miércoles, 30 de julio de 2014

Devociones: "El alcance de un deseo".

Todo líder maduro, que ha prestado especial interés por sus discípulos, debe pesar cuidadosamemnte sus palabras antes de emitirlas: 2 Samuel 23:4-5.

       David estaba de campaña contra los filisteos cuando ocurrió este incidente. Rodeado de los hombres valientes que le acompañaban siempre, el rey simplemente expresó un deseo que tenía, el de beber el agua fresca de uno de los pozos que había en Belén. Sus deseos, sin embargo, sirvieron para movilizar a tres de estos varones, quienes descendieron a la ciudad, arriesgando sus vidas, y consiguieron el agua que tanto deseaba su rey . La valentía de estos tres varones resulta admirable. El hecho de que estuvieran dispuestos a correr semejante riesgo para obtener un poco de agua ofrece un elocuente testimonio acerca del nivel de lealtad y cariño que sentían por David. Un líder no se gana esta clase de respeto con facilidad. Es el resultado de un compromiso profundo con su gente, donde el amor está por encima de los proyectos y la gente tiene seguridad de que sus vidas son importantes para el líder. Para un pastor, esto se logra cuando él se interesa más en las personas que están sirviendo en la Iglesia que en los ministerios que están realizando. Muchas veces, sin embargo, la gente se da cuenta que al pastor solamente le interesa cubrir los "puestos" vacantes que existe en la congregación, porque necesita encontrar maestros de escuela dominical, directores de coro o líderes de jóvenes. Una vez tiene cubierto esas áreas, demuestra poco interés en la vida de los que están sirviendo. David era la clase de líder por el cual su gente estaba dispuesta a dar su vida.
    En este incidente, sin embargo, hay una advertencia para todo aquel que está en una posición de autoridad. Cuando  las personas respetan y reconocen a un líder, esa persona ejerce influencia sobre sus vidas; más de la que se da cuenta. Sus palabras tienen un peso que no tienen las palabras de los demás. Cuando habla, las personas lo escuchan con especial atención e interpretan sus dichos de manera diferente que los dichos de sus amigos, parientes o conocidos. David no hizo más que expresar un deseo, comolo pudiera hacer cualquier otra persona.
   Sus hombres, no obstante, tomaron este deseo como un pedido. El rey no se dio cuenta de lo que había sucedido con sus palabras hasta que volvieron de Belén con el agua. Recién allí se apoderó de él la vergüenza y el arrepentimiento por haber expresado un deseo que terminó poniendo en riesgo la vida de tres de sus hombres.
     El líder sabio entiende que hasta las cosas que habla con liviandad son tomadas en serio por el pueblo. Es el precio de estar en un lugar de autoridad.
Por supuesto que esta realidad se presta para el abuso, pero en líderes maduros les llevará a medir cada uno de sus dichos. No sabemos las consecuencias que nuestras palabras pueden tener en la vida de aquellos que nos admiran.
Para pensar:
El líder siempre está siendo observado, aún en esos momentos que no considera "espirituales", ni donde está oficialmente actuando como líder.         

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