jueves, 1 de mayo de 2014

Devociones: "Echando toda vuestra ansiedad sobre él"

"Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" 
( 1 Pedro 5:7).

       Es posible vivir una larga, muy larga vida como creyente y nunca aprender a echar nuestra ansiedad sobre el Señor. Podemos memorizar el versículo y aún predicarlo a los demás, y no obstante jamás llevarlo a la práctica en nuestras vidas. Sabemos teológicamente que Dios cuida de nosotros, que está interesado en nuestros asuntos y que es capaz de tener cuidado de las ansiedades más grandes que podríamos imaginar. Con todo, insistimos en dar vueltas en nuestras camas por la noche, inquietos, lementándonos e imaginando lo peor.
      No tiene porqué ser de ese modo. Tengo un amigo que enfrenta más problemas y dolores de cabeza que lo que la mayoria de nosotros hemos hemos conocido. Si tuviera que llevarlos por sí mismo, sería un caso perdido. ¿Qué es lo que hace? Los lleva al Señor y los deja allí, se levanta de sus rodillas, se mete en la cama, canta unos cuántos versos de un himno y en poco tiempo está profundamente dormido.
     Bill Brighi le dijo un avez  a Leroy Elims: "LcRoy, he encontrado un gran consuelo en 1 Pedro 5:7. He llegado a la conclusión en mi propia vida que, o llevo mis cargas o las lleva Jesús. No podemos llevarlas ambos y he decidido echarlas sobre Él".
    Elims decidió probar. Escribió: "Fui a mi habitación y comencé a orar. Hice lo que Bill me habia dicho con todas mis fuerzas. Durante meses había llevado un pesado nudo en mi estómago. Pude sentir en realidad que esto se iba. Experimenté la liberación de Dios. No, el problema no se fue, y no se ha ido hasta este dia. Pero la carga se ha ido. Ya no paso más noches en blanco. Ni sufro para dormir. Puedo enfrentar honestamente las cargas con un espiritu gozoso y agradecido de corazón".
    La mayoria d enosotros podemos identificarnos con aquel que escribió: "Es la voluntad de Dios que eche/ a diario mi ansiedad sobre Él. / También pide que no deje/ de confiar en Él. / Pero  ¡Oh qué neciamente actúo/ cuando tomado de improvisto. / abandono mi confianza./ Y todas mis preocupaciones llevo.
   Y en todo tiempo el Salvador nos dice:
                                    No lleves ni un sólo afán,
                                       Uno es mucho para tí.
                                     La obra es mia, sólo mía.
                                    Tu obra es: descansa en mí.

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