sábado, 12 de septiembre de 2015

Devociones: "Él te otorga su perdón".

Muchos vivimos actualmente recordando nuestro mal pasado y de esta forma sintiéndonos mal en el presente, creyendo en muchas ocasiones que no hemos sido perdonados o que no merecemos perdón.
    La Biblia dice: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grama, como la nieve serán emblanquecidos si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1:18). Eso significa que para recibir perdón de nuestros pecados, no importando como fueron, donde fueron, ni cuando fueron, lo único que necesitamos es ir delante de Dios, reconocer nuestros pecados y pedir perdón, porque si hacemos eso automáticamente Él nos perdona.
   La Biblia dice: "Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados" (Isaías 43:25). Leer siempre este verso me hace comprender que el perdón que recibo de Dios, no proviene de un merecimiento que hice, sino mas bien del amor puro que Dios nos tiene y ese mismo amor le hace olvidar nuestros pecados.
     Ahora bien, si Dios nos perdona, ¿Por qué nosotros seguimos empecinados en no creernos perdonados?, ¿Por qué seguimos creyendo que lo que hicimos fue demasiado "grande" como para recibir perdón?, y es que cuando Dios nos perdona, no lo hace midiendo tu pecado, simplemente Él ve tu arrepentimiento genuino y te otorga ese perdón que necesitas.
      Lastimosamente nosotros categorizamos el pecado en grande y pequeño, pero Dios no mide lo grande de tu pecado o lo pequeño que fue. Él te otorga el mismo perdón no importando tu pecado y es tan hermoso Dios que hecha tus pecados al fondo del mar, es decir, se olvida por completo de lo que hiciste y jamás te lo recordará: "Volverás a tener compasión de nosotros. Aplastarás nuestro pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano" (Miqueas 7:19).

   ¡ÉL TE HA HECHO LIBRE! ¡VIVE TU VIDA RECONOCIENDO TU LIBERTAD EN ÉL!

     "Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres"
                                             (Juan 8:36)   

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