domingo, 12 de noviembre de 2017

Devociones: "Servicio Sagrado".

"Ahora me gozo en mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo....".
                                        (Colosenses 1:24)

   El obrero cristiano ha de ser un "mediador" sagrado. Ha de estar tan estrechamente identificado con su Señor y con la realidad de Su redención que Cristo pueda llevar a cabo continuamente Su vida creadora a través de él. No me estoy refiriendo a dos personalidades impuestas por la fuerza o superpuestas una sobre otra, sino a la presencia real de Cristo actuando a través de cada aspecto de la vida del siervo. Cuando predicamos los hechos históricos de la vida y muerte de nuestro Señor tal como se revelan en el Nuevo Testamento, nuestras palabras se convierten en sagradas. Dios las utiliza sobre la base de Su redención, para crear, en aquellos que escuchan, algo que de otro modo jamás habría sido creado. Si nos limitamos a predicar los efectos de la redención en la vida humana, en lugar de la verdad revelada y divina acerca de Jesús mismo, el resultado no es el nuevo nacimiento en los que oyen, sino una religiosidad refinada y superficial y el Espíritu de Dios no puede testificar de ello, porque semejante predicación está en un reino distinto al Suyo. Hemos de asegurarnos que estamos viviendo en tal armonía con Dios que, al proclamar Su verdad, Él pueda crear en otros aquellas cosas que sólo Él puede hacer.
     Cuando decimos: "¡Qué personalidad tan maravillosa, qué persona más fascinante, y qué conocimientos tan extraordinarios! " ¿qué oportunidad le queda al evangelio de Dios a través de todo ello? No puede fluir por este canal, porque la atracción es al mensajero y no al mensaje. Si una persona cautiva por su personalidad, el foco de atracción está en sí misma. Sin embargo, si se identifica con la personalidad de su Señor el foco de atracción viene a ser la obra de Cristo. El peligro es gloriarse en los hombres, cuando Jesús dice que debemos exaltarle sólo a Él (véase Juan 12:32). 

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