martes, 12 de agosto de 2014

Devociones: "Huir sabiamente".

El líder sabio sabe que hay situaciones en las que no podrá ejercer el control
Génesis 39:11-12.

      El concepto arraigado entre nosotros es que huir es solamente para cobardes, para aquellos que no tienen agallas para hacerle frente a los verdaderos desafíos de la vida. Según este criterio, los que huyen nunca triunfarán en la vida, pues las conquistas pertenecen a los que avanzan contra viento y marea. Traducir esta filosofía en un principio para el ministerio no requiere de gran esfuerzo y nos puede llevar a una postura de obstinada perseverancia. No obstante en ocasiones, como lo ilustra la historia de José, puede ser la fórmula ideal para el desastre. Algunos podrían objetar que José terminó en la cárcel como resultado de su decisión de huir. Su corazón, sin embargo, estaba siendo preparado para las grandes responsabilidades que Dios iba a colocar en sus manos en pocos años. A corto plazo, entonces, el huir tuvo sabor a derrota, pero a largo plazo su decisión puso las bases para una vida de trascendencia en los asuntos del Señor.
    ¿Qué es lo que motivó a José a huir? En primer lugar, observamos en el pasaje que el compromiso mayor de José era con la honra de su Dios. Su deseo de no ensuciar el nombre de Jehová se extendía también a una decisión de no deshonrar al hombre que le había confiado el cuidado de todo lo que tenía en su casa, Potifar. Ya había declarado, en ocasión de las insistentes insinuaciones de la esposa de su amo: "Mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios" (Génesis 39:9-10).
     En el texto de hoy vemos que José se encontraba solo con la mujer de Potifar, una situación sumamente peligrosa para  cualquier hombre que desea mantener la pureza de su corazón. Ella, no satisfecha con presionarlo con sus perversas invitaciones, echó por la borda la cautela y quiso tomarlo por la fuerza. José sabía que en breves instantes dejaría la disciplina y la claridad mental para mantenerse firme en su postura. No intentó fortalecerse en medio de una situación que apelaban a la sensualidad de la carne. Ante semejante peligro, decidió huir.
     He aquí la clave de su decisión: conocía sus propias limitaciones y sabía bien por qué puertas podría ingresar el enemigo.  El líder sabio sabe que hay situaciones en las que no podrá ejercer el control necesario para mantener la santidad de su vocación. Prefiere ni siquiera intenta una lucha, por que se encuentra en inigualdad de condiciones. La decisión de evadirlas requiere de mayor coraje y valentía que el necio que cree poder triunfar donde otros, mejores que él, han caído.
Para pensar:
"Huye de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor" 2 Timoteo 2:22.    

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