jueves, 12 de diciembre de 2013

Devociones: "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová..."

   "Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová....." (Jeremias 48:10).

           La obra del Señor es tan sublime y asombrosa, apremiante e importante, que hay una maldición sobre todo aquel que la hace indolentemente. El Dios que desea y merece lo mejor no puede tolerar la pereza, tardanzas, falta de entusiasmo o métodos  descuidados. Si pensamos en todo lo que está en juego, no nos sorprenderá.
      A finales de 1968 un joven cristiano en Praga, Vhescolovaquia, testificó a otro joven checo llamado Jan Palach. Parecia haber un genuino interás de parte de Jan y por esto el cristiano prometió entregarle un Nuevo Testamento. Estaba lleno de buenas intenciones, pero dejó que las semanas pasaran sin que Jan obtuviera el Nuevo Testamento.
   El 16 de Enero de 1969, Jan Palach, en la Plaza de San Wenceslao bañó su cuerpo con gasolina y se prendió fuego. Nunca llegó a ver el Nuevo Testamento que le habia sido prometido.
   No son suficientes las buenas intenciones. Se ha dicho que las calles del infierno están empedradas con buenas intenciones. Las buenas intenciones no hacen la obra; deben traducirse en acción. Propongo algunas maneras en las que se pueden llevar a cabo:
    Primero, cuando el Señor te dirija a hacer alguna clase de servicio para Él, nunca rehuses hacerlo. Si Él es Señor, entonces a nosotros nos corresponde obedecerle sin cuestionar.
    Segundo, no andes con dilaciones. Las demoras son fatales. Roban a otros la ayuda necesaria y la bendición, y nos invaden de culpa y remordimiento.
    Tercero, sé diligente. "Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas" (Eclesiaste 9:10). Si es digno de hacerlo, hay que hacerlo bien.
     Finalmente, hazlo para la gloria de Dios. "Así pues, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacerlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31).
     Debemos tener el espiritu de Amy Carmichael, que escribió: "Los votos de Dios están sobre mí. No me detendré a jugar con las sombras ni a arrancar las flores terrenales hasta que haya terminado mi obra y rendido cuentas".

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