domingo, 15 de septiembre de 2019

Devociones: "Un corazón limpio".

                              "Tu forma de hablar te delata".
                                           (Mateo 26:73)

      Muchas veces ocurren malos entendidos con las palabras que pronunciamos. Recuerdo, hace años, cuando un  jugador argentino se dirigió a un árbitro español que había pitado una falta en su contra, diciéndole: "¿Qué cobraste? " (En castellano sería: ¿Qué pitaste?)....El árbitro, muy enfadado respondió: "¿que yo cobré? ", "¡Fuera del campo, expulsado!. De nada sirvieron las explicaciones de todos, y es que , a veces no son como parecen.
      ¡Cuántos malos entendidos hemos visto en nuestra vida! Gente que pretendía decir una cosa, dijo otra.....y se armó un buen "cacao". Muchas veces cometemos equivocaciones al juzgar a otras personas. Pensamos que lo que dicen o hacen está mal, porque.....y más tarde aprendemos que no tenía nada que ver con lo que nosotros pensabamos.
    Cuando aparece un conflicto entre dos personas, no siempre uno de ellos (o los dos) tienen la culpa: a veces es, simplemente, un malentendido. Uno dijo, y el otro pensó que había dicho; el primero interpretó la respuesta del otro, y éste a su vez se enfadó por lo que le contestó aquél. Y puede que ninguno de los dos haya dicho nada malo, son los conflictos que ocasiona nuestra manera de hablar y entender las cosas.
     En la Biblia se nos explican dos maneras de deshacer cualquier malentendido: primera, no juzgar nunca a la otra persona. Segunda, y más importante, tener un corazón limpio. Lo de no juzgar a la otra persona es sencillo de entender, pero complicado de realizar, el problema de un malentendido es cuando vamos más allá de lo que el otro ha dicho, y nos preguntamos: ¿Qué habrá querido decir? Cuando juzgamos las intenciones de la otra persona, y no sencillamente lo que dice, estamos sembrando un malentendido.
     Lo más importante: tener un corazón limpio. Un corazón así no interpreta las cosas con malicia, no piensa que el otro va a engañarle. Un corazón limpio no ve malos entendidos, porque es capaz de renunciar a su "derecho de razón" para no crear un enfado. Un corazón limpio busca el bien del otro y ve siempre buenas intenciones; un corazón limpio pide perdón, aunque no tenga él la culpa. Por algo en la Biblia se nos dice: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio.....".

    Lo contrario de un malentendido, es un bienentendido. es decir, un corazón que entiende bien, un corazón limpio.

  Señor, enséñame a ver las buenas intenciones de la gente. Crea en mí un corazón limpio, y quita de mí toda maldad.  

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