viernes, 31 de enero de 2014

Devociones: "A fin de perfeccionar a los santos"

              "A fin de perferccionar a los santos para la obra del ministerio" ( Efesios 4:12).

      Aquí tenemos toda una revolución llena de visión hacia el futuro. Los dones que se mencionan en Efesios 4 son dados para perfeccionar  a los santos para la obra del ministerio. Tan pronto como los santos puedan ejercerlo, el don podia avanzar.
     Esto quiere decir que el éxito en la obra cristiana consiste en realizar el trabajo en el tiempo más corto posible. Después hay que buscar nuevos mundos por conquistar.
     Así lo hizo Pablo. Por ejemplo, fue a Tesalónica, prerdicó a los judios por tres sábados y dejó tras sí una congregración funcionando. Pablo rompió el récord en lo que respecta a la velocidad con la que estableció esta obra y no cabe duda de que se trató de una excepción. El tiempo más largo que Pablo pasó predicando en un lugar, al parecer, fue de dos años; esto sucedió en Éfeso.
      Dios no ha dispuesto que Sus santos dependan perpetuamente de cualquiera de los dones mencionados. Los dones son prescindibles. Si los santos pasaran el tiempo escuchando sermones solamente, nunca se comprometerian en la obra del servicio ni se desarrollarian espiritualmente lo suficiente y el mundo no podria ser evangelizado de la manera en que Dios se lo ha propuesto.
     William Dillon decia que un misionero extranjero de éxito jamás tiene un sucesor extranjero. Esto es verdad también en lo que respecta a los obreros en la tierra natal, cuando la tarea de un obrero llega a su fin, los santos deben tomar su lugar y no comenzar a buscar a otro predicador.
     Con mucha frecuencia los predicadores vemos nuestro cargo y función como algo para toda la vida. Pensamos que nadie podria hacer la obra tan bien como nosotros. Justificamos nuestra permanencia porque imaginamos que si nos marcháramos la comunidad se desalentaria y vendria a menos. Nos quejamos de que otros no pueden hacer las cosas como se debe y que no son de fiar. Pero el hecho es que deben aprender y para eso hay que darles la oportunidad. Tenemos que entrenarles, delegar responsabilidades y después evaluar el progreso.
      Cuando los santos llegan al punto donde creen que pueden continuar sin la ayuda de un predicador especial o maestro, no hay razón para estar malhumorado o guardar resentimiento. Más bien debe ser motivo de celebración. El obrero queda en libertad para ir a dónde más se le necesita.
     No está bien que la obra de Dios se construya y dependa perpetuamente de un hombre, no importa cuán dotado esté para el ministerio. Su meta principal debe ser multiplicar su eficacia edificando a los santos hasta donde ya no necesitan de él. En un mundo como el nuestro donde hay tantos lugares en los que su presencia es importante, es imperativo que continúe trabajando en la obra del Señor y para Su gloria.

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