sábado, 18 de noviembre de 2017

Devociones: "La Supremacia de Jesucristo".

                                    "Él me glorificará......".
                                                   (Juan 16:14)

      Los movimientos de santidad de hoy en día no tienen en sí nada de la realidad tangible del Nuevo Testamento. Nada hay de ellos que precise de la muerte de Jesucristo. Todo lo que en ellos se requiere es una atmósfera piadosa, oración y devoción. Esta clase de experiencia no es ni sobrenatural ni milagrosa. No costó los sufrimientos de Dios ni está teñida de "la sangre del Cordero" (Apocalipsis 12:11). No está marcada ni sellada por el Espíritu Santo como algo genuino, ni tiene signos visuales que lleven a la gente a exclamar con admiración: "¡Es la obra de Dios Todopoderoso! ". El Nuevo Testamento trata de la obra de Dios y nada más.
     El ejemplo del Nuevo Testamento sobre la experiencia cristiana es de una devoción personal y apasionada a la Persona de Jesucristo. Todo otro tipo de pretendida experiencia cristiana está separada de la Persona de Jesús. No hay en ella regeneración. Nacer de nuevo en el reino donde el Cristo Supremo vive y reina. Únicamente la idea de que Él es nuestro modelo. En el Nuevo Testamento, Jesucristo es el Salvador mucho antes que pueda ser el modelo. Hoy  en día se le presenta como la Cabeza simbólica de una religión: un mero ejemplo. Y lo es, pero es infinitamente más que esto: Él es la salvación misma; ¡Él es el evangelio de Dios!
    Jesús dijo: ".....cuando venga el Espíritu de verdad, él.....me glorificará....." (Juan 16:13-14). Cuando me consagro a la verdad revelada del Nuevo Testamento, recibo de Dios el don del Espíritu Santo, que a partir de su recepción comienza a interpretarme lo que hizo Jesús. El Espíritu de Dios hace en mí internamente todo lo que Jesucristo hizo por mí externamente.  

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