jueves, 4 de diciembre de 2014

Devociopnes: "Dadles vosotros de comer".

Los desafíos de Dios son  proyectos que no pueden ser logrados con medios humanos. (Marcos 6:30-44).

        Los discípulos, preocupados porque ya era una hora avanzada, habían sugerido a Cristo que despidiera a la multitud para que pudieran buscar comida.
     Cuán grande debe haber sido su sorpresa, entonces, cuando Jesús, "respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer". Para nosotros, es fácil leer la frase y simplemente seguir con la lectura del pasaje. Intente, no obstante, detenerse brevemente en esta escena. ¿Cómo se la imagina? ¿Cómo cree que se sentían los discípulos? ¿Se habrá producido un incómodo silencio en el grupo? Quizás se miraron entre ellos, buscando en los otros una confirmación de lo que Jesús les había dicho. "¿Tú escuchaste lo mismo que yo escuché? ¿De veras dijo que les diéramos de comer nosotros?" ¿Cómo iban ellos a darles de comer a tantas personas. La sugerencia de Jesús rozaba lo ridículo. Confundidos, los discípulos buscaron clasificación de la consigna: "¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denarios y les demos de comer?" Era la única alternativa que se les ocurría en este momento. ¿Por qué habrá dicho esto Jesús, si él sabía que ellos no tenían ninguna manera de alimentar a tantas personas? ¿O sí la tenían? La persona que tiene acceso a Dios también tiene acceso a los recursos ilimitados del Padre. No obstante, ellos no lo sentían de este modo.
     Creo que Jesús buscaba, en primer lugar, corregir la tendencia en nosotros de buscar que otros se hagan cargo de los problemas que nosotros identificamos. Piense, por un instante, en la realidad de la Iglesia. Si la luz del baño no funciona, ¿qué hacen las personas? Acuden al pastor y le dicen: "pastor, la luz del baño no funciona". Si un vecino está interesado en el evangelio, ¿qué hace la gente? Buscan al pastor en la próxima reunión y le dicen: "Pastor, tengo un vecino que está interesado en el evangelio: ¿lo podría visitar usted?" Y nosotros, losa pastores, que hemos mal acostumbrado a la congreagción, nos hacemos cargo de sus demandas.
      ¿Qué pasaría si nosotros les dijéramos a las personas: "cambie usted la lámpara del baño, hermano"?. Comenzaríamos a ver congregaciones donde los cristianos dejarían de ser observadores, para convertirse en protagonistas de lo que está sucediendo en el reino. Nuestra tarea, como formadores de personas, no es enseñar a las personas a que nos traigan todos los reclamos a nosotros, sino ayudarlos a asumir responsabilidad por aquellos que ellos mismos pueden realizar.
      Por otro lado, creo que Jesús genuinamente quería ver cómo resolvían esta situación. Todos los desafíos de Dios tienen las mismas características: a nuestros oídos suenan tan ridículos como esta propuesta de Cristo. Son proyectos que no pueden ser logrados con medios humanos, sino por medio del Espíritu. Frente a ellos él pretende, siempre, que busquemos de su mano los recursos que nosotros no poseemos. Nuestro mayor error es creer que los debemos llevar adelante en nuestras propias fuerzas. La próxima vez que nos enfrentemos a una tarea imposible, entonces, será mejor que volvamos inmediatamente a él para decirle: "Señor, sin tu intervención, esto es imposible".
     Todo lo que cultive en nosotros mayor dependencia de él, será bienvenido. 

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