sábado, 11 de octubre de 2014

Devociones: "Regalo Divino".

Los líderes hemos sido llamados a formar personas Efesios 4:11-12.

     Un comentarista bíblico ha hecho la interesante observación que en el Nuevo Testamento existen tres pasajes que hablen de los dones otorgados por el Dios trino a los hombres. En Romanos 12:3-9 se encuentra la lista de dones que el  Padre  le dio a sus hijos. En 1 Corintios 12 y 14 se encuentra la descripción de los dones que el Espíritu dio a la Iglesia. Y en Efesios 4:11 y 12, se encuentran los dones que Jesús le dio a su Iglesia. Si la interpretación de este comentarista es acertada, nos presenta con una muy interesante revelación del corazón de Dios por su Iglesia, junto a la particular función que cada uno cumple en la formación del pueblo. Los dones que el Padre y el Espíritu han dado a la Iglesia son gracia que se manifiesta en la vida de sus hijos, tales como la misericordia, el servicio, la exhortación, el discernimiento, la palabra de ciencia o la sanidad. Por medio de esta gracia se pueden realizar las buenas obras que son parte de la vida a la que hemos sido llamados pues, como dice la Escritura, el pueblo de Dios debe ser un pueblo "celoso de buenas obras" 
(Tito 2:14).
    Cuando observamos el regalo de Cristo a la Iglesia, sin embargo, podemos notar una importante diferencia. Efesios 4. No dice que el dio a la Iglesia ministerios apostólicos, proféticos, evangelísticos, pastorales y de enseñanza. Lo que Cristo dio a la Iglesia no fueron ministerios, sino personas. Esto no tiene por qué sorprendernos, pues Jesús mismo trajo las Buenas Nuevas del Padre en persona. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros ()y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" ( Juan 1:14). Al regalarle a la Iglesia hombres y mujeres que fueran apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, Jesús no estaba haciendo más que perpetuar el modelo que él mismo inició al invertir en la vida de los discípulos. Esta observación tiene una importantísima connotación para aquellos que han sido constituidos por Cristo para estos ministerios. El valor principal de la presencia del apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro en la Iglesia no se encuentra en el ministerio que desarrollan, aunque siempre tendemos  avalorar a los hombres por sus obras. El principal valor que estas personas tienen es lo que ellos son. Enseñan con su vida, como lo hizo Cristo. Por esta razón, el llamado a ser líder dentro de la Iglesia es un llamado a ocupar un lugar que demanda de nosotros las más altas expresiones de devoción, compromiso y santidad.
Parta pensar:
En tiempos de angustia, confusión y dificultad, la Iglesia no debe buscar inspiración en sus doctrinas, sino en la vida de aquellos que han sido puestos para formar la vida de los santos. Tristemente, el contacto que el pueblo de Dios tiene con estos líderes, con frecuencia, está limitada a los momentos de reuniones formales dentro del programa establecido de la congregación. La gente que estamos formando necesita tener amplio acceso a nuestras vidas, pues nosotros somos el ¡regalo de Cristo para sus vidas!  

No hay comentarios:

Publicar un comentario