lunes, 23 de noviembre de 2015

Devociones:"Esperar en ti".

Hay momentos en los que has pensado cuán difícil es esperar. Y es que en este mundo en el que vivimos ahora tiene tanto afán que esperar no es una opción. No nos gusta esperar y mucho menos cuando necesitamos algo urgente, o cuando queremos que algo pase instantáneamente como por arte de magia. Pero muy contrario a nuestra errada manera de mantener un afán constante, está Dios quien nunca ha sido impaciente y quien siempre espera a para actuar en Su momento y bajo Su voluntad, y de una u otra manera, es justamente eso lo que no nos gusta, esperar a que Dios obre.
     Son muchas las decisiones que tenemos que tomar cada día, muchos los momentos que quisiéramos que pasaran de un segundo hacía otro, muchas las cosas que quisiéramos olvidar  con un parpadeo, muchos los errores que quisiéramos borrar; pero por más que intentamos, por más que luchamos, por más que tratamos de que todo vaya más  rápido, no podemos lograr que nuestra alma sane, nuestro corazón olvide y nuestra mente borre. Eso solo lo hace Dios a su tiempo, no al nuestro.
    Durante muchos años y cada vez que me detengo a pensar en todo aquello que se ha vuelto un estigma en la humanidad, y más aún en lo que decimos tener un Dios Todopoderoso; he pensado que uno de esos grandes errores es que pretendemos  que todo se haga a nuestra manera, y en nuestro momento, como nosotros queremos y a la hora que lo queremos; y es por ese motivo que cometemos más errores de lo que deberíamos cometer. Dios es un Caballero en todo el sentido de la palabra, y aunque él nos ayuda con toda su sabiduria y con todo Su hermosa manera de amarnos muchas veces nosotros cambiamos decisiones que Dios ha tomado para bendecirnos o ayudarnos, por nuestro propio afán y porque no sabemos aceptar su voluntad, y antes de decirle a Dios "Gracias", oramos y oramos pidiéndole que haga algo que sabemos que quizá nos puede hacer daño, pero que preferimos tener, antes que aceptar que Dios no nos lo quiere dar, no porque no quiera, sino porque solo él sabe si nos hará bien o nos dañará. Es cierto que a quienes creemos en Dios, todas las cosas nos ayudan para bién; pero eso no quiere decir que Dios no nos quiera proteger de eso que nos va a hacer daño; pero muchas veces nosotros renunciamos a esa protección y obligamos a Dios a que haga algo que sinceramente él no quiere hacer, y que sabe que después de un tiempo vamos a estar nuevamente destrozados diciéndole a Dios y cuestionándolo con el lloro y el crujir de dientes en la sociedad de nuestra habitación. ¿Por qué? ¿Porque permitiste que me pasara esto? ¿Dónde estás Dios? ¿Porqué me dejaste solo? Luego que la culpa es nuestra por tomar malas decisiones y dejarnos llevar por el afán de este mundo, no bastando con eso, tratamos a toda costa de hacer ver a Dios como el malo de la situación y de echarle toda la culpa a él, cuando él solo lo que quiso fue protegernos. Hay que entender algo, y es que Dios nunca pasará sobre nuestro libre albedrío. Si tú le pides a Dios algo y en Sus manos está dartelo, te lo dará, así te haga daño o no; algo muy diferente es que tu le digas: "Dios tú sabes lo que yo quiero, y aun también sabes cuánto lo deseo, o lo necesito. PERO QUE NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA. Si tú ves que eso me hará daño, por favor, Dios, no me permitas tenerlo". Eso es una oración de rendición total a Dios y donde Dios puede sonreírte por tu obrar con total dependencia a él, que entre otras cosas eso es lo que él quiere. Sea cual sea la forma en que se lo digas, a veces es muy difícil aceptar la buena, maravillosa y agradable volntad de Dios; pero aunque sea difícil de aceptar, recuerda que cuando quieras algo, hay una frase clave "QUE NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA" Inténtalo y verás que tu corazón se sentirá muchisimo más regocijado al entender que dejaste las cosas en las Manos de Dios, y no bajo tus propios, y muchas veces, errados criterios.
   
                QUE NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA.

                "Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová"
                                            (Lamentaciones 3:26)

No hay comentarios:

Publicar un comentario