lunes, 31 de marzo de 2014

Devociones: "No lo digo porque tenga escasez...."

             "No lo digo porque tenga escasez...." (Filipenses 4:11).

    Es muy revelador el hecho que Pablo nunca dio a conocer sus necesidades financieras. Su vida era una vida de fe. Creia que Dios le habia llamado a Su servicio, y estaba totalmente convencido d eque el Señor cubre los gastos d eaquello que manda hacer.
      ¿Deben los cristianos de hoy hacer pública sus necesidades o pedir dinero? He aquí algunas consideraciones: no hay justificación bíblica para esta práctica. Los apóstoles daban a conocer las necesidades de los demás, pero nunca pidieron dinero para ellos mismos.
     Parece más consistente con la vida de fe el depender sólo de Dios. Él siempre proveerá los fondos necesarios para cualquier cosa que desea que hagamos. Cuando vemos que Él provee la cantidad exacta en el momento preciso sin que nosotros hayamos dicho nada a nadie, nuestra fe es grandemente fortalecida. Y Él es glorificado en gran manera cuando la provisión es indudablemente milagrosa. De otro modo. Él no recibe la alabanza cuando somos nosotros los que manipulamos las finanzas con técnicas sutiles para aumentar fondos. Recurriendo a solicitudes y anuncios de las necesidades de la obra, como muchos hacen, podemos realizar obras "para Dios" que no son de ningún modo Su voluntad. O podemos perpetuar una obra después de que el Espiritu ya has abandonado. Pero cuando dependemos de Su provisión sobrenatural, podemos continuar solamente cuando Él provee.
     Pedir dinero con la presión con que hoy se práctica introduce en la obra cristiana una nueva y extraña manera de medir el éxito. Aquel que es más astuto en las relaciones públicas es el que consigue más dinero. La sabiduria humana dice: "El que no llora no mama", pero esto no es la fe. Ha llegado a ocurrir que algunas obras que en verdad son dignas salen perjudicadas porque las campañas publicitarias de ciertas organizaciones paraeclesiales desvian  las ofrendas hacia ellos. Con mucha frecuencia todo esto produce celos y desunión.
       C.H. Mackintosh nos ofrece el panorama sombrío que resulta cuando hacemos pública las necesidades personales. "Dar a conocer nuestras necesidades a los hombres, directa o indirectamente, representa un abandono de la vida de fe, y una verdadera deshonra a Dios; realmente es traicionarle. Es como decir que Dios me ha fallado y que no queda otro recurso que buscar ayuda en mi prójimo. Significa abandonar la fuente viviente y volverse a una cisterna rota. Es colocar otro entre mi alma y Dios, perdiéndome así una bendición, y a Dios la gloria que le es debida".
    De modo similar, Corrie Ten Boom escribió en Vagabunda por el Señor: "Preferiria ser un niño que se confia a su Padre rico, que un pordiosero en la puerta de un hombre mundano".

No hay comentarios:

Publicar un comentario