domingo, 17 de septiembre de 2017

Dedvociones: "Fracasar no es la muerte".

El Primer Ministro Winston Churchill sabía cómo levantar el ánimo del pueblo británico durante la Segunda Guerra Mundial. El 18 de Junio de 1940, le dijo a una multitud atemorizada: "Hitler sabe que tendrá que destruirnos  [...] o perder la guerra [...]. Por lo tanto, apuntalémonos [...] y sostengámonos de tal manera que, si el Imperio Británico [perdura] por mil años los hombres sigan diciendo: "¡Esa fue su hora de gloria! ".
    A todos nos gustaria que nos recordaran por nuestra hora de gloria. Tal vez, la de Pedro fue cuando proclamó: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Juan 6:69). Sin embargo, en ocasiones, permitimos que nuestros fracasos sean los que nos define. Después de que Pedro dijo varías veces que no conocía a Jesús, salió y lloró amargamente (Mateo 26:75; Juan 18).
    Como Pedro todos fallamos: en nuestras relaciones interpersonales, en nuestra lucha contra el pecado y en nuestra fidelidad a Dios. Pero "fracasar no es la muerte", como señaló también Churchil. Felizmente, esto se aplica a nuestra vida espiritual. Jesús le perdonó su fracaso al arrepentido Pedro
 (Juan 21) y lo utilizó para predicar y guiar a muchos al Salvador.
     Fracasar no es la muerte. Con amor, Dios restaura a los que vuelven a Él.
  Padre, gracias por tu perdón por medio de la sangre derramada de Cristo.

    Cuando Dios perdona, quita el pecado y restaura el alma.  

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