preocupación. Las circunstancias más complicadas no lograban alterar su estado de ánimo.
    No cabe duda de que parte de esta entereza espiritual frente a una vida de dificultades y sufrimiento tiene que ver con la vitalidad de su relación con el Padre, algo que nutría día a día en tiempos de recogimiento y quietud. No obstante, la capacidad de vivir a plenitud cada día, con sus contratiempos y victorias, parece ser también un factor que marcó un estilo de vida en él.
      De hecho, una de las cosas que más frecuentemente nos roba la posibilidad de disfrutar del presente es estar pendientes del mañana. No disfrutamos de la semana porque estamos a la espera del fin de semana. No nos deleitamos en la etapa noviazgo porque no vemos la hora de casarnos. No nos alegramos en los hijos que tenemos porque  estamos demasiado ocupados en asegurarles "un futuro digno", De esta manera transcurre nuestra vida, siempre  con la vista puesta en alguna etapa futura que nos roba de la posibilidad de vivir a plenitud el momento en que nos encontramos.
      Jesús reduce su óptica, en este tema, a la distancia más corta posible: el día en que estamos. No me mal interprete; no estoy diciendo que él era una persona irresponsable, ni tampoco que no debemos anticiparnos, en forma correcta, a los eventos que se aproximan en el futuro cercano. Lo que estoy señalando es que Jesús no permitía que esto lo distrajera por un instante de la responsabilidad de vivir a plenitud cada momento que el Padre le traía. La verdad es que ninguno de nosotros siquiera sabe si estará con vida mañana. Más es enteramente posible que por nuestras preocupaciones el mañana llegue acompañado de un sin fin de remordimiento porque no hicimos o disfrutamos de ciertas cosas cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo. Qué tremendo desafío para nosotros.
Vivamos a plenitud cada día, con sus cosas buenas y malas, de modo que no tengamos, a la noche, de qué lamentarnos. Todo lo que recibimos es regalo de Dios, otorgado por pura gracia, exclusivamente para los hijos que ama.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Devociones: "Viva y eficaz".

La Palabra conecta el Espíritu de Dios con el espíritu del hombre para producir un intercambio de vida. (Hebreos 4:12.

        El autor de Hebreos ha escogido comparar la Palabra de Dios con una espada de dos filos. el arma más letal que poseía un soldado en el ejercito romano. Una estocada con el gladius era suficiente para atravesar el cuerpo del enemigo y producir una muerte segura.
        Si permanecemos con la imagen de la espada de dos filos, uno de los elementos que la torna efectiva es la destreza del soldado. La espada enfundada no constituye peligro alguno para nadie. Colgada de una pared, como decoración, tampoco puede definirse como un arma letal, pues no es más que un inofensivo armamento.
        Para que la espada cumpla con su función es necesario empuñarla e intentar herir a alguien. La observación, que avergüenza por su obviedad, ayuda a entender por qué el autor escoge aclarar que la Palabra es viva y eficaz. Es decir, La Palabra no está quieta. Pronunciada por un Dios que vive por la eternidad, posee un movimiento que la convierte en una herramienta que derriba argumentos y pone al desnudo las torcidas maquinaciones que son parte de nuestro corazón.
        Es importante tomar nota de esta cartacterística, porque la tentación es considerar a la Palabra como una lista de reglas, tales como las recomendaciones que se cuelgan en la habitación de un hotel para asegurar el buen comportamiento de los huéspedes. Podemos llegar a leerlas, por respeto, pero no poseen la clase de información que producirá en nosotros una profunda transformación. La Palabra de Dios, en cambio, posee vida propia y cuando cae en el terreno fértil de un corazón dispuesto a escuchar, comienza a germinar.
        Esta característica de la Palabra es indispensable para el proceso de ser libres del endurecimiento de corazón que tanto preocupa al autor de la epístola. Ese endurecimiento, nos ha señalado, es fruto del engaño del corazón.
      Algo que, por su naturaleza es engañoso, es difícil de detectar. Confunde precisamente porque es una muy buena imitación del artículo genuino. Y nuestros corazones son especialmente adeptos a presentarnos argumentos y manifestaciones que fácilmente confundidos con la Palabra de Dios . Somos tan fascilmente confundidos como lo fue Samuel con Elí. Su falta de experiencia lo llevó a creer que había sido llamado por el anciano sacerdote, cuando en realidad la voz que escuchó era de Dios.
      Necesitamos ayuda para supoerar ese manto de engaño que cubre muchos de los procesos de razonamiento que empleamos para justificar nuestra desobediencia. Para esto Dios nos ha hablado una palabra viva y eficaz que "deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos"
      Al acercarnos  ala Palabra, entonces, debemos hacerlo con el respeto de quienes se acercan a otra persona. No nos aceramos a una guia de teléfonos o a un diccionario. Nos acercamos a la voz del Dios vivo y eterno. Su Palabra es filosa. Sacará a la luz lo que no queremos o podemos ver. Es bueno, en su presencia, "quitarse las sandalias" pues estamos en presencia del Eterno.   

Devociones: "Tradición".

Como líderes tenemos la responsabilidad de modificar periódicamente la manera en que practicamos nuestras celebraciones. (Mateo 15:1-20).

           Comencemos con el reclamo que trajeron los representantes de la expresión religiosa más refinada de la época: "Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?, pues , no se lavan las manos cuando comen pan". Antes de avanzar debo señalar que la ley de Moisés no exigía el lavamiento de las manos salvo en ciertas ocasiones (Ejemplo Ex.30:18-21 o Dt.21:6). No obstante la mishnah, que era considerada tan importante como la ley misma, sí estipulaba esta práctica. La compleja obra era producto de la sofisticada interpretación de la ley que tanto amaban los fariseos y escribas, y contenían infinidad de variantes sobre un mismo mandamiento. Estas directivas habían sido elaboradas para asegurar el cumplimiento de la Palabra pero, por esas ironías de la vida, las habían convertido a ellas mismas en ley.
      Observe que el reclamo fue dirigido hacía la persona de Cristo, aunque los que habían "quebrantado" el mandamiento eran los discípulos. Un buen maestro, según la práctica de la época, era responsable no solamente por su propio comportamiento sino también por el de sus seguidores. Este principio acompaña el ejercicio del liderazgo y es uno que también nosotros debemos tener presente. Hemos sido llamados a asumir responsabilidad por aquellos que estamos formando, aun cuando caen en comportamientos que son inapropiados. El líder sabio, sin embargo, cubrirá a sus discípulos delante de los demás y los corregirá cuando se encuentre a solas con ellos. Los fariseos entendian que los discípulos podían equivocarse, pero tenían expectativas más altas de su maestro. Jesús.
     El reclamo puntual vino por lo que veían como el quebrantamiento d euna tradición. Debemos percibir, en la frase, el otro ofendido de quienes aman la rutina, el orden y la disciplina a tal punto que han perdido de vista el servicio que estas deben prestar al ejercicio de la piedad. Estas tradiciones, en algún momento no fueron tradiciones sino innovaciones. Alguien, con espíritu creativo, pensó en una forma diferente o mejorada de hacer las cosas. Los seguidores, desprovistos de este mismo espíritu, convirtieron la novedad en rutina, y la rutina se volvió ley. Lo que cxomenzó trayendo libertad terminó produciendo esclavitud.
     Como líderes tenemos la responsabilidad de modificar periódicamente la manera en que hacemos nuestras prácticas, para asegurarnos que lo nuevo no se torne estéril e insignificante. Ceremonias tales como el casamiento, el bautismo y la Cena del Señor deben ser siempre practicadas por el pueblo de Dios. Anímese, sin embargo, a encontrar nuevas formas de ayudar a la congregación a participar de estos momentos sagrados, no sea que caigan presa del aburrimiento que mata al espíritu.
COMENTE EL DEVOCIONAL DE HOY:
    ¿Cómo respondió Jesús a los fariseos?, ¿en qué se diferencia esta rewspuesta de otras ocasiones similares? ¿A qué atribuye esto?.  

Devociones: "Mucho más que un censo".

Es cierto que el diablo anda como león rugiente, pero la Iglesia puede avanzar confiada en medio de las tinieblas porque sabe que nadie podrá adelantar un paso sin que el Señor así lo permita. (Lucas 2:1-7).

    El párrafo con que inicia el capítulo que relata el nacimiento de Cristo no pareciera merecer mayores comentarios. Bien podría haberlo insertado Lucas simplemente porque toda la historia requiere de una introducción. La misma enmarca los detalles que el narrador va a compartir. Es la clase de prólogo que se presta para el olvido, similar al de cualquier diario de nuestra época. El Evangelio según san Mateo nos da la pista de que los eventos que se desarrollan en el mundo político no son el resultado de los caprichos de sus gobernantes. A su relato añade un comentario que repetirá una y otra vez en su evangelio: "Todo esto sucedió para que se cumplirá lo que el Señor había hablado por medio del profeta" (Mateo 1:22). La movilización de María y José hacía Belén, entonces, no es el resultado de un inconveniente edicto que momentáneamente desacomoda sus vidas, sino la manifestación de la intervención de la mano de Dios soberano en los acontecimientos que nosotros consideramos insignificantes y alejados de nuestros intereses espírituales.
      Esta observación nos permite desechar, de una vez, el concepto arraigado en el pueblo de Dios de que el mundo en que vivimos está fuera de control y se escapa completamente de los proyectos del Señor a quien seguimos. Desde tiempos inmemoriales él ha movilizado a los gobernantes y a las naciones para que sirvan a los intereses de él. Intervino directamente, por ejemplo, en las circunstancias de Egipto para que Faraón liberara a Israel (Éxodo 6:1). Levantó una y otra vez, en la época de Jueces, pueblos para que oprimieran a Israel a fin de que su pueblo volviera su corazón al Señor (Jueces 2:13-14). En muchas ocasiones declaró, por medio de diferentes profetas, que usaría a distintos reyes y pueblos para cumplir sus proyectos (Isaías 22:20) (Jeremias 25:9). Es decir, El Señor tiene su mano en eventos que aparentemente son fortuitos y sin sentido para nosotros.
     Esta verdad debería librarnos del espíritu de temor que tantas veces nos lleva a ver el mundo como un lugar hostil y peligroso. Es cierto que el diablo anda como león rugiente, pero la Iglesia puede avanzar confiada en medio de las tinieblas porque sabe que nadie podrá adelantar un paso sin que el Señor así lo permita. Por encima del aparente caos de nuestro entorno existe un Dios que reina, soberano, sobre todo, y para lograr sus propósitos se sirve de la vida de aquellos que no lo honran. María y José probablemente desconocían la importancia espíritual de llegar a Belén. Tampoco era necesario que estuvieran conscientes de ella. Lo importante era vivir con paz y quietud los aparentes contratiempos de la época, como quienes saben que la mano de Dios no siempre es visible, pero aun así está presente.
Para pensar:
¿Qué sensaciones acompañarían a la pareja cuando llegaron a Belén? ¿Por qué fue necesario que Jesús naciera en un pesebre? ¿Qué nos anuncia esta escena sobre que esperaba al Cristo?.  

sábado, 13 de diciembre de 2014

Devociones: "Nuestra perspectiva".

Nuestra actitud y forma de actuar tiene un peso decisivo a la hora de analizar el mundo a nuestro alrededor. (Mateo 12:22-37).

       El pasaje de hoy se nos presenta con esta escena: "Entonces le llevaron un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Toda la gente estaba atónita y decía: "¿Será este aquel Hijo de David?" Pero los fariseos, al oírlo, decían: "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, principe de los demonios. No se nos provee de ningún detalle acerca de esta extraordinaria sanidad, pero vale la pena detenerse a meditar en ella por un momento. La multitud le trajo una persona endemoniada, que estaba ciego y mudo. Imagine el terrible cuadro que presentaba esta persona. No hablaba ni veía, mas daba evidencias de las más extraordinarias manifestaciones diabólicas. Qué cuadro tan patético.
    El evangelio solamente nos dice que Jesús intervino para sanarlo, produciendo en la persona una dramática transformación. La gente no salía del asombro, aunque habían sido testigos de un sin fin de señales. milagros y prodigios. Atónitos, algunos comenzaron a preguntar si no era este el Mesías que tanto tiempo habían esperado Israel. Las obras que veían hablaban de una extraordinaria investidura de poder sobre su vida. Los fariseos vieron la misma manifestación de poder. No obstante, su perspectiva no les permitía aceptar, bajo ningún concepto, que esto fuera un mover de Dios. Ellos eran, después de todo, los expertos en explicar y definir cómo se manifestaba la genuina espiritualidad. Jesús definitivamente no encuadraba dentro de estos parámetros.
     La escena nos muestra que la diferencia no está en las circunstancias, sino en los ojos que las contemplan. Ambos grupos vieron el mismo suceso, pero arribaron a conclusiones diametralmente opuestas. Esto debe ser, para nosotros, una seria advertencia. Nuestra actitud tiene un peso decisivo a la hora de analizar el mundo a nuestro alrededor. Para quienes ya decidieron en sus corazones que nada bueno puede darse en determinada situación, simplemente queda proveer la explicación necesaria para justificar la postura.
      Cuanto más más sencillo resulta la vida cuando partimos de la base de que nuestra perspectiva está seriamente distorsionada por nuestro entorno. No vemos las cosas como son, sino como queremos verlas. Es bueno estar muñido de una desconfianza "santa" de toda conclusión categórica que podamos efectuar. Las cosas rara vez son como creemos que son y la Palabra está repleta de ilustraciones al respecto.
     Cristo utiliza la acusación como trampolín para proveer una importante enseñanza. Lea los versículos 25 al 27.

Devociones: "Más allá de los eventos".

Podemos afirmar es que el Señor siempre ha provisto a su pueblo de personas sabías y entendidas en los asuntos del reino, que pueden formar y edificar a otros en una experiencia espiritual más sólida. (Lucas 2:8-21).

       El relato de los pastores acerca de todo lo que habían vivido en el campo dejó maravilladas a las personas que lo escucharon. Cuando concluyeron su visita al establo "se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho" (Lucas 2:20).
     Como hemos señalado, los pastores ya no eran las mismas personas que habían sido cuando comenzó la noche. El mover de Dios entre los hombres no contempla la posibilidad de que algunos se ubiquen en el plano de espectadores, pues siempre obliga a una respuesta, aun cuando esta pueda darse en forma de un  categórico rechazo a su propuesta. Quizás esta sea la razón por la que muchos de los programas en nuestras iglesias no afectan la vida de los que participan en ellos. Muchas de nuestras reuniones están más orientadas a agradar a su auditorio que a invitarlo a una experiencia profunda y renovadora con el Señor.
    Los pastores, sin que nadie les hubiera dicho que esta era la respuesta apropiada, volvieron glorificando y alabando al Señor. Es decir, dieron rienda suelta a los impulsos naturales que producen el abrirse a la vida espiritual, algo que guardan en común todas las vidas que fueron tocadas por el Señor en los evangelios.
     Lucas añade un pequeño comentario a la escena de euforia que vivían los pastores. "Pero María atesoraba todas estas cosas, reeflexionando sobre ellas en su corazón" (Lucas 2:19).
    La respuesta de la madre del Señor es reveladora porque nos indica que algunos , en el pueblo de Dios, recorrerán un camino aún más profundo que el de los pastores. Este camino resulta no solamente de responder a los estímulos inmediatos de la vida, sino de buscar la forma de dilucidar las verdades espirituales a las que apuntan las manifestaciones más visibles del Señor. Es en este segundo nivel que una persona puede percibir los principios universales que se aplican a una diversidad de situaciones y que pueden servir para edificar la vida de otros, o producir en nosotros un crecimiento más sostenido.
     El recorrido de María no todos  podrán realizarlo, ni tampoco todos han sido llamados a él. Lo que sí podemos afirmar es que el Señor siempre ha previsto a su pueblo de personas sabías y entendidas en los asuntos del reino, que pueden formar y edificar a otros en una experiencia espiritual más sólida.
     Para quienes hemos sido llamados a esta función dentro del Cuerpo, separar tiempos para reflexionar y meditar sobre el significado de una diversidad de experiencias es una disciplina importante. De este ejercicio podremos destilar los tesoros que serán útiles en el trabajo de acompañar a otros en su vida espiritual. Observe, en los evangelios, con cuánta frecuencia llevaba Cristo a los discípulos a meditar sobre el significado de los eventos que sucedían en la vida de ellos. Este hábito enriquecerá mucho nuestras vidas y ministerios, pero demanda de nosotros cultivar el deseo de profundizar en los asuntos de Dios.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Devociones: "Ofrenda que agrada".

Cuando ofrendamos en forma natural y sencilla, con los ojos firmemente puestos en Dios quien es el objeto de nuestra adoración, seguramente evitaremos caer en el deseo de impresionar. (Mateo 6:1-18).

     Lo primero que escoge Jesús para ilustrar cómo se debe practicar la vida de piedad sin el deseo de ser visto es el de la ofrenda. Sospecho que esta elección es deliberada, pues en ningún aspecto de la vida es tan fácil confundir la verdadera espiritualidad como en cuestiones de dinero.
    Tendemos a creer ciegamente que cualquier persona que da generosamente ha alcanzado niveles singulares de devoción, pues nada produce en nosotros tanta  mezquindad como la posesión de riquezas materiales.
     Los fariseos y los escribas aprovechaban el "mensaje·" implícito de dar limosnas para sacarle el máximo de provecho a la práctica. Es decir, daban de tal manera que la mayor  cantidad de personas pudieran llegar a formar una buena opinión de ellos. Jesús deseaba señalar  a la multitud que todas las veces que practicamos las disciplinas de la vida espiritual pendientes del "que dirán", nuestra devoción no recibirá otra recompensa que los insignificantes aplausos de los que están a nuestro alrededor.
    Dallas Willard, reconocido escritor sobre las disciplinas de la vida espiritual, declara que el problema no está en que las personas nos vean realizando buenas obras, sino realizar las buenas obras con el exclusivo propósito de que los hombres nos vean. Es posible esforzarnos de tal manera que hacer las cosas a las escondidas que acabamos llamando la atención hacía nuestras personas. Mas el problema aquí radica en permitir que sea la opinión de los hombres lo que motive al corazón a dar. Es muy probable que muchos de nosotros nunca hayamos llegado al extremo de tocar trompeta cuando ofrendamos, aunque poseemos asombrosas habilidades para hacer "conocer" discretamente nuestro sacrificio.
     No obstante, en cuantas ocasiones hemos colocado una ofrenda en la bolsa o en el plato simplemente por la presión de que todos los que están a nuestro alrededor lo están haciendo. En tal caso no ofrendamos movidos por devoción al Señor sino por el miedo a que otros hablen mal de nosotros si no lo hacemos.
     Cristo señala un camino radicalmente dsiferente: "Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público". Resulta imposible realizar esto en el plano físico, pues la mano izquierda está controlada por la misma mente que maneja la derecha. Sin embargo el principio que debe regir nuestra forma de ofrendar es que debe ser realizada de tal manera que no exista la posibilidad ni siquiera de que uno intente de impresionarse a uno mismo.
     Cuando ofrendamos en forma natural y sencilla, con los ojos firmemente puestos en Dios quien es el objeto de nuestra adoración, seguramente evitaremos caer en el deseo de impresionar.
     "Señor, cuán profundamente anhelamos ser aplaudidos. Este deseo enturbia y empaña nuestras mejores ofrendas a ti. Revela a nuestros ojos las confusas motivaciones de nuestro corazón. Purifica nuestras almas de todo lo que nos ata a este mundo. Sé tu nuestro deleite, nuestro todo, la razón de cada uno de nuestros actos de devoción. Amén".

Devociones: "Padre, como ninguno".

El Padre conoce íntimamente a cada individuo que camina sobre la faz de la tierra. (Mateo 11:1).

         Parte de las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos, antes de enviarlos a ministrar de dos en dos, abarcó el tema de la persecución. Como he mencionado en los devocionales anteriores, no deja de llamar la atención que considerará importante incluir este tema en un momento para el que hubiéramos escogido como tarea más importante animar a los discípulos. Nuestra idea de animar, sin embargo, se entiende por tratar de esconder las verdades que consideramos ofensivas o duras. Cristo deseaba que los discípulos estuviran bien enterados de lo que les esperaba por delante. No obstante, los animó a que no sintieran atemorizados por esta realidad. Su argumento se concentra, ahora, en describir la extensión que tiene la autoridad del Padre. Para ilustrar, se vale de una insignificante realidad: "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto?" Los pajarillos a los que hace referencia Jesús eran tan comunes y ordinarios que se vendían dos por un precio irrisorio. Lo bajo del costo convertía a estos pajarillos en la comida común de los pobres.
     ¿Quién podía estar interesado en el destino de algo de tan poco valor? Jesús, no obstante, señala: "Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre".
     Qué tremendo Muchas veces creemos que nuestro Padre está demasiado ocupado para fijarse en los pequeños detalles de nuestra vida. Sin embargo. Cristo continúa, "aun vuestros cabellos están todos contados". Es decir. Dios no está abrumado por la cantidad de asuntos que tiene que hacer, ni la cantidad de personas que tiene que atender. Su conocimiento y cuidado es tan extraordinario que él sabe la cantidad exacta de cabellos que cada uno de nosotros tiene sobre su cabeza. Aun si consiguiéramos quitarlos todos y colocarlos sobre una mesa para contarlos, sería prácticamente imposible saber cuantos cabellos tenemos. Y eso que son nuestros. Mas el Señor sabe con exactitud el número de cada habitante en el planeta.
     ¿Cuál era el fondo de lo que Jesús estaba diciendo? "Así que no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos". Cristo estaba enfatizando que no ocurre nada en el universo sin que el Padre interponga su mano allí. No existen situaciones que se le escapen de control ni que superen sus capacidades para invertir. Su soberanía es enteramente diferente a la de los reyes y gobernantes de la tierra, para quienes nosotros no somos siquiera una cifra en su mente. El Padre conoce íntimamente a cada individuo que camina sobre la faz de la tierra, y su compromiso es cuidar y atender las necesidades de cada uno.
      Todo esto nos invita a una postura de tranquilidad y confianza. Nadie puede  hacernos nada  si Dios no lo ha autorizado. De modo que podemos hablar tranquilamente de las cosas del reino a quien se nos cruce en el camino, porque su oposición no afectará ni un ápice el compromiso que el Padre tiene con nosotros. Estamos en buenas manos.
  ¿Cómo concluye Cristo este argumento? ¿Qué significa que él nos confesará delante del Padre? ¿Qué ocurre en las esferas celestes cuando somos fieles hacía Dios?.   

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Devociones: "Problemas de agenda".

No importa si los asuntos que nos impiden una entrega absoluta a Cristo son buenos y loables, estos no pueden desplazarlo. (Mateo 10:37).

      En el trío de encuentros que relata el evangelista Lucas nos topamos con este segundo personaje, que bien podría simbolizar a cualquier individuo tomado de la calle hoy en día. Este no vino a ofrecerse a Cristo como discípulo, como el anterior, sino que fue llamado. Señalo, de paso, que en
 el reino no existen voluntarios, solamente personas escogidas. El llamado que Jesús hace a este individuo es similar al llamado que hizo a decenas de personas: "·sígueme".
    En esa  simple palabra está encapsulada la esencia de lo que significa ser un discípulo. No es un llamado a unirse a una religión, a asistir a una seríe de reuniones o a congeniar con algunos enunciados acerca de la vida espiritual. Es una invitación a ponerse en pie para acompañar a Cristo a los lugares que elige visitar y a las personas que escoge tocar. El discípulo no decide el rumbo, ni la forma, ni el itinerario. La única decisión que toma es la de ponerse en pie y comenzar a caminar con el Señor.
    El individuo del pasaje de hoy quería seguir al Señor, pero pidió que se le diera un tiempo para atender unos asuntos familiares. Como nota añadida, debemos observar que no estaba pidiendo permiso para ir a enterrar literalmente a su padre, más bien estaba usando una frase común en la época, que indicaba el compromiso de cuidar de los padres hasta que estos fallecieran. Una vez que los padres ya no estuvieran presentes, esta persona quedaría enteramente libre para seguir a Cristo.
    Si tuviéramos que traducir  a nuestro idioma la petición de este varón, diríamos que contestó: "Señor, te seguiré con mucho gusto, pero primero tengo algunos asuntos que atender". En cuantas ocasiones, compartiendo el evangelio con otros, he escuchado a personas decir: "Me parece muy bueno, pero primero déjame que disfrute un poco de la vida". En la respuesta encontramos uno de los impedimentos mayores para seguir a Cristo y es el deseo de decidir nosotros el "cuando".
       No es que exista en nosotros un espiritu de desobediencia; todo lo contrario, tenemos la intención de hacer lo que nos ha pedido. La única diferencia es que pretendemos hacerlo cuando sea más cómodo para nosotros. Esto es lo mismo que desobedecer. El ejemplo mas claro de este sentir es el del pueblo de Israel cuando, alentado por el mal testimonio de diez de los espías, decidió no entrar a la tierra prometida. Cuando Dios anunció el castigo sobre ellos, cambiaron de parecer y decidieron subir. Mas Dios ya no estaba con ellos, porque el tiempo para la obediencia había pasado ( Números 14:40-45).
    Es importante señalar que no existía nada de malo en el deseo de esta persona de cuidar a sus padres. Este precisamente es el problema, que los asuntos que nos impiden una entrega absoluta no son malos. Muchos de ellos son más que loables. Sin embargo, todo lo que se interpone entre nosotros y Cristo debe ser desechado.

martes, 9 de diciembre de 2014

Devociones: "Restauración completa".

El desenlace natural de una visitación celestial debería ser nuestro retorno a una vida enteramente dedicada. (Marcos 7:31-37).

        El resultado inmediato de la intervención de Jesús en la vida del sordo y tartamudo fue que comenzó hablar La observación parece tan obvia y lógica que resulta innecesario mencionarse . No obstante, es importante resaltar que el objetivo de una visitación divina en nuestras vidas es la restauración de nuestras funciones originales. Es decir, la lengua fue creada como instrumento de comunicación orar y es esa la función que debe cumplir. Del mismo modo, cuando Dios produce en nuestra vida una transformación su anhelo es que volvamos a funcionar conforme al propósito para el cual nos creó. No nos visita para que sigamos obstinados con asegurar nuestro propio bienestar, sino para que vivamos para la "alabanza de su gloria". El desenlace natural de una visitación celestial debería ser nuestro entorno a una vida enteramente entregada a los asuntos del Señor.
     No dudamos que los presentes deben haber quedado atónitos por lo que vieron y oyeron que le ocurrió al sordo y tartamudo. Aunque Cristo llevaba tiempo ministrando a los necesitados, las maneras en que obraba no dejaban de causar asombro entre sus observadores. No obstante, "les mandó que no lo dijeran a nadie".
     Esta es la primera ve3z que Cristo dio esta clase de instrucciones. En varias ocasiones, a lo largo de los tres años que ministró, ordenó a los que había sanado que no se lo contaran a nadie. Para nosotros esta actitud resulta difícil de entender, porque creeríamos que lo lógico y legítimo sería dar testimonio  a  los "cuatro vientos" de lo que Dios había obrado en la vida del sordo y tartamudo. "¿Acaso diríamos?, no es esta la mejor manera de traer gloria a su nombre, que las personas se enteren de que él es real?". En nuestra pregunta advertimos el elemento que más frecuentemente impide nuestra obediencia: creer que nuestra lógica y la de Dios son similares. No sabemos la razón exacta por la cual Cristo quería impedir que este varón divulgara lo que le había pasado y , en cierto sentido, conocerla tampoco es importante. Nos basta con saber que la persona que dio la orden tiene autoridad absoluta y nuestro llamado e sa obedecer, aun cuando no estemos de acuerdo con sus directivas.
       Con tristeza vemos que el evangelio da testimonio de cuán difícil nos resulta obedecer, aun en las comisiones más sencillas: "cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban". Marcos no registra ninguna consecuencia negativa de esta desobediencia, aunque no dudamos que la hubiera. En otra oportunidad una acción similar por parte de un leproso resultó en que "Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes" (Marcos 1:45).
     Sin justificar la desobediencia, hemos de notar que aun cuando obramos mal el Señor saca provecho de la situación, pues "en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar". Como el objetivo de Jesús no era crecer en popularidad, el reconocimiento de las multitudes no era necesario. No obstante, en medio del reconocimiento seguramente algunos comenzaron a acercarse al Señor para vivir más plenamente la vida espíritual para la cual Dios nos creó.

Devociones: "Progresión natural".

Somos responsables de dirigir lo mejor de nuestros recursos hacia aquellos que sí están interesados en avanzar hacia la condición de maestros.
 (Hebreos 5:11-12).

       La frustración del autor de Hebreos es una que muchos de nosotros hemos experimentado en nuestros propios ministerios. Es la de estar trabajando con personas que hace años están en el Camino, y sin embargo una y otra vez se les tiene que volver a recordar cual es el A, B y C del evangelio.
     El pasaje de hoy nos revela una importante verdad. La progresión natural de la vida espiritual de cualquier hijo de Dios es que eventualmente se convierta en maestro. Cuando el autor se refiere a maestros. no está usando la palabra en el sentido de los roles ministeriales que han sido dados a la iglesia, según Efesios 4. Más bien está haciendo referencia a aquellos que,  habiendo madurado, deben comenzar a impartir a otros la vida que han recibido. Esto no es más que la progresión lógica de la misma. Nuestros hijos crecen, maduran y eventualmente formarán sus propias familias, reproduciendo su vida en otros.
      Dentro de la iglesia, no obstante, tenemos un grupo de creyentes que se han dedicado incansablemente a buscar cuánta oportunidad se les cruza para nutrir solamente su propia vida espiritual. Viven asistiendo a conferencias, cursos, seminarios y leyendo libros que les ayudarán a ser mejores hijos de Dios. Pero no avanzan hacia ese estado en el cual comienzan a interesarse más en el crecimiento de los demás que en el propio.
     Lo irónico de esto es que tampoco les es de provecho lo que están acumulando para sí mismos. Se convierten en "tardos de oír" y necesitan volver una y otra vez a los rudimentos de la Palabra, porque no usan lo que tienen correctamente. Al igual que el maná de los israelitas, la enseñanza que no es compartida con otros se echa a perder.
  ¿Cómo afecta esto nuestro ministerio como pastores? Pues muchas veces nosotros perdemos mucho tiempo con estas personas, porque su entusiasmo por seguir aprendiendo parece ser verdaderamente espiritual. Pero no hay frutos que demuestran que han dejado de lado ese egoísmo que les lleva a pensar solamente en sí mismos. Nuestra responsabilidad es a dirigir lo mejor de nuestros recursos hacia aquellos que sí están interesados en avanzar hacia la condición de maestros.
¿Cuál es su responsabilidad para con este grupo? No los abandone, ni les dé la espalda. Pero no pongo todo su esfuerzo aquí tampoco. Invierta con sabiduria, donde su inversión va a llevar a que sus discípulos se reproduzcan en la vida de otros.
Para pensar:
Quizás una de las razones por las cuales la gente siempre quiere más es que nosotros no hemos sido suficientemente claros en cuanto al verdadero llamado del cristiano. El reconocido autor. Gordon MacDonald dice que Cristo que, cuando las multitudes crecían mucho, el Maestro se esmeraba por hacer cada vez más claro el costo del discipulado. Es casi como si estuviera diciendo que el tamaño de la multitud indicaba que la gente no le había entendido bien, de lo contrario, no serían tantas personas las que lo estuvieran siguiendo.   

lunes, 8 de diciembre de 2014

Devociones: "Las divisiones".

La división no mes meramente un tema de diferencias de opinión, sino un verdadero obstáculo. (Mateo 12:22-37).

      Ya lo hemos mencionado en varios devocionales anteriores, pero vale la pena reiterarlo una vez más: no hay absolutamente nada escondido a los ojos de Dios, aunque a veces actuamos como si él no viera las cosas que hacemos o pensamos. Del mismo modo ocurrió con la conclusión a la que habían llegado los fariseos. "Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá. Si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces".
     El Señor podría haber escogido defender su propia persona, utilizando las mismas acaloradas negaciones de las cuales solemos echar mano nosotros cuando otros nos acusan. Este camino lo conocemos bien, no solamente porque lo hemos frecuentado, sino porque sabemos también de su poca eficacia a la hora de convencer a los que se nos oponen. Cristo optó por otro camino, el de tomar el argumento de ellos y partir de la postura que sostenían, en lugar de su propia persona.
     De este modo realizó un impecable análisis que echaba por tierra sus argumentos por el peso de su propia lógica. Es un hecho, avalado no solamente por la experiencia personal sino también por la historia misma de los pueblos, que ninguna situación puede mantenerse en pie si existe una situación de conflicto interno. Este principio es tan aplicable a la familia o a un grupo de amigos como lo es a gobiernos y naciones. Cuando existe división entre aquellos que sostienen la institución, se cae sola, sin necesidad de intervención por parte de terceros.
      Este derrumbe no se refiere necesariamente a la desaparición de la institución. También puede indicar que la institución, como tal, ha dejado de cumplir el propósito para el cual existe, aunque siga en pie. Sencillamente se ha tomado obsoleta. Un matrimonio dividido puede seguir conviviendo bajo un mismo techo, pero no pueden llevar adelante el proyecto de ser familia. La vida toda está afectada por el espíritu de división que reina. Aun el reino de las tinieblas opera bajo este principio, de modo que Satanás no puede estar peleando contra Satanás.
     Quizás esta es una de las razones por las cuales Jesús oró que su Iglesia pudiera ser una (Juan 17:21). La división no es meramente un tema de diferencias de opinión, sino un verdadero obstáculo para el mover soberano de Dios, por tanto en mi vida como en la vida de la persona con la que sostengo el altercado. Sencillamente no es posible estar en pie si no existe unidad de criterio y de propósito. Toda bendición espíritual queda detenida, porque Dios bendice a un pueblo, no a individuos. Aun cuando su mano descansa en manera particular sobre la vida de un individuo, es para el bien de todos.   

Devociones: "Inversión con sabiduria".

No nos engañemos, nuestro corazón tiene lugar para un solo tesoro, escojamos a Dios y no a las riquezas. (Mateo 6:19-34).

       De todos los temas que Cristo tocó su ministerio terrenal quizás ninguno ha sido menos comprendido por el hombre moderno que este. Rodeados de lujos y bienes materiales sin número, hemos preferido creer que Jesús era una  especie de "santo patrono" del materialismo. Incluso hemos intentado elevar a virtudes algunas de las más detestables actitudes en el ser humano, tales como la codicia, el egoísmo y el desenfreno.
     Las Escrituras, no obstante, advierten que el amor al dinero es la raíz de todos los males y que "los que quieren  enriquecerse caen  en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición" ( 1 Timoteo 6:9). Estas son palabras radicales para un tema que requiere de una postura radical. No puede ser "aguado" el mensaje de Jesús, ni adaptado para que mengüe nuestra incomodidad. Sobre todo, no podemos darnos el lujo de creer  que este no es un problema que nos afecta a nosotros. La mentira más obstinada y arraigada en la cultura moderna es que el dinero le destruye la vida a los demás, pero jamás lo hará con nosotros.
       Jesús comenzó su enseñanza con una recomendación para todos aquellos interesados en hacer una buena inversión: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan". La razón de esta recomendación es sencilla; toda inversión terrenal estará sujeta a las mismas realidades que acompañan el diario vivir del ser humano. En esta tierra simplemente no existe tal cosa como una inversión "segura". Incontables colapsos económicos, calamidades naturales, golpes de estado, guerras y caídas estrepitosas de los mejores planes económicos testifican de que hasta lo más seguros pueden perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos.
      Cristo aconseja acumular tesoros que están más allá del alcance de un mundo caído, guardados en los lugares celestes. Estas son la clave de inversión que no dejan solamente un retorno favorable para esta vida, sino para toda la eternidad. No se trata aquí de dinero sino de cosas más preciosas y valiosas que el oro, la plata y las joyas.
    La razón principal de esta recomendación, sin embargo, no es lo seguro de la inversión, sino el efecto que tienen los tesoros sobre nuestra vida. Cristo no admitía argumentos en este punto; "donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". Hemos intentado una y otra vez comprobar que en realidad es posible estar a gusto con Dios y con las riquezas de este mundo, pero la verdad es que nuestro corazón tiene lugar para un solo tesoro. No es lo que decimos con nuestros labios lo que define nuestra devoción, sino lo que ocupa nuestros pensamientos día y noche. Allí donde  está nuestro tesoro estará nuestro corazón.    

domingo, 7 de diciembre de 2014

Devociones: "La raiz del problema".

Debemos ser diligentes en cultivar la relación con el Señor, y evitar ante todo seguir malos caminos. (Mateo 15:1-20).

      Jesús revela, en las frases finales de esta enseñanza, la razón por la cual no resulta eficaz adherirse a rituales de purificación que se concentran en el plano físico y externo de las persona. La limpieza que se logra al lavarse las manos antes de comer no alcanza la dimensión que más requiere una purga: el corazón. "Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las flasfemias", señala Jesús. "Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre" (Mateo 15:19-20).
     El término corazón en este pasaje no se refiere al órgano físico del cuerpo humano, pues, si así fuera, se necesitaría una limpieza con algún método más sofisticado que el lavarse las manos. Más bien la palabra corazón se refiere al centro de la vida espiritual, aquella parte nuestra que nos permite relacionarnos con nuestro Creador. Es el plano en el cual experimentamos gozo, tristeza, alegría, angustia y euforía y que nos distingue de los otros seres creados. En efecto, el corazón (en ocasiones llamado el espíritu o el alma) se refiere a aquel centro en el cual logra integrarse, en toda su intensidad, la vida misma.
     El corazón es la dimensión del hombre que más dramáticamente quedó afectada por la caída. El profeta Jeremías declara que "más engañoso que todo, es el corazón, y sion remedio" (Jeremías 17:9). El pecado le ha robado su sensibilidad en cuanto a los asuntos espírituales y , así, se ha vuelto duro y rebelde. Por ser el centro de la vida contamina todo lo que hacemos, y por eso muchas de nuestras acciones resultan manchadas de maldad y egoísmo. De hecho, Jesús no duda, en la escena que hemos considerado esta semana, en declarar que todos los actos perversos que vemos a nuestro alrededor tienen sus raíces en la condición enferma de nuestros corazones.
     Ante esta realidad es fácil entender por qué aun los más elaborados ritos de purificación dejarán intacta la maldad del corazón. En esencia, señala que nuestro mayor problema no se encuentra en el mundo que nos rodea, el lugar que los fariseos habían identificado como el blanco principal de sus luchas. La verdad es que los fariseos podrían haber vivido solos en una isla, lejos de todo contacto con el mundo "contaminado"al que tanto temían, e igualmente hubieran seguido sucios, porque donde quiera que fueran llevarían consigo sus corazones contaminados.
     La respuesta al problema de nuestro corazón es una operación celestial. No poseemos los medios para producir en él una transformación genuina. Solamente la intervención de un Dios santo puede librarnos de la esclavitud del pecado. Este es el mensaje esencial de Pedro en su carta a la Iglesia en Roma: no tenemos en nosotros mismos los medios para alcanzar la transformación que tanto anhelamos.
    La enseñanza de Cristo nos deja un valioso principio que debe ser el fundamento de nuestra vida espíritual. Podemos ser diligentes en cultivar la relación con el Señor, pero cada vez que confiamos en nuestras acciones para producir cambios en nosotros retomamos el antiguo camino de los fariseos. La superabundante gracia de Cristo es la respuesta, el único medio para nuestra transformación. 

sábado, 6 de diciembre de 2014

Devociones: "Identidad".

La presencia del discípulo en el mundo es más eficaz cuando su testimonio se produce en forma natural y espontánea. (Mateo 5:13-20).

         La tremenda descripción que hemos recibido de las características del ciudadano del reino dan lugar, ahora, a una especificación del impacto que estas personas tienen sobre su entorno. Como en  tantas otras ocasiones Jesús escogió uno de los elementos más comunes de la vida cotidiana para ilustrar esta verdad, la sal.
     "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres". La sal tenía, en la antigua Palestina, dos funciones principales. Era usada para darle gusto a la comida y como medio para preservar de la descomposición a la carne. También estaba incluida en algunas de las ceremonias religiosas en el templo, atribuyéndole un significado purificador. Un discípulo de Cristo debe poseer una vida distintiva, diferente a las de las personas a su alrededor. Meditemos en algunas características de la sal. En primer lugar, es enteramente diferente a la comida y mantiene su sabor distintivo al mezclarse con los alimentos. No adquiere el sabor del plato al cual se la agrega, sino que los contenidos de la misma quedan saborizados por la presencia de la sal. De la misma manera, un discípulo de Cristo debe poseer una vida distintiva, diferente a la de las personas a su alrededor. Cuando participa de actividades y eventos que le llevan a tener contacto con las gente del mundo, el discípulo debe claramente contagiar a otros de sus principios y conductas. De ningún modo debe el discípulo adquirir el "sabor" del mundo.
     En segundo lugar, la influencia de la sal en la comida se da simplemente por su presencia en ella. Cuando la sal es mezclada con los alimentos, no reacciona de manera particular para producir el sabor salado. Del mismo modo, un discípulo no se dedica a realizar actividades especiales para "salar" a los de su alrededor. La acción de salar no se programa, sino que es el resultado de un estilo de vida en la cual la acción es permanente y no planificada. En tercer lugar, debemos notar que la sal es más eficaz cuando es añadida en la medida justa. Si se echa demasiada sal en la comida, esta no podrá comerse. Del mismo modo la presencia dsel discípulo en el mundo es más eficaz cuando su testimonio se produce en forma natural y espontánea, como  parte de su experiencia cotidiana. La presencia de la Iglesia en la sociedad es, a la vez, el factor que preserva al hombre del deterioro natural que produce el pecado.
     Cristo termina su comentario con una observación dramática: la sal que ha perdido su gusto no sirve más. ¿Será que aquellas personas que durante años han participado de las actividades de la Iglesia sin asumir un compromiso serío ya no poseen utilidad para el Señor? No lo sabemos con certeza. Lo que sí he observado, en muchos años de ministerio, es que estas personas son las que más cuesta movilizar. El Señor nos guarde de acomodarnos en una vida de rutinaría.  

Devociones: "Grande es tu fe".

Los obstáculos que se presentan en el camino deberían servir para afirmar nuestra fe. (Mateo 15:21-28).

      No podemos encubrir lo difícil que resulta entender la respuesta de Cristo al pedido de la mujer. A primera vista hasta acusa cierto aire de descortesía, no necesitamos practicar "malabarismos" exegéticos para obtener el significado de sus palabras. Podemos echar mano de la imagen de Jesús revelada en las escrituras para saber que aun cuando sus palabras parezcan chocantes no son la manifestación de un corazón pervertido e insensible. Más bien descansamos en la realidad de que nunca alcanzaremos entender en toda su profundidad a la persona de Cristo. Nos basta con saber que camina y ministra en sujeción absoluta al Padre; cada una de las palabras que pronuncia no son de él, sino del Padre que lo envió (Juan 14:27).
    La frase: "No está bien tomar el pan de los hijos y hecharlo a los perros" representa la típica respuesta que una mujer gentil podía esperar de un judío, pues ellos se referían despectivamente a los paganos como "perros". Si leemos literalmente las palabras de Cristo posiblemente veremos en su respuesta un insulto. Nos faltan otros detalles, como el tono de voz y la merada, para lograr un acercamiento al objetivo de Jesús. Cuando consideramos otros encuentros similares en los evangelios presumimos que es muy probable que el Señor buscará probar la fe de esta mujer para sacar a luz cuán intenso era su deseo de garantizar la intervención de Dios en la vida de su hija. De todas maneras. Cristo le indica a esta mujer que él tiene otras prioridades que convierten en inoportuna su petición.
     Lo que Jesús ha recibido está reservado para el pueblo judío. La persistencia de ella, sin embargo, impactó al Hijo de Dios, pues la mujer inmediatamente respondió: "Si, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos" (Juan 14:27). Bien podría haberse mostrado ofendida o haber entrado en una discusión acerca de la injusticia de un ministerio que beneficiaba solamente a los judíos. La desesperación de ella, sin embargo, la ubicó en el punto en el que no existía humillación suficientemente grande que pudiera llevarla a desistir d esu cometido. En lugar de reaccionar ofendida demostró verdadera comprensión de las extraordinarias riquezas disponibles en el reino. Creía que con apenas una "migajas" de lo que estaba reservado para los israelitas le alcanzaba y sobraba. Su profunda comprensión y entrega impresionó a Cristo, y por eso exclamó: "Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas. "Y su hija quedó sana desde aquel momento" (Juan 14:28). La fe de la mujer no estaba errada. Jesús no se movió, ni la tocó, ni fue a visitar a la hija atormentada.
    Apenas pronunció una palabra a favor de la mujer y la hija de esta fue liberada. Así se concretó la palabra de la mujer, pues, el Hijo de Dios no tuvo mayor desafío que dispensar apenas una "migaja" de todo lo que tenia para darle. La mujer cananea nos inspira, una vez más, a no darnos por vencidos. Los obstáculos que se presentan en el camino deberían servir para afirmar nuestra resolución de no retirarnos de Su presencia con las manos vacías.  

jueves, 4 de diciembre de 2014

Devociones: "En pos de una estrella".

La aparición de la estrella debe servirnos para recordar que el Señor puede servirse de lo que él quiera para comunicarse con nosotros. (Mateo 5).

      La llegada de estos hombres, estudiosos de los fenómenos astronómicos que observaban en el firmamento, inmediatamente traslada el significado del nacimiento de Jesús. más allá de las fronteras de Israel, hacia el mundo gentil. Desde tiempos inmemorables Dios había comunicado a su pueblo que deseaba que ellos fueran una nación de sacerdotes, instrumentos del Señor para bendecir a toda la tierra.
     De hecho, esta vocación está contenida en el llamado del padre de la nación. Abraham: "Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldiga, maldeciré. En ti serán benditas todas las familias de la tierra" (Génesis 12:3). Tristemente, no encontramos indicios en la historia del Antiguo Testamento de que alguna vez le haya interesado a Israel buscar la forma de extender la bendición de Dios hacia sus vecinos más cercanos. No obstante, el Señor se movió periódicamente entre los gentiles. Las Escrituras relatan cómo Naamán, de vuelta a su pais, llevó las concicciones espirituales que resultaron de la sanidad que recibió de Dios. Desde África llegó la reina Saba para probar la sabiduría de Salomón Jonás, renuente misionero de Jehová, predicó la Palabra entre los Asirios, y fue testigo del arrepentimiento de toda una ciudad. En el exilio, Dios usó poderosamente a Daniel para bendecir a los babilonios, como también a Ester, a Nehemías y a Esdras.
   No cabe duda de que el Señor, a pesar de la indiferencia de su pueblo, siempre ha sabido cuál es el medio ideal y particular para moverse entre las naciones a fin de dar a conocer las bondades de su corazón. El relato de Mateo es llamativo porque nuestra muestra a un grupo de hombres, que sin la herencia religiosa de los judíos, tuvo en sus manos cómo descubrir que el Mesías había nacido.
     El mensajero de esta noticia, parta ellos, fue una estrella. No se nos provee ningún tipo de detalle acerca de la forma en que apareció este astro ni cómo interpretaron. Nos basta con saber que el fundamento proclama la existencia de Dios, pero solamente lo perciben aquellos con ojos para verlo. David compartió, en el Salmo 8, su asombro ante la creación de Dios, y exclamó: "tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido" (Salmo 8:3). En el Salmo 19 declara que "los cielos proclaman la gloria de ios, y la expresión anuncia la obra de susa manos" (Salmo 19:1).
   Los magos, con esa obsesión típica de los científicos, habían interpretado el mensaje de un  fenómeno que observaron en el cielo, y llegaron a Jerusalén para investigar más a fondo el asunto. Aun no teniendo mensajeros dispuestos a ir a los gentiles, Dios se estaba moviendo en medio de ellos y dando a conocer su intención de incluir a los gentiles en la salvación que empezaba, primero, en la casa de Israel.
     La aparición de la estrella debe servirnos para recordar que el Señor puede servirse de lo que él quiera para comunicarse con nosotros, pero seguramente escogerá el medio que más se preste para que interpretemos lo que nos quiere anunciar. El deseo profundo de su corazón, después de todo, es darse a conocer.  

Devociopnes: "Dadles vosotros de comer".

Los desafíos de Dios son  proyectos que no pueden ser logrados con medios humanos. (Marcos 6:30-44).

        Los discípulos, preocupados porque ya era una hora avanzada, habían sugerido a Cristo que despidiera a la multitud para que pudieran buscar comida.
     Cuán grande debe haber sido su sorpresa, entonces, cuando Jesús, "respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer". Para nosotros, es fácil leer la frase y simplemente seguir con la lectura del pasaje. Intente, no obstante, detenerse brevemente en esta escena. ¿Cómo se la imagina? ¿Cómo cree que se sentían los discípulos? ¿Se habrá producido un incómodo silencio en el grupo? Quizás se miraron entre ellos, buscando en los otros una confirmación de lo que Jesús les había dicho. "¿Tú escuchaste lo mismo que yo escuché? ¿De veras dijo que les diéramos de comer nosotros?" ¿Cómo iban ellos a darles de comer a tantas personas. La sugerencia de Jesús rozaba lo ridículo. Confundidos, los discípulos buscaron clasificación de la consigna: "¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denarios y les demos de comer?" Era la única alternativa que se les ocurría en este momento. ¿Por qué habrá dicho esto Jesús, si él sabía que ellos no tenían ninguna manera de alimentar a tantas personas? ¿O sí la tenían? La persona que tiene acceso a Dios también tiene acceso a los recursos ilimitados del Padre. No obstante, ellos no lo sentían de este modo.
     Creo que Jesús buscaba, en primer lugar, corregir la tendencia en nosotros de buscar que otros se hagan cargo de los problemas que nosotros identificamos. Piense, por un instante, en la realidad de la Iglesia. Si la luz del baño no funciona, ¿qué hacen las personas? Acuden al pastor y le dicen: "pastor, la luz del baño no funciona". Si un vecino está interesado en el evangelio, ¿qué hace la gente? Buscan al pastor en la próxima reunión y le dicen: "Pastor, tengo un vecino que está interesado en el evangelio: ¿lo podría visitar usted?" Y nosotros, losa pastores, que hemos mal acostumbrado a la congreagción, nos hacemos cargo de sus demandas.
      ¿Qué pasaría si nosotros les dijéramos a las personas: "cambie usted la lámpara del baño, hermano"?. Comenzaríamos a ver congregaciones donde los cristianos dejarían de ser observadores, para convertirse en protagonistas de lo que está sucediendo en el reino. Nuestra tarea, como formadores de personas, no es enseñar a las personas a que nos traigan todos los reclamos a nosotros, sino ayudarlos a asumir responsabilidad por aquellos que ellos mismos pueden realizar.
      Por otro lado, creo que Jesús genuinamente quería ver cómo resolvían esta situación. Todos los desafíos de Dios tienen las mismas características: a nuestros oídos suenan tan ridículos como esta propuesta de Cristo. Son proyectos que no pueden ser logrados con medios humanos, sino por medio del Espíritu. Frente a ellos él pretende, siempre, que busquemos de su mano los recursos que nosotros no poseemos. Nuestro mayor error es creer que los debemos llevar adelante en nuestras propias fuerzas. La próxima vez que nos enfrentemos a una tarea imposible, entonces, será mejor que volvamos inmediatamente a él para decirle: "Señor, sin tu intervención, esto es imposible".
     Todo lo que cultive en nosotros mayor dependencia de él, será bienvenido. 

martes, 2 de diciembre de 2014

Devociones: "Huir Sabiamente".

El líder sabio sabe que hay situaciones en las que no podrás ejercer el control:
(Génesis 39:11-12).

       El concepto arraigado entre nosotros es que huir es solamente para cobardes, para aquellos que no tienen agallas para hacerle frente a los verdaderos desafíos de la vida. Según este criterio, los que huyen nunca triunfarán en la vida, pues las conquistas pertenecen a los que avanzan contra viento y marea. Traducir esta filosofía en un principio para el ministerio no requiere de gran esfuerzo y nos puede llevar a una postura de obstinada perseverancia. No obstante en ocasiones, como lo ilustra la historia de José, puede ser la fórmula ideal para el desastre. Algunos podrían objetar que José terminó en la cárcel como resultado de su decisión de huir. Su corazón, sin embargo, estaba siendo preparado para las grandes responsabilidades que Dios iba a colocar en sus manos en pocos años. A corto plazo, entonces, el huir tuvo sabor a derrota, pero a largo plazo su decisión puso las bases para una vida de transcendencia en los asuntos del Señor.
      ¿Qué es lo que motivó a José a huir?  En primer lugar, observamos en el pasaje que el  compromiso mayor de José era con la honra de su Dios. Su deseo de no ensuciar el nombre de Jehová se extendía también a una decisión de no deshonrar al hombre que le había confiado el cuidado de todo lo que tenía en su casa. Potifar. Ya había declarado, en ocasión de las insistentes insinuaciones de la esposa de su amo: "Mi Señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este mal, y pecaría contra Dios" (Génesis 39:9-10).
     En el texto de hoy vemos que José se encontraba solo con la mujer de Potifar, una situación sumamente peligrosa para cualquier hombre que desea mantener la pureza de su corazón. Ella, no satisfecha con presionarlo con sus perversas invitaciones, echó por la borda la cautela y quiso tomarlo por la fuerza. José sabía que en breves instantes dejaría de poseer la disciplina y la claridad mental para mantenerse firme en su postura. No intentó fortalecerse en medio de una situación que apelaba a la sensualidad de la carne. Ante semejante peligro, decidió huir.
     He aquí la clave de su decisión: conocía sus propias limitaciones y sabía bien por qué puertas podría ingresar el enemigo. El líder sabio sabe que hay situaciones en las que no podrá ejercer el control necesario para mantener la santidad de su vocación. Prefiere ni siquiera intentar una lucha, por que se encuentra en inigualdad de condiciones. La decisión de evitarlas requiere de mayor coraje y valentía que el necio que cree poder triunfar donde otros, mejores que él, han caído.
Para pensar:
   "Huye de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor" (2 Timoteo 2:22.