jueves, 11 de septiembre de 2014

Devociones: "Avergonzando al enemigo".

Nuestra obras proclaman que nos hemos comprometido con Aquel que nos llamó a su admirable luz: Tito 2:7-8.

       En el libro de Job se nos presenta una imagen vivida de un encuentro entre Dios y Satanás. En este encuentro, Satanás intenta convencer a Jehová que la aparente piedad de Job no es más que el resultado predecible de la abundancia y prosperidad en la que vive. Sugiere que, si le quita toda esa abundancia, bien pronto dejará de caminar en rectitud delante del Señor. Detrás de esta sugerencia vemos un deseo, por parte de Satanás, de encontrar algo en la vida de Job que le sirva para realizar lo que es su actividad principal: acusar a los escogidos. Según la descripción que tenemos en Apocalipsis, esta es una actividad en la que no conoce el descanso, pues afirma la Palabra que "acuse a los santos delante del trono de Dios día y noche" (Apocalipsis 12:10). Sabes esto nos puede ayudar a entender lo profundamente espiritual que es la exhortación de Pablo a Tito. Aquí no s etrate d eun mero deseo, sino de no darle pie al enemigo, ni ser participe involuntario de ninguna de sus inmundas estrategias por enturbiar la obra de Dios. La manera de lograr esto, según la exhortación del apóstol es viviendo de tal manera que el enemigo no tenga de qué asirse en la vida del hijo de Dios. En otras palabras, por más que examine nuestra vida con detenimiento, que no pueda encontrar elemento alguno que le sirva para acusarnos delante del Padre.
      Este objetivo necesariamente nos tiene que conducir al plano del comportamiento, dejando de lado la idea, tan común, de que la verdad se define por medio de elaborados ejercicios intelectuales. En la visión d ePablo, la verdad se proclama por medio de la vida. El enemigo no examina nuestra doctrina, para ver si encuentra en ella contradicciones teológicas o falta de evidencias bíblicas. El enemigo observa nuestro andar cotidiano. Nos mira  cuando estamos sentados en familia. Nos observa cuando caminamos por la calle. Nos estudia cuando estamos en el lugar de trabajo. Nos escucha cuando hablamos. Nos analiza cuando estamos reunidos y cuando estamos solos. En toda esta actividad, él tiene una sola meta: encontrar en nuestras vidas aquellas cosas que deshonran al Señor, para presentarse delante de su trono con la evidencia de nuestra condición indigna. Debe animar a nuestro corazón que, frente a las acusaciones insistentes del enemigo, tengamos también un abogado ante el Padre: Jesucristo (1 Juan 2:1). El intercede por nosotros y defiende nuestra causa, bendito sea su nombre. No obstante, vemos en el pasaje de hoy un llamado muy serío en santidad. Pablo nos exhorta a andar de tal manera que el enemigo tenga que "ponerse colorado" para acusarnos, porque no tiene otro recurso que mentir acerca de nuestras vidas. Nuestras obras proclaman que nos hemos comprometido sin reservas con Aquel que nos llamó de tinieblas a su admirable luz. Qué tremendo desafío.

Para pensar:
La santidad es la cara visible de la salvación. C. H. Spurgeon.
        

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