lunes, 17 de febrero de 2014

Devociones: "No seais como el caballo, o como el mulo"

              "No seais como el caballo, o como el mulo" ( Salmo 32:9).

      Me parece que el caballo y el mulo describen dos malas actitudes en las que podemos caer cuando buscamos la dirección del Señor. El caballo empuja hacia adelante; el mulo se regaza. El caballo tiende a ser impactante, fogoso e impetuoso; el mulo, por su parte, es obstinado, indisciplinado y perezoso. El salmista dice que ninguno de los dos tiene entendimiento. A ambos hay que sujetarlos con freno y brida, porque si no, no se les puede dirigir.
     Dios desea que seamos sensibles a Su dirección, no lanzándonos hacia adelante en nuestra propia sabiduria ni vacilando cuando nos muestra Su voluntad.
     Aquí hau algunas reglas generales tomadas de la experiencia que podrian sernos útiles al respecto.
    Pide al Señor que confirme Su dirección por boca d edos o tres testigos. Jesucristo dijo: "Por boca de dos o tres testigos conste toda palabra"
 ( Mateo 18:16b). Podemos incluir entre estos testigos algún texto de la Escritura, el consejo de otros cristianos y la manera maravillosa en que Dios hace que las circunstancias coincidan. Si puedes tener la dirección de Su voluntad por dos o tres indicaciones distintas, no tendrás ninguna duda o recelo.
       Si buscas la dirección de Dios y no aparece, esto significa que la voluntad de Dios para tí es que permanezcas donde estás.
       Espera hasta que la dirección sea tan clara que rechazarla seria una clara desobediencia. A los hijos de Israel se les prohibió que se movieran hasta que la columna de nube y fuego se moviera. Si hubieran actuado por su cuenta, no tendrian excusa. La responsabilidad de ellos era moverse cuando la nube se alzara, ni antes ni después.
        Por último, pide a Dios que la paz de Cristo sea el árbitro en tu corazón. Esta es una traducción libre de Colosenses 3:15. Significa que cuando Dios está guiándonos realmente. Él influye de tal manera nuestro intelecto y emociones que nos llena de paz cuando estamos en el camino correcto y de inquietud cuando andamos en cualquier otro camino.
      Si estamos ansiosos por conocer la voluntad divina y prestos para obedecerla, no tendremos necesidad del freno y de la brida de la disciplina de Dios.
       

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