jueves, 17 de julio de 2014

Devociones: "Dios visible".

Jesús es la ventana por la que llegamos a ver el corazón de Dios. Hebreos 1:3.

     Si anhelamos saber más acerca de quién es el Padre, no es preciso internarnos en complejos y enredados estudios de la Palabra. Basta con que miremos al Hijo.
    Quizás por la sencillez de esta acción Jesús expresó tanta sorpresa frente al pedido de Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y quedaremos conformes"
 (Juan 14:8). "¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces. Felipe?" le preguntó, perplejo. ¿Por qué será que mostramos tanta inclinación por complicar lo sencillo? Lo que anhelaba Felipe estaba delante de sus narices: "Los que me han visto a mí han visto al Padre" (Juan 14:9). Y, sin embargo, este discípulo no lo veía.
   ¿Será que nosotros también nos encontramos tan ocupados buscando ver que no nos damos cuenta de que ya lo hemos encontrado? ¿Viviremos atrapados en el error del hermano mayor? Tantos años venía trabajando con esfuerzo, abnegación, sacrificio y sufrimiento, con la esperanza de disfrutar algo que ya se le había entregado. Qué tragedia.
    "{Felipe} ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí. Sólo crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; o al menos crean por las obras que me han visto hacer" (Juan 14:10-11).
    SDi logramos insertarnos entre la multitud de curiosos que siguen al Mesías a todas partes, para  observar su proceder, descubriremos quién es el Dios que lo ha enviado. Necesitamos, sin  embargo, despojarnos de todo el bagaje religioso que tanto condiciona la forma en que miramos a los demás, o acabaremos buscando, como Felipe, lo que ya se nos ha revelado.
    Cuando el autor de Hebreos declara que en estos últimos tiempos Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, se refiere a algo más que solo palabras. El Padre ha hablado por medio de manos que sanan, ojos que lloran, pies que caminan, órdenes que desatan, compasión que alimenta, conversaciones que desafían, parábolas que atrapan, brazos que envuelven, labios que bendicen, miradas que quebrantan, silencios que seducen, oraciones que protegen, visitas que sorprenden.
   Que el error de Felipe nos sirva de advertencia. Para ver todo lo que Dios revela en la persona de Jesús nos urge sumarle fe a nuestra mirada. Muchas personas caminaron cerca de él, pero semejante experiencia no les cambió la vida. También a nosotros nos demanda el Señor: "lo único que les pido es que crean que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Debemos , junto a Pedro, declarar, con júbilo: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16).

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