miércoles, 6 de septiembre de 2017

Devociones: "Coronas de espinas".

"Trenzaron una corona de espinas y la pusieron en la cabeza de Jesús"
                                           (Juan 19:2)
    Corona de vencedor. ¡Cuántos anhelan tenerla en su frente! Antiguamente, en los juegos deportivos, el vencedor esta premiado con una corona de laurel. Hoy existen otros premios: las medallas, los trofeos, las primas económicas....Uno de los mayores triunfadores de la historia de las Olímpiadas fue AL OERTE, campeón de lanzamiento de disco en los JJ.OO. de Melbourne (1956). Roma (1960), Tokio (1964) y México (1968). Nadíe volvió a lograr semejante proeza.
    Una corona, pero en un momento muy diferente, fue puesta en la frente del Creador del mundo. Jesucristo. Todos recordamos la escena, momentos antes de su crucifisión, los soldados deciden burlarse del Rey de reyes y le colocan una corona de espinas.
    El diablo vivia el momento más feliz de su existencia. Los espinos eran su "insignia". Cuando en el jardín del Edén, el hombre pecó, la primera consecuencia de su pecado fue que la tierra produjo. Donde quiera que existe el mal, allí están las espinas. Cuando el diablo vio la corona de espinas sobre la cabeza del Hijo de Dios, creyó que el futuro era suyo. Había derrotado a Jesús, había logrado colocar su propio escudo en la cabeza del mismo Dios hecho hombre. El mal había vencido para siempre, por lo menos, eso creía.
      La historia no fue así. Aunque el Señor Jesús soportó todos los desprecios y las burlas por amor a nosotros, no terminó derrotado. A pesar de la corona de espinas, de todos los sufrimientos, a pesar de los que escupieron su rostro, a pesar de la cruz misma; a pesar de que lo traspasaron y él entregó su vida....a pesar de todo. Jesús venció. Porque todo lo que soportó, lo hizo por amor a nosotros. Por ti y por mí: todo lo soportó en nuestro lugar, porque era lo que nosotros merecíamos. Incluida la corona de espinas.
    Tres días después de su muerte, el Señor Jesús resucitó. Volvió a la vida. Demostró a los hombres que Él era Dios mismo y que la muerte no tenía ningún poder sobre Él. Es por eso que nosotros tenemos la certeza de que un día vamos a resucitar también. Nuestro Dios es un Dios vencedor y toda la naturaleza lo atestigua también. Él mismo diablo tembló al conocer que Jesús estaba vivo, y sigue temblando hoy.
     En el libro del profeta Isaías, Dios nos dice que un día la victoria será total. ¿La prueba? En lugar del espino, crecerá el ciprés. El símbolo del mal será desterrado para siempre. Jesús es el Vencedor y nunca más el mal reinará en la tierra.
      Sólo un Vencedor llevará una corona de gloria para siempre: Jesús. 

    Señor, gracias por haber sufrido todo en mi lugar. Gracias por haber soportado todas las burlas y desprecios. Ven, reina en mi vida, te pertenece.  

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