"Dios es amor" ( 1 Juan 4:8)
Con su venida al mundo, Jesucristo añadió una nueva palabra al lenguaje griego: ágape, "amor". Éste ya contaba con un vocablo para amistad (philia) y otro para el amor apasionado (eros), pero faltaba una palabra que expresara la clase de amor que Dios mostró cuando nos dio a Su Único Hijo. Éste es el amor que desea que nos mostremos los unos a los otros.
Ágape es otra clase de amor que nadie en el mundo conocia, un amor con nuevas dimensiones. El amor de Dios no tuvo principio y nunca tendrá fin. Es un amor sin limite que jamás podrá medirse. Es absolutamente puro y libre de toda mancha de sensualidad. Es sacrificado, nunca cuenta el costo y se manifiesta dando, pues leemos: "De tal manera amó Dios al mundo que dio...." y "Cristo de tal manera nos amó, que se ha dado a sí mismo por nosotros....." El amor busca incesantemente el bienestar de los demás. Busca a los desagradables y antipáticos como a los agradables y atractivos. Se dirige a amigos y enemigos. No se da porque encuentra a sus objetos dignos o virtuosos, sino sólo porque Aquél que lo concede es bondadoso. El amor es desinteresado, nunca espera nada a cambio y jamás explota a los demás en beneficio propio. No repara en los errores, las ofensas o improperios, mas los cubre con un velo bondadoso. El amor devuelve con benevolencia la descortesia, y ora por aquellos que serian sus asesinos. El amor siempre piensa en los demás, considerándoles mejores.
Pero el amor también es firme. Dios castiga a los que ama. El amor no puede soportar el pecado, porque es dañino y destructivo, y el amor desea proteger a sus objetos de daño y destrucción.
La manifestación más grande del amor de Dios fue habernos dado a Su Hijo Amado para que muriera por nosotros en la Cruz del Calvario.
¿Quien Tu amor, oh Dios, puede medir
, Que aplastó por nosotros su Tesoro.
A Él en quien tú te complacias,
A Cristo, el Hijo de tu amor?
Alaben
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