miércoles, 19 de noviembre de 2014

Devociones: "Incredulidad al acecho".

Nuestras interpretaciones erradas de la realidad siembran la desconfianza en el corazón: (Hebreos 3:12).

     Advertido por error que cometieron los israelitas en el desierto, el autor de Hebreos se ha propuesto exhortar a sus lectores a una postura de fe. Por el camino señala el peligro de desviarnos de la Palabra que Dios nos ha compartido. A medida que continua escribiendo, profundiza el tema. Su deseo es ayudarnos a entender precisamente que es lo que produce este desvío. Es producto de un endurecimiento del corazón frente a la Palabra de Dios.
      Hoy da un paso más en el análisis que está realizando. Señala que el endurecimiento del corazón tiene sus orígenes en la incredulidad. La incredulidad indefinidamente nos acaba apartando del Dios vivo, pues siempre se manifiesta en acciones concretas. Por esto, podemos afirmar que no es una postura intelectual, sino una forma de mirar la vida.
       El autor de Hebreos cree que la tentación del pueblo en Meriba nos ofrece un buen ejemplo de observar como se desarrolla la incredulidad, Israel arribó  aun lugar donde no había agua. Se sentían agobiados por la insaciable sed y el abrazador calor del desierto. Frente a la sensación de que estaban atrapados, permitieron que las circunstancias definieran su interpretación de lo que ocurria: Moisés los había traído hasta este lugar para matarlos. El resultado de esta interpretación ( completamente fallida, por cierto) se tradujo en una acción: reproche, recriminación y reclamo hacía el líder.
       Cada vez que nos enfrentamos a circunstancias adversas corremos el mismo peligro. Si intentamos explicar lo que está pasando con la mirada puesta en nuestro entorno, inevitablemente arribaremos a interpretaciones erradas. Nuestra mirada, aún en la mejor de las situaciones, es siempre imperfecta e incompleta. Cuando eliminamos el margen de error de nuestra interpretación también nos cerramos a cualquier opinión que contradiga nuestra conclusión. Esta postura, en el mundo espiritual, se llama incredulidad.
    Imaginemos un desenlace completamente diferente para esta historia. Los Israelitas optan por aferrarse a algo más seguro que su imperfecta interpretación de las circunstancias. La Palabra de Dios. Es decir, frente a la "catástrofe" de Meriba se calman y levantan los ojos al cielo. Se declaran el uno al otro que el Señor, que ha dado amplias demostraciones de su compromiso con ellos, es también fiel para resolver esta situación. El resultado es que Dios tiene lugar para desplegar su gloria.
     En lugar de esto, optaron por cuestionar la confiabilidad de Dios y apoyarse en su propia visión de la situación. El camino del pecado ya estaba sellado.
      Todos los días nos enfrentamos a infinidad de escenarios similares, los cuales contienen desafíos grandes y pequeños. Cada uno nos presentará con la oportunidad de declarar nuestra confianza en el Señor (y , por ende, en su Palabra), aún cuando parezcan existir otras alternativas más atractivas. Cuando escogemos mantener los ojos fijos en él, nuestra confianza crecerá y los problemas cobrarán su correcta dimensión.
     Veremos a Dios como grande y los problemas como sencillas oportunidades para comprobar su fidelidad.
     

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