jueves, 30 de octubre de 2014

Devociones: "Avancemos".

Vivir en Cristo significa existir en un estado permanente de crecimiento: (Hebreos 6:1-2).

     El estado natural de la vida espiritual está siempre en movimiento, consiste en un avance de una etapa hacia otra mejor que la anterior. Imita los procesos naturales con que Dios ha creado a todo ser viviente, que progresa hacia la madurez y acaba reproduciéndose en vidsa nueva.
     Existen dos frases en el texto de hoy que son fundamentales para entender lo que el autor intenta decirnos. La primera frase es "dejar atrás", y la segunda es "avanzar hacia la madurez".
    El contexto del libro de Hebreos es la experiencia de Israel en el desierto. Es probable que el autor estuviera pensando en ese peregrinaje cuando exhortó a sus lectores a seguir avanzando. El "dejar atrás" es un componente fundamental del crecimiento. Los israelitas no podían avanzar hacia la Tierra  Prometida si insistían en retener los hábitos, los bienes y el estilo de vida que habían cultivado en Egipto. En la tierra de Faraón eran esclavos y , como es de esperarse, pensaban y actuaban como esclavos. Seguir como esclavos en una tierra nueva, en la cual ellos eran los dueños de sus propios destinos, era absurdo.
    En el relato de Éxodo, sin embargo, descubrimos que salir fisícamente de Egipto fue mucho más fácil que dejarla atrás emocionalmente. Vez tras vez, en el desierto, los israelitas voltearon la mirada hacia la tierra que habían dejado, anhelando volver al lugar de su esclavitud.
     Existen ciertas realidades en la vida espiritual que solamente son apropiadas para la primera etapa de nuestro crecimiento. Consideraríamos más que extraño encontrarnos con una persona adulta que sigue alimentándose solamente de leche. Hasta sería nocivo para la salud, porque en esta etapa de de la vida el cuerpo requiere de otros nutrientes que no se encuntran en la leche.
      Los Hebreos a quien se les escribe la epístola deseaban retener vestigios de las tradiciones del Antiguo Testamento mientras intentaban vivir dentro de los parámetros del Nuevo Testamento. No entendían que ciertas costumbres debían ser descartadas para que pudieran abrazarse oplenamente a la vida del Reino.
     La tendencia a quedarnos por el camino, no obstante, es común a todos los seres humanos. Cuando logramos construir cierta estructura para mantener firme nuestra vida espirítual tendemos a aferrarnos a ella con tenacidad. Avanzar hacia la madurez nos presenta el desafío de derramar, una  y otra vez, las estructuras que en algún momento nos fueron útiles, para permitirle al Señor traer a nuestras vidas lo fresco y nuevo que tiene preparado para su pueblo.
    El término que emplea el autor para "madurez" es, una vez más, la palabra "perfección". Hemos observado que esta perfección no se refiere a un estado en el que ya no luchamos con el pecado, sino a esa condición en la que logramos entrar en la plenitud del proyecto de Dios para nuestras vidas.
     Vivir en Cristo significa vivir en movimiento. Levantamos campamento del lugar donde estábamos y avanzamos hacia el próximo destino. Este proceso dura toda la vida.

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