sábado, 30 de septiembre de 2017

Devociones: "¡Con todo, humano! ".

".....ya sea que....hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios".
                                      (1 Corintios 10:31)

     En las Escrituras , el gran milagro de la Encarnación se desliza en la vida ordinaria de un niño: la magnificencia de la transfiguración se desvanece en el valle del endemoniado; la gloria de la resurrección desciende a un desayuno en la playa. No se trata de un anticlímax, sino de una gran revelación de Dios.
     Tenemos una tendencia a buscar lo maravilloso en nuestra experiencia, y confundimos acciones heroicas por grandes héroes. Una cosa es esperar una crisis con todos los honores, y otra muy distinta pasar de dia en dia glorificando a Dios cuando no hay testigos, ni candilejas, ni nadie que nos preste la más mínima atención. Si bien rechazamos los halos, al menos buscamos algo que haga exclamar a los demás: "¡Qué maravilloso hombre de oración es éste", o "¡Qué mujer más devota es ella! ". Si estás verdaderamente consagrado al Señor Jesucristo, habrás llegado al nivel sublime donde nadie se dará cuenta de ti. Todo lo que se podrá ver será el poder de Dios fluyendo a través de ti en todo momento.
     Queremos el privilegio de decir: "¡Oh, he sentido un maravilloso llamamiento de Dios! " Olvidamos que para llevar a cabo incluso lasa tareas más humildes para la gloria de Dios se precisa del Dios Omnipotente. Encarnado morando en nosotros. Y que pasar inadvertido demanda el Espíritu de Dios en nosotros haciéndonos absoluta y humanamente Suyos. La verdadera prueba de la vida de santidad no es éxito, sino fidelidad a nivel humano. Tendemos a establecer el éxito en la obra cristiana como nuestro propósito, cuando éste debería ser el mostrar la gloria de Dios en vida humana, vivir una vida "escondida con Cristo en Dios" en nuestras condiciones cotidianas (Colosenses 3:3). Nuestras relaciones humanas son precisamente el entorno donde debería hacerse más patente la vida ideal de Dios. 

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