domingo, 23 de febrero de 2014

Devociones: "El viento sopla de donde quiere"

                        "El viento sopla de donde quiere" ( Juan 3:8).

       El espiritu de Dios es soberano y se mueve como le agrada. Tratamos de hacerlo encajar en algún molde en particular, pero nuestros intentos se frustran invariablemente.
       La mayoria de los tipos del Espiritu Santo son fluidos: viento, fuego, aceite y agua. Intentemos sujetarlos en nuestras manos y veremos que siempre tendrán una manera de decirnos: "No me puedes limitar".
       El Espiritu Santo jamás hará algo que esté moralmente mal, pero en otras areas se reserva el derecho de actuar de manera excepcional y poco convencional. Por ejemplo, aunque es verdad que Dios ha dado al varón el levantar a una Débora para guiar al pueblo de Dios si no hay varones espirituales, si Él así lo desea.
       En dias de decadencia, el Espiritu permite conductas que de ordinario se considerarian prohibidas. Así fue que a David y a sus hombres se les concedió comer del pan de la proposición, que estaba reservado exclusivamente para los sacerdotes. Los discípulos fueron justificados al arrancar trigo en un dia de reposo.
     Algunos afirman que en el libro de los Hechos hay un modelo definido y predecible de evangelización, pero el único modelo que puedo ver es la soberania del Espiritu Santo.
     Los apóstoles no siguieron un libro de texto sino la dirección de Dios, que con frecuencia era diferente a lo que el sentido común les pudo haber dictado.
     A modo de ilustración, vemos como el Espiritu hizo que Felipe dejara un exitoso avivamiento en Samaria para ir a testificar a un ennuco solitario de Etiopia que iba de camino a Gaza.
     En nuestros dias, debemos guardarnos de dictarle al Espiritu Santo lo que puede y no puede hacer. Sabemos que nunca hará nada que sea pecaminoso, pero en otras áreas podemos contar con que obrará de manera extraordinaria. No está limitado a ciertos métodos ni atado a nuestras maneras tradicionales de hacer las cosas. Sabe cómo protestar contra el formalismo, ritualismo y falta de vida, haciendo surgir nuevos movimientos con santidad y poder vivificante. Por lo tanto, debemos abrirnos a esta dinámica soberana del Espiritu Santo y no quedarnos sentados al lado del camino con una actitud de crítica.

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