viernes, 28 de marzo de 2014

Devociones: "Las riquezas de vanidad disminuiran"

                 "Las riquezas de vanidad disminuirán" (Proverbios 13.11).

     "Usted puede ganar 1.000.000 de pesetas" Con esta frase y otras similares nos bombardean constantemente tentándonos a participar en alguna clase de apuesta. Seducen a las amas de casa que van de compras al supermecado para que entren a los sorteos más recientes. Se estimula continuamente al hombre de la calle para que envíe su nombre (junto con una suscripción para una revista) y participe en la próxima loteria millonaria. La loteria y juegos como el bingo están a la orden del dia con la llamativa promesa de que esta vez seremos los ganadores. También hay otras formas de apuestas más singulares: ruleta, carreras de caballos, de perros, quinielas, etc.
      ¿Qué tiene que decir la Biblia acerca de todo esto? Nada bueno. Dice: "Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta" (Proverbios 13:11).
     Dice: "Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza"
(Proverbios 28:22).
     Dice: "Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas, en la mitad de sus dias las dejará, y en su postrimeria será insensato" (Jeremias 17:11).
     Aunque los Diez Mandamientos no dicen explicitamente: "No apostarás", sí declaran:" No codiciarás" (Exodo 20:17), y ¿qué es opostar sino una forma de codicia?.
      La práctica de apostar no debe tener espacio entre creyentes ni gozar de buena reputación, especialmente cuando recordamos cómo los soldados romanos echaron suertes para apropiarse de la túnica sin costura del Salvador en la escena de Su crucifisión.
     Consideremos también la pobreza y angustia que traen a sus familias los jugadores crónicos, los crímenes que se cometen para recuperar pérdidas, y las malas compañías asociadas con ello, y veremos que las apuestas no tienen lugar en la vida del cristiano.
     Después de recordarle a Timoteo que el creyente debe contentarse con sustento y abrigo. Pablo advirtió que: "los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición" (1 Tito 6:9).

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