martes, 23 de diciembre de 2014

Devociones: "Ceder ante el enemigo".

Las verdades de Dios simplemente no son negociables y él respalda la vida de aquellos que lo honran. ( 1 Samuel 14:21).

             El capítulo 14 del primer libro de Samuel relata  la extraordinaria hazaña de Jonatán, el cual subió contra los filisteos solamente acompañado por su paje de armas. El Señor premió su valentía con tan increíble victoria que movilizó a Saúl y a las tropas que estaban con él, que habían estado paralizados por la indecisión. La iniciativa del joven guerrero desencadenó una serie de consecuencias, una de ellas la detalla el texto de hoy: los israelitas que se habían vendido al enemigo decidieron volver a unir sus vidas a la de sus compatriotas.
     ¿Qué hacían estos hombres colaborando con los filisteos? ¿Cómo podían haberse pasado a las filas de aquellos que constituían un tormento permanente para el pueblo de Dios? Para entender la razón de su decisión necesitamos saber que Israel se encontraba en una situación bastante desesperante. Los filisteos, que tenían el monopolio en la fabricación de espadas, habían subido para hacer batalla contra ellos. Entre los seiscientos hombres que acompañaban al desafortunado rey Saúl había solamente dos espadas, las cuales estaban en manos del rey y su hijo. ¿Cómo podían estos hacerle frente a un ejército fuertemente armado? Algunos d elos Hebreos, viendo que estaban perdidos, decidieron echar su suerte con los que seguramente iban a triunfar, los filisteos. De ninguna manera querían estar del lado de los perdedores.
      Esta decisión revela el profundo deseo en los humanos de ser contados entre los que triunfan en la vida. El éxito siempre viene de la mano del respeto y el reconocimiento de los que están a nuestro alrededor y , por haber crecido en un mundo caído, esto apela al intenso anhelo de ser aceptados por los demás. El problema es que este deseo nos puede llevar a buscar la aprobación sin medir el precio que haya que pagar, aun hasta el punto de "vender nuestra alma por un plato de lentejas".
    Cómo líderes debemos estar en guardia contra el deseo de agradar a los demás. En ocasiones estamos tan desesperados porque nuestro proyecto prospere, nuestra congregación crezca a nuestro programa logre buena asistencia que estamos dispuestos a echar mano a cualquier método a fin de alcanzar esa meta. Sin percatarnos podemos comenzar a negociar con los principios de un ministerio aceptable a los ojos de Dios. Aun podemos llegar a cruzar las filas del enemigo, incorporando las técnicas, las filosofías y los principios que aseguran el éxito en el mundo. De allí que muchos pastores se mueven más como gerentes que como siervos. Nosotros, sin embargo, hemos sido llamados a estar firmes en los principios del reino.
     Nuestra suerte está echada con Jesucristo, y no debemos claudicar, aun si parece que el enemigo nos tiene cercados. Las verdades de Dios simplemente no son negociables y él respalda la vida de aquellos que se mantienen firmes aun cuando la mayoría se haya vendido al enemigo. Aún así, seguimos siendo mayoría.
Para pensar:
     "Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira" (Salmo 40:4).

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