martes, 14 de enero de 2014

Devociones: "Ni en este monte ni en Jerusalén"

                          "Ni en este monte ni en Jerusalén....." ( Juan 4:21).

     Para los samaritanos, el centro de adoración era en el monte Gerizim. Para los Judios, Jerusalén era el lugar en la tierra donde Dios habia establecido Su Nombre. Pero Jesús anunció un nuevo orden a la mujer samaritana: "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espiritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren"
( Juan 4:23).
    Ya no hay en la tierra un sólo lugar establecido expresamente para adorar. En nuestra dispensación, en lugar de señálarnos a un sitio sagrado, se nos ha dado una Persona Sagrada: El Señor Jesucristo, centro de reunión de Su pueblo. Se han cumplido las palabras de Jacob:"....a él se congregarán los pueblos" ( Génesis 49:10).
       Nos reunimos en Él, no es un edificio sagrado adornado con vidrieras de colores y saturado con múxica de órgano. No nos reunimos en torno a un hombre, a pesar de sus cualidades o lo elocuente que sea . El Señor Jesús es el imán  divino .
    El lugar de reunión  tampoco es importante; puede ser una capilla, una casa , el campo o una cueva. En la adoración verdadera, entramos por  la fe al santuario celestial. Dios el Padre está allí; el Señor Jesús está alli; los ángeles están allí lo mismo que los santos de la Era de la Iglesia que durmieron en Él. Y en tan angustia compañia se nos concede el privilegio de derramar nuestros corazones en adoración a Dios por medio del Señor Jesús en el poder del Espiritu Santo. De manera que mientras nuestros cuerpos están todavia sobre la tierra, en espiritu estamos "muy por encima del mundo inquieto que abajo se despedaza".
    Lo que acabamos de afirmar, ¿contradice las palabras del Salvador. "donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos?" ( Mateo 18:20). No, éstas también son verdad. Cuando Su pueblo se reúne en Su Nombre, Jesucristo está presente de una manera especial. Toma nuestras oraciones y alabanzas y las presenta a Su Padre. Qué privilegio es tener al Señor Jesús entre nosotros.

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