lunes, 1 de septiembre de 2014

Devociones: "Movidos por Él".

Los tesoros más profundos y preciosos del reino están al alcance de los que menos recursos tienen: Lucas 2:8-21.

       La gloria que rodeó a los pastores, mientras cuidaban las ovejas durante las vigilias de la noche, impactó profundamente sus vidas. Esto era mucho más que una curiosidad a comentarse en el pueblo al otro día. Se apoderó de ellos una urgencia santa que los movilizó a salir en busca del pequeño.
      La respuesta de ellos es una de las características de un genuino encuentro con el Señor, experiencia que nunca nos deja igual a como estábamos antes. Son encuentros transformadores, que marcan un "antes" y un "después" en nuestras vidas; volver a casa del mismo modo que llegamos es inconcebible, porque entrar en contacto con Dios es cambiar. Los pastores inmediatamente demostraron que este encuentro tenía profundas connotaciones espírituales para ellos. Sin ser hombres religiosos, se sintieron impulsados a poner por obra, sin demora alguna, las instrucciones que habían recibido. Este es el resultado de un profundo encuentro con Dios: el entusiasmo pasa a ser acción. Él no nos visita para satisfacer una curiosidad ni se presenta solamente para que nos sintamos a gusto con su presencia. El Señor siempre está ocupado en los proyectos que atesora en su corazón y su acercamiento a nosotros tiene como intención enrolarnos en ellos. De este modo, cada experiencia con su persona nos moviliza  realizar algo que no habíamos considerado antes del encuentro. Por esto, al pedirle que nos hable, debemos estar dispuestos a que él interrumpa, desvíe o redireccione nuestra vida.
      Quisiera señalar, a la vez, que las instrucciones que él trae siempre al alcance de la persona que las recibe. Nadie puede argumentar que el Señor pide lo imposible. En ocasdiones la implementación de su palabra puede resultar difícil, pero esto no se debe a lo complejo de la tarea que nos encomienda, sino a la resistencia de nuestra carne a dejar que el Espíritu nos guíe. Si Dios nos habla es porque él ya ha evaluado nuestras condiciones para obedecerle.
     Note cuán sencillas eran las instrucciones para los pastores: "hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". No se les requería profundos conocimientos de la Palabra para poder encontrar al Masías. Su condición era tan ordinaria y sencilla que aun ellos, sin las herramientas que nosotros consideraríamos indispensables para una misión espíritual, podían muy bien ejecutar las órdenes recibidas.
     La observación debe animar nuestros corazones. Los tesoros profundos y preciosos del reino están al alcance de los que menos recursos tienen. La sencillez de corazón nos dará amplia entrada a dimensiones, donde los más sofisticados acabarán enredados y confundidos. Ser como niños, en este ámbito, resulta una verdadera ventaja.
    Cuando llegaron a Belén, hallaron al niño como les habían dicho, lo  cual reafirmaba en ellos el valor de la obediencia.
Para pensar:
Imagine la urgencia de los pastores cuando salían en busca del pesebre. ¿Qué hicieron cuando llegaron? ¿Qué indica esto acerca de la forma en que avanza el proyecto de Dios?.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario