miércoles, 24 de septiembre de 2014

Devociones: "Orar por costumbre".

Toda actividad tiende a convertirse en rutina después de un tiempo, y la rutina adormece el espíritu: Lucas 1.5-25.

       El mensaje que el ángel le trae a Zacarías le fue enviado porque "su petición ha sido oída". No dudo de que Zacarías y Elizabeth hubieran derramado su corazón delante de Dios durante largos años. Pocas condiciones parecen movilizar tanto nuestra alma como el no poder concebir un hijo. Imagino, también, que con el pasar de los años llegaba a ser difícil mantener viva la llama de la esperanza de que algún día serían padres. Ciertamente, desde una perspectiva humana, ya había pasado el tiempo en el que fuera posible que llegara el anhelado vástago.
     ¿Será por esto que Zacarías respondió de la forma que lo hizo? "¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada" La respuesta es inocente, pero delata un descreimiento de que tal cosa pudiera, en realidad, ocurrir. Por experiencia propia sé lo fácil que es caer en la costumbre de repetir algunas peticiones delante del trono de gracia, aunque desde hace tiempo ya hemos dejado de creer en que realmente pueda ocurrir algo al respecto. Seguimos pronunciando las palabras, pero la pasión que alguna vez las movilizó ya la hemos perdido.
     La situación presenta uno de los grandes peligros que erosiona la vida espíritual vivir nuestra relación con Cristo en "piloto automático" Toda actividad tiende a convertirse en rutina después d eun tiempo, y la rutina adormece el espíritu. Seguimos con las mismas actividades, pero el corazón ha dejado de participar en ellas. Cuando entramos en este plano, nuestra vida espíritual indefectiblemente comenzará a apagarse. De hecho, el reproche del Señor contra Israel fue precisamente por esta clase de comportamiento: "este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacía mí es sólo una tradición aprendida de memoria" (Isaías 29:13).
  Si alguna vez ha cantado en una reunión mientras pensaba en otras cosas, o se ha sorprendido de que pasó cinco minutos orando sin saber qué dijo entenderá cuán fácil es caer en una rutina religiosa. Aun la lectura de este libro puede ser simplemente parte de una rutina diaria, sin que usted realmente experimente todo lo que el Señor quiere que viva cada día. Es por esto que necesitamos cambiar periódicamente nuestras rutinas, para no quedar presos del aburrimiento.
     "Señor, pensar en lo fácil que resulta desconectar mi espíritu mientras realizo mis actividades cotidianas me da temor. Quizás no he entendido que el secreto de la vida espíritual no está en las atividades que yo desarrollo, Señor, sino en seguirte a Tí. Lo que Tú estás haciendo es lo que debe marcar la diferencia en mi vida, porque mi llamado siempre será a seguirte, dondequiera que vayas. Dame ojos para verte, Señor, aún en medio de las actividades del quehacer cotidiano. Deseo que me sorprendas, me inquieres, me desafíes y ,aún más que me confundas. Lo que no quiero, Señor, es quedarme dormido mientras transcurre la vida alrededor de mí".   
    

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