viernes, 24 de noviembre de 2017

Devociones: "La vida más excelente".

"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón.....".
                                           (Juan 14:27)

     Cada vez que experimentamos una situación difícil tendemos a dar las culpas a Dios. Pero somos nosotros los que erramos, no Dios. Culpar a Dios es evidencia de que estamos rehusando abandonar alguna desobediencia en alguna parte de nuestras vidas. Pero tan pronto como dejamos el lastre, todo se nos hace tan claro como la luz del día. Siempre que tratamos de servir a dos señores, a nosotros mismos y a Dios, tendremos serías dificultades combinadas con duda y confusión. Nuestra actitud ha de ser la de apoyarnos totalmente en Dios. Cuando lleguemos a este punto, el vivir la vida cristiana se hace cosa fácil. Encontramos dificultades cuando intentamos usurpar la autoridad del Espiritu Santo para nuestros propios propósitos.
    La señal de aprobación de Dios, cuando le obedeces, es la paz. Él nos concede una paz indescriptible, profunda; no una paz natural "como el mundo la da", sino la paz de Jesús. Si la paza no llega, espera hasta que venga, o trata de descubrir por qué no viene. Si estás actuando bajo tu propio impulso, o para ser visto por otros, la paz de Jesús no se hará patente en ti, pues no muestras unidad con Dios, ni confianza en Él. El espíritu de sencillez, claridad y unidad nace por el Espiritu Santo, no por tus decisiones. Dios contrarresta nuestras decisiones voluntariosas con un llamamiento a la sencillez y a la unidad.
    Mis dubitaciones aparecen cuando dejo de obedecer. Pero si obedezco a Dios, aunque surgen problemas, no surgen entre Dios y yo, sino como medio de que mi mente siga examinando asombrada la verdad revelada por Él. Cualquier problema que se interponga entre Dios y yo es el resultado de la desobediencia. Cualquier dificultad que me sobrevenga mientras obedezco a Dios (y habrá muchas) aumenta mi deleite lleno de gozo, porque sé que mi Padre conoce y cuida de mí. De tal forma que puedo observar y anticipar cómo resolverá Él mis problemas. 

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