jueves, 30 de agosto de 2018

Devociones: "Salvado".

                    "Vino a buscar y salvar lo que estaba perdido".
                                        (Lucas 19:10)

       No siempre los príncipes y reyes son buenos deportistas. Ocupados en las albores de Estado y/o protocolo, no suelen tener tiempo par dedicar al ocio. Este no es el caso de JUAN CARLOS, el Rey de España. Desde muy joven destacó en los deportes náuticos (llegando a participar en los Juegos Olímpicos) y siempre que puede dedica tiempo a practicar vela.
     El pasado verano, concretamente el 28 de Julio, el rey navegaba próximo a la bahía de Palma de Mallorca cuando fue testigo de excepción de un neufragio: un pequeño bote fue vencido por el mar, y sus dos ocupantes cayeron al agua. El rey no lo pensó dos veces y se echó al agua para salvar a María y berta, las dos ocupantes del bote.
    Quizás sea la primera vez que escuchas una historia parecida, poquísimas veces un rey tiene la valentia, y el honor suficiente, como para arriesgar su vida por un súbdito.....pero el valioso ejemplo del rey Juan Carlos no es el único: muchísimos años antes, un rey muy superior en rango y amor hizo lo propio por todos nosotros.
     Ahora sí que estas sorprendido ¡y no es para menos! Pero aunque no lo sepas, el mismo REY de todo el Universo, Dios mismo, se hizo hombre en la persona de Jesucristo para venir y buscarte y a ¡salvarte! Todos nosotros estábamos perdidos; sin rumbo en nuestra vida y a punto de morir, ¿la causa? muy sencilla, nuestro propio pecado, Jesús vino al mundo a buscar y a salvar lo que estaba perdido, o lo que es lo mismo, a buscar y a salvarte a ti, y a mí.
    Jesús no sólo arriesgó su propia vida, como pudo haber hecho el rey de España en nuestra historia de hoy, sino que Él la dio en la cruz en lugar tuyo y mío, con el fin de que nosotros fuésemos salvos. Salvos del mal y encontrados, por eso vino a buscarnos y salvarnos.
     Imagínate que tú eres uno de los náufragos de la historia, y no aceptas que te salven, ¿qué pasaría? Quedarías perdido y, muy pronto, muerto también. ¿Te ha rescatado ya Jesús? OO ¿estás intentando nadar hacia una costa que no existe?....Si  rechazas al Salvador, seguirás perdido para siempre.

                                          El Rey dejó toda su gloria por ganarme a mí.

                     Señor, sé que viniste a buscarme y a salvarme a mí; aquí estoy. 

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