jueves, 30 de octubre de 2014

Devociones: "Se sentó".

La acción de Jesús marca una llamativa diferencia con los ritos sacerdotales de la época: (Hebreos 10:11-13).

          El primer versículo del texto de hoy capta  el tedio del sistema basado en la ley. Contiene un elemento de repetición que produce ciertas desesperación. De por sí, la rutina de volver a hacer la misma tarea, día a día, induce a un estado de adormecimiento que le roba todo sentido al sacrificio. Por otro lado, en el mejor de los casos los resultados obtenidos son momentáneos, pues nunca pueden quitar por completo los pecados.
     El autor decide confrontar la monotonía de este sistema ineficaz con los beneficios asegurados por medio del sacrificio de Cristo. Logra esto por una de las herramientas que con frecuencia emplea la Biblia: la comparación. La Nueva Versión Internacional omite un detalle que sí incluye. La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy. La NBLH traduce este versículo: "Ciertamente todo sacerdote está de pie, día tras día, ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios....." .
      El detalle no parece tener mucha importancia. No obstante, una persona que nunca se sienta es una persona que no puede descansar porque su trabajo no le da respiro. De hecho, los eruditos han señalado que en el templo, en Jerusalén, no había sillas. La razón era sencilla, se asumía que cuando un sacerdote estaba "de turno" no podía darse el lujo de descansar.
     Contra esta imagen se nos presenta a un Cristo sentado, porque ha concluido el trabajo que tenía que hacer. Nunca más será necesario volver a ofrecer sacrificio por los pecados. Y lo más llamativo es que está sentado a la diestra del Padre, un lugar de privilegio e intimidad inimaginables para cualquier sacerdote oficiando en el modelo del Antiguo Pacto.
     El apóstol Pablo nos recuerda que, por su humillación absoluta, vendrá el día en que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:10). El autor de Hebreos, empleando una cita del Salmo 110:1, nos indica que Cristo ahora espera que los tiempos del Padre se cumplan y la creación completa vuelva a sujetarse a su voluntad. Aquellos que han blasfemado o negando la existencia de Dios se encontrarán en la embarazosa posición de ser empleados como un banquillo sobre el que el Mesías podrá descansar sus pies.
     La imagen nos revela cuán cxompleta y absoluta es la victoria lograda en la cruz. Somos parte de un pueblo vencedor. Con razón el apóstol Pablo declaró: "Estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos  del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor" (Romanos 8:38-39). No existe excusa para que vivamos derrotados, desanimados, o escondidos dentro de nuestros edificios. Nosotros estamos del lado de Aquel que escribe el último capítulo en la existencia del hombre. 

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