sábado, 20 de diciembre de 2014

Devociones: "Sentimientos encontrados".

No es la presencia del pecado en nuestra vida lo que nos descalifica para el ministerio, sino que convivamos con lo que claramente es pecado.
 (Mateo 16:22-23).

           Lo que nos llama la atención de esta escena tomada del texto Biblico de hoy es que viene inmediatamente después de uno de los momentos más preciosos de Jesús con los discípulos, cuando Pedro le reconocía como el Cristo, el Hijo de Dios. Tal revelación no había sido fruto de deducciones ni el resultado de un estudio cuidadoso de las Escrituras. Era algo que le había sido revelado al discípulo por el Padre mismo . Poco tiempo después, sin embargo, encontramos a Pedro en una postura que demuestra una increíble falta de discernimiento y una profunda incomprensión acerca de los propósitos del Padre para el Hijo. El discípulo pretendía impedir el cumplimiento de la Palabra que Cristo mismo estaba anunciando: que era necesario que el Mesías sufriera muchas cosas y luego fuera  muerto a mano de los escribas y los fariseos.
       La escena nos revela una verdad acerca de la vida espíritual, y que en la misma persona pueden convivir tanto un profundo nivel de espiritualidad como también las más marcadas manifestaciones de carnalidad. La verdad es que conviven dentro de nosotros las dos realidades, y nuestra capacidad de caer no cesa nunca. Una persona espiritual puede también demostrar un grado de carnalidad que nos sorprende. De esta observación, quedan dos reflexiones. En primer, como líder, no se confíe usted nunca de estar libre de caer, y de caer en forma estrepitosa. Debe cultivar siempre una actitud sabía hacia los potenciales problemas que pueden llevarle a tropezar, manteniendo siempre la guardia. Hombres más consagrados que usted han caído, y usted hará bien en recordarlo.
      En segundo lugar, no se exaspere con las manifestaciones de la carne en su propia vida. A veces, luego de momentos realmente sublimes en Su presencia, encontramos que los pensamientos más horribles atraviesan nuestra mente. No se condene por esto. Cuando Cristo animó a los discípulos a que oraran para no entrar en tentación, les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual. Por eso podemos identificarnos con el apóstol Pablo, cuando exclamó: "Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro" (Romanos 7). No es la presencia del pecado en su vida lo que lo descalifica para el ministerio, sino que usted conviva con lo que  claramente es pecado.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario