miércoles, 12 de agosto de 2015

Devociones: "No es lo que se dice, sino cómo se escucha".

Este concepto lo ilustra ingeniosamente el historietista argentino Chanti en su creación "Mayor y menos". En ese epísodio, dos hermanos de corta edad estallan en un interminable trance de risas a causa de una palabra que ha dicho su abuela. Cuando por fin terminan de reír, exhaustos y ya más relajados, le explican a su abuela que no entendia nada que  muchas veces la gracia no está en lo que se dice, SINO EN CÓMO SE ESCUCHA (*).
     Esto me trajo el recuerdo de mi niñez. Muchos días bastaba sentarse a tomar la mediatarde con uno de mis  primo--hermanos para que cualquiera de nosotros hiciera o dijera cualquier cosa que resultaba suficiente para disparar un episodio largo e interminable de risas sin sentido hasta el cansancio, ante el fastidio de nuestras madres. Creo que ambos niños, ya nos sentábamos a la mesa predispuestos a esto. No importaba lo que se dijera o se hiciera, la diversión era simplemente esa: reímos de la nada y sin sentido hasta quedar extenuados.
    La gracia no estaba justamente en lo que se decía a hacía, sino en cómo se escuchaba. A la distancia en el tiempo, el recuerdo aflora con nostalgia. Me hacían bien esas tardes de risas. Evidentemente estábamos en idéntica sintonía uno con el otro, ya que a veces ni siquiera era necesario decir ni hacer nada....bastaba con mirarnos uno con el otro para que comenzáramos nuestro loco episodio risueño de la mediatarde.
     El concepto que nos ocupa ahora, es  mucho más amplio y válido en todo el universo de las relaciones humanas. Tanto es así que del mismo modo que se han comunicado e interpretado cosas bellas y risueñas, también este mecanismo es la principal causa de malentendidos, disputas, discusiones, desencuentros e inclusive peleas. En el ámbito diplomático internacional, relaciones entre países se han visto afectadas por causa de esto.
          Se puede andar por la vida con buenos valores, y aún así, bien intencionadamente se puede llegar a entender o interpretar mal un mensaje.Pero también hay almas retorcidas que interpretan las cosas en forma retorcida, tal los "tesoros" que guardan en su corazón.
    Vemos las cosas de acuerdo al filtro que tenemos puesto ante nuestros ojos. Si usamos gafas de sol con el calor verdoso en sus cristales, ineludiblemente vamos a ver todas las cosas con ese tinte. Lo mismo sucede con los oídos del corazón. Las cosas se escuchan y se interpretan de acuerdo al diccionario interno que hay dentro del corazón. No importa lo que se diga, sino cómo se escucha.
      
                              Sacrificio y ofrenda no te agrada;

                               Has abierto mis oídos;

      Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo:

En en el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,

Y tu ley en medio de mi corazón. He anunciado justicia en grande congregación;

                            He aquí, no refrené mis labíos,

     Jehová, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;

                     He publicado tu fidelidad y tu salvación;

No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea. Jehová, no retenga de mí tus misericordias;

           Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.
                                     (Salmo 40:6-11)   
  

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