miércoles, 1 de enero de 2014

Devocionario: "El que creyere, no se apresure"

                                     "El que creyere, no se apresure" ( Isaias 28:16).

    Nuestra era, caracterizada por los viajes supersónicos  y las comunicaciones de alta velocidad, tiene como contraseña la prisa. Sin embargo, cuando leemos la Biblia descubrimos que Dios rara vez se apresura. Rara vez, digo, pòrque hay un ejemplo donde el padre corre para encontrarse con su hijo pródigo, sugiriendo que Dios se apresura a perdonar. Perode manera general. Dios nunca tiene prisa.
   Cuando David dijo: "la orden del rey era apremiante" ( 1 Samuel 21:8). usó de un subterfugio, y no debemos valernos de estas palabras para justificar nuestro frenético correr de aquí para allá.
    Nuestro texto nos enseña una verdad muy sencilla: si confiamos en verdad en el Señor, no debemos tener prisa. La urgencia de nuestra tarea puede llevarse a cabo mejor si caminamos tranquilamente en el Espiritu que por el frenesií de la actyividad carnal.
     Un joven tiene prisa por casarse. Supone que si no actúa rápidamente, alguien más podria quedarse con la chica. La vedad es que sí Dios quiere que esa chica sea parta él, nadie podrá tenerla. Si ella no es la elección de Dios, entonces él tendrá que aprenderlo por el camino más dificil: "Cásate deprisa; arrepientete poco a poco".
    Otro se apresura para dejar su trabajo e ir a servir al Señor, como se suele decir, "a tiempo completo". Argumenta que el el mundo está pereciendo y que no puede esperar. Pero Jesús no arguyó así durante los treinta años que pasó en Nazaret. Esperó hasta que Dios lew llamó al ministerio público.
   Muy a menudo tenemos prisa en nuestra  evangelización personal. Estamos tan ansiosos por acumulas profesiones que arrancamos el fruto antes de que madure. Fallamos al no permitir que le Espiritu Santo convenza cabalmente de pecado a la persona. El resultado de este método es un rastro de falsas profesiones y de escombros humanos. Debemos dejar que: "la paciencia tenga su obra completa", para que seamos perfectos ( Santiago 1:4).
      La verdadera eficacia de nuestra vida está no en correr locamente en proyectos y misiones que nosotros mismos nos hemos designado, sino en tener parte en aquella actividad que el Espiritu derige, y esperar pacientemente a que el Espiritu la termine.

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