martes, 22 de abril de 2014

Devociones: ".....me pusieron a guardar las viñas"

"......me pusiron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé"
(Cantares 1:6b).

      Los hermanos de la doncella sulamita la habian enviado a trabajar en la viña. Se mantenía tan ocupada atendiendo de las vides que descuidó su propia viña, esto es, su apariencia personal. Su piel se había vuelto seca y morena y sin duda su cabello estaba desarreglado.
    Siempre existe el peligro de descuidar nuestra propia viña por estar demasiado ocupados con la de otros. Se corre el riesgo, por ejemplo, de llegar a estar tan absorto con la evangelización del mundo que nuestra propia familia se pierde. Si Dios nos da hijos, éstos son nuestro campo de misión número uno. Cuando estemos delante del Señor, uno de los más grandes gozos será poder decir: "He aquí, yo y los hijos que Dios me dio" (Hebreos 2:13). Todas las alabanzas que brotan de las audiencias agradecidas no compensarán la pérdida de nuestros propios hijos e hijas.
    Según las Escrituras, la responsabilidad comienza en casa. Después que Jesús hubo arrojado a los demonios fuera de Legión, le encargó: "Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti" (Mateo 5:19). A menudo parece que el lugar más dificil para evangelizare es nuestro propio patio, pero es ahí donde debemos empezar.
     Una vez más, cuando el Señor envió a Sus discípulos, dijo: ".....en Jerusalén en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último  d ela tierra" (Hechos 1:8). Comienza en "Jerusalén" (en casa es "base de operacipones").
    Andrés estaba determinado a no descuidar su propia viña. Leemos acerca de él que: "halló primero a su hermano Simón, y le dijo: hemos hallado al Mesias
(que traducido es, el Cristo)" (Juan 1:41).
     No cabe duda de que hay casos donde un creyente se muestra fiel tratando de ganar a sus seres queridos para el Señor Jesús y sin embargo, persisten en la incredulidad. No podemos garantizar la salvación eterna de nuestros parientes y amigos. Pero debemos guardarnos de la posibilidad de estar tan preocupados ministrando a los demás que abandonamos a nuestro propio circulo familiar. Nuestra propia viña, en tales casos, debe tener prioridad.

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