sábado, 9 de agosto de 2014

Devociones: "Atención espíritual".

Cuando se ministra a otros siempre habrá una pérdida de recursos por parte del que ministra: Lucas 8:40-56.

      En el instante que la mujer tocó el borde del manto de Cristo, él percibió lo que había acontecido. "Entonces Jesús dijo: ·¿Quién es el que me ha tocado?" Todos lo negaban, y dijo Pedro y los que con él estaban: "Maestro.la multitud te aprieta  y oprime, y preguntas: "¿Quién es el que me ha tocado?". Pero Jesús dijo: "Alguienme ha tocado, porque yo he sentido que ha salido poder de mí". Varias observaciones saltan a la vista de este breve intercambio.
   En primer lugar, notamos que los discípulos no sabían distinguir entre los que tocaban  por curiosidad y los que tocaban por necesidad. No queremos ser duros con ellos, porque Jesús estaba rodeado de una enorme multitud que lo apretaba y oprimía. No obstante, la respuesta de los discípulos indica que no tenían conciencia de que en tales situaciones se puedan dar dramáticas experiencias espírituales. Del mismo modo, nosotros a menudo podemos perder de vista que en la multitud hay individuos que han llegado para algo que le será negado a la mayoría.
    Para un líder es fundamental estar atento a estos individuos. Usted no puede cambiar vidas ministrando a una multitud, sino interviniendo, en el momento oportuno, en la vida de individuos. No existe otro camino para el ministerio. Siempre que somos invitados a diferentes lugares para ministrar, debemos pedir al Señor que nos permita ver a esas pocas personas en las que, por su gracia, podemos hacer un impacto eterno. Lo demás quedarán entusiasmados con la enseñanza y la ministración, pero solamente en algunos se sembrarán las semillas de un verdadero cambio.
   En segundo lugar, cuando la mujer tocó el borde del manto, salió poder de Jesús. No es posible ministrar sin que la persona involucrada sacrifique algo. El ministerio involucra una transferencia espíritual de un individuo a otro. Es decir, una de ellas da, y la otra recibe. Creo que es importante resaltar este principio, porque muchos líderes no consideran el costo de invertir en otros. Si la inversión es genuinamente espíritual, siempre habrá una pérdida de recursos por parte del que ministra. El líder que está atento a este proceso sabrá que una parte fundamental del proceso es tomarse el tiempo para las disciplinas de la vida que ayuden a reponer estos recursos. No en vano Jesús se apartaba con frecuencia a lugares solitarios para orar. Esto constituía un hábito fundamental para reponerse del desgaste ministerial que sufría a diario. El líder sabio sabrá que no durará mucho tiempo si no mantiene este equilibrio.
    Por último, es importante entender que tenemos que reconciliarnos con el precio a pagar por el privilegio de invertir en otros. Nuestra salvación no fue gratuita para Cristo. Creo que muchas personas dentro de la Iglesia no están dispuestas a invertir en otros porque, en el fondo, no están dispuestas a pagar el precio. No obstante, no existe otro camino que este. Debe animarnos, sin embargo, saber que Dios recompensará la pérdida de todo lo que nosotros ofrecemos en sacrificio por amor a otros.  

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