jueves, 4 de septiembre de 2014

Devociones: "Creer con el corazón".

La acción de creer, para los hijos de Dios, es una acción primordialmente en la esfera del corazón: Romanos 10:9-10.

      A efectos de comprender mejor el fundamento del ser humano es útil identificar las diferentes áreas que lo componen, las cuales incluyen , el alma y el espíritu (o el corazón). La persona completa es aquella que ha logrado un buen nivel de desarrollo en cada una de estas áreas de la vida. En nuestros tiempos, sin embargo, vemos que el hombre vive una vida cada vez más fragmentada, mostrando una gran disparidad en el nivel de desarrollo logrado entre los diferentes elementos que componen su humanidad. La persona contemporánea sin duda posee el más alto nivel de desarrollo en la esfera de lo mental comparada a generaciones anteriores. El proceso educativo formal, que es casi exclusivamente intelectual, ocupa al menos un tercio de la vida del ser humano.
    Vivimos también en una época en que ha proliferado como nunca antes el acceso del hombre a toda clase de información acerca de los temas más diversos. Alguien ha señalado que un diario típico de cualquiera de las grandes ciudades de nuestro continente posee más información de lo que una persona en siglo XVII podía acumular en toda una vida. Increíblemente, esta verdadera avalancha de información no ha producido personas más sanas y equilibradas. Al contrario, pareciera que la distancia que separa el desarrollo mental del desarrollo emocional o espíritual es cada vez mayor. El nivel de disparidad entre estas diferentes facetas de nuestra humanidad a llegado a niveles alarmantes, y ha producido personas altamente desarrolladas en lo intelectual que, a la vez, son primitivas en lo emocional y espiritual.
   Esto representa un verdadero obstáculo para aquellos que desean entrar en una dimensión más profunda de la vida espíritual. El lenguaje principal en el reino de los cielos es espiritual, pero este es el aspecto del ser humano que demuestra menos evidencias de desarrollo. En el texto de hoy, sin embargo. Pablo afirma que la acción de creer, para los hijos de Dios, es una acción que ocurre primordialmente en la esfera del corazón. Es una convicción espiritual que desafía las estructuras intelectuales que utilizamos para alcanzar y entender todos los demás aspectos de la vida. En la intelectual la mente se mueve confiada frente a los desafíos normales de este mundo, peor en lo espiritual tiene que contentarse con un rol secundario.
    No es que la mente no tiene ninguna función en la vida espiritual, sino que está limitada en su capacidad de incursionar en los misterios de Dios. La persona madura en Cristo no avanza porque ha entendido que las propuestas de Dios son lógicas y fáciles de entender, sino porque posee una persunción que es producto de una relación con el Señor.
Para pensar:
La convicción espiritual que mueve la vida del discípulo está directamente ligada a su cercanía a Dios. A mayor intimidad, mayor certeza de que el camino trazado por el Espíritu es el correcto. 

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