lunes, 16 de noviembre de 2015

Devociones:"Entre la súplica y la demanda".

"Señor RECIBE nuestra  adoración" "Señor, TE ROGAMOS, tengas  a bien recibir nuestra adoración"

    No son dos oraciones iguales. No significan lo mismo. No son lo mismo. La primera DEMANDA de Dios algo. La segunda RUEGA.
   Súplica es con humildad, rogando el favor tal vez de rodillas o no, pero con quebrantamiento de espñiritu. Demanda es literalmente EXIGIR el milagro, constituirse en ACREEDOR del mismo.
    Moisés recibió una enorme promesa, la Tierra Prometida de la que fluye leche y miel.

  "Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos d emano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mi, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen".
                                           (Éxodo 3:7-9)
  Sin embargo, terminaron sus días en este mundo justo antes de entrar en esa tierra, sin haber recibido él, en sus propias manos, el cumplimiento de esa maravillosa promesa.
   Abraham recibió otra promesa. 
  "Pero Jehová había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y d ela casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra".
                                (Génesis 12:1-3)
   Sin embargo, murió Abraham sin ver el cumplimiento de tan grande promesa (Hebreos 11:8-13).
     Nada hace la Biblia por esconder virtudes ni defectos de estos formidables hombres de Dios. Sin embargo en ninguna parte de la Escritura se los encuentra  DEMANDANDO, EXIGIÉNDOLE nada a Dios, salvo determinadas circunstancias en las que los encontramos demandando vehementemente una intervención de parte de Dios, pero nunca constituyendose en acreedores del milagro. La mayor parte de sus vidas, los hallamos más bien postrándose y CLAMANDO a Dios por el favor. Se podrían haber constituido en acreedores, toda vez que pàra los primeros había una promesa explicita y concreta de parte de Dios. Pablo, por su lado, tenía a la mano suficientes argumentos como para DEMANDAR una sanidad de parte de Dios, sin embargo por tres veces habia ROGADO a Dios por esa sanidad que tanto deseaba y necesitaba.

    Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
                                      (Lucas 18:13-14)      

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