domingo, 30 de marzo de 2014

Devociones: "¿Cuál es mayor, el oro o el templo que santifica al oro?"

        "¿Cuál es mayor, el oro o el templo que santifica al oro?" (Mateo 23:17).

     Los escribas y fariseos de los dias de Jesús enseñaban que si un hombre juraba por el templo, no estaba obligado necesariamente a hacer lo que habia prometido. Pero si juraba por el oro del Templo, estaba obligado por ese juramento. Hicieron la misma distinción falsa entre jurar por el altar y jurar por el sacrificio que estaba sobre él. El primer juramento podia romperse; el último era obligatorio.
    El Señor les dijo que su sentido de los valores estaba torcido por completo. El Templo era el que daba al oro su valor particular, así como el altar distinguía al sacrificio de un modo especial.
      El Templo era la morada de Dios sobre la tierra. El uso más digno que podia darse al oro era utilizarlo en esa morada; era su relación con la Casa de Dios lo que lo diferenciaba de un modo único, Así sucedia con el altar y el sacrificio que estaba sobre él. El altar era parte integrar del servicio divino. Ningún animal podria ser honrado tanto como cuando era sacrificado sobre el altar. Si los animales pudieran tener ambiciones, todos habrian aspirado a ese destino.
     Un turista compró por poco dinero un collar de ámbar en una tienda de segunda mano en París. Al llegar a New York tuvo que pagar por él una fuerte suma d edinero por impuestos; esto atrajo su atención.
    Fue a un joyero para que lo valuara y le ofrecieron 25.000 dolares por él. Un segundo joyero le propuso 35.000. Cuando preguntó por qué era tan valioso, el joyero lo puso bajo una lupa. El turista leyó: "De Napoleón Bonaparte a Josefina". Era el nombre de Napoleón que hacia que el collar fuera valioso.
    la aplicación es evidente. En nosotros mismos no hay valor y no podemos hacer nada. Es nuestra asociación con el Señor y Su servicio lo que nos aparta de una manera especial. Como decia Spurgeon: "Tu conexión con el Calvario es la casa más maravillosa que de ti pueda decirse".
     Quizás tienes una mente excepcionalmente brillante. Esto es algo por lo que debes estar agradecido. Pero recuerda esto: solamente cuando la mente se usa para el Señor Jesucristo alcanza su destino más alto. Cristo es quien sacrifica tu intelecto.
    A lo mejor posees talentos por los que el mundo está dispuesto a pagar un alto precio, puedes suponer que la Iglesia es insignificante para ellos. No obstante, es la Iglesia la que santifica tus talentos, y no tus talentos los que santifican a la Iglesia.

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