jueves, 16 de octubre de 2014

Devociones:" En el museo de la fe: Nosotros".

La fe es el eslabón que une nuestras vidas con todos los santos a lo largo d ela historia: (Hebreos 11:6).

     El eje central de la vida  de todos los santos en el museo del capítulo once es, precisamente, la fe. El autor de la epístola nos dejó, en la entrada al museo, una definición de la fe, para que supiéramos en base a que criterio reunía a esta galería de ilustres héroes y heroínas.
     Una vez dentro del museo nos presenta con el principio universal que une la vida de personas que vivieron en diferentes siglos y distintas circunstancias. De hecho, ese mismo principio nos une a nosotros con Abraham, Moisés, Elías, Amós, Juan el Bautista, Pedro y cientos de figuras a lo largo de 2.000 años de historia de la Iglesia. El principio en sencillo pero tajante: sin fe es imposible agradar a Dios.
    El término "imposible" se refiere a una incapacidad, no a una dificultad. Es importante señalar esto porque algunos nos podemos sentir tentados a creer que la vida espiritual sin fe toma más complicada nuestra relación con Dios. El autor, sin embargo, opta por expresarse en términos absolutos. Afirmar que es imposible agradar a Dios sin fe, es lo mismo que declarar que el hombre no puede volar por sí mismo, o vivir debajo del agua sin la ayuda de sofisticados aparatos. No se trata de algo que se pueda resolver con un poco de esfuerzo y buena disposición. Sencillamente no está a nuestro alcance lograr estas hazañas, porque no hemos sido creados con las capacidades para sobreponernos a los límites que imponen la gravedad o la necesidad d erespirar oxígeno.
    Del mismo modo, el discípulo que intenta agradar a Dios sin fe se ha propuesto lo imposible. No existe una opción para la vida espíritual que no incluya el ejercicio de la fe.
     ¿Cuáles son los pilares de esta fe? En primer lugar, debemos creer que Dios es. Esto pareciera ser demasiado obvio como para enunciarlo. No obstante, para muchos Dios es una idea, no una persona. Pueden asistir regularmente a la Iglesia, leer la Biblia, ofrendar y hasta compartir el evangelio con otros, pero la forma en que viven delata que no creen que Dios exisate, ni que tendrán que rendirle cuentas por sus hechos.
    El segundo pilar descansa sobre el mensaje insistente de la epístola: poseer la convicción de que Dios responderá a los que lo buscan con insistencia. Es decir, hemos logrado dar ese salto en el cual convertimos una doctrina en una convicción personal. Todos creemos que Dios sana, por ejemplo. Pero muchos no creemos que sana cuando nosotros estamos presentes. Lo hace en otros lugares y otros contextos. Lo mismo ocurre con la convicción de que Diso responde a quienes lo buscan. Afirmamos la validez de esta declaración; sencillamente no creemos, por las razones que sean, que lo va as hacer en nuestro caso particular.
     Los que se acercan a Dios deben poseer esa convicción inamovible que "él me responderá a mí. Quizás deba insistir por un tiempo, pero no tengo duda alguna de que él me recompensará por esa búsqueda". Esa convicción marca la diferencia entre los que agradan y los que no le agradan.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario